Elysia, la majestuosa Diosa del Amor, vive en un mundo divino, lleno de miaterios a intrigas, donde los sentimientos y los destinos de los mortales son tejidos por su voluntad. Tras un profundo amor por Arion, el temido Dios de la Guerra, Elysia descubre una traición desgarradora: su amado la ha abandonado, manipulado por oscuros intereses que desatan su furia. Devastada por la pérdida, Elysia decide vengarse de aquel que juró amarle hasta el fin de los tiempos. Sin embargo, mientras busca su venganza, comienza a desentrañar secretos oscuros y profundos, tanto de Arion como de las fuerzas que rigen su destino. En el camino, Elysia se encuentra con Arius, un misterioso ser cuyo poder y conexión con ella van más allá de lo que jamás imaginó. A medida que la diosa se ve arrastrada a una verdad que desafía todas sus creencias, descubre en Arius un amor que trasciende el tiempo, un amor que desafía las leyes de los dioses. Entre intrigas divinas, traiciones y pasiones intensas, Elysia deberá decidir si la venganza vale más que el descubrimiento de un amor que podría cambiar no solo su destino, sino el equilibrio mismo de los cielos. Pero la verdadera pregunta es: ¿quién es Arius y qué sacrificios está dispuesta a hacer Elysia para abrazar un amor tan poderoso y trascendental?
Leer másCon el sol naciendo en el horizonte, bañando la Tierra de los Titanes y Dioses con su luz renovada, los dos hijos de Elysia y Arius se levantaron, sus ojos brillando con una fuerza y sabiduría que solo los verdaderos descendientes de los Titanes podrían poseer. El mundo entero sentía el cambio en el aire, el despertar de un poder antiguo y primordial que ya no pertenecía a los dioses caídos, sino a ellos, los nuevos dioses del universo. Los otros dioses, aún recuperándose de la batalla y observando desde la distancia, sintieron la energía vibrar en el aire, un poder que superaba todo lo que conocían. Era la manifestación del renacimiento, la esencia pura de la creación y la destrucción en su forma más pura.Al sentir el despertar de esta nueva fuerza, los dioses sobrevivientes, incluso los más poderosos, se inclinaron, reconociendo sin reservas el dominio de los hijos de los últimos Titanes. No podían negar el poder que emanaba de ellos, una energía que restauraba el equilibrio y al m
El aire estaba tenso, como si el mismo mundo estuviera conteniendo el aliento. La oscuridad y la luz luchaban por el control de la Tierra de los Titanes, y en cada rincón del vasto paisaje, el eco de antiguos poderes despertaba. Arius, Elysia y sus hijos, unidos como nunca antes, se encontraban en el epicentro de un conflicto que determinaría el destino de todos los mundos. El horizonte resplandecía con la furia de una tormenta inminente, mientras Morrigan, la creadora del Caos, esperaba desde la oscuridad, alimentándose de la desesperación y el sufrimiento de aquellos que se atrevían a desafiarla.La niña de ojos violeta y azul, hija de Elysia y Arius, estaba lista. Sus pequeños pero poderosos poderes, heredados de los Titanes y las Moiras, se despertaban dentro de ella con cada respiración. A su lado, su hermano, tan silencioso y calculador como su padre, parecía preparado para hacer lo que fuera necesario. Sabían que la guerra no solo era por la supervivencia de su linaje, sino por
Han pasado ocho años desde la caída de los dioses, desde el colapso del Olimpo y el fin de la era dorada de los inmortales. La Tierra de los Titanes, ahora una tierra de resplandor sombrío y fuerza renovada, ha sido hogar para Elysia, Arius, sus hijos y el último vestigio de esperanza que les queda. La niña de ojos de Moira, la hija de Elysia y Arius, ha crecido con una sabiduría mucho mayor de la que cualquier mortal o dios podría comprender. Y a su lado, su hermano, tan silencioso y observador como su padre, ha sido una presencia constante.Esa mañana, como cualquier otra, el sol se levantaba de manera tranquila sobre la Tierra de los Titanes, pero había algo diferente en el aire. La niña, ahora con la misma mirada que su madre, pero mucho más profunda, observaba el horizonte, sus ojos brillando con una intensidad que hacía eco en las antiguas profecías. Arius, como siempre, estaba cerca, vigilante, pero también con una cierta quietud, sabiendo que algo importante estaba a punto de
El aire estaba denso, tenso con la energía de lo que acababa de suceder. El nacimiento de los gemelos, los hijos de Elysia y Arius, había marcado el comienzo de una nueva era, una era que ningún dios, ni siquiera Zeus, podía prever. Zeus se encontraba en pie, en un rincón oscuro de la cueva, con la mente agitada. Sus pensamientos recorrían las palabras de su padre, Cronos, que resonaban en su mente como una advertencia fatal. **"te maldigo con mi mismo destino hijo mío... tu descendencia será tu perdición."** La voz de Cronos había sido una mezcla de desesperación y sabiduría, una advertencia que el propio Zeus no había logrado comprender hasta ahora.Sus ojos se dirigieron, inevitablemente, hacia la niña de ojos violeta y azul. La pequeña, aparentemente tan indefensa, irradiaba una energía tan antigua y poderosa que casi dolía mirarla. **"La niña de los ojos de Moira... será tu final ,"** recordó Zeus, las palabras de su padre retumbando en su cabeza como un eco que no podía silenc
