4 Acosadores.

Kalila la nombro su madre, la más querida, ese fue el nombre que la luna única Chloe escogió para su primogénita, un nombre que para toda la familia era ideal para la niña, pero que con el tiempo perdería sentido para su portadora.

Kalila salió de su casa, como cada día, con una sonrisa, aunque sus padres estaban preocupados, hacia dos días que la joven había cumplido 18 años y no quiso festejarlo, siempre viajaban a las tierras de la luna cambiante Aysel, donde Kalila se divertía con la familia de sus tres padres, pero ese año no tenía ganas de hacerlo, pero la felicidad que no sintió para su cumpleaños, la sentía ahora, lo que casi no la dejo dormir en toda la noche, era el hecho de que era su último día de instituto, el último día de su infierno personal, al fin se iría de vacaciones a las tierras de la luna cambiante, Aysel, y luego a la universidad, en otro pueblo, uno donde no sabían de la existencia de los seres sobre naturales, Kalila al fin estaría solo con humanos, le dolería no ver a su madre y sus tres padres, claro que sí, pero a cambio, ganaba paz mental, al fin no vería más a esos tres despreciables seres que hacían su vida un infierno, y ¿Quiénes eran esos seres? Declan, Tahiel y Ukara, su pesadilla personal venia de mano de esos tres seres que la odiaron desde siempre.

— Buenos días. — dijo con una sonrisa, recibiendo un beso en la mejilla de su padre Vito, que lucía tan joven como ella.

— Hola mi pequeña habichuela.

— Gracias papá, pero ya te he dicho que no me digas así, no soy una niña, ya soy toda una mujer. — respondió elevando el mentón con la intención de que Vito, se diera por enterado que ella ya no era una niña, pero el gruñido del Alpha la silencio de inmediato.

— Tu eres una niña, nuestra niña, deja de decir que ya eres una mujer o el idiota de Nuriel aparecerá. — Nuriel, la sola mención de su nombre la ponía a soñar despierta, lo había visto solo dos años atrás, y había terminado con sus bragas mojadas, un regaño de su madre y con sus padres dándose golpes con el primogénito del dios sol, Nuriel, fuego de dios, un fénix, el único fénix que existía era su destino, su pareja destinada, por toda la eternidad y no podía estar más feliz, esperaba con ansias cumplir 21 años para que el Fénix la reclamara.

— Estás pensando en él ¿verdad? — los ojos blancos de su padre Dante cortaron cualquier tipo de pensamiento pecaminoso que la joven pudiera tener.

— No, claro que no. — trato de mentir como siempre hacia cuando le preguntaban cómo fue su día en el instituto y ella respondía que, de maravilla, una horrenda mentira.

— Hija si sabes que cuando piensas en Nuriel hueles a pimienta ¿verdad? — las mejillas de la pelinegra se tiñeron de rojo y solo le quedo hacer un puchero con sus labios.

— No lo puedo evitar mamá. — terminó confesando con vergüenza, Chloe suspiro con tristeza, el inmortal era enemigo de los hijos de la luna, y sus tres compañeros eran descendientes de ella, sabía que su hija un día se uniría a él, y aunque Nuriel prometió poner lo mejor de él para llevarse bien, nada volvería a ser lo mismo, la luna y el sol jamás estarían de acuerdo.

— Trata de no hacerlo pequeña, recuerda que a los jóvenes les cuesta contenerse, no quisiera tener que matar a nadie del pueblo por lastimarte, aunque sea sin querer.

