La Cazadora de Lobos.

La Cazadora de Lobos.ES

Fantasía
Rosseflowers  Recién actualizado
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Resumen
Índice

En una tierra oculto de la vista humana, existe una aldea secreta donde los pocos cazadores conocen la verdad sobre los lobos y otros seres que habitan los oscuros bosques. Anya, una cazadora con poderes especiales, ha sido criada para temer y cazar a estas criaturas que gobiernan desde las sombras. Pero un encuentro inesperado con Kaelan, el lobo solitario que gobierna desde un castillo olvidado, la empuja hacia un destino desconocido. Kaelan ha llevado la carga de su manada y la pérdida de su luna desde hace años, su amada esposa, quien murió muchos años atrás. Él descubrira que su luna regreso como una reencarnación en una humana y aunque su vínculo está prohibido por antiguas leyes, su atracción será inevitable. El hará lo posible por encontrarla.

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Anashia♡
waooo que misterioso... me encanta el inicio
2024-11-01 11:33:17
1
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1. La Cazadora.
Anya.Ya era de noche sobre la aldea todo parecía tranquilo pero a la vez inquietante, envolviendo cada rincón con sombras danzantes y un frío que se filtraba por entre las rendijas de las ventanas y las puertas. El bosque, siempre ha sido un refugio para mí, hoy parecia un lugar extraño, casi extraño. Caminé con pasos ligeros de mi cabaña. Cada crujido bajo mis botas era un eco en la quietud, y mis manos, firmes, sostenían el arco con una naturalidad que mis músculos ya habían hecho suya.Las historias de mi abuela flotaban en mi memoria. —Los lobos no son como los animales comunes,— Me decía. —No caces en sus tierras, no te acerques al bosque de sangre, porque hay cosas que el hombre no debe intentar entender.—Niego mientras me detengo observando la noche y las luciérnagas haciendo camino alumbrandome.Los aldeanos siempre decían que las criaturas de la oscuridad, especialmente los lobos, eran guardianes de secretos que nosotros, los humanos, jamás deberíamos descubrir. Pero la ide
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2. Deseos de descubrir más.
AnyaMiré mis manos una y otra vez, deseando soltar el poder oculto que anidaba en mi interior. Podía manejar a los demás, pero el que me haría más fuerte seguía dormido, reacio a liberarse. Me levanté de mi escritorio y salí al balcón, donde el campo se extendía ante mí, lleno de flores de distintos colores y aromas que embriagaban el aire. Las rayas de los caballos galopaban alrededor mientras mi mente era un torbellino de pensamientos y ansias. No sabía por qué me sentía tan atraída por ese lugar, pero necesitaba tiempo y, sobre todo, tener todo en orden en el rancho.Busqué al capataz, Jacinto, que estaba revisando las instalaciones.—Señor Jacinto, por favor, necesito que me cuente cuántas reses, toros, cabras y gallos hay. Necesito una buena estadística y contabilidad. Sobre todo las ventas de esta semana, todo el informe. Por otro lado, necesito que me vea si necesitamos más trabajadores.—Sí, señorita, a sus órdenes. —Asintió con respeto—. Mi hija María preparara el desayuno.
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3. Su esencia sigue conmigo.
KaelanObservaba cada rincón del bosque con detalle. Los susurros de las hojas y el eco de criaturas en la distancia parecían acompañar mis pensamientos oscuros. Habían pasado siglos desde aquella noche en que la perdí, pero su rostro, su esencia, su perfume aún persistían en mi mente. Como una marca indeleble en el lienzo de mi memoria, ahí seguía, intacta, Sarada. Ella había sido mi luna, la única capaz de calmar la tormenta que habitaba en mí. Desde su muerte, aquel vacío permanecía en mi interior, como si su ausencia fuera un lamento constante que el tiempo no podía acallar.Con un suspiro, me cubrí con una piel de zorro y bajé desde el castillo hacia la fogata donde mi manada se reunía. Ellos charlaban y reían, absortos en la calidez del fuego y en la camaradería que nos unía. Al verme, los murmullos cesaron, y todos los ojos se posaron en mí. Sentía el peso de sus expectativas; para ellos, yo era el alfa, el líder, la roca que jamás debía mostrar signos de debilidad.—Amo Kaelan
