Valeria
La mansión era un laberinto de secretos. Cada rincón parecía esconder algo más allá de lo que mis ojos podían ver, y cada conversación con Luca me dejaba con más preguntas que respuestas. Me sentía como un peón en un juego que no comprendía, atrapada entre la necesidad de proteger a mi madre y el deseo de escapar de esta jaula dorada. Esa noche, después de horas recorriendo la casa, me encontré en la biblioteca. Las estanterías se alzaban hasta el techo, repletas de libros antiguos. El lugar era imponente, pero también tenía algo de reconfortante. Me recordaba a mi infancia, cuando solía refugiarme en la lectura para olvidar las dificultades de la vida. Mientras pasaba mis dedos por los lomos de los libros, oí un ruido detrás de mí. Me giré rápidamente, mi corazón latiendo con fuerza. Luca estaba allí, apoyado en el marco de la puerta, observándome con una expresión indescifrable. —No puedo dormir —dije antes de que él pudiera hablar. —Pensé que tal vez un libro me ayudaría. —La lectura siempre es un buen escape —respondió, entrando en la sala con pasos lentos y seguros. —Pero dudo que encuentres algo aquí que te haga olvidar todo lo que está pasando. Su honestidad me desarmó. Bajé la mirada, intentando ocultar la mezcla de frustración y vulnerabilidad que sentía. —No entiendo por qué estoy aquí, Luca. —Mi voz salió en un susurro, pero sabía que él me había oído. —Dices que es para protegerme, pero no me dices de qué. ¿Cómo se supone que confíe en ti? Él suspiró, pasándose una mano por el cabello. Por un momento, parecía menos el hombre imponente que siempre mostraba ser y más… humano. Pero fue solo un instante. Enseguida, recuperó su postura habitual. —Hay cosas que no puedo decirte todavía, Valeria. No porque no quiera, sino porque no estás lista para escucharlas. —Se acercó a una de las estanterías y sacó un libro al azar, observándolo como si contuviera las respuestas a todos los problemas del mundo. —Pero te prometo que lo hago por una razón. —¿Y qué pasa si no quiero razones? —Mi voz se alzó ligeramente. —¿Qué pasa si solo quiero mi vida de vuelta? —Tu vida ya no existe. —Su respuesta fue directa, casi cruel, pero sus ojos reflejaban algo más: arrepentimiento. —Y no es culpa tuya, Valeria. Es mía. Aquellas palabras me dejaron sin aliento. Había sospechado que Luca estaba más involucrado en esta situación de lo que admitía, pero escucharlo decirlo en voz alta era diferente. Quería exigirle respuestas, gritarle, hacerle entender lo mucho que había perdido por su culpa. Pero algo en su expresión me detuvo. —Dime la verdad, Luca. —Me acerqué a él, ignorando el miedo que su presencia siempre provocaba. —¿Qué está pasando? Él me miró por un largo momento, como si estuviera debatiéndose internamente. Finalmente, dejó el libro sobre la mesa y se cruzó de brazos. —Mi mundo está lleno de enemigos, Valeria. Personas que harían cualquier cosa para destruirme, incluso usar a los inocentes para llegar a mí. —Su voz era baja, pero cada palabra estaba cargada de intensidad. —Cuando te vi por primera vez, no tenía intención de involucrarte. Pero alguien te vio conmigo, y ahora eres un objetivo. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Sus palabras eran como una sentencia. Intenté procesar lo que estaba diciendo, pero mi mente se resistía a aceptar la realidad. —¿Un objetivo? —repetí, mi voz temblando. —¿Qué significa eso? —Significa que hay personas que no dudarán en hacerte daño para llegar a mí. —Sus ojos se clavaron en los míos, llenos de una seriedad que no dejaba lugar a dudas. —Y no voy a permitir que eso suceda. Me dejé caer en una de las sillas cercanas, sintiendo que el peso del mundo caía sobre mí. Todo esto era demasiado. Mi vida había cambiado de un día para otro, y ahora estaba atrapada en una situación que no entendía, rodeada de peligros que ni siquiera podía ver. —Esto no es justo, Luca. —Mi voz era un susurro, cargado de impotencia. —Yo no pedí esto. —Lo sé. —Él se acercó y se agachó frente a mí, su rostro a la altura del mío. —Y haré todo lo posible para protegerte, incluso si eso significa mantenerte aquí contra tu voluntad. Sus palabras deberían haberme enfurecido, pero había algo en su tono, en la forma en que me miraba, que me desarmó. Por un momento, sentí que podía confiar en él, que tal vez, solo