— Era mía por ley, yo la vi primero, por ella adopte mi forma humana y solo por ella ardo en mil formas diferentes. Ella es la elegida, la única que puede controlar a este Fénix, el primogénito del dios sol, mi nombre es Nuriel, y ella es mi destino. — Me debo a los bosques vírgenes, a las cumbres nevadas, al momento efímero. Soy uno de los tantos descendientes del dios sol, dador de vida, hijo de un elfo y un hada. Mi deber es cuidar al más débil, a quien no puede defenderse. ¿Quién diría que escucharía su voz y mi existencia dejaría de tener sentido? Me he convertido en su esclavo por solo escuchar el latir de su corazón. Ella es mía, soy Ikigaí, y yo le mostrare que quedarse conmigo es su mejor opción. — Somos hijos de la luna, se nos ordenó cuidarla como castigo y así lo hicimos, porque ya no teníamos nada en nuestra existencia a lo que aferrarnos. Somos rechazados y aun así no deseamos morir, queremos amar y ser amados, por lo que aceptamos el pedido de la luna cambiante Aysel, con la promesa de que nos daría una nueva compañera, si conseguíamos su perdón, no estaba en nuestros planes enamorarnos, pero tampoco lo quisimos evitar, la hemos reclamado como nuestra, le guste a quien le guste. — Estoy segura de que cuando mi madre escogió mi nombre no pensó que tan bien me quedaría, soy Kalila, que significa la más querida, eso estaría bien, si no fuera porque me encuentro en medio de cinco seres sobre naturales, uno más peligroso que el otro, hijos del dios sol, hijos de la diosa luna y en medio yo, una humana con alma de cazadora. Soy Kalila y esta es mi historia.
Leer másUkara sabía lo que debía hacer, el conocimiento ancestral de su linaje de brujos lo había preparado para este momento, aunque nunca pensó que sería a Kalila a quien marcaria como suya, pero es que no había comparación entre lo que sentía por Jana y lo que Kalila le hacía sentir, Jana fue la compañera que la diosa le asigno, sin embargo, Kalila, era a quien él había escogido. Con manos temblorosas pero decididas, Ukara se inclinó sobre Kalila, sus ojos la observaron llenos de una ternura infinita, e incluso se tomó el tiempo de acariciar el rostro que para Ukara era el más bello del mundo entero y la humana solo podía suplicar con la mirada que al fin ese brujo del cual ella se había enamorado desde niña, la marcara como suya.— Kalila. — susurró, con la voz cargada de emoción. — Voy a salvarte. — juro como quien jura que luego de una tormenta sale el sol. — Pero para hacerlo, necesito tu permiso. — claro que sí, Ukara jamás volvería a hacer algo sin el consentimiento de Kalila, nunca
Kalila yacía en los brazos de Nuriel, sus heridas al igual que su agotamiento tras la feroz batalla contra los demonios era notorio, su respiración era irregular, y la vida se escapaba de su cuerpo poco a poco, su sangre caía por los brazos del fénix y teñía el suelo oscuro tan típico del bosque, con un manto carmesí que simbolizaba su sacrificio por proteger a sus amados. Pero a pesar del dolor, y cansancio, sus ojos se abrieron, más que con pereza, con un esfuerzo casi inhumano, buscaba desesperadamente, ver una última vez, a esos que amaba, a su manera y de diferente forma, nunca creyó poder encontrar la salvación, pero era así, sus compañeros por elección podían salvarla o al menos lo intentarían.Declan fue el primero que apareció en su campo de visión, su figura esbelta y desalineada de la mejor manera, casi la hace suspirar, siempre la había cautivado esa forma de vestir tan rebelde del rubio. Sus ojos rojos brillaban con una mezcla de desesperación y amor, mientras que Nuriel
El eclipse finalmente termino y la luna llena iluminaba lo que una vez fue el pueblo de cazadores y que se había convertido en un campo de batalla, sus rayos plateados reflejando la cantidad de cuerpos que yacían sin vida, dejando en claro, que los cazadores ya no existían, los demonios habían sido finalmente derrotados, o al menos eso pensaban, pero la victoria había cobrado un alto precio, la vida de Asher era una de ellas, el suelo estaba teñido de sangre y cicatrices oscuras marcaban el terreno donde los seres sobrenaturales habían librado su feroz lucha, el fuego con el que Kalila había marcado un perímetro para que ningún cazador pudiese escapar aquel día, se extinguió con la ayuda de Ikigaí y por suerte tanto él, como Aysel y los demás seres sobre naturales, se estaban recuperando de forma rápida y adecuada, aunque no era el caso de Kalila, que yacía en el centro de lo que una vez fue un parque y ahora solo era un claro más, su respiración era un hilo tenue y su cuerpo estaba c
El cielo estaba lleno de nubes rojizas producidas por el eclipse de luna, el cual presagiaba que la verdadera batalla, estaba a punto de comenzar.Los hermanos demoníacos de Viatan, Rahu, Fegor, Belbú y Amónra, se preparaban para enfrentarse a los descendientes del sol y la luna, que ya se encontraban en el campo de batalla, aniquilando a cuanto cazador se atravesaba en su camino.Nuriel, el fénix, al fin reacciono de su pequeña caída y al ver que Kalila estaba en medio del pueblo, alzó el vuelo, sus alas majestuosas se dejaron ver dejando un rastro de fuego en el aire. Mientras Ikigaí, se convertía en quimera, rugiendo con fuerza, su cuerpo mitad dragón mitad tigre irradiaba una energía imponente, demostrando que él también era tan único como el fénix. Declan, por su parte, se deslizó en las sombras que la espesa niebla morada provocaba, sus ojos brillando con una luz hipnótica, hacía que cada cazador que lo viera se rindiera a su voluntad. Ukara, el brujo, no perdió tiempo y convocó
Viatan no podía dejar de pensar en las palabras de Asher, nunca nadie lo había confrontado de la forma que ese humano lo había hecho ¿y para qué? Para nada, porque para Vitan el sacrificio de ese humano era inútil.— Humano, ve como has acabado. — dijo con diversión, mientras veía el cuerpo de Asher tendido en el claro, frente a la cabaña de Ikigaí, a sabiendas que el alma de Asher le pertenecía y que esta vería por sus ojos, lo que él quisiera mostrarle. — ¿De que sirvió tu sacrificio? Si tu hija al fin y al cabo te dejo botado cual basura.El más antiguo de todos los seres, deseaba sentir la angustia del alma del cazador, algun indicio de arrepentimiento ante su vida perdida por salvar a su hija, pero solo sentía paz, tranquilidad, y solo le quedo resoplar con impotencia, no lo comprendía, no podía ser que en sus dominios hubiera un alma tranquila, cuando él deseaba sentir su desesperación, su agonía y arrepentimiento, por lo que decidió ir al pueblo de los cazadores, le mostraría a
Las alas del fénix refulgían en el cielo rojizo, dando la sensación de que un meteorito estaba surcando el aire, mientras Kalila al fin podía divisar el pueblo de cazadores y varios cuerpos dispersos por el lugar, a causa del breve enfrentamiento que estos habían tenido con sus padres, aunque lo que más llamaba su atención era el capullo azul brillante tendido a un lado en una pequeña calle, era su padre Dante que estaba cubierto con el cabello brillante de Ikigaí, y eso solo la llevo a recordar la muerte de Asher, con el dolor de haber perdido a alguien que apenas y acababa de recuperar en su vida, se dispuso a dejar libre todo aquello que durante años sujeto dentro suyo, su grito mas que de guerra, era el aviso del fin de muchos, mientras de su mano derecha lanzaba una bola de fuego que dio de lleno en la que se suponía era su abuela paterna, con su mano izquierda, absorbía el agua natural que cada planta y árbol tenia, secándolos en cuestión de segundos, para luego provocar que un
Ming preparo a su gente para el inminente ataque, todos estaban en alerta máxima, sin embargo, él no podía quitarse el rostro de Chloe de su cabeza, era hermosa, como una joya exótica y eso lo llevo a codiciarla, más que asesinar a los descendientes de la luna, que mayor premio seria el tener de concubina a la que una vez fue mujer de tres seres sobrenaturales, por lo que creyendo que el tiempo estaba a su favor, e ingreso a su cabaña, y de solo pensar en tomar a la que una vez fue la esposa de Asher, su pene comenzó a hincharse, estaba a punto de subir las escaleras, cuando el ruido chirriante de la puerta trasera llamo su atención, y fue cuando la furia lo recorrió, al ver por el reflejo de un espejo la espalda de Zhao.— No puede ser, no te atreverías. — magullo entre dientes, debatiéndose entre subir al segundo piso y comprobar que Chloe aún estaba maniatada en la cama o seguir a su ex mejor amigo. — Sí, sí que te atreverías. — reconoció reteniendo una maldición, porque lo conocí
La fuerza vital de Asher, se extinguía con cada gota de sangre que de su cuerpo brotaba, ya nada podía hacerse para salvarlo y todos lo sabían.— Si tan solo hubieras aceptado a la vampiro que envíe años atrás como tu compañera, todo hubiese sido diferente. — se lamentó Aysel, pues la muerte de esa vampiro aun le pesaba en su conciencia, quizás y fue un castigo de la diosa luna, por querer sacar provecho del don que poseía la luna cambiante, fuese lo que fuese, ya era tarde, tanto para esa pobre vampiro, como para Asher.— Dicen que eres la última hija que la diosa luna envió a la tierra. — dijo en un susurro Asher, mientras veía a su hija correr hacia él, con sus manos repletas de vendas, y el brujo al que Kalila había hecho pasar por su medio hermano. — Es una pena que aún no comprendas que los humanos, también podemos amar, no tenemos la longevidad propia de tu gente, y muchas veces cometemos errores, como yo. — aseguro, en tanto Kalila detenía sus pasos, y se hincaba a su lado, si
Asher comenzó con su recorrido, tratando de actuar lo más normal posible, sus pies, sin embargo, no comprendían la necesidad de su disimulo, y solo basto con que su madre viera la velocidad con la que caminaba adentrándose al bosque de la quimera, para saber que su hijo, era un desertor.— El amor es la mayor debilidad que un ser pueda tener, te convierte en alguien que es capaz de traicionar incluso a su sangre, por una extraña. — murmuro con rencor, al comprender que su hijo la estaba abandonando y a los cazadores. — Fen- Hong, da la orden de acabar con Asher, que parezca que la quimera lo ataco, quizás y tengamos una oportunidad de que Kiriko al fin cumpla con su deber. — el hombre a su lado asintió, mientras que con su mano le hacía un gesto a un grupo de cazadores.— Señora, si Kiriko no lo cree, ¿Qué haremos? — indago ya cansado de vivir oculto, lejos de las ciudades y las comodidades que estas ofrecían, y no era el único, el ser cazador, se estaba convirtiendo en un mito, al ig