Valeria
Los días siguientes parecieron desvanecerse con la misma rutina. El café seguía lleno, los clientes seguían entrando y saliendo, y mi jefe, Don Felipe, no dejaba de presionarme para que todo fuera perfecto. Pero, aunque mi cuerpo estaba allí, mi mente no dejaba de regresar a aquella tarde. A Luca Moretti. Cada vez que cerraba los ojos, podía ver su rostro: sus ojos oscuros que no dejaban de escrutarme, la forma en que su voz había resonado en mis oídos, tan profunda y firme. Aquella presencia imponente… algo en su cercanía me había sacudido profundamente, y no podía dejar de pensar en lo que había sucedido en el café. Había sido un encuentro fugaz, casi insignificante para él. Pero para mí, algo se había encendido dentro, algo que no sabía cómo apagar. Mi vida estaba lejos de ser interesante o emocionante. Estaba atrapada en un ciclo de trabajo y responsabilidades, en el que no había espacio para nada más. ¿Por qué entonces no podía dejar de pensar en Luca? ¿Qué era lo que tenía este hombre que había conseguido desordenar todo mi mundo? Esa noche, mientras me dirigía a casa tras mi turno, me encontré con un pensamiento que no había considerado antes: ¿y si nunca lo volvía a ver?. El miedo a esa idea me sorprendió, pero también me hizo darme cuenta de lo que estaba sucediendo. Estaba atrapada, aunque ni siquiera sabía qué era lo que me había cautivado de él. ¿Era su poder? ¿Su misterio? ¿O tal vez, lo que realmente me aterraba era que podía sentir algo que nunca había experimentado con nadie más? Al llegar a mi pequeña vivienda, mi madre, que estaba en la cama debido a su enfermedad, me recibió con una sonrisa cansada pero cálida. Sabía que el trabajo le agotaba, pero siempre trataba de hacerme sentir que todo estaba bien, incluso cuando no lo estaba. Mi corazón se apretó por ella, y me dije a mí misma que debía seguir adelante, que debía seguir luchando por su bienestar. Pero esa noche, no pude dormir. Las sombras de mis pensamientos sobre Luca se alzaron en mi mente, y me encontré dando vueltas en la cama, sintiendo la inquietud crecer dentro de mí. Cuando el reloj marcó las tres de la mañana, me levanté con una sensación inexplicable de que algo iba a suceder. Algo relacionado con él. A la mañana siguiente, como si el destino lo hubiera planeado, la situación se complicó. Recibí una llamada en mi móvil. El número era desconocido, pero algo me dijo que debía contestar. "Valeria Torres," una voz grave y autoritaria respondió del otro lado. "Soy Luca Moretti. Necesito hablar contigo." El sonido de su voz me paralizó. El simple hecho de escuchar su nombre me provocó una extraña mezcla de miedo y anticipación. ¿Por qué me llamaba? ¿Qué quería de mí ahora? "¿Qué desea?" pregunté, intentando mantener mi tono profesional y frío, aunque sabía que era inútil. La curiosidad y el nerviosismo me comían por dentro. "Quiero que vengas a verme," continuó él, sin rodeos. "Tengo un asunto que debemos discutir. No tardarás mucho, pero es importante." Mi corazón comenzó a latir con fuerza. ¿Un asunto que debía discutir? No sabía si debía estar aterrada o intrigada. Por un momento, pensé en rechazar la invitación, en colgar y olvidarme de todo, pero algo en sus palabras me decía que no podía simplemente ignorarlo. Algo dentro de mí, algo oscuro y seductor, me decía que debía ir. "¿Dónde?" logré preguntar, aunque mi voz sonaba más débil de lo que esperaba. "Te enviaré la dirección. Estaré esperando." La llamada se cortó de inmediato. Me quedé mirando el teléfono en mis manos, sin saber qué hacer. Luca Moretti había decidido que necesitaba verme, y esa decisión cambiaba todo. Mi vida, que hasta entonces había sido simple y predecible, de repente parecía volverse un caos que no podía controlar. El resto del día pasó en un suspiro. Mi mente estaba fija en el mensaje de Luca, mientras trataba de concentrarme en las tareas del café. Nadie sabía lo que estaba pasando por mi cabeza, y no podía contarle a nadie. No sabía si estaba dando el primer paso hacia algo que no entendería o si simplemente me estaba dejando llevar por la corriente. Finalmente, la dirección llegó a mi móvil. Mi corazón latía con fuerza mientras la leía: un elegante restaurante de la ciudad, uno al que