Luca
La amenaza de Petrov estaba cada vez más cerca. Su mensaje no era solo una advertencia, sino un recordatorio de lo que estaba dispuesto a hacer. Mi mundo siempre había estado envuelto en violencia, pero ahora no se trataba solo de proteger mis negocios o a mi gente, sino a ella. Valeria. No podía permitirme pensar demasiado en lo que sentía por ella, pero cada mirada suya me desarmaba un poco más. Esa noche, mientras repasaba los informes con Sam y mis hombres, mi mente volvía a sus ojos, a su voz temblorosa cuando me exigió respuestas. Ella estaba dentro de este mundo ahora, aunque no lo quisiera, y yo era el único capaz de mantenerla a salvo. —Luca, necesitamos más tiempo para reforzar el perímetro —dijo Sam, interrumpiendo mis pensamientos. —No tenemos tiempo —respondí con dureza. —Petrov no nos dará tregua. Si quiere la guerra, la tendrá, pero no lo dejaremos ganar. Sam asintió, pero su mirada me dejó claro que estaba tan preocupado como yo. —¿Qué hacemos con Valeria? —preguntó. La pregunta me molestó más de lo que debería. —Ella no va a ninguna parte. Valeria No podía dormir. La mansión parecía más silenciosa que nunca, pero esa calma solo acentuaba el caos que sentía dentro de mí. Después de lo que había pasado en el jardín, las palabras de Luca no dejaban de resonar en mi cabeza. “Voy a detenerlo.” Quería creer que él podía cumplir esa promesa, pero una parte de mí seguía dudando. Sabía que estaba fuera de mi elemento, atrapada en un juego del que no entendía las reglas, y eso me aterrorizaba. Me levanté de la cama y me envolví en una manta antes de salir al pasillo. Mis pasos eran silenciosos, pero mi mente estaba llena de ruido. Sin darme cuenta, terminé frente a la puerta del estudio de Luca. Dudé por un momento antes de tocar. —Entra —dijo su voz desde el otro lado. Cuando abrí la puerta, lo encontré sentado detrás de su escritorio, con papeles y mapas esparcidos por todas partes. Sus ojos se alzaron hacia mí, y por un momento, su expresión de preocupación se suavizó. —¿Qué haces despierta? —preguntó, inclinándose hacia atrás en su silla. —No podía dormir —respondí con sinceridad. Él asintió y señaló el sillón frente a su escritorio. Me senté, sintiéndome fuera de lugar en ese espacio tan suyo. —¿Cómo lo haces? —pregunté de repente. —¿Hacer qué? —Lidiar con todo esto. Con el peligro, con la presión... —Mi voz se quebró un poco, pero continué. —Yo siento que me estoy desmoronando, y tú actúas como si todo estuviera bajo control. Luca me observó durante un largo momento antes de responder. —Porque no tengo otra opción. Este mundo no perdona la debilidad, Valeria. Si vacilo, todo se derrumba. Sus palabras eran frías, pero su tono no lo era. Había algo en su mirada que me decía que él entendía exactamente cómo me sentía, incluso si no lo decía en voz alta. —¿Y qué pasa cuando te derrumbas? —pregunté, desafiándolo. Luca soltó una risa corta y amarga. —Entonces me levanto. No hay otra alternativa. El silencio que siguió fue pesado, pero no incómodo. Sentí que, por primera vez, estaba viendo al verdadero Luca, no al mafioso o al hombre que siempre intentaba controlarlo todo, sino al hombre detrás de las máscaras. Finalmente, rompió el silencio. —Ven aquí. Su invitación me tomó por sorpresa, pero me levanté y me acerqué al escritorio. Él se puso de pie y caminó hacia mí, deteniéndose a pocos centímetros de distancia. —No sé cómo explicarlo —dijo, su voz baja y seria. —Pero contigo... no es igual. —¿A qué te refieres? —pregunté, mi corazón latiendo con fuerza. —Todo esto, todo lo que hago, siempre ha sido por control. Por poder. Pero contigo... —Hizo una pausa, como si buscara las palabras correctas. —Contigo solo quiero que estés a salvo. Sus palabras me desarmaron por completo. Antes de que pudiera responder, Luca levantó una mano y la colocó suavemente en mi mejilla. —Tienes que confiar en mí, Valeria. No puedo prometer que será fácil, pero haré lo que sea necesario para protegerte. No supe qué decir. Solo asentí, permitiéndome por primera vez creer que quizás, solo quizás, él hablaba en serio. Luca Valeria no lo sabía, pero en ese momento, me