Capítulo 26

En la actualidad...

Bastian.

La mirada de Alena me estaba matando, sé qué tal vez no fue la mejor de hacerle ver quien era yo, pero Fabrizio no es de las personas que te dan tiempo de pensar las cosas. En su mundo las cosas se hacen como él dice y ya. Sinceramente no me importaba porque yo solo quería que Alena me dijera que es lo que la tiene alejada de mí.

Ella simplemente podía confiar en mí y no quería.

Me dolía que no lo hiciera.

No sabía qué estaba por ocurrir, hasta que la puerta de la casa de Alessandra es abierta, por el príncipe Egan y su gente.

M****a, no lo pudo hacer de esa manera.

Fabrizio me da una sonrisa sádica, que me hizo entender el castigo que me estaba por hacer. No está cabreado conmigo, pero quiere vengarse por intentar morir, mientras salvaba a Ada.

—¿Entonces las cosas eran así? —se acerca con sigilo mientras nos ve con odio a Kyle y a mí—. ¿Disfrutaron jugar con mi hermana? —ve a Alena y le da un beso en la mejilla—. ¿Para qué le están haciendo esto a ella? 

Alena con manos temblorosas, limpia sus lágrimas y se acerca a su hermano. Fabrizio me suelta y hace como si nada estuviese pasando. Lo mismo sucede con Alessandro y Kyle.

—Ellos no jugaron conmigo, Egan —la voz de ella estaba llena de nervios—. Esto ha sido un accidente, pero no tienes nada de qué preocuparte.

—Hasta les ofrecí convertirse en personas de la nobleza, pero resulta que estaban metidos en la Cosa Nostra —se ríe—. ¿Son sicarios acaso?

—Oh, no. Ellos son mis mejores soldatos. Bueno, capitanes, pero ellos se encuentran de vacaciones. No, Kyle es mi espía... No es necesario que sepas qué hacen ellos conmigo —interviene Fabrizio.

Trago grueso por lo que acababa de decir y me muero internamente.

—¿Alena, sabías eso? —la ve, pero ella guarda silencio—. Por supuesto que lo sabes, no eres para nada tonta.

—Egan, esto fue un problema entre ellos. Nosotros no tenemos nada que ver. Deja de ver cosas que no son —ella intenta acercarse a él, pero sus guardias no se lo permiten.

—Alena, en donde tú te veas involucrada, nosotros tendremos que ver y me importa muy poco lo que puedas pensar ahora mismo —suspira y vuelve a vernos—. Yo los iba a apoyar, pero simplemente no puedo. Me siento traicionado por ustedes. A mí nadie me traiciona, ¿lo saben?

—Vámonos y arreglemos nuestros problemas —le pide—. ¡Egan, vámonos ahora mismo o deja que tu gente se vaya! Chicos, por favor, salgan de aquí. 

Les ordena a los guardaespaldas del príncipe.

—¡Si alguien da un paso fuera de esta casa, juro que quemo todo el edificio! —mira a sus custodios.

—¡Ellos me deben obedecer, Egan!

—¡Y a mí también, Alena! ¡Yo no estoy de adorno aquí!

Ambos se ven desafiantes mientras que nosotros nos quedamos sin saber qué hacer. Egan intenta mantener la calma ante la mirada fría de Alena, pero se le nota igual de molesto que a ella.

—Yo no entiendo cómo puedes estar tan tranquila. Causaron una masacre, Alena —nos señala mientras nos acusa, ella hace puño sus manos mientras presiona sus labios—. Escuché todo lo que hicieron mientras que Fabrizio, el líder de la mafia, contaba su parte y Bastian, la persona que es tu guardaespaldas, en ningún momento dijo que se arrepentía de lo que hizo.

—Bastian nunca se arrepintió... Era la vida del asesino o la de ellos, Egan —intenta defendernos, pero él la interrumpe.

