24 Vinieron por mí.

Kalila abrió sus ojos, el cielo nocturno ya no estaba, ahora, nuevamente el techo del cuarto los cubría, aunque la cascada seguía allí, no pudo evitar maravillarse y sentir celos.

— Buenos días, Kiriko. — la joven giro su rostro solo para encontrar a Ikigaí parado a su lado.

— Quimera. — dijo con desagrado. — ¿Cómo puede ser que no necesites dormir luego de lo que hicieron anoche? — no, Kiriko y Kalila aun no eran una, y la quimera suspiro con frustración.

— No podria agotarme, ya que tú me mantienes vivo, lo sabes, ¿verdad? tu eres mi debilidad. — reconoció sin pena, porque al menos hasta que Kalila y Kiriko lograran ser un solo ser y unir sus alma y por ende sus destinos, no lo mataría, ni a Nuriel, pues para hacer eso, debía suicidarse. — Eres mi lago de vida. — la quimera tomo sus labios, de una forma tan humana que a Kiriko le fue imposible no responder el beso.

Kiriko era un alma condenada, una que no tenía cuerpo más que el que Kalila le prestaba, pero eso no queria decir que n
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