Como cada noche Ikigaí ayudo a Kalila a dormir, y es que, desde el día del incidente, Kalila solo podía dormir si Ikigaí, la ayudaba, con su sola presencia y los ojos violetas de la quimera viéndola, la joven caía en un sueño profundo, hasta la mañana siguiente.— No puedo creer que hicieras eso. — lo increpo Ukara apenas Iki cerró la puerta del cuarto de Kalila donde solo él ingresaba.— Tú te estas aprovechando de ella, de su inocencia. — era la primera vez que Declan nombraba la palabra inocencia, haciendo referencia a Kalila y es que era inevitable, pues la quimera se alimentaba de Kalila, si, su elixir más preciado, los jugos del orgasmo de Kalila mantenían vivo a la quimera.— ¿Cómo consigues eso? ¿Qué es lo que le haces? — Tahiel temblaba y no era de miedo, ni ira, era él luchando con su lobo que le suplicaba dejarlo libre y arrancar la cabeza de la quimera, o, mejor dicho, las cabezas.— ¿Qué parte de que ella es mi lago de vida no comprenden? — su actitud, su voz, todo en Iki
El sol salió y Kalila estaba ansiosa por comenzar su aventura del día, ir a la ciudad, aunque comprendía que más seria un pueblo, aun así, estaba ansiosa esperando el día en que fuera a conocer la universidad a la que asistiría, ya en su corta vida había estado rodeada de humanos, esos que vivían en el pueblo, esos que tenían un compañero sobrenatural, pero esto era diferente, esto era ver el mundo donde su madre creció, o al menos parte de ello, por ahora se conformaría en ver el pueblo y realizar las compras.— Solo deben seguir el camino. — dijo Ikigaí mientras acariciaba un mechón de cabello de su lago de vida.— ¿Qué camino? — indago Ukara.— Ese. — señalo la quimera a un lado y poco a poco un camino se formó del que solo se veía el comienzo. — Solo ustedes lo podrán ver, no deben preocuparse porque algún humano curioso los siga, si ese fuera el caso morirá perdido en mis tierras. — aseguro sin pena y Kalila no sabía cómo sentirse al respecto. — Otra cosa, si algún humano
— ¡Ukara! — grito casi rompiendo sus cuerdas vocales y dejando salir las lágrimas retenidas, solo entonces fue que el brujo cayó de rodillas y Kalila lo comprendió, la debilidad de Ukara era verla llorar, fue por eso por lo que suplicaba en el prado que viera a otro lado.— ¡Vete! — grito impotente, pues era tanto el dolor que le ocasionaba ver sus lágrimas caer, que no podía concentrarse para usar su poder y alejarla a un lugar seguro.— No te dejare, no lo hare. — juro casi sin aire al llegar a él nuevamente y ayudarlo a ponerse de pie, con la clara intención de correr lejos de los cazadores, escaparían los dos o no escaparía ninguno.— ¿Kiriko? — Ukara tomo la mano de Kalila y la obligo a colocarse detrás de él, mientras el hombre canoso se acercaba a paso lento. — ¿Kiriko eres tú? — el olor a pimienta era tan fuerte que incluso Kalila lo sintió, no era como el de ella, un poco exótico y atrayente, este era mucho más fuerte, causando ganas incluso de estornudar.— Papá Asher.