—¿Y no crees que ellos están buscando poder, Alena? —ella traga grueso—. A partir de este momento a ustedes dos se les releva el cargo de guardaespaldas de la princesa de Grecia —les hace seña a su gente para que nos apresen—, y desde este momento quedan como prisioneros y traidores a mi país.

Los chicos nos agarran sin ningún problema. Alessandra intenta acercarse y no se lo permiten, con ojos vidriosos Alena me ve por unos segundos y luego le da una mirada de odio a su hermano.

—Yo no puedo permitir que mi hermana esté cerca de unas personas que son asesinos o estén buscando algo de ella —trago grueso y veo a Kyle que me mira esperando cualquier orden—. Tienen prohibido acercarse a la princesa Alena y a la princesa Hilary.

Empiezan a jalarnos para que caminemos fuera de la casa.

—Chicos, esperen un momento —los guardaespaldas se detienen a ver a Alena—. ¿Los estás acusando por algo que hicieron hace tiempo o por qué razón? —él niega con la cabeza sonriente.

—Porque no confío en unas personas que trabajan para la mafia y no tienen miedo de asesinar a nadie, si reciben una orden de Fabrizio o Alessandro —ella traga grueso—. No estamos en el siglo pasado, pero tengo mis métodos para los que me han traicionado —frunzo el ceño—. Decidí en estos momentos aplicar la pena de muerte para ellos lo más pronto posible.

La risa de Fabrizio llama la atención de todos.

—¿Te das cuenta de que si le haces algo a ellos tendrás a la Cosa Nostra de enemigos? —pregunta Fabrizio.

—Sí, pero no puedo permitir que estén cerca de mi hermana. Han traicionado la confianza a la realeza de Grecia —responde serio.

—Nadie te traicionó. Tu decisión fue confiar en ellos. En ningún momento Bastian o Kyle te han dado motivos para desconfiar. Ellos son las personas más leales que existen —interviene Alessandro.

—Y por esa razón no puedo tenerlos cerca de ella. Un día ustedes le pueden ordenar que...

—Ellos no se meten con civiles inocentes —lo enfrenta Alessandra—. Sí, pueden ser asesinos o lo que tú quieras, pero jamás han tocado a alguien sin ninguna razón.

Ignora lo que dicen y hace una seña para que volvamos a caminar. El sonido de una bofetada hace eco en la casa, me suelto del agarre de los guardaespaldas y veo que Kyle hace lo mismo.

—¡Tú no vas a matar a nadie! —la mejilla de Egan estaba roja—. En este preciso instante dejas en libertad a ellos dos —él iba a protestar, pero ella lo detiene—. No estás pensando con claridad. Estos hombres son mejores que cualquiera de tus estúpidos guardaespaldas del servicio secreto. Las únicas personas que darían su vida por mí y matarían a cualquier persona si llegara a ponerme un dedo encima.

Ah, entonces porque no dices lo que te tiene aterrada. ¿Con qué te amenaza Camelia?

—No sabes lo que dices. Estás ciega por la falsa imagen que te están dando estos tipos. ¡Pueden robarte el trono o asesinarte en cualquier momento! —pasa sus manos por su cabello—. ¡Ellos solo obedecen a los italianos y ya!

—No me importa si vienen a hacerme algo —la miro sin entender—. Mi prioridad es mi gente y si ellos están bien, yo podré estarlo más adelante. Ser egoísta no es mi lema. El deber de una princesa es velar por su pueblo —lo mira con frialdad—. Yo también tengo miedo de los que puedan pedirle que hagan, pero más le tengo miedo a una persona que puede destruirlos en cuestión de segundos.

—¡Alena, yo soy el príncipe de Grecia y seré el rey en unas semanas! ¡Tu deber es obedecerme por ley y no defender a unos asesinos! —la agarra por su mano con fuerza

Todo queda en silencio y las respiraciones aceleradas de ambos príncipes se escuchan en la sala. Uno de los guardaespaldas del príncipe, que si se puede acercar a ellos, interviene en la discusión.

