Valeria
La noche cayó sobre la mansión como un velo pesado, llenando los pasillos de sombras que parecían moverse por voluntad propia. Aunque el lugar era inmenso, el silencio lo hacía opresivo. Cada crujido de la madera bajo mis pies, cada susurro del viento que entraba por las ventanas entreabiertas, me hacía sentir como si algo estuviera acechándome. No podía dormir. Las palabras de Luca seguían rondando mi mente: "Este lugar es un escudo." Pero, ¿contra qué? ¿Qué clase de enemigos justificaban todo esto? Decidí que no podía quedarme encerrada en mi habitación una noche más. Me puse un abrigo ligero y salí al pasillo. La mansión estaba en penumbra, solo iluminada por la luz de la luna que se filtraba por los ventanales. Caminé en silencio, asegurándome de no hacer ruido para no alertar a nadie. Mi objetivo era el ala oeste, un lugar que Luca había evitado mostrarme durante nuestro recorrido. Algo me decía que allí podría encontrar respuestas. A medida que avanzaba, el aire se volvía más frío, y un extraño escalofrío recorrió mi cuerpo. Intenté ignorarlo, concentrándome en mi propósito. Cuando finalmente llegué a una puerta pesada de madera, me detuve. La empujé con cuidado, y un leve chirrido resonó en el aire. El cuarto estaba oscuro, pero distinguí estanterías llenas de papeles, mapas y documentos. Una pequeña lámpara de escritorio parpadeaba débilmente, proyectando sombras inquietantes en las paredes. Me acerqué, curiosa, y comencé a revisar los papeles. Había nombres, direcciones, incluso fotografías. La mayoría de las caras eran desconocidas para mí, pero había algo en los documentos que llamaba mi atención: una carpeta con mi nombre. Mi corazón dio un vuelco al verla. La abrí con manos temblorosas y me encontré con información que no podía comprender. Había fotos mías y de mi madre, notas escritas a mano y un mapa que marcaba la ubicación de mi antiguo departamento. Todo parecía meticulosamente planeado. Antes de que pudiera procesar lo que estaba viendo, escuché pasos acercándose. Mi cuerpo se tensó, y rápidamente apagué la lámpara. Me escondí detrás de una estantería, intentando controlar mi respiración. —¿Quién está ahí? —La voz grave y autoritaria de Luca rompió el silencio. Sentí mi corazón golpear mi pecho con fuerza. Sabía que era cuestión de segundos antes de que me encontrara. Luca Cuando vi la puerta del archivo abierta, supe que algo no estaba bien. No muchos en la mansión tenían acceso a este lugar, y la seguridad no permitía intrusos. Entré con cuidado, pero mi instinto me decía que no estaba solo. Caminé hacia la lámpara apagada, observando los papeles sobre el escritorio. Una ráfaga de aire ligero me indicó que alguien había estado revisando los documentos. Y entonces lo supe: Valeria. —Sal de ahí, Valeria. —Mi voz era firme, pero no quería asustarla. El silencio me respondió. —Sé que estás ahí. No me hagas buscarte. Pocos segundos después, ella salió de su escondite, con los brazos cruzados y una mirada desafiante en el rostro. —¿Qué significa todo esto, Luca? —dijo, señalando los papeles sobre la mesa. Suspiré, pasándome una mano por el cabello. Había llegado el momento que tanto había temido. —Significa que he hecho todo lo posible para protegerte. —¿Protegerme? —repitió, su tono lleno de incredulidad. —¿De qué? ¿Por qué tienes fotos mías y de mi madre? ¿Desde cuándo me estabas vigilando? La intensidad en sus palabras me golpeó, pero me obligué a mantener la calma. —Desde el momento en que te convertiste en un objetivo, Valeria. No porque lo quisiera, sino porque alguien más te eligió para hacerme daño. —¿Quién? —exigió, acercándose más a mí. —Un enemigo, alguien que quiere destruir todo lo que tengo. —Mi voz se endureció. —Tu presencia conmigo esa noche en el club no fue casualidad. Ellos te vieron y asumieron que eras importante para mí. Valeria se quedó en silencio, procesando mis palabras. Podía ver la lucha interna en sus ojos: querer entender pero también desear no haber preguntado. —Esto no es justo, Luca. —Finalmente habló, con su voz temblando. —No puedo vivir así, como una pieza más en tu juego. —No eres una pieza, Valeria. —Mis palabras salieron más intensas de lo que pretendía. —Eres lo único que no puedo permitir que me arrebaten. Por un momento, el silencio llenó la habitación. Ella me miró, confundida y vulnerable, y yo supe que estaba caminando por una línea peligrosa. Mi mundo no permitía vínculos como este. Pero no podía evitarlo. Valeria Las palabras de Luca me dejaron paralizada. Había algo en su tono, en la forma en que me miraba, que me hizo dudar de todo. ¿Era realmente un hombre frío y calculador, o había algo más profundo detrás de su fachada? Antes de que pudiera responder, un