Las palabras de Vito tenían una razón, el pueblo estaba conformado por lobos, vampiros, brujos y humanos que tenían a sus parejas aquí,  aunque Chloe seguía siendo la única que tenía tres compañeros, ella fue la elegida por la diosa Luna para tal dicha, y que dicha, Kek era lobo, Dante Brujo y Vito vampiro, pero ninguno era el padre biológico de Kalila, su padre verdadero era un cazador, uno que no se daría por vencido en recuperarla, y por eso habían sido atacados en más de una oportunidad, hasta que ella cumplió 5 años, cuando los ataques cesaron, el pueblo entero lo sabía, no le guardaban rencor a la joven, pero su aroma a pimienta era un constante recordatorio que ella era una cazadora, por más que la joven casi nunca uso su poder, ya que lo tenía prohibido, aun así cuando el olor a pimienta se hacía presente, nada bueno sucedía, en especial con los lobos, que eran los que más les costaba controlarse, tanto así que incluso olvidaban que ella era como una verdadera hija para los lideres del pueblo, y esa era la razón por la que Kalila no decía nada, cada ataque, cada golpe que sus compañeros e incluso amigos le daban por su aroma ella lo ocultaba, pues sabía que no era apropósito y que si sus padres se enteraban no dudarían en matar al responsable, pero había otros, muchos más que si la molestaban adrede, en especial tres jóvenes.

Declan, un Vampiro de 20 años que había abandonado el instituto unos años atrás, se podría decir que el joven nunca fue de acatar ordenes o normas,  pero que ahora había retomado las clases solo para estar cerca de su vida, como se conoce a las compañeras de los vampiros, Katherine también era vampiro, aunque no pura como Declan, ya que los padres de la joven eran un Vampiro y una loba, sin embargo se aceptaban, pero como lo dicta la ley de la diosa luna, nadie puede ser reclamado hasta los 21 años, por lo que Declan debía esperar dos meses, hasta que cumpliera los 21, para reclamar a su compañera, mientras, pasaba sus días haciendo la vida de Kalila un infierno, la joven siempre creyó que esto se debía a que cuando eran solo unos niños, Kalila pudo vencer a Declan en una pelea, algo que el vampiro aun no superaba, y es que él es un vampiro de sangre pura, además que mayor por tres años, pero lo que nadie sabe es que el poder de Kalila como cazadora, no es su buena memoria como todos creen, sino que puede ver el punto débil de sus oponentes, aun así, sus padres le prohibieron pelear, desde que tenía 5 años, cuando venció a Declan y lo envió al hospital.

Con Tahiel, las cosas no eran mejores, el lobo de 19 años, había descubierto que su mate era Maia, una vampiro de mil años  amiga de Vito que en contadas ocasiones visitaba el pueblo donde ellos habitaban ya que se había hecho buena amiga de Kalila, cuando el joven la vio su instinto lo obligo a reclamarla, pero la vampiro estaba preñada, y es que después de mil años creyó que la diosa se había olvidado de ella, cuando Tahiel le pidió deshacerse del bebé, ya que los lobos son territoriales, la vampiro lo rechazo, rompiendo así el lazo y yéndose una vez más del pueblo, para Tahiel la culpa la tenía Kalila, estaba seguro que ella había envenenado la mente de su mate, lo que Tahiel no comprendía era que la decisión de Maia fue tomada por ella misma, y si Kalila había tenido algo que ver, era el hecho de que el gran Alpha Kek había aceptado a Chloe aun estando embarazada de Kalila y sin siquiera molestarse porque era hija de un cazador, la tomo como propia y la cuidaba como una cachorra más, Maia no podía comprender porque su mate y vida, no podía querer a su hijo, fue por eso que lo rechazo, pero para este lobo, era más fácil culpar a la cazadora, que ver sus propios errores.

Y por último estaba Ukara, el brujo que solo la molestaba para estar a la par de sus amigos Declan y Tahiel, y aunque su media alma, forma en la que se conoce a las compañeras de los brujos, le había advertido que no molestara a Kalila, el joven de 18 años no quería ser menos con sus amigos, Jana, la joven que también era humana y quien era la pareja de Ukara, siempre se mostraba amigable con Kalila, algo que la pelinegra agradecía, pero eso no menguaba la pena que estaba comenzando a sentir Kalila en su corazón, hasta el día de hoy, al fin se libraría de ellos, ya no los vería más, o eso pensaba.

