Kalila giro justo para ser tomada por las grandes manos de Nuriel, mientras Declan se congelaba ante aquella imagen, el hombre, si así se lo podía llamar, media más de dos metros, ahora al menos comprendía porque Ikigaí había hecho la casa de techos tan altos, el cabello rojo caía por sus hombros, más corto que el de la quimera, pero mucho más largo que el de Kalila, las trenzas que decoraban su melena, estaban adornadas con cuencas de oro, y sus manos de piel trigueña se aferraban a la pequeña cintura de la cazadora.— La lastimara. — dijo Ukara sin poder contenerse, ya que las manos de Nuriel eran tan grandes que fácilmente podrían partir a Kalila a la mitad.— No lo hará, vivimos por y para ella. — los ojos de Ikigaí estaban violetas y el agarre que ejercía sobre los tres hombres con su cabello poco a poco se fue debilitando.— Nuriel, realmente estas aquí. — la voz de la pelinegra los hicieron verla, la forma en la que acariciaba su rostro y como el gigante cerraba sus ojos, disfr
Los gruñidos y gemidos de dolor se esparcían por el lugar y no eran de Kalila, todos ellos pertenecían a Ikigaí, Declan, Tahiel y por supuesto Ukara, ver como Nuriel jalaba el cabello de Kalila para dejar libre su delgado cuello para ser degustado por él, mientras que con su otra mano masajeaba uno de los grandes pechos de la joven, provocando que gimiera bajito, pero con gusto, era la peor tortura a la que estos seres podían ser sometidos y si antes Declan tenía dudas de que ese gigante estaba haciendo las cosas apropósito, estas se despejaron en el momento que Nuriel hizo contacto visual con ellos y les sonrió con satisfacción, justo cuando alineo su dura verga en la entrada de Kalila y la penetro.— Nuriel. — gimió con fuerza la joven al sentirse llena, llevando sus manos al rostro del gigante, que gustoso dejo de ver a sus… rivales, para besar con fogosidad a Kalila, tragándose cada gemido de la joven.— Basta de juegos. — se dijo a si mismo el fénix, cuando la joven comenzó a mec
Kalila despertó en una de las habitaciones, y cuando vio la altura del techo, supo a quien le pertenecía.— Nuriel. — susurro no muy convencida si los recuerdos que su mente le mostraba realmente sucedieron o si solo enloqueció, pero para su tranquilidad, allí a su lado estaba él. — Nuriel. — repitió con asombro y porque no, alegría, ¿Cuánto tiempo había soñado con él? Desde mucho antes de aquel día que lo vio en el prado. — Realmente estas aquí. — toco su rostro tan bello e imponente como lo es el único Fénix, su piel era suave, cálida, de un color, muy parecido al café con leche, le gustaba, le encantaba tanto como el alvino rostro de Ikigaí.— Mi hermoso fuego eterno. — dijo viéndola a la cara, su voz era áspera, dejando en claro lo que la joven le producía con solo una caricia. — No sabes cuanto anhelaba el tenerte en mis manos, en poseer tu cuerpo, y alimentarme de tu alma. — debería estar asustada, más que el hijo de un dios sonaba a demonio, pero no le importaba, solo queria un
Kalila caminaba de la mano de su madre, Chloe, conocida como la luna única, ya que era la primer luna que tenía tres compañeros destinados, Vito un vampiro, Dante un brujo y Kek el Alpha, los tres eran primos y descendientes de la luna cambiante Aysel, por lo que eran los lideres del pueblo, uno de los tantos que existía oculto aun a los ojos de los humanos, aunque en sus tierras si había humanos, como Chloe y otros que tenían a sus compañeros destinados allí.— Mami, ¿Por qué no tengo colmillos? — pregunto la niña al tiempo que ingresaban en su hogar, la gran casa del Alpha.— Porque no eres un vampiro.— Mi cabello es negro, eso quiere decir que no soy bruja. — dedujo la pequeña que sabía que todo aquel que tuviera su cabello blanco era un brujo.— Así es. — respondió su madre comprendiendo a lo que venía las preguntas de la niña que estaba a punto de comenzar el kínder. — Ven tomemos un poco de té. — le pidió, pero solo para ganar tiempo, debía ser honesta con la pequeña, no quería