había rendido por completo ante ella. No podía decirlo en voz alta, no todavía, pero estaba dispuesto a todo por mantenerla a salvo, incluso si eso significaba destruir cada pedazo de mí mismo. La guerra con Petrov había comenzado, pero proteger a Valeria era la única batalla que realmente importaba. ---ValeriaEl aire en la mansión se sentía pesado, casi irrespirable. Cada paso que daba parecía resonar en los pasillos vacíos, y la tensión era palpable. Después de mi conversación con Luca, había regresado a mi habitación con una sensación que no podía describir: una mezcla de miedo, esperanza y algo que se parecía demasiado a la atracción.No podía negar lo que él despertaba en mí. Pero tampoco podía ignorar lo que representaba. Luca era peligroso, un hombre acostumbrado a tomar lo que quería sin dudar. Y yo… yo no era más que una extraña en su mundo. Una pieza más en un tablero lleno de amenazas y secretos.Esa mañana, el sonido de voces al otro lado de la puerta me sacó de mis pensamientos. Me acerqué con cautela y escuché.—Petrov no retrocederá. —Era la voz de Sam, firme y seria.—Lo sé. —Luca respondió con esa calma helada que parecía dominarlo todo. —Pero no vamos a ceder. Si quiere jugar, jugaremos, y él será el que caiga.No pude escuchar más porque las voces se alejaron, per
ValeriaEl caos estalló en cuestión de segundos, los gritos y los disparos llenaron el aire, y mi corazón comenzó a latir con tanta fuerza que pensé que se me saldría del pecho.No sabía hacia donde correr ni qué hacer, pero las palabras de lucas resonaban en mi cabeza: "vuelve a la casa, ahora."Corrí tan rápido como pude, pero los disparos parecían acercarse cada vez más. El jardín, que por la tarde había sido un refugio, ahora era un campo de batalla. Cuando llegue al patio trasero, una figura oscura emergió frente a mí.—¡Valeria! —grito Sam, apareciendo de l nada. Su rostro estaba cubierto de sudor, pero sus ojos eran decididos. —Ven conmigo, rápido.Antes de que pudiera responder, me tomó del brazo, y me arrastró a un lado de la mansión, dónde un grupo de hombres armados se movían en formación.—¿Qué está pasando? —logré preguntar, con mi voz temblorosa.—Petrov —respondió Sam, sin detenerse. —sus hombres están aquí.Sentí que la sangre se me helaba. Esto no era una advertencia n
Valeria El eco de los disparos disminuyó poco a poco, pero la tensión en el aire seguía siendo insoportable. Mi corazón latía con fuerza mientras Luca me miraba fijamente, como si pudiera leer cada pensamiento que cruzaba mi mente. A su alrededor, sus hombres comenzaban a reagruparse, limpiando las evidencias del ataque. —Ven conmigo —ordenó Luca, con una voz que no admitía discusiones. Me tomó de la mano y me condujo por un pasillo hacia su oficina, un espacio que ahora parecía un refugio seguro en medio del caos. Cerró la puerta detrás de nosotros y se giró para mirarme. —¿Estás herida? Negué con la cabeza, aunque mi cuerpo temblaba por la adrenalina. —Estoy bien. Pero… ¿y tú? —pregunté, notando una mancha de sangre en la manga de su camisa. —No es mía —respondió con frialdad, quitándose la camisa con un movimiento rápido. Su torso estaba tenso, lleno de cicatrices que hablaban de una vida marcada por el peligro. No pude apartar la mirada. Cada línea de su cuerpo parecía gr
ValeriaEl viaje fue silencioso, apenas roto por el zumbido constante del motor del auto. Sam estaba sentado a mi lado, su expresión dura como siempre, pero esta vez había algo diferente en él, como si estuviera evaluando cada sombra que pasábamos.—¿Dónde vamos? —pregunté finalmente, incapaz de soportar el silencio por más tiempo.—A un lugar seguro —respondió sin mirarme.Rodé los ojos ante su falta de detalles. Si había algo que había aprendido en este mundo, era que todos hablaban en enigmas, como si dar una respuesta directa fuera un delito.—¿Qué pasa si Petrov nos encuentra? —insistí, esta vez con más fuerza.Sam se giró hacia mí, su mirada intensa.—No lo hará. No bajo mi vigilancia.Quise creerle, pero la realidad de lo que acababa de suceder en la mansión seguía pesando en mi mente. No podía dejar de preguntarme si Luca estaría bien, si lograría salir de esta guerra sin perderlo todo… o a sí mismo.LucaLa mansión estaba en silencio ahora, un contraste marcado con el caos de