—Su alteza, es mejor si escucha al príncipe. Él tiene razón para estar preocupado por usted —ella sonríe—. También es el futuro rey de Grecia y usted sería la segunda heredera por ahora.

—¿Y tú crees que eso a mí me importa? Mejor no opines —le ordena, soltándose del agarre de su hermano.

—¿Por qué me manda a callar? Solo estoy dando la opinión que su hermano me permite darle —responde el hombre.

Sonrío ante la mirada de asco que le da Alena.

Era la primera vez que ella reaccionaba así ante otras personas.

—Porque te lo ordeno y soy la princesa —lo mira con superioridad y después de un largo suspiro, vuelve a hablar—. A partir de este momento quedan en libertad los prisioneros del príncipe Egan —mira a su hermano—. Bastian es el guardaespaldas de Alessandra y solicitaré un cambio de custodio para Kyle. De esa manera no tendrán nada que ver con la nobleza de Grecia.

—Alena, las reglas no son así y... —no deja que su hermano termine de hablar.

—Egan, es suficiente —le hace señas a su gente para que se vayan—. Claramente lo dijiste, ellos te traicionaron a ti —me mira con ojos tristes—. Son libres de la pena de muerte que les iba a dar mi hermano. Les concedo la libertad y por más que quiera dejar pasar lo de Egan, no puedo —traga grueso—. Se les prohíbe la entrada a cualquier país en el que se encuentre algún monarca, ya que son considerados terroristas, al trabajar con la Cosa Nostra —una lágrima cae por su mejilla y yo siento mi mundo destruirse—. Estamos en el continente americano, pero nosotros estamos aquí, así que es necesario que salgan de aquí hasta que Egan, Hilary y yo abandonemos Estados Unidos.

Los guardias reales hacen una fila simulando una muralla separándonos de ellos.

—La Cosa Nostra está en Italia —Alessandro se burla—. Nada más digo por las dudas.

—Entonces regresen a Sicilia —les recomienda Egan—. Ahora nos vamos, Alena.

Ella se va de la casa hecha furia y más atrás salen los demás.

—La única manera de que este plan funcione es que los príncipes nos odien para no involucrarlos, Bastian —la mano de Fabrizio, toca mi hombro.

Alena me odia... el corazón está a punto de salirse.

—¿Dirá algo de Camelia? —pregunto—. Si este plan no funciona, juro que le saco los ojos a ustedes dos.

—Camelia es la que se va a descubrir sola —frunzo el ceño ante lo que dice Fabrizio—. Ellos van a regresar a Grecia y nosotros también vamos a ir. La diferencia es que Camelia también lo hará por la simple razón de que no va a soportar que Bastian vuelva a estar cerca de Alena.

—Hilary también es princesa... y yo creyendo que ella estaría siendo feliz siendo condesa —la tristeza de Kyle se le notaba.

—Yo nunca podré estar a la altura de Alena —el familiar puto nudo se hace presente—. A ella le perdoné tantas cosas porque la amo, pero en estos momentos siento que nuestra relación solo está hecha para el fracaso.

Por amor perdoné todo y me rebajé hasta el punto de perder la dignidad. A Alena yo le perdoné hasta lo más mínimo y no me arrepiento, es más, agradezco lo poco que ella pudo darme. Porque lo hizo con sinceridad y sé qué el miedo que tiene, es lo que no la deja continuar.

Sinceramente, no me perdones y permíteme darte la felicidad que mereces y viniste a buscar aquí. Me arrepiento de haberte metido en todo esto por ser un egoísta enamorado, pero mi amor es sincero.

La única persona en este mundo a la que yo quiero proteger, es a ti. Tu sonrisa, tus ojos, tu amor sincero, tu nobleza ante las situaciones y tus ganas de amarme que son superadas por tu miedo.

Sin ti mi vida pierde lo único que me queda...

Las ganas de luchar y darte un mundo mejor.

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