Valeria
El amanecer iluminaba la mansión con un resplandor cálido, pero para mí no era más que un recordatorio de lo lejos que estaba de mi hogar. La noche había sido larga, llena de pensamientos imposibles de silenciar. Las palabras de Luca seguían resonando en mi mente: "Eres un objetivo." ¿Qué tan peligrosa podía ser mi existencia para alguien como él? Yo no era nadie, una simple chica acostumbrada a sobrevivir con lo mínimo. Sin embargo, ahora estaba atrapada en su mundo, cargando un peso que no me pertenecía. Decidí que no podía seguir así, simplemente esperando respuestas que nunca llegaban. Si Luca no me iba a decir toda la verdad, tendría que descubrirla por mi cuenta. Después del desayuno, pedí permiso para salir al jardín. No esperaba que lo aceptaran, pero para mi sorpresa, Luca accedió. Había algo en su mirada, un destello de confianza o tal vez de curiosidad, como si quisiera ver qué haría con esa pequeña libertad. El jardín era impresionante, con senderos de piedra que serpenteaban entre flores de todos los colores y árboles que parecían tocar el cielo. Pero más allá de la belleza, mi atención estaba en las rejas que rodeaban la propiedad. Eran altas, imposibles de escalar, y custodiadas por cámaras y guardias que patrullaban sin descanso. Una prisión de lujo. Mientras caminaba, escuché un murmullo a lo lejos. Seguí el sonido hasta llegar a una pequeña fuente rodeada de arbustos. Allí encontré a una mujer que no había visto antes. Estaba sentada en un banco, con la mirada perdida en el agua. —¿Eres nueva aquí? —pregunté con cautela. Ella levantó la vista, sorprendida. Era joven, quizás un par de años mayor que yo, pero sus ojos mostraban una tristeza que parecía haber vivido mil vidas. —Podría decirse que sí —respondió con un acento leve, como si no fuera de aquí. Me senté a su lado, intentando parecer tranquila, aunque por dentro estaba llena de preguntas. —¿Quién eres? —le pregunté finalmente. Ella me miró por un momento antes de responder. —Me llamo Sofia. Trabajo para el señor Moretti. —¿Trabajas para él o estás atrapada como yo? Su expresión se endureció, y su mirada se desvió hacia la fuente. —Él me salvó la vida. Si eso significa estar atrapada, entonces no me importa. Sus palabras me dejaron helada. Había algo en su tono que sugería una lealtad absoluta, pero también un miedo subyacente. —¿Salvarte de qué? Sofia no respondió de inmediato. En lugar de eso, se levantó y comenzó a caminar hacia uno de los senderos. Antes de desaparecer entre los arbustos, se giró hacia mí. —Cuidado con lo que preguntas, Valeria. En este mundo, saber demasiado puede ser peligroso. Me quedé sola junto a la fuente, sintiendo que cada vez entendía menos lo que estaba pasando. Pero una cosa era clara: Luca no era el único con secretos. Luca Observé a Valeria desde la distancia, oculto entre las sombras de uno de los balcones. Sabía que estaba buscando respuestas, intentando entender por qué su vida había cambiado de repente. No podía culparla por eso. Pero la verdad era más complicada de lo que ella imaginaba. Su presencia aquí no solo era una cuestión de seguridad. Había algo en Valeria que me atraía, algo que no podía explicar. Una parte de mí quería protegerla, pero otra parte sabía que mi cercanía solo la pondría en más peligro. —Se está acostumbrando al lugar —dijo Sam, acercándose por detrás. Mi mejor amigo y hombre de confianza, Sam, siempre sabía leerme. Pero esta vez, su tono era diferente, como si estuviera cuestionando mis decisiones. —No tiene elección —respondí, sin apartar la mirada de Valeria. —¿Y tú? —preguntó él. —¿Tienes elección? Lo miré, sabiendo exactamente a qué se refería. Mi mundo era peligroso, y traer a Valeria aquí había sido un riesgo calculado. Pero con cada día que pasaba, empezaba a dudar de si realmente había tomado la decisión correcta. —Ella está a salvo aquí. Es lo único que importa. Sam no dijo nada más, pero su expresión dejaba claro que no estaba convencido. Volví mi atención a Valeria, observando cómo regresaba lentamente a la casa. Había algo en su caminar, una determinación que no había visto antes. Sabía que no iba a quedarse de brazos cruzados mucho tiempo más. Y eso me preocupaba. Porque en mi mundo, la curiosidad podía ser letal. Valeria Al regresar a la mansión, me encontré con Luca esperándome en el pasillo principal. Su presencia siempre llenaba la habitación, pero