Valeria
El aire en la mansión se sentía pesado, casi irrespirable. Cada paso que daba parecía resonar en los pasillos vacíos, y la tensión era palpable. Después de mi conversación con Luca, había regresado a mi habitación con una sensación que no podía describir: una mezcla de miedo, esperanza y algo que se parecía demasiado a la atracción. No podía negar lo que él despertaba en mí. Pero tampoco podía ignorar lo que representaba. Luca era peligroso, un hombre acostumbrado a tomar lo que quería sin dudar. Y yo… yo no era más que una extraña en su mundo. Una pieza más en un tablero lleno de amenazas y secretos. Esa mañana, el sonido de voces al otro lado de la puerta me sacó de mis pensamientos. Me acerqué con cautela y escuché. —Petrov no retrocederá. —Era la voz de Sam, firme y seria. —Lo sé. —Luca respondió con esa calma helada que parecía dominarlo todo. —Pero no vamos a ceder. Si quiere jugar, jugaremos, y él será el que caiga. No pude escuchar más porque las voces se alejaron, pero sus palabras me dejaron inquieta. La "guerra" de la que hablaban no era una metáfora. Esto era real, y yo estaba atrapada en el centro. Sin pensarlo demasiado, salí de mi habitación y bajé las escaleras. Necesitaba respuestas, y esta vez no iba a esperar a que Luca me las diera. Lo encontré en la sala de reuniones, inclinado sobre un mapa con Sam y otros hombres a su lado. La energía en la habitación era tensa, casi eléctrica. Cuando crucé el umbral, todas las miradas se posaron en mí. —¿Qué está pasando? —pregunté, intentando que mi voz sonara más firme de lo que me sentía. Luca levantó la cabeza, su mirada encontrando la mía. Por un momento, pareció debatirse entre ignorarme o responder. Finalmente, soltó un suspiro y se enderezó. —Petrov está haciendo movimientos. Quemó uno de nuestros almacenes anoche. Fue un mensaje. —¿Un mensaje para ti o para mí? —insistí, cruzándome de brazos. —Para ambos. —Su respuesta fue directa, sin rodeos. La habitación estaba en silencio. Sentía las miradas de los demás hombres, pero no me importaba. —¿Y cuál es el plan? —continué, dando un paso hacia él. —¿Vas a esperar a que haga el siguiente movimiento o vas a hacer algo para detenerlo? Sam soltó una risa corta, pero Luca no parecía molesto. De hecho, parecía… impresionado. —No subestimes lo que estoy dispuesto a hacer, Valeria —dijo, su tono bajo pero cargado de intensidad. —Entonces hazlo. —Mis palabras fueron un desafío, pero también una súplica. Luca me sostuvo la mirada por un momento antes de asentir. —Sam, asegúrate de que todo esté listo. No podemos permitir errores. Sam asintió y salió de la habitación, seguido por los demás. Solo quedamos Luca y yo, el silencio entre nosotros llenando cada rincón del espacio. —No deberías involucrarte en esto —dijo finalmente, su voz más suave. —Ya estoy involucrada, Luca. Desde el momento en que me llevaste contigo, esto se convirtió en mi realidad también. Él no respondió, pero vi algo en su expresión que me hizo creer que entendía. Luca Valeria tenía razón, aunque me costara admitirlo. Ella ya estaba en medio de todo, y no había forma de cambiar eso. Lo único que podía hacer era asegurarme de que saliera ilesa. Pasé el resto del día preparando cada detalle con Sam. Las horas se deslizaban como un reloj de arena al revés, cada grano marcando un paso más cerca del enfrentamiento inevitable con Petrov. Cerca del anochecer, fui a buscarla. La encontré en el jardín, sentada en el borde de una fuente, perdida en sus pensamientos. Su cabello caía como un río oscuro sobre sus hombros, y la luz del atardecer parecía envolverla en un resplandor cálido. Por un momento, me permití simplemente mirarla. —¿Estás bien? —pregunté, acercándome. Ella levantó la cabeza y me miró. —No lo sé. Todo esto… es demasiado. Me senté a su lado, dejando que el silencio hablara por nosotros. Después de un momento, ella volvió a hablar. —No entiendo cómo puedes vivir así, Luca. Siempre mirando por encima del hombro, siempre esperando el próximo golpe. —No es una elección, Valeria. Es la vida que heredé. Ella me miró, sus ojos buscando algo en los míos. —¿Y si pudieras elegir? ¿Qué harías? La pregunta me tomó por sorpresa. Nunca me había permitido pensar en un "qué pasaría". Mi vida siempre había sido lo que era, sin espacio para imaginar algo diferente. —No lo sé —respondí con sinceridad. —Pero