Los días pasaron, al igual que los meses, Kalila creció aprendiendo a no enojarse, mucho menos a pelear sin importar que le dijeran los pequeños del pueblo, y es que aun con 5 años había ocasiones que su olor a pimienta, aroma típico de los cazadores, despertaba el lado salvaje de los habitantes, pero Kalila era solo una niña, ansiosa de tener amigos, en especial un vampiro de 8 años, llamado Declan, la niña lo había visto un par de veces en el pueblo, le gustaba su cabello rubio y sus ojos azules brillantes, se podría decir que la pequeña humana sentía un pequeño enamoramiento por el niño vampiro.Fue una tarde que Chloe la llevo al parque, donde vio a Declan con sus dos amigos, Tahiel un niño lobo un año menor que Declan y Ukara, un brujo de su misma edad, los tres a pesar de ser niños eran hábiles, Tahiel ya se podía transformar en lobo, y era muy grande cuando eso sucedía, no parecía un cachorro, mientras Ukara manejaba el aire, creaba remolinos que Declan esquivaba con gran facil
El cazador tenía todo organizado, había encontrado un hechizo con el cual bloquear las premoniciones de Kek, y lo uso sin pensarlo, dejo al lobo bajo un conjuro que no le permitiría ver el futuro de su hija, ni a corto o largo plazo, podían atacar el pueblo cuando ellos quisieran, sin embargo, esas cuatro palabras de su hija, lo desarmaron por completo, Kalila había dado en el punto débil del cazador, ella misma y su amor, Asher hizo retroceder a su gente y la niña vio con asombro cuantas personas había a su alrededor escondidos entre los árboles, si ella no hubiera encontrado a su padre ese día… muchos hubieran muerto.— ¡Kalila! — Vito fue el primero en llegar a su lado y tomarla en sus brazos, seguido del lobo de Kek, quien había derribado dos árboles en su camino, mientras Dante, se materializaba a su lado gracias a un rayo, su elemento, aun preguntándose, ¿Por qué no había podido retroceder el tiempo? si nadie había sido reclamado, ese era otro poder del brujo a quien lo conocían
Kalila la nombro su madre, la más querida, ese fue el nombre que la luna única Chloe escogió para su primogénita, un nombre que para toda la familia era ideal para la niña, pero que con el tiempo perdería sentido para su portadora.Kalila salió de su casa, como cada día, con una sonrisa, aunque sus padres estaban preocupados, hacia dos días que la joven había cumplido 18 años y no quiso festejarlo, siempre viajaban a las tierras de la luna cambiante Aysel, donde Kalila se divertía con la familia de sus tres padres, pero ese año no tenía ganas de hacerlo, pero la felicidad que no sintió para su cumpleaños, la sentía ahora, lo que casi no la dejo dormir en toda la noche, era el hecho de que era su último día de instituto, el último día de su infierno personal, al fin se iría de vacaciones a las tierras de la luna cambiante, Aysel, y luego a la universidad, en otro pueblo, uno donde no sabían de la existencia de los seres sobre naturales, Kalila al fin estaría solo con humanos, le dolerí
Declan la recorrió de pies a cabeza, había algo en ella que siempre lo inquieto, odiaba sentirse así, su rostro de niña buena era lo que más odiaba este vampiro, pensando que Kalila sería la perdición de todos, que los hijos de la luna aceptaran a una cazadora entre ellos, era inaceptable, más si esta se podía camuflar como una blanca ovejita, sin pensarlo más, arremetió contra ella, sorprendiéndose al distinguir la débil barrera de Kalila, y es que él era un vampiro, no necesito tomar más empuje, solo la penetro, sin compasión, porque eso se le había enseñado, eso llevaba gravado en su genética de guerrero, a los cazadores no se les tiene piedad, y él no la tendría con Kalila, no había placer en su rostro, solo odio, mientras Kalila solo podía llorar, su boca estaba cerrada, era lo que Declan quería, estaba bajo su poder, y aunque podía sentir como algo en su cabeza le ordenaba dejar de llorar no podía, sus lágrimas cayeron, sin descanso, incluso cuando el vampiro salió de ella, para