ruido sordo nos interrumpió. Ambos nos giramos hacia la puerta, alertas. —Quédate aquí. —Luca me dio una mirada seria antes de salir rápidamente del cuarto. El miedo me invadió, pero también la curiosidad. Sabía que algo estaba pasando, algo que podía cambiarlo todo. Luche contra mi instinto, pero al final decidí seguirlo. Mientras me deslizaba por los pasillos oscuros, escuché voces. Luca estaba hablando con alguien, pero no pude distinguir las palabras. Me acerqué un poco más, escondiéndome detrás de una columna. Y entonces lo vi: un hombre alto y robusto, con una cicatriz que le cruzaba el rostro, enfrentándose a Luca con una pistola en la mano. —Sabes que esto no terminará aquí, Moretti. —La voz del hombre era ronca y amenazante. Luca no se movió, pero su postura era tensa, lista para atacar. —No me amenaces en mi propia casa. —Su voz era como un cuchillo afilado. El hombre soltó una risa seca, pero antes de que pudiera responder, Sam apareció por detrás y lo desarmó con un movimiento rápido. El hombre cayó al suelo, gruñendo de dolor, mientras Luca lo observaba con una expresión de puro desprecio. —Llévatelo —ordenó, y Sam asintió, arrastrando al intruso hacia una salida lateral. Quería quedarme escondida, pero el sonido de mis propios latidos era ensordecedor. Sin querer, hice un ruido al retroceder, y Luca se giró hacia mí. —¿Qué haces aquí? —preguntó, su voz baja pero cargada de furia. No sabía qué responder. Solo podía mirarlo, completamente aterrada. ---Valeria Luca me llevó de vuelta a mi habitación sin decir una palabra. Su agarre en mi brazo no era brusco, pero sí firme, como si estuviera asegurándose de que no escapara otra vez. Mi mente seguía dando vueltas por lo que había visto: un hombre armado, la amenaza que representaba y la manera en que Luca lo había enfrentado con una calma implacable. Cuando cerró la puerta detrás de nosotros, giró hacia mí, sus ojos ardiendo de furia contenida. —¿Qué parte de "quédate aquí" no entendiste? —preguntó con una voz baja, pero peligrosa. —No soy una prisionera, Luca. —Mi respuesta salió más firme de lo que esperaba, aunque mi corazón latía con fuerza. —No puedes encerrarme y esperar que simplemente obedezca. Él pasó una mano por su cabello, claramente frustrado. —No entiendes en qué mundo estás metida, Valeria. No tienes idea de lo que ese hombre podría haberte hecho si te encontraba. —Entonces explícame, Luca. —Di un paso hacia él, desafiándolo con mi mirada. —Estoy aquí, atrapada,
ValeriaLa noche no me dejó dormir. Cada crujido de la casa me hacía sobresaltarme, cada sombra parecía ocultar un peligro. El miedo que sentía no era solo por la amenaza externa, sino también por lo que empezaba a descubrir de Luca y, más preocupante aún, de mí misma.Después de lo que había pasado en el sótano, Luca había regresado brevemente para asegurarse de que estuviera bien. No habló mucho, pero su mirada bastó para que entendiera que las cosas estaban más serias de lo que imaginaba. Me pidió que descansara, pero ¿cómo podía hacerlo?El amanecer llegó demasiado rápido, y aunque mis ojos estaban pesados, mi mente seguía alerta. Decidí salir de mi habitación. No podía quedarme encerrada, dejando que mi imaginación me atormentara. Necesitaba respuestas.Al cruzar el pasillo, escuché voces provenientes del estudio. Reconocí la de Luca y, para mi sorpresa, también la de Sam. Me acerqué en silencio, manteniéndome fuera de la vista.—No podemos mantenerla aquí mucho más tiempo —dijo
ValeriaHabía algo intoxicante y aterrador en la forma en que Luca me había besado. No podía negarlo: lo había sentido hasta el fondo de mi ser. Pero, ¿qué significaba realmente? ¿Era un reflejo de algo genuino o solo otro intento suyo de controlarme?Pasé el día evitando su mirada. No quería enfrentar las preguntas que él, o incluso yo misma, podría hacerme. El sol empezaba a ponerse, tiñendo los cielos de un rojo profundo, cuando decidí salir al jardín. Necesitaba un respiro, algo que me recordara que el mundo seguía existiendo más allá de estas paredes.El aire fresco llenó mis pulmones, pero la tranquilidad no duró mucho. Sentí una presencia antes de escuchar una voz detrás de mí.—No deberías estar sola aquí.Giré y lo vi: Sam. Siempre parecía estar vigilándome, aunque no de forma hostil. Había algo en él que me hacía pensar que su lealtad hacia Luca era absoluta, pero también que no estaba del todo de acuerdo con su forma de manejar las cosas.—Necesitaba espacio —respondí, cru
