La cita

Valeria

La dirección me llevó a un lugar elegante, casi inaccesible para alguien como yo. Al llegar al restaurante, la fachada de cristal y acero me hizo sentir diminuta, como si hubiera entrado en un mundo que no era el mío. Las luces tenues y las columnas doradas daban una sensación de lujo y exclusividad que me hizo dudar por un momento. Mi corazón palpitaba con fuerza en mi pecho, y mi mente trataba de racionalizar lo que estaba a punto de suceder.

A pesar de la ansiedad que me invadía, traté de mantener la calma mientras me dirigía hacia la entrada. La puerta se abrió con un suave susurro y, al instante, fui recibida por una anfitriona con una sonrisa profesional que no hizo preguntas, solo me condujo a través del restaurante. La decoración era impresionante, con mesas de madera oscura, manteles de lino blanco y un ambiente refinado que contrastaba con mi ropa simple y mi actitud nerviosa.

En el centro de la sala, un hombre se levantó de su silla al verme entrar. No había dudas de que era Luca Moretti. Estaba sentado en una mesa apartada, rodeada de una atmósfera casi privada, donde las luces no alcanzaban a iluminar por completo su rostro. Solo sus ojos, esos ojos oscuros, brillaban con intensidad, y cuando me vio, una pequeña sonrisa apareció en sus labios. No era una sonrisa cálida ni amistosa, sino más bien una expresión de quien sabe algo que tú no sabes.

Me acerqué a su mesa con pasos vacilantes, mi estómago revuelto por una mezcla de anticipación y miedo. Mi mente gritaba que debía dar la vuelta y salir corriendo, pero algo me mantenía en su lugar. ¿Qué haría Luca? ¿Por qué había insistido tanto en verme?

"Valeria," dijo, levantándose al verme acercarme, su tono de voz firme pero suave. "Me alegra que hayas venido." Sus palabras no sonaban como una invitación, sino como una orden.

Me senté en la silla frente a él, intentando mantener la compostura, pero mis manos temblaban ligeramente sobre la mesa. No sabía qué esperar de él, y el simple hecho de estar en su presencia me hacía sentir vulnerable, expuesta.

"No necesitas sentirte nerviosa," continuó Luca, como si hubiera leído mis pensamientos. "No estoy aquí para hacerte daño." Su mirada fija y profunda me atravesó, y por un momento, casi creí en sus palabras. Pero sabía que nada en su mundo era tan sencillo.

"¿Por qué me llamaste?" logré preguntar, mi voz un poco más firme de lo que me sentía. "No entiendo qué es lo que quieres de mí."

Luca sonrió, pero no era una sonrisa que transmitiera simpatía. Era una sonrisa que insinuaba que todo lo que estaba sucediendo tenía un propósito mucho mayor. "Todo tiene un propósito, Valeria. Y tú eres parte de este juego."

Lo miré sin comprender, mis pensamientos y emociones enredándose dentro de mí. ¿Un juego? ¿Qué quería decir con eso? Yo no era una pieza en un tablero, no era una marioneta que pudiera mover a su antojo.

"Lo que pasa es que eres… interesante," añadió Luca, su tono más suave ahora, como si estuviera estudiándome. "No eres como las demás. Y eso me intriga."

La idea de que me considerara interesante me desconcertó. ¿Qué sabía de mí? ¿Por qué pensaba que yo era diferente? Estaba a punto de preguntar más, cuando el camarero se acercó para tomar nuestra orden. Luca pidió un vino tinto, y yo, no sabiendo qué hacer, pedí lo mismo. Mis ojos no dejaban de estudiar sus movimientos, su postura, la forma en que manejaba la situación como si todo estuviera bajo su control.

"Te advertí que no me agradan las sorpresas, Valeria," continuó él cuando el camarero se fue. "Pero contigo parece que todo es impredecible. Y eso me gusta."

Era claro que él disfrutaba del control, del poder. Pero algo en su mirada sugería que también había algo más, algo que no podía entender completamente. Algo que lo hacía más humano, más vulnerable de lo que quería mostrar.

"¿Y qué se supone que debo hacer ahora?" le pregunté, sin poder evitarlo. Sentía que había cruzado una línea, que ya no había vuelta atrás, pero la curiosidad era más fuerte que el miedo. Algo en su presencia me atraía como una corriente eléctrica, y aunque no quería admitirlo, no podía evitar sentirme fascinada por él.

Luca la miró fijamente, y por un momento, el aire entre nosotros se volvió denso, cargado de tensión. "Lo que elijas hacer, Valeria, es lo que determinará cómo avanzamos. Y créeme, la vida tiene una manera curiosa de cambiar cuando menos lo esperas."

La idea de estar atrapada en un juego cuyo resultado no conocía me aterraba, pero también me excitaba. Luca estaba jugando conmigo, y, en el fondo, yo también estaba jugando con él. La diferencia era que yo no tenía ni idea de las reglas de este juego, mientras que él las conocía todas.

Mientras él hablaba, una parte de mí no podía evitar pensar: ¿Y si me estoy metiendo en algo demasiado profundo? ¿Demasiado peligroso?

Pero era demasiado tarde. Ya estaba demasiado cerca de él, y las sombras que lo rodeaban me estaban absorbiendo.

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