tal vez, estaba siendo honesto. Pero entonces recordé a mi madre, mi hogar, todo lo que había dejado atrás. Y supe que, aunque Luca pudiera protegerme de sus enemigos, nunca podría devolverme la vida que había perdido. —Quiero irme a mi habitación. —Mi voz era firme, aunque sabía que él podía ver a través de mi fachada. Luca asintió y se apartó, dándome espacio para pasar. Mientras salía de la biblioteca, sentí su mirada fija en mi espalda, pero no me volví. No podía. Porque si lo hacía, temía que vería algo en sus ojos que me haría dudar de todo. Esa noche, mientras intentaba dormir, una pregunta seguía rondando en mi mente: ¿Quién era realmente Luca Moretti? ---Valeria El amanecer iluminaba la mansión con un resplandor cálido, pero para mí no era más que un recordatorio de lo lejos que estaba de mi hogar. La noche había sido larga, llena de pensamientos imposibles de silenciar. Las palabras de Luca seguían resonando en mi mente: "Eres un objetivo." ¿Qué tan peligrosa podía ser mi existencia para alguien como él? Yo no era nadie, una simple chica acostumbrada a sobrevivir con lo mínimo. Sin embargo, ahora estaba atrapada en su mundo, cargando un peso que no me pertenecía. Decidí que no podía seguir así, simplemente esperando respuestas que nunca llegaban. Si Luca no me iba a decir toda la verdad, tendría que descubrirla por mi cuenta. Después del desayuno, pedí permiso para salir al jardín. No esperaba que lo aceptaran, pero para mi sorpresa, Luca accedió. Había algo en su mirada, un destello de confianza o tal vez de curiosidad, como si quisiera ver qué haría con esa pequeña libertad. El jardín era impresionante, con senderos de piedra
ValeriaLa noche cayó sobre la mansión como un velo pesado, llenando los pasillos de sombras que parecían moverse por voluntad propia. Aunque el lugar era inmenso, el silencio lo hacía opresivo. Cada crujido de la madera bajo mis pies, cada susurro del viento que entraba por las ventanas entreabiertas, me hacía sentir como si algo estuviera acechándome.No podía dormir. Las palabras de Luca seguían rondando mi mente: "Este lugar es un escudo." Pero, ¿contra qué? ¿Qué clase de enemigos justificaban todo esto?Decidí que no podía quedarme encerrada en mi habitación una noche más. Me puse un abrigo ligero y salí al pasillo. La mansión estaba en penumbra, solo iluminada por la luz de la luna que se filtraba por los ventanales. Caminé en silencio, asegurándome de no hacer ruido para no alertar a nadie.Mi objetivo era el ala oeste, un lugar que Luca había evitado mostrarme durante nuestro recorrido. Algo me decía que allí podría encontrar respuestas.A medida que avanzaba, el aire se volví
Valeria Luca me llevó de vuelta a mi habitación sin decir una palabra. Su agarre en mi brazo no era brusco, pero sí firme, como si estuviera asegurándose de que no escapara otra vez. Mi mente seguía dando vueltas por lo que había visto: un hombre armado, la amenaza que representaba y la manera en que Luca lo había enfrentado con una calma implacable. Cuando cerró la puerta detrás de nosotros, giró hacia mí, sus ojos ardiendo de furia contenida. —¿Qué parte de "quédate aquí" no entendiste? —preguntó con una voz baja, pero peligrosa. —No soy una prisionera, Luca. —Mi respuesta salió más firme de lo que esperaba, aunque mi corazón latía con fuerza. —No puedes encerrarme y esperar que simplemente obedezca. Él pasó una mano por su cabello, claramente frustrado. —No entiendes en qué mundo estás metida, Valeria. No tienes idea de lo que ese hombre podría haberte hecho si te encontraba. —Entonces explícame, Luca. —Di un paso hacia él, desafiándolo con mi mirada. —Estoy aquí, atrapada,
ValeriaLa noche no me dejó dormir. Cada crujido de la casa me hacía sobresaltarme, cada sombra parecía ocultar un peligro. El miedo que sentía no era solo por la amenaza externa, sino también por lo que empezaba a descubrir de Luca y, más preocupante aún, de mí misma.Después de lo que había pasado en el sótano, Luca había regresado brevemente para asegurarse de que estuviera bien. No habló mucho, pero su mirada bastó para que entendiera que las cosas estaban más serias de lo que imaginaba. Me pidió que descansara, pero ¿cómo podía hacerlo?El amanecer llegó demasiado rápido, y aunque mis ojos estaban pesados, mi mente seguía alerta. Decidí salir de mi habitación. No podía quedarme encerrada, dejando que mi imaginación me atormentara. Necesitaba respuestas.Al cruzar el pasillo, escuché voces provenientes del estudio. Reconocí la de Luca y, para mi sorpresa, también la de Sam. Me acerqué en silencio, manteniéndome fuera de la vista.—No podemos mantenerla aquí mucho más tiempo —dijo