Las clases transcurrieron quizás más lento que lo que Kalila quería, no se molestaría en asistir al baile de graduación, claro que no, ella solo quería marcharse de una vez, a tal punto que ya tenía sus maletas listas esperando por ella, por fin la campana sonó, y se dispuso a dar un último paseo por el bosque, debía hacer tiempo, sus padres pensaban que ella estaba en el estúpido baile, con sus amigos, y aunque en el fondo le hubiera gustado, no iría, estaba cansada de sus desplantes, de tener que cuidar su aroma, de tener que refrenar su propio instinto que a veces afloraba aun sin quererlo, miles de veces se preguntó si estaría mejor con su padre biológico, y luego caía en la realidad que ella tenía tres padres, que no mataban por gusto, como lo hacía su padre biológico, ellos solo lo hacían para cuidar a su gente, pero al final del día, ella era una cazadora, viviendo entre hijos de la luna. Le había prometido a su madre que terminaría la universidad y luego se uniría a Nuriel, pero incluso eso a veces se hacía difícil, no lo había visto en dos años, pero sabía que él la amaba, sin importar que fuera cazadora.

— Te lo dije, sigue el olor a pimienta y la encontraras. — la voz de Declan a su espalda la hizo sudar frio, la iban a golpear, una vez más, ni siquiera por el estúpido baile la dejarían en paz.

— ¿Qué quieren? — dijo incluso sin girarse, porque sabía que donde estaba el vampiro, estaban sus amigos, los guerreros de sangre pura como se hacían llamar.

— Arreglar cuentas contigo. — rebatió casi con odio el vampiro y ella quiso correr, ese fue su primer instinto, no debía pelear, si lo hacía, podía ser que su instinto de cazador se despertara al cien por ciento, y entonces podría arruinar todo, incluso atacar a sus padres, a esos tres hombres que ella adoraba, quienes la criaron y amaban, pero su fuga quedo en la nada, cuando un pequeño torbellino la atrapo, era Ukara, ese era su poder, el aire.

— ¡Déjame! — grito tratando de sonar intimidante, tenía ganas de gritar que ella era el destino de un hijo del dios sol, pero sabía que eso traería aún más problemas, si alguien supiera que ella era el destino del fénix, la podrían matar para acabar con Nuriel.

— Como gustes. — dijo el brujo y la dejo caer de casi tres metros de altura, sus tobillos y piernas, sufrieron el impacto, le dolía demasiado, no se había quebrado ningún hueso, pero seguro se había desguinzado un pie.

— ¡Maldito idiota! — grito con frustración, pensando que lo mejor que pudo hacer ese día era quedarse en el maldito baile de graduación, al menos al lado de Jana, Ukara no la molestaba.

— Aquí la única m*****a eres tú. — Tahiel estaba frente a ella, con su metro ochenta y cinco, tapaba la poca luz que quedaba, el sol se estaba ocultando y la luna comenzaba a mostrar su cara, aunque lo que más podía ver Kalila eran los blancos ojos del lobo, que normalmente los tenía color miel, que los tuviera blancos demostraba que estaba enojado, más que eso, furioso y Kalila tembló de miedo.

— ¿Por qué me molestan? — dijo sintiendo el miedo recorrerla al completo.

— Hable con Maia, ¿sabes lo que dijo? — Kalila negó con la cabeza, incapaz de decir ni media palabra.

— Kalila tiene razón, “quien te ama, te acepta, mis padres aceptaron a mi mamá y ya vez como me aman” — recito con odio el lobo, mientras la joven veía a los demás, los ojos de Declan eran rojos, el único que se mantenía en calma era el brujo, Kalila tenía miedo, demasiado, como para recordar controlar su aroma a pimienta que comenzó a intensificarse.

— Yo no sabía que era tu compañera. — trato de defenderse, pero el lobo le dio un golpe en la mejilla que la hizo rodar y luego otro más, lo único que provoco que el aroma a pimienta aumentara, desequilibrando aún más al animal que Tahiel llevaba dentro.

