Capítulo 23

Santorini-Grecia.

Hace algunos años atrás...

La masacre más grande de Bastian.

Fabrizio.

Ada tenía muchas horas de haberse ido. No le dije nada acerca de la posición actual en la organización, pero no creo que haya sido necesario. Ada es lo suficientemente inteligente para darse cuenta de lo que pasaba.

Enterarme del fulano plan que tuvo para apartarse de mí por miedo a que saliera lastimado, me pareció el acto más adorable que pudo tener hacia mí. Claro que me lastimó por creerme débil, pero el hecho de que todo fuera una mentira, digamos que me hizo un borrón en todo mi ser.

Uno enamorado perdona mil cosas. No importa si es bueno o malo. El amor nos ciega y sinceramente no sé qué tan cegado estoy por mi mujer.

Ahora pensando seriamente una cosa... ¿Ella me tendrá miedo?

Intenté hacerle una autopsia mientras estaba vivo al informante de Jantine, cuando me desafió, pero murió antes de yo poder terminarla. Además, Alessandro y yo fuimos interrumpidos en el proceso porque llegaron los jefes de Ada y Cristal.

Y aquí estamos, en Grecia, en un edificio repleto de sujetos uniformados, donde ellos son la ley y nosotros los malos. Pero como mi mujer está en una misión de muerte, pues no me iba a pensar dos veces venirme hasta aquí para saber de ella. Bastian, Alessandro y yo, son los que vinieron conmigo. No confíe en más nadie sino en ellos. Alessandra y Andrey están con Kristin en Sicilia, calmando sus nervios para no asustar a la pequeña.

Nadie está a salvo en esa casa, por el descontrol de De Santis, pero lo arreglé matando al informante y haciendo valer mi voluntad nuevamente. Traerlas a ella hasta aquí es más seguro, pero no podía levantar más sospechas de las que había sobre cualquier persona que deje de estar.

—Aquí podremos ver todo lo que ellos están haciendo cuando se dé la orden de activar las cámaras —nos informa el mayor, señalando la televisión que había al frente.

Nos indica un policía que tomemos asiento en un sofá que estaba al lado de otros policías revisando el perímetro. La televisión era tamaño grande y abarcaba la mitad de la pared. Ahí se mostraría todo lo que vieran las chicas y estaría dividida en dos. Las computadoras pequeñas dirían el camino que están recorriendo, y si hay algún sujeto armado a su alrededor. El ambiente se vuelve pesado luego de que el mayor diera la orden de activar las cámaras. Todo está en silencio mientras vemos un almacén bastante iluminado. Pensé que veríamos imágenes en blanco y negro, pero al parecer, el gobierno invierte muy bien en tecnología de primera.

—Sargento Schulz, señor. Hemos tenido un pequeño inconveniente mientras veníamos —dice la voz distorsionada, la pantalla se empieza a dividir cuando las otras cámaras son encendidas.

—Sargento Richter, señor. No tenemos rastro del capitán Ramey ni de Barone, señor —trago grueso porque empezaron mal.

—¿Dónde se encuentra el capitán? —pregunta el general—. ¿Todos tomaron sus posiciones?

—Sí, señor. Todos estamos en nuestras posiciones, solo que hubo inconvenientes con los capitanes. Las coordenadas aparecerán en unos minutos en su pantalla con nuestras ubicaciones —hago mis manos puño.

—Sargento Schulz encienda la cámara. ¿Cuál era la posición de ustedes antes del problema? —vuelve a preguntar el mayor—. Quítense el distorsionador de voces. No es necesario que lo usen todavía.

—Por ahora solo la sargento y yo nos encontramos solas. Estamos esperando la llegada de nuestros compañeros no desertores —responde Cristal.

Esto no me da buena espina.

La cámara es encendida unos minutos más tarde. Las computadoras empiezan a recibir las coordenadas que se les pedía y el paradero de los traidores apareció.