ValeriaHabía algo intoxicante y aterrador en la forma en que Luca me había besado. No podía negarlo: lo había sentido hasta el fondo de mi ser. Pero, ¿qué significaba realmente? ¿Era un reflejo de algo genuino o solo otro intento suyo de controlarme?Pasé el día evitando su mirada. No quería enfrentar las preguntas que él, o incluso yo misma, podría hacerme. El sol empezaba a ponerse, tiñendo los cielos de un rojo profundo, cuando decidí salir al jardín. Necesitaba un respiro, algo que me recordara que el mundo seguía existiendo más allá de estas paredes.El aire fresco llenó mis pulmones, pero la tranquilidad no duró mucho. Sentí una presencia antes de escuchar una voz detrás de mí.—No deberías estar sola aquí.Giré y lo vi: Sam. Siempre parecía estar vigilándome, aunque no de forma hostil. Había algo en él que me hacía pensar que su lealtad hacia Luca era absoluta, pero también que no estaba del todo de acuerdo con su forma de manejar las cosas.—Necesitaba espacio —respondí, cru
LucaLa amenaza de Petrov estaba cada vez más cerca. Su mensaje no era solo una advertencia, sino un recordatorio de lo que estaba dispuesto a hacer. Mi mundo siempre había estado envuelto en violencia, pero ahora no se trataba solo de proteger mis negocios o a mi gente, sino a ella.Valeria.No podía permitirme pensar demasiado en lo que sentía por ella, pero cada mirada suya me desarmaba un poco más. Esa noche, mientras repasaba los informes con Sam y mis hombres, mi mente volvía a sus ojos, a su voz temblorosa cuando me exigió respuestas. Ella estaba dentro de este mundo ahora, aunque no lo quisiera, y yo era el único capaz de mantenerla a salvo.—Luca, necesitamos más tiempo para reforzar el perímetro —dijo Sam, interrumpiendo mis pensamientos.—No tenemos tiempo —respondí con dureza. —Petrov no nos dará tregua. Si quiere la guerra, la tendrá, pero no lo dejaremos ganar.Sam asintió, pero su mirada me dejó claro que estaba tan preocupado como yo.—¿Qué hacemos con Valeria? —pregun
ValeriaEl aire en la mansión se sentía pesado, casi irrespirable. Cada paso que daba parecía resonar en los pasillos vacíos, y la tensión era palpable. Después de mi conversación con Luca, había regresado a mi habitación con una sensación que no podía describir: una mezcla de miedo, esperanza y algo que se parecía demasiado a la atracción.No podía negar lo que él despertaba en mí. Pero tampoco podía ignorar lo que representaba. Luca era peligroso, un hombre acostumbrado a tomar lo que quería sin dudar. Y yo… yo no era más que una extraña en su mundo. Una pieza más en un tablero lleno de amenazas y secretos.Esa mañana, el sonido de voces al otro lado de la puerta me sacó de mis pensamientos. Me acerqué con cautela y escuché.—Petrov no retrocederá. —Era la voz de Sam, firme y seria.—Lo sé. —Luca respondió con esa calma helada que parecía dominarlo todo. —Pero no vamos a ceder. Si quiere jugar, jugaremos, y él será el que caiga.No pude escuchar más porque las voces se alejaron, per
ValeriaEl caos estalló en cuestión de segundos, los gritos y los disparos llenaron el aire, y mi corazón comenzó a latir con tanta fuerza que pensé que se me saldría del pecho.No sabía hacia donde correr ni qué hacer, pero las palabras de lucas resonaban en mi cabeza: "vuelve a la casa, ahora."Corrí tan rápido como pude, pero los disparos parecían acercarse cada vez más. El jardín, que por la tarde había sido un refugio, ahora era un campo de batalla. Cuando llegue al patio trasero, una figura oscura emergió frente a mí.—¡Valeria! —grito Sam, apareciendo de l nada. Su rostro estaba cubierto de sudor, pero sus ojos eran decididos. —Ven conmigo, rápido.Antes de que pudiera responder, me tomó del brazo, y me arrastró a un lado de la mansión, dónde un grupo de hombres armados se movían en formación.—¿Qué está pasando? —logré preguntar, con mi voz temblorosa.—Petrov —respondió Sam, sin detenerse. —sus hombres están aquí.Sentí que la sangre se me helaba. Esto no era una advertencia n