esta vez había algo diferente en su expresión. —¿Disfrutaste del jardín? —preguntó, su tono casual, pero sus ojos evaluándome cuidadosamente. —Sí, es hermoso. —Intenté sonar indiferente, pero sabía que no le engañaba. —Me alegra que lo creas. Porque será lo único que verás por un tiempo. Su respuesta me tomó por sorpresa. —¿Qué significa eso? Luca se acercó, su mirada fija en la mía. —Significa que necesitas entender que este lugar no es solo un refugio. Es un escudo contra un mundo que no estás lista para enfrentar. Quería gritarle, acusarlo de tratarme como una prisionera, pero las palabras de Sofia aún rondaban en mi mente. Saber demasiado puede ser peligroso. Por primera vez, empecé a preguntarme si realmente quería conocer toda la verdad. --- bueno, bueno esto se está poniendo cada vez mejor. ¿que creen ustedes?ValeriaLa noche cayó sobre la mansión como un velo pesado, llenando los pasillos de sombras que parecían moverse por voluntad propia. Aunque el lugar era inmenso, el silencio lo hacía opresivo. Cada crujido de la madera bajo mis pies, cada susurro del viento que entraba por las ventanas entreabiertas, me hacía sentir como si algo estuviera acechándome.No podía dormir. Las palabras de Luca seguían rondando mi mente: "Este lugar es un escudo." Pero, ¿contra qué? ¿Qué clase de enemigos justificaban todo esto?Decidí que no podía quedarme encerrada en mi habitación una noche más. Me puse un abrigo ligero y salí al pasillo. La mansión estaba en penumbra, solo iluminada por la luz de la luna que se filtraba por los ventanales. Caminé en silencio, asegurándome de no hacer ruido para no alertar a nadie.Mi objetivo era el ala oeste, un lugar que Luca había evitado mostrarme durante nuestro recorrido. Algo me decía que allí podría encontrar respuestas.A medida que avanzaba, el aire se volví
Valeria Luca me llevó de vuelta a mi habitación sin decir una palabra. Su agarre en mi brazo no era brusco, pero sí firme, como si estuviera asegurándose de que no escapara otra vez. Mi mente seguía dando vueltas por lo que había visto: un hombre armado, la amenaza que representaba y la manera en que Luca lo había enfrentado con una calma implacable. Cuando cerró la puerta detrás de nosotros, giró hacia mí, sus ojos ardiendo de furia contenida. —¿Qué parte de "quédate aquí" no entendiste? —preguntó con una voz baja, pero peligrosa. —No soy una prisionera, Luca. —Mi respuesta salió más firme de lo que esperaba, aunque mi corazón latía con fuerza. —No puedes encerrarme y esperar que simplemente obedezca. Él pasó una mano por su cabello, claramente frustrado. —No entiendes en qué mundo estás metida, Valeria. No tienes idea de lo que ese hombre podría haberte hecho si te encontraba. —Entonces explícame, Luca. —Di un paso hacia él, desafiándolo con mi mirada. —Estoy aquí, atrapada,
ValeriaLa noche no me dejó dormir. Cada crujido de la casa me hacía sobresaltarme, cada sombra parecía ocultar un peligro. El miedo que sentía no era solo por la amenaza externa, sino también por lo que empezaba a descubrir de Luca y, más preocupante aún, de mí misma.Después de lo que había pasado en el sótano, Luca había regresado brevemente para asegurarse de que estuviera bien. No habló mucho, pero su mirada bastó para que entendiera que las cosas estaban más serias de lo que imaginaba. Me pidió que descansara, pero ¿cómo podía hacerlo?El amanecer llegó demasiado rápido, y aunque mis ojos estaban pesados, mi mente seguía alerta. Decidí salir de mi habitación. No podía quedarme encerrada, dejando que mi imaginación me atormentara. Necesitaba respuestas.Al cruzar el pasillo, escuché voces provenientes del estudio. Reconocí la de Luca y, para mi sorpresa, también la de Sam. Me acerqué en silencio, manteniéndome fuera de la vista.—No podemos mantenerla aquí mucho más tiempo —dijo
ValeriaHabía algo intoxicante y aterrador en la forma en que Luca me había besado. No podía negarlo: lo había sentido hasta el fondo de mi ser. Pero, ¿qué significaba realmente? ¿Era un reflejo de algo genuino o solo otro intento suyo de controlarme?Pasé el día evitando su mirada. No quería enfrentar las preguntas que él, o incluso yo misma, podría hacerme. El sol empezaba a ponerse, tiñendo los cielos de un rojo profundo, cuando decidí salir al jardín. Necesitaba un respiro, algo que me recordara que el mundo seguía existiendo más allá de estas paredes.El aire fresco llenó mis pulmones, pero la tranquilidad no duró mucho. Sentí una presencia antes de escuchar una voz detrás de mí.—No deberías estar sola aquí.Giré y lo vi: Sam. Siempre parecía estar vigilándome, aunque no de forma hostil. Había algo en él que me hacía pensar que su lealtad hacia Luca era absoluta, pero también que no estaba del todo de acuerdo con su forma de manejar las cosas.—Necesitaba espacio —respondí, cru
