El viento gélido soplaba con fuerza en la vastedad del Olimpo, como si la propia naturaleza estuviera testificando ante el destino que se tejía entre los dioses y sus traiciones. La verdad había comenzado a desvelarse lentamente. Entre la oscuridad de su alma la revelación la golpeó y cada pieza del rompecabezas encajaba, y con cada nueva comprensión, su corazón se retorcía. La gran mentira había sido urdida por los dioses mismos, y no sólo por Zeus, sino también por Arion, el Dios de la guerra, quien había jugado un papel central en el engaño que la había mantenido cautiva por siglos. Todo había comenzado hace más de quinientos años, cuando Arion, bajo las instrucciones y manipulaciones de Zeus y Hera, había comenzado su misión: hacer que Elysia se enamorara de él. En ese momento, Elysia aún no entendía completamente su naturaleza, ni la magnitud de su poder. Era una diosa joven, llena de vida, pero aún atrapada entre la fragilidad de su corazón y la creciente distancia de su propó
Había preguntado una vez más, con esperanza, a las Moiras, las tejedoras del destino. Sabía que ellas, con su naturaleza inflexible, no podían mentir. Las Moiras, las tres hermanas que gobernaban los hilos de la vida, podrían decir la verdad de una manera tan críptica que a menudo era como si ofrecieran una llave para abrir la mente, sin embargo, nunca la daban directamente. Y Elysia estaba dispuesta a enfrentarse a la verdad, sin importar cuán desgarradora fuera.—¿Por qué no puedo concebir? —preguntó, con la voz rota, pero la determinación encendida en sus ojos.Las Moiras aparecieron, sus figuras envueltas en la niebla del tiempo, los hilos de destino en sus manos moviéndose como serpientes, trenzados con la eternidad. Clotho, la que hilaba la vida, la miró con sus ojos inquebrantables.“No es tu destino el de dar vida en su nombre, sino el de amar en su esencia.”“Solo tu verdadero amor podrá cruzar las barreras de la existencia.”Elysia frunció el ceño, intentando entender el sig
Capítulo 9: La Decisión FinalEl aire era denso y cargado de un poder silencioso mientras Elysia se acercaba a las cadenas que mantenían a Arius prisionero. El suelo temblaba bajo sus pies, como si la misma tierra respirara con la creciente tensión entre ellos. Ella había sentido su presencia en lo más profundo de su alma, una conexión que nunca había desaparecido, aunque había sido borrada de su memoria. Al mirarlo por fin, el tiempo parecía detenerse.Arius, quien había estado encerrado en la oscuridad durante siglos, levantó la cabeza, sus ojos, tan profundos como el vacío mismo, la miraban con una mezcla de desesperación y anhelo. Elysia dio un paso más, sin poder apartar la mirada, y al hacerlo, todos los recuerdos de esos quinientos años de soledad, anhelo, amor desmedido profundo y pasional se abalanzaron sobre ella con una intensidad que la dejó sin aliento.Sentía su dolor como propio. El amor que compartieron, los momentos perdidos en un tiempo que ni siquiera recordaba, se
La Tierra de los Titanes, un lugar donde los dioses no podían entrar, un refugio sagrado que existía fuera del alcance de la arrogancia y la manipulación del Olimpo. Arius se acercó a ella con una suavidad que no correspondía con el poder que emanaba de su ser. Su mirada estaba llena de determinación, pero también de algo más, algo más profundo que se reflejaba en la manera en que sus ojos se posaban sobre ella. Elysia podía sentir la electricidad en el aire, el crisol de emociones que los unía, el deseo de sanar lo roto entre ellos, y la promesa de que todo podría ser diferente en este lugar. "Piensa en el lago más cristalino que tu mente pueda crear," susurró Arius, su voz como un eco profundo que se coló en su conciencia, envolviéndola con una sensación cálida y reconfortante. "Piensa en la pureza del agua, en la serenidad del reflejo, y luego... prueba mi sangre." El corazón de Elysia dio un salto, pero antes de que pudiera decir algo, Arius alzó su brazo con suavidad. Un deste
La luz dorada del atardecer bañaba la Tierra de los Titanes, tiñendo las montañas con matices naranjas y violetas, como los relucientes ojos de los Titanes, como si el cielo mismo celebrara el regreso de Elysia y Arius a este lugar olvidado por los dioses. Mientras caminaban juntos por un terreno que respiraba poder antiguo, la quietud del paisaje ofrecía una paz que Elysia nunca había conocido. Cada paso que daban parecía deshacer los años de oscuridad, como si la misma tierra estuviera sanando las heridas que ambos llevaban en sus corazones.Arius la observaba con una atención cuidadosa. Sabía que su presencia era un recordatorio constante de lo que ella había perdido, y aunque su amor era el anhelo que los había unido a través de los siglos, no quería presionarla demasiado. **Este era su espacio, su refugio**, y Elysia necesitaba tiempo. Ella lo sentía. A pesar de la tormenta de recuerdos y emociones que la embargaban, había algo en la mirada de Arius que le transmitía seguridad.
