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Una noche de revelaciones

Valeria

Luca me llevó de vuelta a mi habitación sin decir una palabra. Su agarre en mi brazo no era brusco, pero sí firme, como si estuviera asegurándose de que no escapara otra vez. Mi mente seguía dando vueltas por lo que había visto: un hombre armado, la amenaza que representaba y la manera en que Luca lo había enfrentado con una calma implacable.

Cuando cerró la puerta detrás de nosotros, giró hacia mí, sus ojos ardiendo de furia contenida.

—¿Qué parte de "quédate aquí" no entendiste? —preguntó con una voz baja, pero peligrosa.

—No soy una prisionera, Luca. —Mi respuesta salió más firme de lo que esperaba, aunque mi corazón latía con fuerza. —No puedes encerrarme y esperar que simplemente obedezca.

Él pasó una mano por su cabello, claramente frustrado.

—No entiendes en qué mundo estás metida, Valeria. No tienes idea de lo que ese hombre podría haberte hecho si te encontraba.

—Entonces explícame, Luca. —Di un paso hacia él, desafiándolo con mi mirada. —Estoy aquí, atrapada, rodeada de guardias y amenazas, pero nadie me dice nada. Si quieres que me quede, al menos merezco saber la verdad.

Él me miró en silencio durante lo que pareció una eternidad. Finalmente, dejó escapar un suspiro, como si estuviera librando una batalla interna.

—Ese hombre trabaja para uno de mis enemigos más antiguos: Viktor Petrov. —Luca comenzó a caminar por la habitación, sus pasos lentos pero cargados de tensión. —Es un líder del crimen organizado en Europa del Este. Desde hace años ha intentado destruir mi negocio, mi gente... y a mí.

—¿Por qué ahora está interesado en mí? —pregunté, cruzándome de brazos.

Luca se detuvo, mirándome con una expresión seria.

—Porque creen que eres mi debilidad.

La habitación pareció quedarse en silencio absoluto tras esas palabras. Mi debilidad. La forma en que lo dijo, como si fuera un hecho innegable, me dejó sin aliento.

—No soy tu debilidad, Luca. Apenas me conoces.

Él soltó una risa amarga.

—¿De verdad crees que tienes que conocer a alguien durante años para que signifique algo para ti?

No supe qué responder. La intensidad de sus palabras me dejó paralizada. Había algo en su tono, en la manera en que me miraba, que me hizo sentir expuesta, como si pudiera ver más allá de mis defensas.

—Valeria... —dio un paso hacia mí, y su voz bajó, casi como un susurro. —No pedí que esto sucediera. Pero desde el momento en que te vi, supe que haría cualquier cosa para mantenerte a salvo.

Quise alejarme, mantener la distancia que tanto necesitaba, pero mi cuerpo no respondía. Estaba atrapada entre el miedo, la confusión y algo más, algo que no quería admitir.

—No puedes controlar mi vida, Luca. —Finalmente encontré mi voz, aunque apenas era un murmullo. —No puedes decidir por mí.

—No lo hago porque quiera controlarte. Lo hago porque no tengo otra opción.

La intensidad de su mirada me desarmó. Por un momento, olvidé todo: las amenazas, los secretos, incluso mi propia resistencia. Pero entonces recordé a mi madre, mi hogar, todo lo que había dejado atrás.

—Quiero salir de aquí. —Mi voz se rompió al decirlo, pero sabía que tenía que hacerlo. —Quiero mi vida de vuelta.

Luca asintió lentamente, aunque sus ojos mostraban un dolor que no entendía.

—Haré lo que pueda para protegerte, Valeria. Pero no puedo prometerte que tu vida será la misma otra vez.

Luca

La vi alejarse hacia su cama, su cuerpo temblando ligeramente. Quería acercarme, consolarla, decirle que todo estaría bien, pero sabía que sería una mentira. Nada estaría bien mientras Viktor siguiera acechando.

Mi teléfono vibró en el bolsillo, sacándome de mis pensamientos. Era un mensaje de Sam.

"Tenemos a Petrov. Está pidiendo negociar."

Salí de la habitación, cerrando la puerta con cuidado. Valeria necesitaba tiempo, pero yo no tenía el lujo de esperar.

En el sótano de la mansión, Sam estaba de pie junto a Viktor, quien estaba atado a una silla. Su rostro estaba ensangrentado, pero su sonrisa torcida permanecía intacta.

—Luca Moretti —dijo Viktor, su voz ronca pero burlona. —Siempre tan predecible.

—¿Qué haces en mi casa, Petrov? —Mi tono era gélido, pero cada palabra llevaba una amenaza implícita.

—Solo quería hablar. —Viktor se encogió de hombros como si no estuviera sentado allí, vulnerable. —Pero tus hombres no son muy hospitalarios.

—¿Hablar? —Me acerqué, inclinándome hacia él. —¿Sobre qué?

—Sobre ella. —Su sonrisa se ensanchó, y supe exactamente a quién se refería.

El aire se volvió más pesado.

—Si la tocas... —comencé, pero él me interrumpió.

—No la tocaré. Pero no puedo prometer lo mismo de los demás. —Su mirada era un desafío. —Dame lo que quiero, Luca, y ella estará a salvo.

Mis puños se cerraron con fuerza, pero no podía dejar que él viera cuánto me afectaba.

—No estás en posición de negociar. —Le di una señal a Sam, quien le dio un golpe rápido en el estómago. Viktor gruñó, pero su sonrisa nunca desapareció.

—Esto es solo el comienzo, Moretti. —Su voz era un susurro venenoso. —¿Cuánto tiempo crees que puedes mantenerla a salvo?

Lo observé en silencio, sabiendo que no podía mostrar debilidad. Pero en mi interior, sabía que tenía razón. Mientras Valeria estuviera conmigo, siempre estaría en peligro.

Valeria

Aunque estaba en mi habitación, no podía ignorar los ruidos provenientes del sótano. Mi curiosidad y mi miedo se entrelazaban en un torbellino que no podía controlar.

Me acerqué a la puerta y apoyé el oído, escuchando pasos y voces apagadas. ¿Qué estaba pasando allí abajo? ¿Por qué sentía que algo estaba por cambiar, y no para mejor?

Una cosa era clara: esta guerra no había hecho más que comenzar.

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