Kalila giro justo para ser tomada por las grandes manos de Nuriel, mientras Declan se congelaba ante aquella imagen, el hombre, si así se lo podía llamar, media más de dos metros, ahora al menos comprendía porque Ikigaí había hecho la casa de techos tan altos, el cabello rojo caía por sus hombros, más corto que el de la quimera, pero mucho más largo que el de Kalila, las trenzas que decoraban su melena, estaban adornadas con cuencas de oro, y sus manos de piel trigueña se aferraban a la pequeña cintura de la cazadora.— La lastimara. — dijo Ukara sin poder contenerse, ya que las manos de Nuriel eran tan grandes que fácilmente podrían partir a Kalila a la mitad.— No lo hará, vivimos por y para ella. — los ojos de Ikigaí estaban violetas y el agarre que ejercía sobre los tres hombres con su cabello poco a poco se fue debilitando.— Nuriel, realmente estas aquí. — la voz de la pelinegra los hicieron verla, la forma en la que acariciaba su rostro y como el gigante cerraba sus ojos, disfr
Los gruñidos y gemidos de dolor se esparcían por el lugar y no eran de Kalila, todos ellos pertenecían a Ikigaí, Declan, Tahiel y por supuesto Ukara, ver como Nuriel jalaba el cabello de Kalila para dejar libre su delgado cuello para ser degustado por él, mientras que con su otra mano masajeaba uno de los grandes pechos de la joven, provocando que gimiera bajito, pero con gusto, era la peor tortura a la que estos seres podían ser sometidos y si antes Declan tenía dudas de que ese gigante estaba haciendo las cosas apropósito, estas se despejaron en el momento que Nuriel hizo contacto visual con ellos y les sonrió con satisfacción, justo cuando alineo su dura verga en la entrada de Kalila y la penetro.— Nuriel. — gimió con fuerza la joven al sentirse llena, llevando sus manos al rostro del gigante, que gustoso dejo de ver a sus… rivales, para besar con fogosidad a Kalila, tragándose cada gemido de la joven.— Basta de juegos. — se dijo a si mismo el fénix, cuando la joven comenzó a mec
Kalila despertó en una de las habitaciones, y cuando vio la altura del techo, supo a quien le pertenecía.— Nuriel. — susurro no muy convencida si los recuerdos que su mente le mostraba realmente sucedieron o si solo enloqueció, pero para su tranquilidad, allí a su lado estaba él. — Nuriel. — repitió con asombro y porque no, alegría, ¿Cuánto tiempo había soñado con él? Desde mucho antes de aquel día que lo vio en el prado. — Realmente estas aquí. — toco su rostro tan bello e imponente como lo es el único Fénix, su piel era suave, cálida, de un color, muy parecido al café con leche, le gustaba, le encantaba tanto como el alvino rostro de Ikigaí.— Mi hermoso fuego eterno. — dijo viéndola a la cara, su voz era áspera, dejando en claro lo que la joven le producía con solo una caricia. — No sabes cuanto anhelaba el tenerte en mis manos, en poseer tu cuerpo, y alimentarme de tu alma. — debería estar asustada, más que el hijo de un dios sonaba a demonio, pero no le importaba, solo queria un
Kalila caminaba de la mano de su madre, Chloe, conocida como la luna única, ya que era la primer luna que tenía tres compañeros destinados, Vito un vampiro, Dante un brujo y Kek el Alpha, los tres eran primos y descendientes de la luna cambiante Aysel, por lo que eran los lideres del pueblo, uno de los tantos que existía oculto aun a los ojos de los humanos, aunque en sus tierras si había humanos, como Chloe y otros que tenían a sus compañeros destinados allí.— Mami, ¿Por qué no tengo colmillos? — pregunto la niña al tiempo que ingresaban en su hogar, la gran casa del Alpha.— Porque no eres un vampiro.— Mi cabello es negro, eso quiere decir que no soy bruja. — dedujo la pequeña que sabía que todo aquel que tuviera su cabello blanco era un brujo.— Así es. — respondió su madre comprendiendo a lo que venía las preguntas de la niña que estaba a punto de comenzar el kínder. — Ven tomemos un poco de té. — le pidió, pero solo para ganar tiempo, debía ser honesta con la pequeña, no quería
Los días pasaron, al igual que los meses, Kalila creció aprendiendo a no enojarse, mucho menos a pelear sin importar que le dijeran los pequeños del pueblo, y es que aun con 5 años había ocasiones que su olor a pimienta, aroma típico de los cazadores, despertaba el lado salvaje de los habitantes, pero Kalila era solo una niña, ansiosa de tener amigos, en especial un vampiro de 8 años, llamado Declan, la niña lo había visto un par de veces en el pueblo, le gustaba su cabello rubio y sus ojos azules brillantes, se podría decir que la pequeña humana sentía un pequeño enamoramiento por el niño vampiro.Fue una tarde que Chloe la llevo al parque, donde vio a Declan con sus dos amigos, Tahiel un niño lobo un año menor que Declan y Ukara, un brujo de su misma edad, los tres a pesar de ser niños eran hábiles, Tahiel ya se podía transformar en lobo, y era muy grande cuando eso sucedía, no parecía un cachorro, mientras Ukara manejaba el aire, creaba remolinos que Declan esquivaba con gran facil