—¿Qué sucedió con el capitán Ramey y Barone? ¿Están bien, no hay ninguna novedad? —el mayor da pequeños golpes en el escritorio con un lapicero.

Se hace un pequeño silencio ante esa pregunta. La cámara está en movimiento como si estuviera corriendo. Muevo mi pie de un lado a otro cuando el desespero se apodera de mí poca calma.

—Los capitanes intentaron asesinarnos. Son aliados de las personas que secuestramos. Intentó sacarnos alguna información de cómo actuaría la mafia con respecto a esto. Como usted nos ordenó, escapamos y cuidamos nuestras vidas en caso de traidores, señor —una Ada bastante agitada responde, la cámara se estabilizaba lentamente y ahora nos mostraba la entrada de un almacén.

—Está bien, Ada. Reúnete con el resto del equipo y que todos regresen a casa sanos y salvos, por favor —el mayor suspira, se voltea a vernos y con una sonrisa vuelve hablar—. El día será largo. Este es mi mejor equipo. Verlos trabajar mientras hablan tan tranquilos, los hará relajarse más adelante.

Lo miro con frialdad ante su estúpida alegría.

Intentaron matar a mi mujer y no insiste en saber cómo está. Quiero que mi pequeña regrese a casa. No sé cómo aguantaré ver todo esto sin volverme loco en el proceso.

[…]

Tres benditas horas habían pasado desde que ellos estaban en ese fulano almacén. Todos estaban en calma mientras ellos hablaban de un nuevo plan. Uno que no lograba entender por qué apagaban las cámaras. Era el mediodía y todos seguían como si nada, atentos a cualquier movimiento que viniera contra ellos.

—Se dividirán en dos grupos. Grupo aire, Cristal y Thomas. Ustedes buscarán el paradero de los capitanes. Grupo tierra, Ada y Nathan. Ustedes buscarán hacia donde movieron a los secuestrados —les informa el mayor.

Me levanto del sofá dirigiéndome hacia una de las computadoras que mostraba dichas zonas. La primera era un almacén a varios metros de distancia de donde se encontraban. Estaba repleto de sujetos y por la mala cara del mayor, esos hombres estaban bien armados. La segunda zona era donde se encontraban. También estaba rodeado de mucha gente y, a decir verdad, cuatro personas me parecen muy poco para todo esto.

—¿No enviarás ayuda para ellos? —me quejo, haciendo que todos me vean—. Son solo cuatro personas. ¿Cómo los mandas a una muerte segura?

—Dices que somos asesinos, ¿pero no estás viendo que en ese lugar ellos son presas fáciles? —me apoya Alessandro.

—Se han enfrentado a peores cosas y son igual de letales que ustedes —sonríe, volviendo su mirada a la pantalla y colocando su dedo en el interruptor del micrófono—. Ellas fueron médicos de guerra y tienen conocimiento sobre la situación. Ahora son detectives por cosas de la vida, pero si ustedes ven que ellas están en peligro, denle la orden a su gente para que los apoye. Ellos saben claramente que recibirán ayuda de la ustedes.

—Me estoy conteniendo por Ada. Porque ese almacén ya estuviera en pedazos —espeto, molesto envío un mensaje a mi gente para que estén alerta para intervenir a mi orden.

Vuelvo a tomar asiento en el sofá. Estoy cabreado. No estoy contento en venir hasta aquí. Llegué a un acuerdo con este imbécil por la simple razón de hacer las cosas como quería Ada y Cristal. Los ayudaría a tener una salida pacífica, pero esa gente no es estúpida.

En la mafia no existe salida fácil y sin sangre.

También se los haría entender.

—Cristal, Kristin está en una edad difícil. Ignora mis decisiones y hace su voluntad —la voz de Thomas, hace eco en la sala.

Sonrío de medio lado.