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4. No sabía que hacer.
Anya.La noche caía lentamente, y la cálida brisa del campo mecía las flores del jardín, envolviéndome en un aroma familiar que siempre encontraba reconfortante. Desde la entrada de la propiedad, esperaba a que Uriel apareciera con su lujos auto, pero los minutos se alargaban, y yo seguía allí, observando mis botas cubiertas de barro y mis guantes desgastados. Habían pasado meses desde la última vez que nos vimos, en la ciudad, donde todo era tan diferente. Sabía que Uriel, siempre tan pulcro y atento a los detalles, probablemente no entendería mi apego al campo. Pero esa era mi vida, y él lo sabía.Un peón se acercó cuando le hice una señal, y le pedí un poco de agua para lavarme las manos. En pocos minutos, trajo un balde con agua y jabón líquido. Me quité los guantes y comencé a lavar mis manos, disfrutando del agua fresca.—Gracias, Roger —le dije con una sonrisa.—A sus órdenes, patrona —respondió, inclinando la cabeza antes de alejarse.Me quedé de pie, inhalando el perfume de l
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5. Misterios por descubrir.
Kaelan Habíamos terminado de hacer las rondas de vigilancia, y ahora estaba con las manadas. Al regresar, subí a mi castillos, donde algunos de los sirvientes se movían en silencio, ordenando y preparando la cena. Justo en la entrada, uno de ellos me informó.— Señor, el anciano Raúl lo espera en su despacho.Agradecí con un gesto y me dirigí a la oficina. Raúl estaba ahí, observando las viejas fotografías enmarcadas y colgadas en la pared. Me senté frente a él y fui directo al grano. —¿Qué necesitas, Raúl?—Kaelan, ¿has escuchado sobre el vampiro que anda rondando? Ha estado atacando humanos que se adentran en el bosque.—Estuve en vigilancia, pero no vi nada inusual. ¿Estás seguro de que no es un rumor?— respondí con interés, ya que los humanos rara vez se acercaban a nuestro territorio sin permiso. Sin embargo ellos quizás no sabían de nuestra existencia.—Lo sé de buena fuente—, afirmó Raúl, con el ceño fruncido. —Hay vampiros aliados con algunos lobos de clanes foráneos, y esos
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6. ¿Que contenía ese extraño vino?
Anya.Mientras Úriel revisaba su teléfono con evidente aburrimiento, yo sentía cómo me hervía la sangre. Estaba a punto de estallar para que se fuera de una vez y me dejara en paz. Me sentía como un volcán a punto de erupciones.—Este lugar apesta —indicó sin rodeos, mirándome con aburrimiento —. Creo que no estás bien de la cabeza por querer vivir aquí.—¿Porque demonios viniste? —le respondí irritada—. No te entiendo, Úriel. ¿Cuál es el problema? Tú decidiste venir aquí.—Porque quiero estar contigo, Anya. ¿Es que no lo entiendes?—No, no te entiendo. Quiero entenderte, pero no lo logro. Me desconciertas —le repliqué, ya agotada por su actitud. Él me miró con esa sonrisa irónica que tanto detestaba.—Eres un caso perdido. ¿De verdad no ves lo que te pierdes en la ciudad? —insistió, gesticulando como si estuviera dándome una lección.—Úriel, ya te lo dije. No quiero la ciudad ni sus distracciones. Esto no va a funcionar si no puedes respetar mi vida aquí —le advertí, sin poder conten
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7. Pócima.
Kaelan.Quería detenerme y parar esto que estaba a punto de suceder, estaba por quebrantar las reglas impuestas por nuestros grandes lideres. Mi mente luchaba por mantener la cordura, pero mi cuerpo no respondía; estaba atrapado en un deseo que no parecía mío. Sentía un impulso incontrolable hacia esta mujer que apenas conocía, una atracción ardiente que me hacía olvidar todo… incluso el motivo por el que había llegado a este lugar.Había venido para vigilar, para proteger a las mujeres de los posibles peligros, y ahora, irónicamente, era yo quien caía bajo el influjo de esta trampa. Había bebido el vino sin pensar, y la sospecha de que algún elixir oscuro de los vampiros lo había contaminado se asentaba en mi mente, pero mis pensamientos se deshacían en su cercanía.Cada caricia, cada susurro nos llevaba más allá, y a pesar de que intentaba mantener el control, mis instintos de lobo surgían, salvajes, difíciles de contener. Mi mente volvía a la imagen de aquella persona que perdí, aq
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