Anya.La noche era oscura, apenas iluminada por la pálida luz de la luna que se filtraba entre las copas de los árboles. Cada paso que daba en el bosque parecía resonar en el silencio, y aunque una ligera brisa movía las hojas, el aire estaba tenso, casi como si la naturaleza misma supiera de la amenaza que rondaba. Decidí venir sola, sin nadie que me detuviera o cuestionara mi propósito. Mi objetivo estaba claro: encontrar la cueva de los intrusos, esos malditos lobos que se habían atrevido a cruzar nuestros límites, dejando rastros de violencia y muerte.De repente, una voz fuerte y familiar me sobresaltó. Era mi abuela, siempre vigilante, siempre un paso adelante, aunque yo no siempre apreciara su insistencia.— No entiendo por qué razón has venido sin decírmelo— espetó con su tono firme, cruzando los brazos mientras me miraba. Rodé los ojos y la enfrenté, tratando de ocultar mi frustración.—¿Por qué me seguiste, Abi?—le pregunté, pero antes de que pudiera responder, me lanzó una p
KaelanEstaba más que sorprendido al verla allí, en medio del bosque, con esa mirada fija que parecía atravesarme. Era ella. La misma mujer que me había encontrado aquella noche, aunque entonces no sabía quién era. Ahora, su identidad me resultaba evidente: una Cazadora. Quién lo diría… Esa mujer estaba aquí para enfrentarse a los de mi especie y a cualquiera que intentara amenazar su mundo. Pero, ¿qué haría si descubriera quién soy realmente? ¿Qué pensaría de mí al saber que soy más que un hombre, que soy el Alpha, un lobo destinado a proteger este territorio? Por eso, lo mejor sería salir de aquí, evitar cualquier contacto que pudiera ponerla en peligro. Pero antes de que pudiera hacer algo, vi cómo Darx se lanzaba hacia ella, con esa sed de sangre en la mirada. Él no podía entenderlo, no podía ver lo que yo veía en ella. Pero ella no era como las demás. Tenía algo… una especie de campo protector que la rodeaba y la hacía casi intocable. Esa energía la protegía, y Darx ni siquiera
Anya.Estaba por morderme las uñas. ¿Cómo era posible que hubiera dejado escapar a esos malditos animales? La desgracia de nuestro mundo… Y ese lobo era grande. Me miraba de una forma tan intimidante que sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. Sin embargo, no parecía querer hacerme daño, al menos no en ese momento. Quizás solo intentaba distraerme para atacarme después, para devorarme como había hecho con aquellas pobres mujeres.Mientras me debatía en estos pensamientos, mi mente se fue a esa figura la cual se me acercó el tenia las manos frías y emanaba un aura oscuro del cual no pude comprender. ¿Qué era eso? ¿Era un humano? Su voz y su cercanía me hicieron sentir un terror profundo, pero no pudo traspasar el campo de protección espiritual que mi abuela me había enseñado a construir de mis propios poderes.Sin embargo, mi mente empezó a divagar hacia las viejas historias de mi abuela. Hablaba de vampiros, de híbridos… pura sangre ¿Sería posible que los lobos pudieran transformarse e
Kaelan.Estaba entrenando con los cachorros y algunos veteranos. La incertidumbre nos rodeaba. No sabíamos exactamente a qué nos enfrentaríamos, pero algo oscuro se estaba gestando, y las señales eran evidentes. Mi hermano… Aún no podía apartar de mi mente la imagen de él en esa cueva infestada de vampiros pura sangre, tal vez incluso híbridos. Había visto cosas indescriptibles allí; esas criaturas, aprovechándose de mujeres indefensas, usando esa sustancia maldita que afectaba solo a mujeres. ¿Cuál era el propósito? ¿Cuál era el fin de todo esto? Pronto el caos estallaría en la comunidad y el condado cuando se descubriera la magnitud de las muertes y las desapariciones de mujeres.Necesitaba respuestas, pero ahora, una pregunta constante se colaba entre mis pensamientos. ¿Qué tenia esa chica por la cual no dejaba de pensar? Su agilidad con las flechas y el aura espiritual que la rodeaba eran innegables. Solo alguien con entrenamiento de Cazadora podría moverse así, y aun así, me cos