El vínculo entre Elysia y Arius crecía más fuerte con cada día que pasaba. Los días se deslizaban entre ellos como un suspiro, y mientras el sol se levantaba y se ponía sobre la Tierra de los Titanes, también lo hacía su conexión. Era algo más profundo que una simple relación: era la resurrección de algo antiguo, algo que había sido destruido, olvidado y sellado en el tiempo. Con cada paso que daban juntos, Elysia se sentía más segura, más abierta. Había algo en Arius, algo en su mirada, en la manera en que la trataba, que la hacía sentir protegida , amaba y deseada. Él la había cuidado, la había amado de una forma que nunca imaginó posible, incluso cuando sus recuerdos estaban nublados, incluso cuando sus propios dioses habían jugado con su destino. Empezaba a entender la diferencia en sus sentimientos, y la venganza dejaba de pesarle, la esperanza se fue abriendo paso en su corazón. Una tarde, mientras caminaban por un sendero rodeado de árboles milenarios, Arius se detuvo, sus
Mientras Elysia y Arius se entregaban al amor que había permanecido latente durante siglos, la Tierra de los Titanes se mantenía como un refugio lejano para los dioses que aún temían lo que significaba la profecía. En el calor de su pasión y el reencuentro, los dos se olvidaban del mundo exterior, pero fuera de su santuario, los hilos del destino seguían tejiéndose, y las fuerzas que antes los habían separado ahora se reunían en una alianza peligrosa. Morrigan, la diosa de la guerra y la manipulación, había estado observando desde las sombras, moviendo piezas con una astucia que solo ella poseía. Sabía que el regreso de Arius y Elysia marcaba el principio del fin para el dominio de los dioses, y por ello no podía permitir que su amor se afianzara. La venganza de los titanes, la resurrección de la destrucción, era algo que no podía dejarse consumir por la pasión de dos almas. Morrigan sabía que no podía actuar sola; necesitaba la colaboración de Arion, el Dios de la guerra, que siem
Los días pasaban como un torrente de emociones y descubrimientos, y mientras Arius y Elysia se sumergían en el amor que había florecido entre ellos, todo parecía renacer a su alrededor. Ese refugio sagrado que los mantenía a salvo, era testigo del renacer de una pasión tan antigua como el tiempo mismo. Y a pesar de la oscuridad que acechaba en el horizonte, de las amenazas que aún acechaban desde el Olimpo, algo dentro de Elysia empezó a cambiar. Su alma, por fin liberada de las cadenas del olvido, vibraba con una fuerza nueva, un vínculo que no solo conectaba su corazón con el de Arius, sino que también despertaba algo aún más profundo dentro de ella.Era una mañana cálida, el aire fresco llenaba los rincones de la vasta tierra titaniana, cuando Elysia despertó de su sueño. Pero algo en el aire, un cambio en el aroma que la rodeaba, la hizo abrir los ojos con una sensación de asombro. No era solo el aire cargado de la esencia de su amado Arius lo que la envolvía, sino algo más profu