Anya.Estaba por morderme las uñas. ¿Cómo era posible que hubiera dejado escapar a esos malditos animales? La desgracia de nuestro mundo… Y ese lobo era grande. Me miraba de una forma tan intimidante que sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo. Sin embargo, no parecía querer hacerme daño, al menos no en ese momento. Quizás solo intentaba distraerme para atacarme después, para devorarme como había hecho con aquellas pobres mujeres.Mientras me debatía en estos pensamientos, mi mente se fue a esa figura la cual se me acercó el tenia las manos frías y emanaba un aura oscuro del cual no pude comprender. ¿Qué era eso? ¿Era un humano? Su voz y su cercanía me hicieron sentir un terror profundo, pero no pudo traspasar el campo de protección espiritual que mi abuela me había enseñado a construir de mis propios poderes.Sin embargo, mi mente empezó a divagar hacia las viejas historias de mi abuela. Hablaba de vampiros, de híbridos… pura sangre ¿Sería posible que los lobos pudieran transformarse e
Kaelan.Estaba entrenando con los cachorros y algunos veteranos. La incertidumbre nos rodeaba. No sabíamos exactamente a qué nos enfrentaríamos, pero algo oscuro se estaba gestando, y las señales eran evidentes. Mi hermano… Aún no podía apartar de mi mente la imagen de él en esa cueva infestada de vampiros pura sangre, tal vez incluso híbridos. Había visto cosas indescriptibles allí; esas criaturas, aprovechándose de mujeres indefensas, usando esa sustancia maldita que afectaba solo a mujeres. ¿Cuál era el propósito? ¿Cuál era el fin de todo esto? Pronto el caos estallaría en la comunidad y el condado cuando se descubriera la magnitud de las muertes y las desapariciones de mujeres.Necesitaba respuestas, pero ahora, una pregunta constante se colaba entre mis pensamientos. ¿Qué tenia esa chica por la cual no dejaba de pensar? Su agilidad con las flechas y el aura espiritual que la rodeaba eran innegables. Solo alguien con entrenamiento de Cazadora podría moverse así, y aun así, me cos
AnyaDi varias vueltas por el bosque, tratando de rastrear al animal que había divisado más temprano. Cuando lo vi entre el bosque, preparé el arco, tensé la cuerda, y disparé. No supe si la flecha había alcanzado su objetivo; el bosque guardaba silencio y las sombras del ocaso ocultaban todo. Pero algo no cuadraba. Las flechas que yo usaba estaban siempre conjuradas para regresar a mí si no lograban herir a su presa. Sin embargo, esta no regresó. ¿Significaba que lo había alcanzado? ¿O tal vez algo estaba interfiriendo con mi magia? Decidí quedarme en el lugar un poco más, esperando alguna señal. El aire era tranquilo, impregnado de la fragancia de hojas húmedas y tierra fresca. A mi alrededor, el bosque susurraba suavemente, como si guardara un secreto que no estaba lista para descubrir. Tomé mi almuerzo, lo había preparado temprano en la mañana, y comí con calma mientras miraba los árboles y el cielo que empezaba a teñirse de tonos cálidos. A pesar de la paz que sentía, no podía i
Anya.Por un momento pensé que ella echaría al hombre luego me sonrió.—Hace frío y... él estaba perdido, abuela. Lo traje para que se cure,—respondí rápidamente, sintiéndome como una niña pillada en una travesura. Pero a mi abuela no se le escapaba ni un detalle.—¿Estás segura de que necesita nuestra ayuda?Él dio un paso adelante y, con un tono respetuoso, saludó a mi abuela. —Perdón, señora, no quiero ser una molestia. Solo... me perdí.Observé cómo mi abuela lo miraba fijamente, y durante un segundo me pregunté si había algo que yo no veía, alguna amenaza oculta. ¿Por qué lo analizaba con esa intensidad? Pero ella no me hizo preguntas en voz alta. Tan solo me miró a mí con la misma mirada inquisitiva de siempre.—Tiene una herida, Abi— le dije, intentando aliviar su desconfianza. —Solo necesita descansar un poco.—Bien, ayudalo.—mencionó mi abuela.Una vez que se retiró a la habitación, lo quise ayudar a vendar su herida pero él no queria. —Quieres algún analgésico para el dolo