sé que no te habría arrastrado a esto. Ella no respondió, pero su mano rozó la mía, un gesto pequeño pero cargado de significado. Valeria El contacto entre nuestras manos fue breve, pero suficiente para que mi corazón latiera con fuerza. Había algo en Luca que me atraía, una mezcla de peligro y ternura que no podía ignorar. Pero antes de que pudiera decir algo, un ruido en la distancia nos hizo levantarnos de golpe. —¿Qué fue eso? —pregunté, mi voz llena de alarma. Luca ya estaba en guardia, su mirada fija en la dirección del sonido. —Vuelve a la casa, ahora. —¿Qué pasa? —Valeria, haz lo que te digo. El tono de su voz no dejaba lugar a discusión. Corrí hacia la mansión, pero no llegué muy lejos antes de que el caos estallara. ---ValeriaEl caos estalló en cuestión de segundos, los gritos y los disparos llenaron el aire, y mi corazón comenzó a latir con tanta fuerza que pensé que se me saldría del pecho.No sabía hacia donde correr ni qué hacer, pero las palabras de lucas resonaban en mi cabeza: "vuelve a la casa, ahora."Corrí tan rápido como pude, pero los disparos parecían acercarse cada vez más. El jardín, que por la tarde había sido un refugio, ahora era un campo de batalla. Cuando llegue al patio trasero, una figura oscura emergió frente a mí.—¡Valeria! —grito Sam, apareciendo de l nada. Su rostro estaba cubierto de sudor, pero sus ojos eran decididos. —Ven conmigo, rápido.Antes de que pudiera responder, me tomó del brazo, y me arrastró a un lado de la mansión, dónde un grupo de hombres armados se movían en formación.—¿Qué está pasando? —logré preguntar, con mi voz temblorosa.—Petrov —respondió Sam, sin detenerse. —sus hombres están aquí.Sentí que la sangre se me helaba. Esto no era una advertencia n
Valeria El eco de los disparos disminuyó poco a poco, pero la tensión en el aire seguía siendo insoportable. Mi corazón latía con fuerza mientras Luca me miraba fijamente, como si pudiera leer cada pensamiento que cruzaba mi mente. A su alrededor, sus hombres comenzaban a reagruparse, limpiando las evidencias del ataque. —Ven conmigo —ordenó Luca, con una voz que no admitía discusiones. Me tomó de la mano y me condujo por un pasillo hacia su oficina, un espacio que ahora parecía un refugio seguro en medio del caos. Cerró la puerta detrás de nosotros y se giró para mirarme. —¿Estás herida? Negué con la cabeza, aunque mi cuerpo temblaba por la adrenalina. —Estoy bien. Pero… ¿y tú? —pregunté, notando una mancha de sangre en la manga de su camisa. —No es mía —respondió con frialdad, quitándose la camisa con un movimiento rápido. Su torso estaba tenso, lleno de cicatrices que hablaban de una vida marcada por el peligro. No pude apartar la mirada. Cada línea de su cuerpo parecía gr
ValeriaEl viaje fue silencioso, apenas roto por el zumbido constante del motor del auto. Sam estaba sentado a mi lado, su expresión dura como siempre, pero esta vez había algo diferente en él, como si estuviera evaluando cada sombra que pasábamos.—¿Dónde vamos? —pregunté finalmente, incapaz de soportar el silencio por más tiempo.—A un lugar seguro —respondió sin mirarme.Rodé los ojos ante su falta de detalles. Si había algo que había aprendido en este mundo, era que todos hablaban en enigmas, como si dar una respuesta directa fuera un delito.—¿Qué pasa si Petrov nos encuentra? —insistí, esta vez con más fuerza.Sam se giró hacia mí, su mirada intensa.—No lo hará. No bajo mi vigilancia.Quise creerle, pero la realidad de lo que acababa de suceder en la mansión seguía pesando en mi mente. No podía dejar de preguntarme si Luca estaría bien, si lograría salir de esta guerra sin perderlo todo… o a sí mismo.LucaLa mansión estaba en silencio ahora, un contraste marcado con el caos de
Sinopsis de "Entre Sombras y Deseos"Valeria Torres es una joven luchadora que ha tenido que adaptarse a una vida de sacrificio y supervivencia desde que su madre enfermó. Con apenas 20 años, trabaja como camarera en un café del centro de la ciudad, y sus sueños parecen lejanos e inalcanzables. Sin embargo, cuando un desafortunado accidente pone en peligro una valiosa posesión de Luca Moretti, el temido jefe de la mafia local, su vida cambia para siempre.Luca es todo lo que Valeria ha aprendido a temer: poderoso, implacable y peligroso. Sus ojos oscuros parecen leer el alma de las personas, y su fama le precede en cada rincón de la ciudad. Líder de una de las organizaciones criminales más temidas, su vida está marcada por la violencia, el poder y un distanciamiento emocional que lo convierte en un hombre sin escrúpulos. No tiene tiempo ni interés en emociones como el amor, pues sabe que en su mundo no hay cabida para la debilidad.Cuando Valeria se ve forzada a enfrentarse a Luca deb