LucaLa amenaza de Petrov estaba cada vez más cerca. Su mensaje no era solo una advertencia, sino un recordatorio de lo que estaba dispuesto a hacer. Mi mundo siempre había estado envuelto en violencia, pero ahora no se trataba solo de proteger mis negocios o a mi gente, sino a ella.Valeria.No podía permitirme pensar demasiado en lo que sentía por ella, pero cada mirada suya me desarmaba un poco más. Esa noche, mientras repasaba los informes con Sam y mis hombres, mi mente volvía a sus ojos, a su voz temblorosa cuando me exigió respuestas. Ella estaba dentro de este mundo ahora, aunque no lo quisiera, y yo era el único capaz de mantenerla a salvo.—Luca, necesitamos más tiempo para reforzar el perímetro —dijo Sam, interrumpiendo mis pensamientos.—No tenemos tiempo —respondí con dureza. —Petrov no nos dará tregua. Si quiere la guerra, la tendrá, pero no lo dejaremos ganar.Sam asintió, pero su mirada me dejó claro que estaba tan preocupado como yo.—¿Qué hacemos con Valeria? —pregun
ValeriaEl aire en la mansión se sentía pesado, casi irrespirable. Cada paso que daba parecía resonar en los pasillos vacíos, y la tensión era palpable. Después de mi conversación con Luca, había regresado a mi habitación con una sensación que no podía describir: una mezcla de miedo, esperanza y algo que se parecía demasiado a la atracción.No podía negar lo que él despertaba en mí. Pero tampoco podía ignorar lo que representaba. Luca era peligroso, un hombre acostumbrado a tomar lo que quería sin dudar. Y yo… yo no era más que una extraña en su mundo. Una pieza más en un tablero lleno de amenazas y secretos.Esa mañana, el sonido de voces al otro lado de la puerta me sacó de mis pensamientos. Me acerqué con cautela y escuché.—Petrov no retrocederá. —Era la voz de Sam, firme y seria.—Lo sé. —Luca respondió con esa calma helada que parecía dominarlo todo. —Pero no vamos a ceder. Si quiere jugar, jugaremos, y él será el que caiga.No pude escuchar más porque las voces se alejaron, per
ValeriaEl caos estalló en cuestión de segundos, los gritos y los disparos llenaron el aire, y mi corazón comenzó a latir con tanta fuerza que pensé que se me saldría del pecho.No sabía hacia donde correr ni qué hacer, pero las palabras de lucas resonaban en mi cabeza: "vuelve a la casa, ahora."Corrí tan rápido como pude, pero los disparos parecían acercarse cada vez más. El jardín, que por la tarde había sido un refugio, ahora era un campo de batalla. Cuando llegue al patio trasero, una figura oscura emergió frente a mí.—¡Valeria! —grito Sam, apareciendo de l nada. Su rostro estaba cubierto de sudor, pero sus ojos eran decididos. —Ven conmigo, rápido.Antes de que pudiera responder, me tomó del brazo, y me arrastró a un lado de la mansión, dónde un grupo de hombres armados se movían en formación.—¿Qué está pasando? —logré preguntar, con mi voz temblorosa.—Petrov —respondió Sam, sin detenerse. —sus hombres están aquí.Sentí que la sangre se me helaba. Esto no era una advertencia n
Valeria El eco de los disparos disminuyó poco a poco, pero la tensión en el aire seguía siendo insoportable. Mi corazón latía con fuerza mientras Luca me miraba fijamente, como si pudiera leer cada pensamiento que cruzaba mi mente. A su alrededor, sus hombres comenzaban a reagruparse, limpiando las evidencias del ataque. —Ven conmigo —ordenó Luca, con una voz que no admitía discusiones. Me tomó de la mano y me condujo por un pasillo hacia su oficina, un espacio que ahora parecía un refugio seguro en medio del caos. Cerró la puerta detrás de nosotros y se giró para mirarme. —¿Estás herida? Negué con la cabeza, aunque mi cuerpo temblaba por la adrenalina. —Estoy bien. Pero… ¿y tú? —pregunté, notando una mancha de sangre en la manga de su camisa. —No es mía —respondió con frialdad, quitándose la camisa con un movimiento rápido. Su torso estaba tenso, lleno de cicatrices que hablaban de una vida marcada por el peligro. No pude apartar la mirada. Cada línea de su cuerpo parecía gr