Sinopsis de "Entre Sombras y Deseos"Valeria Torres es una joven luchadora que ha tenido que adaptarse a una vida de sacrificio y supervivencia desde que su madre enfermó. Con apenas 20 años, trabaja como camarera en un café del centro de la ciudad, y sus sueños parecen lejanos e inalcanzables. Sin embargo, cuando un desafortunado accidente pone en peligro una valiosa posesión de Luca Moretti, el temido jefe de la mafia local, su vida cambia para siempre.Luca es todo lo que Valeria ha aprendido a temer: poderoso, implacable y peligroso. Sus ojos oscuros parecen leer el alma de las personas, y su fama le precede en cada rincón de la ciudad. Líder de una de las organizaciones criminales más temidas, su vida está marcada por la violencia, el poder y un distanciamiento emocional que lo convierte en un hombre sin escrúpulos. No tiene tiempo ni interés en emociones como el amor, pues sabe que en su mundo no hay cabida para la debilidad.Cuando Valeria se ve forzada a enfrentarse a Luca deb
Valeria El café siempre estaba lleno. Las mesas estrechas y las sillas de madera rústica no eran precisamente lo que alguien esperaría de un lugar acogedor, pero para muchos de nuestros clientes, el bullicio del lugar era parte de su rutina diaria. Yo había trabajado allí durante meses, y había aprendido a adaptarme al ruido constante, al ajetreo, a las prisas de los clientes que entraban y salían sin dejar de hablar por teléfono o revisar sus correos electrónicos. Era un lugar donde el tiempo parecía acelerarse. La jornada había comenzado como cualquier otra. Mi jefe, Don Felipe, me había asignado la peor de las tareas, como siempre: limpiar las mesas, repartir las órdenes y sonreír mientras atendía a los clientes más exigentes. El restaurante siempre estaba lleno a estas horas, y el reloj parecía moverse en cámara rápida. Pero me mantenía ocupada, y eso era lo único que me importaba. No tenía espacio para los sueños ni para mis propios deseos. Mi mundo era simple: trabajo, casa,
ValeriaLos días siguientes parecieron desvanecerse con la misma rutina. El café seguía lleno, los clientes seguían entrando y saliendo, y mi jefe, Don Felipe, no dejaba de presionarme para que todo fuera perfecto. Pero, aunque mi cuerpo estaba allí, mi mente no dejaba de regresar a aquella tarde. A Luca Moretti.Cada vez que cerraba los ojos, podía ver su rostro: sus ojos oscuros que no dejaban de escrutarme, la forma en que su voz había resonado en mis oídos, tan profunda y firme. Aquella presencia imponente… algo en su cercanía me había sacudido profundamente, y no podía dejar de pensar en lo que había sucedido en el café. Había sido un encuentro fugaz, casi insignificante para él. Pero para mí, algo se había encendido dentro, algo que no sabía cómo apagar.Mi vida estaba lejos de ser interesante o emocionante. Estaba atrapada en un ciclo de trabajo y responsabilidades, en el que no había espacio para nada más. ¿Por qué entonces no podía dejar de pensar en Luca? ¿Qué era lo que ten
ValeriaLa dirección me llevó a un lugar elegante, casi inaccesible para alguien como yo. Al llegar al restaurante, la fachada de cristal y acero me hizo sentir diminuta, como si hubiera entrado en un mundo que no era el mío. Las luces tenues y las columnas doradas daban una sensación de lujo y exclusividad que me hizo dudar por un momento. Mi corazón palpitaba con fuerza en mi pecho, y mi mente trataba de racionalizar lo que estaba a punto de suceder.A pesar de la ansiedad que me invadía, traté de mantener la calma mientras me dirigía hacia la entrada. La puerta se abrió con un suave susurro y, al instante, fui recibida por una anfitriona con una sonrisa profesional que no hizo preguntas, solo me condujo a través del restaurante. La decoración era impresionante, con mesas de madera oscura, manteles de lino blanco y un ambiente refinado que contrastaba con mi ropa simple y mi actitud nerviosa.En el centro de la sala, un hombre se levantó de su silla al verme entrar. No había dudas d