nunca había entrado. Era uno de esos lugares exclusivos, de los que solo se escuchaba hablar en rumores, y ahora yo tenía la oportunidad de entrar, pero a un costo que aún no comprendía. "¿Qué estás haciendo, Valeria?" susurré para mí misma, sintiendo una mezcla de miedo y excitación recorrerme. ¿Qué quería Luca Moretti de mí? ¿Estaba dispuesta a enfrentar las consecuencias de este encuentro? Sin más opciones, me preparé para salir. A partir de ese momento, mi vida cambiaría para siempre. ---ValeriaLa dirección me llevó a un lugar elegante, casi inaccesible para alguien como yo. Al llegar al restaurante, la fachada de cristal y acero me hizo sentir diminuta, como si hubiera entrado en un mundo que no era el mío. Las luces tenues y las columnas doradas daban una sensación de lujo y exclusividad que me hizo dudar por un momento. Mi corazón palpitaba con fuerza en mi pecho, y mi mente trataba de racionalizar lo que estaba a punto de suceder.A pesar de la ansiedad que me invadía, traté de mantener la calma mientras me dirigía hacia la entrada. La puerta se abrió con un suave susurro y, al instante, fui recibida por una anfitriona con una sonrisa profesional que no hizo preguntas, solo me condujo a través del restaurante. La decoración era impresionante, con mesas de madera oscura, manteles de lino blanco y un ambiente refinado que contrastaba con mi ropa simple y mi actitud nerviosa.En el centro de la sala, un hombre se levantó de su silla al verme entrar. No había dudas d
LucaVerla sentada frente a mí, tan nerviosa pero tan decidida a no mostrarlo, era una distracción. No era la primera vez que me encontraba con alguien que intentaba ocultar lo que sentía, pero algo en Valeria me mantenía intrigado. A veces, la fuerza de un ser humano no se mide por lo que muestra, sino por lo que oculta. Y ella, de alguna manera, tenía algo que me empujaba a conocer más, a descubrir la verdad detrás de esa fachada de normalidad.—Te dije que todo tiene un propósito —repetí, observándola fijamente. Sus ojos, esos ojos grandes y brillantes, no se apartaban de los míos. Había algo en su mirada que me decía que, a pesar de su resistencia, algo dentro de ella estaba comenzando a ceder.La cena transcurría en un silencio extraño, lleno de palabras no dichas, de pensamientos no expresados. Ella se movía torpemente, intentando parecer relajada, pero era obvio que el ambiente la sobrepasaba. Yo la observaba con calma, disfrutando de cada momento en que se sentía vulnerable. L
ValeriaMis pies avanzaban por instinto, pero mi mente era un caos. Después de aquella cena, salí del restaurante con la sensación de que había dejado algo atrás, una parte de mí misma que no podía recuperar. Luca Moretti no era un hombre cualquiera. Lo sabía desde el primer momento en que lo vi, pero ahora, después de aquella conversación, estaba segura de algo más: él jugaba con reglas que yo no comprendía, y había comenzado a arrastrarme a su mundo.El aire frío de la noche me golpeó al salir, pero no fue suficiente para calmar los temblores que recorrían mi cuerpo. Cada palabra suya seguía resonando en mi cabeza, especialmente aquella última advertencia: "Las consecuencias serán impredecibles." ¿Qué significaba eso? ¿Por qué sentía que, sin importar lo que eligiera, estaba atrapada?Mientras caminaba hacia mi casa, mi teléfono vibró en el bolsillo. Lo saqué, esperando ver un mensaje de Luca, pero era mi madre. El simple hecho de ver su nombre en la pantalla me hizo volver a la rea
LucaValeria estaba frente a mí, pequeña e indefensa, pero había algo en su mirada que me desafiaba. La mayoría de las personas que se encontraban en mi presencia no se atrevían a mantenerme la mirada, pero ella lo hacía, aunque su temblor en las manos la traicionara. Ese contraste era lo que más me intrigaba: su valentía y su vulnerabilidad, coexistiendo en una batalla constante.—¿Protegerme? —repitió, con su voz llena de incredulidad. —¿Protegerme de qué?Caminé lentamente hacia la mesa cercana y vertí un poco de whisky en un vaso, mi espalda hacia ella mientras consideraba qué tanto debía decirle. No era mi costumbre compartir detalles, pero Valeria no era como las demás personas que habían cruzado mi camino. Ella merecía algo más… una pizca de la verdad.—Valeria —dije finalmente, girándome hacia ella— mi mundo no es como el tuyo. Hay reglas distintas, alianzas, enemigos. Y tú… ahora formas parte de este mundo, lo quieras o no.Su ceño se frunció, y su cuerpo se tensó. Podía ver