El aire estaba pesado en la cueva donde Elysia se encontraba, las sombras se alargaban y se acortaban, como si el tiempo mismo estuviera jugando con ella. El dolor que sentía era indescriptible, un retorcimiento profundo que la hacía gritar con cada contracción. A su lado, Zeus estaba parado, una presencia fría y distante, pero imposible de ignorar. Su mirada era fija, intensa, como si estuviera observando no solo el nacimiento de dos vidas, sino el futuro de todos los dioses. No dijo una palabra, pero su aura de poder lo envolvía todo.Elysia estaba empapada en sudor, su respiración agitada. No podía apartar la mirada de su padre, cuyas facciones no mostraban compasión. Solo un hombre como él podría ser tan impasible ante algo tan crucial. Pero su propia lucha interna era mucho más grande. **"¿Por qué estás aquí?"** Su voz tembló de ira y frustración. **"¿Qué pretendes, padre?"**Zeus no respondió, pero su mirada era todo lo que ella necesitaba entender: él estaba allí para asegurars
El tiempo avanzaba, y con él, el embarazo de Elysia se volvía más evidente. Cada día que pasaba, sentía cómo la vida crecía en su interior, una mezcla de amor y temor, de esperanza y dolor. Arius la cuidaba con una devoción inquebrantable, pero los miedos de Elysia no podían ser apaciguados, especialmente cuando pensaba en las pérdidas pasadas. La agonía de los hijos no nacidos, las vidas truncas antes de haber siquiera tocado el suelo, comenzaba a sofocarla de nuevo.El dolor comenzó temprano en la mañana, una punzada en su abdomen que la hizo doblarse. Era un dolor agudo, extraño, como si su cuerpo estuviera luchando con algo más grande que ella misma. A medida que el tiempo avanzaba, los dolores se intensificaron. Un sudor frío recorrió su espalda y un nudo se formó en su garganta."**No, no... por favor, no otra vez.**" Su voz tembló, entrecortada por el miedo. Los recuerdos de sus pérdidas anteriores, de sus hijos no nacidos, la invadieron. La angustia se apoderó de su mente, y s
Los días pasaban como un torrente de emociones y descubrimientos, y mientras Arius y Elysia se sumergían en el amor que había florecido entre ellos, todo parecía renacer a su alrededor. Ese refugio sagrado que los mantenía a salvo, era testigo del renacer de una pasión tan antigua como el tiempo mismo. Y a pesar de la oscuridad que acechaba en el horizonte, de las amenazas que aún acechaban desde el Olimpo, algo dentro de Elysia empezó a cambiar. Su alma, por fin liberada de las cadenas del olvido, vibraba con una fuerza nueva, un vínculo que no solo conectaba su corazón con el de Arius, sino que también despertaba algo aún más profundo dentro de ella.Era una mañana cálida, el aire fresco llenaba los rincones de la vasta tierra titaniana, cuando Elysia despertó de su sueño. Pero algo en el aire, un cambio en el aroma que la rodeaba, la hizo abrir los ojos con una sensación de asombro. No era solo el aire cargado de la esencia de su amado Arius lo que la envolvía, sino algo más profu
Mientras Elysia y Arius se entregaban al amor que había permanecido latente durante siglos, la Tierra de los Titanes se mantenía como un refugio lejano para los dioses que aún temían lo que significaba la profecía. En el calor de su pasión y el reencuentro, los dos se olvidaban del mundo exterior, pero fuera de su santuario, los hilos del destino seguían tejiéndose, y las fuerzas que antes los habían separado ahora se reunían en una alianza peligrosa. Morrigan, la diosa de la guerra y la manipulación, había estado observando desde las sombras, moviendo piezas con una astucia que solo ella poseía. Sabía que el regreso de Arius y Elysia marcaba el principio del fin para el dominio de los dioses, y por ello no podía permitir que su amor se afianzara. La venganza de los titanes, la resurrección de la destrucción, era algo que no podía dejarse consumir por la pasión de dos almas. Morrigan sabía que no podía actuar sola; necesitaba la colaboración de Arion, el Dios de la guerra, que siem
El vínculo entre Elysia y Arius crecía más fuerte con cada día que pasaba. Los días se deslizaban entre ellos como un suspiro, y mientras el sol se levantaba y se ponía sobre la Tierra de los Titanes, también lo hacía su conexión. Era algo más profundo que una simple relación: era la resurrección de algo antiguo, algo que había sido destruido, olvidado y sellado en el tiempo. Con cada paso que daban juntos, Elysia se sentía más segura, más abierta. Había algo en Arius, algo en su mirada, en la manera en que la trataba, que la hacía sentir protegida , amaba y deseada. Él la había cuidado, la había amado de una forma que nunca imaginó posible, incluso cuando sus recuerdos estaban nublados, incluso cuando sus propios dioses habían jugado con su destino. Empezaba a entender la diferencia en sus sentimientos, y la venganza dejaba de pesarle, la esperanza se fue abriendo paso en su corazón. Una tarde, mientras caminaban por un sendero rodeado de árboles milenarios, Arius se detuvo, sus