— ¡Basta! — grito frustrada, y fue cuando lo vio, el punto débil de Tahiel, con un movimiento rápido de su mano golpeo la garganta del lobo, y este cayo luchando por respirar, fue entonces cuando los ojos de Ukara se tornaron verdes brillante, estos jóvenes más que amigos, eran hermanos, se cuidaban entre ellos.

—¡Maldita cazadora! — con una sonda de aire, lanzo a la joven a tres metros de distancia, pero antes que Kalila pudiera levantarse y tratar de huir, Declan ya había llegado a su lado, y es que la velocidad de un vampiro no tenía comparación, la levanto de su blusa, la cual se rasgó dejando sus pechos al aire.

— La m*****a no usa sostén. — informo divertido y la giro para que sus amigos la vean.

— ¡Déjame! ¡basta! — grito y trato de cubrirse. — Sino me dejas Nuriel te destruirá. — tenía miedo, tenía pánico y solo dijo lo primero que se le ocurrió, pero estos hombres aun eran jóvenes como para saber a qué Nuriel se refería y sus palabras más que amenaza, sonó como una provocación a sus oídos.

— ¿Nuriel? — dijo Ukara con confusión.

— La m*****a encontró compañero, debe ser por eso que mañana partirá a las tierras de Aysel. — lo sabían, ellos sabían que ella se iría, no fue coincidencia que se encontraran, la asechaban, y Kalila comenzó a plantearse que eso ya no era por ser cazadora, esa conducta iba más allá de cualquier lógica.

Aun en desventaja quiso llegar a los ojos de Declan, su punto débil y la fuente de su don, lucharía, por primera vez lo haría, pero el hombre reconoció su intención y antes que pudiera hacer cualquier cosa la paralizo, ese era el poder del vampiro, podía paralizar y someter a cualquier hijo de la luna e inclusive a los humanos, siempre que fuera de a uno a la vez, Declan tenía el poder de convertir en títeres a quienes él quisiera.

— Mira Tahiel, no solo te ataco a ti, también quiso hacerlo conmigo, es una cazadora, una que enveneno la mente de tu mate, y ahora piensa ir en búsqueda de su compañero, mientras que tú te quedas solo, por siempre, ¿piensas que es justo? — el cuerpo de Tahiel temblaba, sus manos se convirtieron en garras, y Kalila lo único que podía hacer era llorar, tirada entre la hierba, con los pechos expuesto, sabía que tan locos eran los lobos cuando perdían el control, lo había visto con su padre Kek y como solo su madre lo podía controlar cuando eso sucedía. Tahiel avanzó y termino por arrancar la ropa que quedaba en la joven, incluso sus bragas.

— Creo que es suficiente. — dijo Ukara con miedo por la dirección que todo estaba tomando, y Declan rompió el contacto visual con Kalila para verlo a él.

— ¿Eres parte del grupo o no? — rebatió mostrando sus ojos rojos y Ukara suspiro derrotado, él quería ser parte del grupo, se habían propuesto dejar el pueblo y fundar el propio, los tres eran de raza pura, guerreros, y aunque no tenían nada en contra de los demás, no les parecía justo que solo los nietos de la luna cambiante Aysel pudiera gobernar cada pueblo de seres sobrenaturales que existía e imponer leyes a su gusto.

Kalila vio su oportunidad de huir, cuando Declan dejo de verla, corrió como pudo, apenas el vampiro dejo de tenerla bajo su poder, pero de nada sirvió, el aire una vez más se convirtió en su enemigo, y la arrastro hasta los pies de Declan, solo podía ver sus botas, el vampiro siempre llevaba un estilo de motoquero y rebelde, botas negras, pantalón negro, chaqueta de cuero, lo único claro era su cabello rubio, Kalila cerro sus ojos, esos que eran su única salvación en una pelea, ya que podía localizar los puntos débiles en sus atacantes, pero no se quería arriesgar a estar bajo el poder de sometimiento de Declan una vez más. Peleo, con uñas y dientes, pero cuando sintió que separaban sus piernas, no lo pudo evitar y abrió los ojos, solo para encontrarse con los ojos rojos que serían su sentencia y su condena.

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