ValeriaDesperté al día siguiente con la sensación de estar en un lugar completamente ajeno. Las sábanas suaves, la cama inmensa y la decoración lujosa me recordaron que ya no estaba en mi pequeño departamento. Había algo inquietante en la perfección de aquel espacio, como si fuera una jaula dorada diseñada para hacerme olvidar que estaba atrapada.Intenté convencerme de que todo había sido un sueño, pero la realidad me golpeó en cuanto abrí la puerta de la habitación. Dos hombres trajeados estaban de pie en el pasillo, impasibles, como si fueran parte del mobiliario. Al verme, uno de ellos asintió ligeramente.—Señorita Torres, el señor Moretti ha pedido que desayune en el comedor. —Su tono era respetuoso, pero la autoridad en su voz dejaba claro que no había lugar para la negociación.Caminé tras ellos, sintiéndome como una prisionera escoltada. Mientras bajábamos las escaleras, no podía evitar admirar la magnificencia del lugar: columnas de mármol, candelabros brillando con luz cál
ValeriaLa mansión era un laberinto de secretos. Cada rincón parecía esconder algo más allá de lo que mis ojos podían ver, y cada conversación con Luca me dejaba con más preguntas que respuestas. Me sentía como un peón en un juego que no comprendía, atrapada entre la necesidad de proteger a mi madre y el deseo de escapar de esta jaula dorada.Esa noche, después de horas recorriendo la casa, me encontré en la biblioteca. Las estanterías se alzaban hasta el techo, repletas de libros antiguos. El lugar era imponente, pero también tenía algo de reconfortante. Me recordaba a mi infancia, cuando solía refugiarme en la lectura para olvidar las dificultades de la vida.Mientras pasaba mis dedos por los lomos de los libros, oí un ruido detrás de mí. Me giré rápidamente, mi corazón latiendo con fuerza. Luca estaba allí, apoyado en el marco de la puerta, observándome con una expresión indescifrable.—No puedo dormir —dije antes de que él pudiera hablar. —Pensé que tal vez un libro me ayudaría.—
Valeria El amanecer iluminaba la mansión con un resplandor cálido, pero para mí no era más que un recordatorio de lo lejos que estaba de mi hogar. La noche había sido larga, llena de pensamientos imposibles de silenciar. Las palabras de Luca seguían resonando en mi mente: "Eres un objetivo." ¿Qué tan peligrosa podía ser mi existencia para alguien como él? Yo no era nadie, una simple chica acostumbrada a sobrevivir con lo mínimo. Sin embargo, ahora estaba atrapada en su mundo, cargando un peso que no me pertenecía. Decidí que no podía seguir así, simplemente esperando respuestas que nunca llegaban. Si Luca no me iba a decir toda la verdad, tendría que descubrirla por mi cuenta. Después del desayuno, pedí permiso para salir al jardín. No esperaba que lo aceptaran, pero para mi sorpresa, Luca accedió. Había algo en su mirada, un destello de confianza o tal vez de curiosidad, como si quisiera ver qué haría con esa pequeña libertad. El jardín era impresionante, con senderos de piedra
ValeriaLa noche cayó sobre la mansión como un velo pesado, llenando los pasillos de sombras que parecían moverse por voluntad propia. Aunque el lugar era inmenso, el silencio lo hacía opresivo. Cada crujido de la madera bajo mis pies, cada susurro del viento que entraba por las ventanas entreabiertas, me hacía sentir como si algo estuviera acechándome.No podía dormir. Las palabras de Luca seguían rondando mi mente: "Este lugar es un escudo." Pero, ¿contra qué? ¿Qué clase de enemigos justificaban todo esto?Decidí que no podía quedarme encerrada en mi habitación una noche más. Me puse un abrigo ligero y salí al pasillo. La mansión estaba en penumbra, solo iluminada por la luz de la luna que se filtraba por los ventanales. Caminé en silencio, asegurándome de no hacer ruido para no alertar a nadie.Mi objetivo era el ala oeste, un lugar que Luca había evitado mostrarme durante nuestro recorrido. Algo me decía que allí podría encontrar respuestas.A medida que avanzaba, el aire se volví