kaelanAdmiraba su desnudez mientras nuestro cuerpo se entrelazaba en una hermosa sinfonía de placer, como era posible que estaba empezando a sentir este deseo feroz por una| humana, me estaba encantando al grado de no parar esta sensación tan placentera .—Eres una mujer exquisita — susurre cerca del lobo de su oreja, provocando que se le erizara la piel por completo.—Tu eres, encantador, y esto es demasiado confuso para mi —susurro cerca de mis labios, la mire directamente a los ojos, eran tan bellos como si se pudiera observar el magnifico bosque en un hermoso atardecer. —Solo llevemos esto a donde realmente lo querremos— ella sonrió elegante, empiezo a besar su cuello deleitándome con su calidez, baje hasta su ombligo, mordisqueando, aun tenia esos pequeños moretes por aquella acorralada noche que sin dudas fue inolvidable.—kaelan no debería de jugar, estoy demasiado caliente — menciono con agitación y sin duda que sisin responder a su suplica, baje mis labios a su caliente fe
AnyaObservaba a mi abuela una y otra vez mientras daba vueltas, mirándome y luego a Kaelan. Finalmente, con una expresión de reproche, comento:—¿Qué hiciste, hija? No me digas que… ¿Eso? —soltó, enfatizando la última palabra.—¿Qué cosa, Abi? Yo no hice nada —mentí, desviando la mirada. Sentí cómo el calor subía a mis mejillas y reprimí una risa que amenazaba con escapar. No debía saber lo que realmente hice con Kaelan, aunque algo en sus ojos me decía que, en el fondo, ya lo sabía.Mi abuela suspiró, y en voz baja me dijo: —¿Podemos hablar en privado, hija?—Bueno, creo que debo irme —intervino Kaelan, llamando mi atención.—¿A dónde? Nosotros también vamos al pueblo, ¿verdad, Abi? —le dije a mi abuela, ella le sostuvo la mirada a Kaelan —Si quieres, vamos juntos.— No quiero ser una carga.—Pero y tu herida —Quise saber.—Ya no me duele.—¿Cómo que no te duele? ¡Si ni siquiera has reposado! —dijo mi abuela, con una mezcla de sarcasmo y preocupación, arqueando las cejas.Le devolv
Kaelan Al llegar a la casa grande, limpie mi herida, esta me estaba quemando por dentro de la noche de ayer, aunque logre soportarla con mi poder, tuve suerte. La flecha solo me rozó. Si hubiera impactado de lleno, probablemente estaría muerto o, peor aún, sufriendo mientras ardía por dentro. Estas flechas no son cualquier cosa; están diseñadas para acabar con nosotros, los lobos alfa, lincantropos pero especialmente con los vampiros de sangre pura. A ellos, una herida de este tipo los desintegra en minutos. Por fortuna, no fue mi caso. Sin embargo, algo más me inquieta. Esa chica… Esa cazadora me hace sentir cosas que pensé haber enterrado con Sarada, mi esposa. Desde su muerte, nunca había sentido esta urgencia, este impulso por estar cerca de alguien. Y con ella, es diferente. Es visceral. Quiero envolverla en mis brazos, protegerla, amarla... poseerla sin cansancio. Pero no puedo. Ella odia a los lobos, y aquel enfrentamiento lo dejó claro. No tiene idea de quién soy en realid
Anya Mientras limpiaba la parte trasera del rancho, rodeada de plantas y flores, me sentía en paz. Quería dejar todo perfecto, como a mis padres les gustaba. El rancho iluminado con rosas silvestres y plantas exóticas que daban vida al lugar. Me detuve un momento, admirando el paisaje. Luego me senté en uno de los banquillos y dejé que la brisa acariciara mi rostro. Cerré los ojos, disfrutando de la hermosa mañana. Pero, como si mi mente me traicionara, la imagen de Kaelan se filtró entre mis pensamientos. Un escalofrío recorrió mi espalda. Sentí que perdía el control de mis emociones. ¿Qué me pasaba? ¿Por qué él me hacía sentir tan vulnerable? Suspiré, intentando apartarlo de mi mente. “Esto no puede ser”, me dije a mí misma, chasqueando los dientes con determinación. Me levanté y seguí sembrando las flores, decidida a distraerme. Cuando terminé, entré a la casa. María estaba en la cocina, preparando el almuerzo. Le entregué unas batatas dulces para que las cocinara y luego fui