Valeria El café siempre estaba lleno. Las mesas estrechas y las sillas de madera rústica no eran precisamente lo que alguien esperaría de un lugar acogedor, pero para muchos de nuestros clientes, el bullicio del lugar era parte de su rutina diaria. Yo había trabajado allí durante meses, y había aprendido a adaptarme al ruido constante, al ajetreo, a las prisas de los clientes que entraban y salían sin dejar de hablar por teléfono o revisar sus correos electrónicos. Era un lugar donde el tiempo parecía acelerarse. La jornada había comenzado como cualquier otra. Mi jefe, Don Felipe, me había asignado la peor de las tareas, como siempre: limpiar las mesas, repartir las órdenes y sonreír mientras atendía a los clientes más exigentes. El restaurante siempre estaba lleno a estas horas, y el reloj parecía moverse en cámara rápida. Pero me mantenía ocupada, y eso era lo único que me importaba. No tenía espacio para los sueños ni para mis propios deseos. Mi mundo era simple: trabajo, casa,
ValeriaLos días siguientes parecieron desvanecerse con la misma rutina. El café seguía lleno, los clientes seguían entrando y saliendo, y mi jefe, Don Felipe, no dejaba de presionarme para que todo fuera perfecto. Pero, aunque mi cuerpo estaba allí, mi mente no dejaba de regresar a aquella tarde. A Luca Moretti.Cada vez que cerraba los ojos, podía ver su rostro: sus ojos oscuros que no dejaban de escrutarme, la forma en que su voz había resonado en mis oídos, tan profunda y firme. Aquella presencia imponente… algo en su cercanía me había sacudido profundamente, y no podía dejar de pensar en lo que había sucedido en el café. Había sido un encuentro fugaz, casi insignificante para él. Pero para mí, algo se había encendido dentro, algo que no sabía cómo apagar.Mi vida estaba lejos de ser interesante o emocionante. Estaba atrapada en un ciclo de trabajo y responsabilidades, en el que no había espacio para nada más. ¿Por qué entonces no podía dejar de pensar en Luca? ¿Qué era lo que ten
ValeriaLa dirección me llevó a un lugar elegante, casi inaccesible para alguien como yo. Al llegar al restaurante, la fachada de cristal y acero me hizo sentir diminuta, como si hubiera entrado en un mundo que no era el mío. Las luces tenues y las columnas doradas daban una sensación de lujo y exclusividad que me hizo dudar por un momento. Mi corazón palpitaba con fuerza en mi pecho, y mi mente trataba de racionalizar lo que estaba a punto de suceder.A pesar de la ansiedad que me invadía, traté de mantener la calma mientras me dirigía hacia la entrada. La puerta se abrió con un suave susurro y, al instante, fui recibida por una anfitriona con una sonrisa profesional que no hizo preguntas, solo me condujo a través del restaurante. La decoración era impresionante, con mesas de madera oscura, manteles de lino blanco y un ambiente refinado que contrastaba con mi ropa simple y mi actitud nerviosa.En el centro de la sala, un hombre se levantó de su silla al verme entrar. No había dudas d
LucaVerla sentada frente a mí, tan nerviosa pero tan decidida a no mostrarlo, era una distracción. No era la primera vez que me encontraba con alguien que intentaba ocultar lo que sentía, pero algo en Valeria me mantenía intrigado. A veces, la fuerza de un ser humano no se mide por lo que muestra, sino por lo que oculta. Y ella, de alguna manera, tenía algo que me empujaba a conocer más, a descubrir la verdad detrás de esa fachada de normalidad.—Te dije que todo tiene un propósito —repetí, observándola fijamente. Sus ojos, esos ojos grandes y brillantes, no se apartaban de los míos. Había algo en su mirada que me decía que, a pesar de su resistencia, algo dentro de ella estaba comenzando a ceder.La cena transcurría en un silencio extraño, lleno de palabras no dichas, de pensamientos no expresados. Ella se movía torpemente, intentando parecer relajada, pero era obvio que el ambiente la sobrepasaba. Yo la observaba con calma, disfrutando de cada momento en que se sentía vulnerable. L