—Kristin es independiente. A veces siento que ella me utiliza para ganarse la simpatía de otras personas para que le den regalos… incluyendo la mía —se queja con diversión.

Ellos están en el segundo grupo, y sus cámaras son la B y la D. Puedo ver como caminan con sigilo mientras llegan al almacén que les asignaron. Las cámaras de Ada y Nathan, fueron apagadas por no sé qué motivo.

—En momentos como este quisiera ser una golondrina. Es asfixiante volver al combate después de años fuera de el —se le escucha murmurar a Lauren, la cámara muestra a tres sujetos durmiendo en una silla.

—Lo sé. Ni yo mismo me creo que esté compartiendo en un equipo de superamigos con mi querida hermana. Siempre te dije que eras adoptada, pero hoy te siento más adoptada que todos los días —se queja, el sonido de un arma cargarse me hace fruncir el ceño.

—Quería ser hija única, pero tus padres quedaron enamorados al ver a semejante belleza. Thom, tenemos veinte sujetos rodeando la planta baja del almacén. Hay tres de ellos durmiendo en una silla. Espero sus órdenes —informa Cristal, distorsionando su voz.

—Vamos a enviarle algunos regalos a Agatha —responde Thomas, distorsionando su voz también.

Alessandro se levanta del sofá con rapidez al ver como las cámaras comienzan a moverse. Imito lo que él hizo, sintiendo miedo al ver que la cámara de Ada y Nathan seguían apagadas. Los disparos se hacen presente y gente gritando en griego se empiezan a oír.

—¡Cúbreme, hermana! —le gritaba.

Cristal cambia de posición mientras dispara como si mañana no existiera. Uno de los hombres cae frente a ella herido y esta se le monta encima haciéndole presión en el cuello.

—¿Dónde están los capitanes Ramey y Barone? —pregunta, mueve la cámara de su chaleco, dándonos una mejor vista a la rata que tiene en el suelo.

—Nadie saldrá vivo de este lugar. Eres una alemana que se metió con el marido de la persona equivocada —le garantiza el griego, mirando el lente de la cámara hace una mueca de dolor.

—Me alegra ser el motivo de desvelo de esa traidora y sí, tienes razón. Nadie saldrá vivo, pero fuiste el primero en morir —replica, haciendo un movimiento extraño.

De la nada veo cómo pasa un cuchillo por la garganta del hombre con mucha presión. La risita de Alessandro hace molestar al mayor.

—Joder, qué sexy es mi mujer —Alessandro sonríe, la alegría le ilumina en el rostro, pero sus ojos siguen teniendo preocupación.

No sé cuánto tiempo había pasado, pero lograron encontrar con vida al capitán Barone. El hombre tenía varios golpes y estaba delgado, pero por lo menos estaba vivo. El grupo 2 había despejado la zona según lo que ellos dijeron, pero del grupo 1 todavía no se tenía noticias.

Los veíamos caminar de regreso al lugar donde habían dejado a Ada con su compañero, cuando los disparos se escuchaban por todos lados. Las cámaras vuelven a moverse con rapidez y siento que mi corazón se va a salir en cualquier momento.

—Cristal y Thomas, ¿qué está sucediendo? —el mayor se levanta de su silla al ver algo en la pantalla—. ¿Qué está pasando en allá en este momento?

—Mayor, hay un enfrentamiento con Ada y Nathan. Nos estamos... es complicado... la señal... nos están... —la voz distorsionada de quien hablaba, es cortada, igual que las cámaras que nos mostraba lo que pasaba.

No…

Me quedo viendo la pantalla negra como si por hacerlo, iba a venir alguna imagen de ella. Tengo más de tres horas sin saber de Ada. Mi pecho duele y la angustia está haciendo estragos en mi interior.

«Bella, tú tienes que estar bien», pensé metiendo mis manos en el bolsillo, presionando las chapas de identificación y los anillos que ella me había entregado el día del banquete.

Amore, estarás bien…

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo