Aysel sabía que la felicidad de saber que un nuevo integrante estaba en camino terminaría de un momento a otro, como un eclipse llega a su final, dejando al descubierto la brillante luz del sol, o la pálida cara de la luna.— Puedo engañar sus mentes, al menos por un tiempo. — informo Yunen, tomando el cuerpo de Aysel y el peli azul sonrió.— Yo me encargare de ellos. — los tres condenados se pusieron en guardia, la voz del mitad hada mitad elfo no presagiaba nada bueno.— Si de mi dependiera… — Yunen apretó de tal forma sus labios que solo una línea fina quedo a la vista, dejando en claro lo molesta que estaba.— Lo se suprema, pero esto está más allá de nosotros. — reconoció con pesar Ikigaí, porque de todo ser viviente, él era quien más sabía lo que el destino les deparaba, los secretos que cada ser guardaba y que pronto saldrían a la luz. — Por ahora, me llevare a estos tres. — y dicho aquello el cabello azul de Ikigaí brillo una vez más, ahora para envolver a los tres se
A Declan y a sus amigos les bastaron solo unos minutos en comprender que no era tarea fácil lo que les esperaba, Ikigaí no se parecía a nada de lo que ellos conocían o así sea pudieran imaginar, pero también descubrieron otra cosa, sus corazones, eso que solo ellos e Ikigaí podían escuchar sin problema alguno, se habían acompasado al de Kalila, quien casi ni los veía, no solo porque les tenía cierto repelús, sino porque estaba maravillada viendo lo que Ikigaí podía hacer y ahora tendrían mucho más que investigar, no solo era descubrir que era una quimera, también era saber porque Kalila los afectaba de esa forma.— ¿Te gusta así mi hermoso lago de vida? — indago el peli azul, no había despegado los ojos de Kalila, mientras su cabello arremolinaba de un lado al otro, cortando árboles y convirtiendo su madera en una edificación que más se asemejaba a un santuario enorme, que a una cabaña.— Es maravilloso, es aún más grande que mi hogar. — rebatió embelesada, sin percatarse que algo pas
Lo escucho y no lo creo, ¿Cómo puede ser que un ser tan mágico y hermoso se sienta inseguro? Pero cualquier pensamiento razonable se esfuma de mi mente con el solo hecho de escuchar el nombre de Nuriel, incluso yo soy consciente del aroma a pimienta que libera mi cuerpo, y mi piel se eriza por completo, como si estuviera en llamas.— Por el amor al sol, mi amor. — Ikigaí gime y me ve con dolor, y creo que es el hecho de que sabe que los idiotas que están cerca mío pueden lastimarme al olfatear el aroma que predomina en mí, el que es característico de los cazadores, por lo que casi corro a los brazos de Iki. — Hueles delicioso. — gime llevando su nariz a mi cuello, bien, acabo de cometer un grave error, no era miedo de que Declan y sus amigos me hicieran algo, Ikigaí esta excitado, por un segundo olvide que mi aroma lo atrae, le encanta y lo enloquece, puedo sentir su dureza y no concuerda con el tamaño del cuerpo que tiene mi peli azul.— Iki. — susurro al sentir su piel calentarse, e
— ¿Van a tener un orfanato? — inquiere con molestia Declan, tocando una de las cunas con desprecio.— Hey, no la toques. — mi queja sale sin razón, qué más da que toque una de las cinco cunas que hay aquí.— Mi lago de vida tiene razón, no toquen los lechos de nuestros hijos. — soy humana, y gracias a mi madre he tenido acceso a muchas cosas, como, por ejemplo, películas, y en este momento juro que debo parecer la niña del exorcista, pues casi rompo mi cuello para ver con asombro a Ikigaí.— Hijos… nuestros hijos… — digo aturdida girando con violencia mi rostro nuevamente a las cunas. — Cinco… ¿no sería mejor una cuna y luego cuando nazca otro reutilizamos esa cuna? — pregunto con la garganta seca, cinco niños son muchos, mi madre apenas pudo conmigo y eso que tengo tres padres.— Nacerán a la vez, pero eso no importa por el momento. — informa Ikigaí, y no soy la única que lo ve, aunque si soy la única que esta con la boca abierta, los demás lo ven como si acabara de matar a alguien
Kalila paso la siguiente semana abocada a conocer el bosque que Ikigaí gustoso le mostraba, ese que sería su nuevo hogar según la quimera, ese que era una cárcel para Declan, Tahiel y Ukara; aunque este último no sufría tanto como sus amigos, el joven brujo de 18 años, estaba tan cautivado por todo lo que veía, como Kalila, y es que para el joven todo era nuevo, incluso Kalila.— Mi lago de vida es hermoso ¿verdad? — la voz suave de Ikigaí llamo su atención, lo había encontrado viendo a la joven por la ventana de la cocina, mientras ella se dedicaba a apreciar las flores que Iki había hecho crecer para ella.— Lo siento. — se apresuró a decir y trato de continuar lavando las verduras que ocuparía para hacer la cena.— No debes disculparte por apreciar la belleza, mucho menos por desearla. — el cuchillo resbalo de la mano del brujo, sin duda Ikigaí lo inquietaba.— Yo no… — la risilla de niño que el peli azul dejo salir le dio a entender a Ukara que era inútil mentir. — Yo no debería
Como cada noche Ikigaí ayudo a Kalila a dormir, y es que, desde el día del incidente, Kalila solo podía dormir si Ikigaí, la ayudaba, con su sola presencia y los ojos violetas de la quimera viéndola, la joven caía en un sueño profundo, hasta la mañana siguiente.— No puedo creer que hicieras eso. — lo increpo Ukara apenas Iki cerró la puerta del cuarto de Kalila donde solo él ingresaba.— Tú te estas aprovechando de ella, de su inocencia. — era la primera vez que Declan nombraba la palabra inocencia, haciendo referencia a Kalila y es que era inevitable, pues la quimera se alimentaba de Kalila, si, su elixir más preciado, los jugos del orgasmo de Kalila mantenían vivo a la quimera.— ¿Cómo consigues eso? ¿Qué es lo que le haces? — Tahiel temblaba y no era de miedo, ni ira, era él luchando con su lobo que le suplicaba dejarlo libre y arrancar la cabeza de la quimera, o, mejor dicho, las cabezas.— ¿Qué parte de que ella es mi lago de vida no comprenden? — su actitud, su voz, todo en Iki
El sol salió y Kalila estaba ansiosa por comenzar su aventura del día, ir a la ciudad, aunque comprendía que más seria un pueblo, aun así, estaba ansiosa esperando el día en que fuera a conocer la universidad a la que asistiría, ya en su corta vida había estado rodeada de humanos, esos que vivían en el pueblo, esos que tenían un compañero sobrenatural, pero esto era diferente, esto era ver el mundo donde su madre creció, o al menos parte de ello, por ahora se conformaría en ver el pueblo y realizar las compras.— Solo deben seguir el camino. — dijo Ikigaí mientras acariciaba un mechón de cabello de su lago de vida.— ¿Qué camino? — indago Ukara.— Ese. — señalo la quimera a un lado y poco a poco un camino se formó del que solo se veía el comienzo. — Solo ustedes lo podrán ver, no deben preocuparse porque algún humano curioso los siga, si ese fuera el caso morirá perdido en mis tierras. — aseguro sin pena y Kalila no sabía cómo sentirse al respecto. — Otra cosa, si algún humano
— ¡Ukara! — grito casi rompiendo sus cuerdas vocales y dejando salir las lágrimas retenidas, solo entonces fue que el brujo cayó de rodillas y Kalila lo comprendió, la debilidad de Ukara era verla llorar, fue por eso por lo que suplicaba en el prado que viera a otro lado.— ¡Vete! — grito impotente, pues era tanto el dolor que le ocasionaba ver sus lágrimas caer, que no podía concentrarse para usar su poder y alejarla a un lugar seguro.— No te dejare, no lo hare. — juro casi sin aire al llegar a él nuevamente y ayudarlo a ponerse de pie, con la clara intención de correr lejos de los cazadores, escaparían los dos o no escaparía ninguno.— ¿Kiriko? — Ukara tomo la mano de Kalila y la obligo a colocarse detrás de él, mientras el hombre canoso se acercaba a paso lento. — ¿Kiriko eres tú? — el olor a pimienta era tan fuerte que incluso Kalila lo sintió, no era como el de ella, un poco exótico y atrayente, este era mucho más fuerte, causando ganas incluso de estornudar.— Papá Asher.