LucaLa amenaza de Petrov estaba cada vez más cerca. Su mensaje no era solo una advertencia, sino un recordatorio de lo que estaba dispuesto a hacer. Mi mundo siempre había estado envuelto en violencia, pero ahora no se trataba solo de proteger mis negocios o a mi gente, sino a ella.Valeria.No podía permitirme pensar demasiado en lo que sentía por ella, pero cada mirada suya me desarmaba un poco más. Esa noche, mientras repasaba los informes con Sam y mis hombres, mi mente volvía a sus ojos, a su voz temblorosa cuando me exigió respuestas. Ella estaba dentro de este mundo ahora, aunque no lo quisiera, y yo era el único capaz de mantenerla a salvo.—Luca, necesitamos más tiempo para reforzar el perímetro —dijo Sam, interrumpiendo mis pensamientos.—No tenemos tiempo —respondí con dureza. —Petrov no nos dará tregua. Si quiere la guerra, la tendrá, pero no lo dejaremos ganar.Sam asintió, pero su mirada me dejó claro que estaba tan preocupado como yo.—¿Qué hacemos con Valeria? —pregun
ValeriaEl aire en la mansión se sentía pesado, casi irrespirable. Cada paso que daba parecía resonar en los pasillos vacíos, y la tensión era palpable. Después de mi conversación con Luca, había regresado a mi habitación con una sensación que no podía describir: una mezcla de miedo, esperanza y algo que se parecía demasiado a la atracción.No podía negar lo que él despertaba en mí. Pero tampoco podía ignorar lo que representaba. Luca era peligroso, un hombre acostumbrado a tomar lo que quería sin dudar. Y yo… yo no era más que una extraña en su mundo. Una pieza más en un tablero lleno de amenazas y secretos.Esa mañana, el sonido de voces al otro lado de la puerta me sacó de mis pensamientos. Me acerqué con cautela y escuché.—Petrov no retrocederá. —Era la voz de Sam, firme y seria.—Lo sé. —Luca respondió con esa calma helada que parecía dominarlo todo. —Pero no vamos a ceder. Si quiere jugar, jugaremos, y él será el que caiga.No pude escuchar más porque las voces se alejaron, per
ValeriaEl caos estalló en cuestión de segundos, los gritos y los disparos llenaron el aire, y mi corazón comenzó a latir con tanta fuerza que pensé que se me saldría del pecho.No sabía hacia donde correr ni qué hacer, pero las palabras de lucas resonaban en mi cabeza: "vuelve a la casa, ahora."Corrí tan rápido como pude, pero los disparos parecían acercarse cada vez más. El jardín, que por la tarde había sido un refugio, ahora era un campo de batalla. Cuando llegue al patio trasero, una figura oscura emergió frente a mí.—¡Valeria! —grito Sam, apareciendo de l nada. Su rostro estaba cubierto de sudor, pero sus ojos eran decididos. —Ven conmigo, rápido.Antes de que pudiera responder, me tomó del brazo, y me arrastró a un lado de la mansión, dónde un grupo de hombres armados se movían en formación.—¿Qué está pasando? —logré preguntar, con mi voz temblorosa.—Petrov —respondió Sam, sin detenerse. —sus hombres están aquí.Sentí que la sangre se me helaba. Esto no era una advertencia n
Valeria El eco de los disparos disminuyó poco a poco, pero la tensión en el aire seguía siendo insoportable. Mi corazón latía con fuerza mientras Luca me miraba fijamente, como si pudiera leer cada pensamiento que cruzaba mi mente. A su alrededor, sus hombres comenzaban a reagruparse, limpiando las evidencias del ataque. —Ven conmigo —ordenó Luca, con una voz que no admitía discusiones. Me tomó de la mano y me condujo por un pasillo hacia su oficina, un espacio que ahora parecía un refugio seguro en medio del caos. Cerró la puerta detrás de nosotros y se giró para mirarme. —¿Estás herida? Negué con la cabeza, aunque mi cuerpo temblaba por la adrenalina. —Estoy bien. Pero… ¿y tú? —pregunté, notando una mancha de sangre en la manga de su camisa. —No es mía —respondió con frialdad, quitándose la camisa con un movimiento rápido. Su torso estaba tenso, lleno de cicatrices que hablaban de una vida marcada por el peligro. No pude apartar la mirada. Cada línea de su cuerpo parecía gr
ValeriaEl viaje fue silencioso, apenas roto por el zumbido constante del motor del auto. Sam estaba sentado a mi lado, su expresión dura como siempre, pero esta vez había algo diferente en él, como si estuviera evaluando cada sombra que pasábamos.—¿Dónde vamos? —pregunté finalmente, incapaz de soportar el silencio por más tiempo.—A un lugar seguro —respondió sin mirarme.Rodé los ojos ante su falta de detalles. Si había algo que había aprendido en este mundo, era que todos hablaban en enigmas, como si dar una respuesta directa fuera un delito.—¿Qué pasa si Petrov nos encuentra? —insistí, esta vez con más fuerza.Sam se giró hacia mí, su mirada intensa.—No lo hará. No bajo mi vigilancia.Quise creerle, pero la realidad de lo que acababa de suceder en la mansión seguía pesando en mi mente. No podía dejar de preguntarme si Luca estaría bien, si lograría salir de esta guerra sin perderlo todo… o a sí mismo.LucaLa mansión estaba en silencio ahora, un contraste marcado con el caos de