AnyaDi varias vueltas por el bosque, tratando de rastrear al animal que había divisado más temprano. Cuando lo vi entre el bosque, preparé el arco, tensé la cuerda, y disparé. No supe si la flecha había alcanzado su objetivo; el bosque guardaba silencio y las sombras del ocaso ocultaban todo. Pero algo no cuadraba. Las flechas que yo usaba estaban siempre conjuradas para regresar a mí si no lograban herir a su presa. Sin embargo, esta no regresó. ¿Significaba que lo había alcanzado? ¿O tal vez algo estaba interfiriendo con mi magia? Decidí quedarme en el lugar un poco más, esperando alguna señal. El aire era tranquilo, impregnado de la fragancia de hojas húmedas y tierra fresca. A mi alrededor, el bosque susurraba suavemente, como si guardara un secreto que no estaba lista para descubrir. Tomé mi almuerzo, lo había preparado temprano en la mañana, y comí con calma mientras miraba los árboles y el cielo que empezaba a teñirse de tonos cálidos. A pesar de la paz que sentía, no podía i
Anya.Por un momento pensé que ella echaría al hombre luego me sonrió.—Hace frío y... él estaba perdido, abuela. Lo traje para que se cure,—respondí rápidamente, sintiéndome como una niña pillada en una travesura. Pero a mi abuela no se le escapaba ni un detalle.—¿Estás segura de que necesita nuestra ayuda?Él dio un paso adelante y, con un tono respetuoso, saludó a mi abuela. —Perdón, señora, no quiero ser una molestia. Solo... me perdí.Observé cómo mi abuela lo miraba fijamente, y durante un segundo me pregunté si había algo que yo no veía, alguna amenaza oculta. ¿Por qué lo analizaba con esa intensidad? Pero ella no me hizo preguntas en voz alta. Tan solo me miró a mí con la misma mirada inquisitiva de siempre.—Tiene una herida, Abi— le dije, intentando aliviar su desconfianza. —Solo necesita descansar un poco.—Bien, ayudalo.—mencionó mi abuela.Una vez que se retiró a la habitación, lo quise ayudar a vendar su herida pero él no queria. —Quieres algún analgésico para el dolo
kaelanAdmiraba su desnudez mientras nuestro cuerpo se entrelazaba en una hermosa sinfonía de placer, como era posible que estaba empezando a sentir este deseo feroz por una| humana, me estaba encantando al grado de no parar esta sensación tan placentera .—Eres una mujer exquisita — susurre cerca del lobo de su oreja, provocando que se le erizara la piel por completo.—Tu eres, encantador, y esto es demasiado confuso para mi —susurro cerca de mis labios, la mire directamente a los ojos, eran tan bellos como si se pudiera observar el magnifico bosque en un hermoso atardecer. —Solo llevemos esto a donde realmente lo querremos— ella sonrió elegante, empiezo a besar su cuello deleitándome con su calidez, baje hasta su ombligo, mordisqueando, aun tenia esos pequeños moretes por aquella acorralada noche que sin dudas fue inolvidable.—kaelan no debería de jugar, estoy demasiado caliente — menciono con agitación y sin duda que sisin responder a su suplica, baje mis labios a su caliente fe
AnyaObservaba a mi abuela una y otra vez mientras daba vueltas, mirándome y luego a Kaelan. Finalmente, con una expresión de reproche, comento:—¿Qué hiciste, hija? No me digas que… ¿Eso? —soltó, enfatizando la última palabra.—¿Qué cosa, Abi? Yo no hice nada —mentí, desviando la mirada. Sentí cómo el calor subía a mis mejillas y reprimí una risa que amenazaba con escapar. No debía saber lo que realmente hice con Kaelan, aunque algo en sus ojos me decía que, en el fondo, ya lo sabía.Mi abuela suspiró, y en voz baja me dijo: —¿Podemos hablar en privado, hija?—Bueno, creo que debo irme —intervino Kaelan, llamando mi atención.—¿A dónde? Nosotros también vamos al pueblo, ¿verdad, Abi? —le dije a mi abuela, ella le sostuvo la mirada a Kaelan —Si quieres, vamos juntos.— No quiero ser una carga.—Pero y tu herida —Quise saber.—Ya no me duele.—¿Cómo que no te duele? ¡Si ni siquiera has reposado! —dijo mi abuela, con una mezcla de sarcasmo y preocupación, arqueando las cejas.Le devolv