Luca
Valeria estaba frente a mí, pequeña e indefensa, pero había algo en su mirada que me desafiaba. La mayoría de las personas que se encontraban en mi presencia no se atrevían a mantenerme la mirada, pero ella lo hacía, aunque su temblor en las manos la traicionara. Ese contraste era lo que más me intrigaba: su valentía y su vulnerabilidad, coexistiendo en una batalla constante. —¿Protegerme? —repitió, con su voz llena de incredulidad. —¿Protegerme de qué? Caminé lentamente hacia la mesa cercana y vertí un poco de whisky en un vaso, mi espalda hacia ella mientras consideraba qué tanto debía decirle. No era mi costumbre compartir detalles, pero Valeria no era como las demás personas que habían cruzado mi camino. Ella merecía algo más… una pizca de la verdad. —Valeria —dije finalmente, girándome hacia ella— mi mundo no es como el tuyo. Hay reglas distintas, alianzas, enemigos. Y tú… ahora formas parte de este mundo, lo quieras o no. Su ceño se frunció, y su cuerpo se tensó. Podía ver la confusión en su rostro, pero también un atisbo de miedo. Miedo. Era la reacción lógica. Sin embargo, algo en su postura me decía que no huiría. Había algo en ella que la hacía resistir, incluso cuando todo le indicaba que debía correr. —No entiendo. ¿Qué tiene que ver tu mundo conmigo? Yo no pertenezco a esto, Luca. Yo solo quiero volver a mi vida normal. —Su voz era firme, pero sabía que en el fondo no se sentía tan segura como quería aparentar. —Tu vida normal ya no existe, Valeria. —Mis palabras fueron directas, quizás crueles, pero necesarias. —Desde el momento en que aceptaste venir aquí, desde el momento en que nuestros caminos se cruzaron, las cosas cambiaron. Ella se quedó en silencio, procesando lo que le decía. Vi cómo se mordía el labio inferior, un gesto involuntario que denotaba nerviosismo, pero que a mí me resultaba hipnotizante. —No lo elegí —susurró finalmente, con su voz quebrada. —No elegí esto, Luca. Me acerqué a ella, dejando el vaso en la mesa antes de detenerme a unos pasos de distancia. Mi mirada se clavó en la suya, buscando algo que ni yo mismo podía definir. Su fragilidad me atraía, pero también me preocupaba. No era alguien que pudiera sobrevivir en mi mundo, no sin mi ayuda. —A veces, las decisiones no son nuestras, Valeria. —Mi voz era baja, pero cargada de intensidad. —Pero puedes elegir cómo enfrentarlas. Puedes confiar en mí, o puedes intentar luchar sola. Te lo advierto, la última opción no termina bien para nadie. Ella apartó la mirada, pero no antes de que pudiera ver la lucha interna reflejada en sus ojos. Estaba atrapada, y lo sabía. Pero no era solo mi presencia lo que la mantenía ahí. Había algo más, algo que ella aún no entendía, pero que yo empezaba a vislumbrar. —¿Protegerme de qué, Luca? —volvió a preguntar, su voz ahora más firme. —Si quieres que confíe en ti, necesito respuestas. Me detuve por un momento, considerando cuánto debía revelarle. No quería asustarla más de lo necesario, pero también sabía que debía ser honesto. Si iba a confiar en mí, debía saber al menos parte de la verdad. —Hay personas que buscan aprovecharse de la gente como tú. Personas que no dudarían en usar tu vulnerabilidad para llegar a mí. —Me incliné un poco hacia ella, mi tono volviéndose más suave, casi persuasivo. —Y no voy a permitir que eso suceda. Sus ojos se abrieron ligeramente, sorprendida por mis palabras. Podía ver cómo intentaba procesar lo que le decía, cómo luchaba por encontrar sentido a la situación. Pero también sabía que, en el fondo, empezaba a entenderlo. —¿Qué pasa si no quiero formar parte de esto? —preguntó, su voz casi un susurro. Sonreí, pero no era una sonrisa de diversión. Era una sonrisa cargada de ironía, porque sabía la respuesta a esa pregunta antes de que ella la hiciera. —Ya lo eres, Valeria. No hay vuelta atrás. El silencio que siguió fue casi palpable. Ella me miraba con una mezcla de miedo y frustración, pero no dijo nada más. Podía ver cómo su mente trabajaba, cómo intentaba encontrar una salida, una forma de retomar el control de su vida. Pero también sabía que, tarde o temprano, aceptaría la realidad. —Quiero que te quedes aquí, al menos por ahora. —Mi tono era firme, pero no autoritario. Quería que entendiera que no era una opción, sino una necesidad. —Será más seguro para ti. —¿Y mi madre? —preguntó de inmediato, con su preocupación evidente. —No te preocupes por ella. Me aseguraré de que no le falte nada. —Mis palabras parecieron calmarla un poco, pero podía ver que aún estaba llena de dudas. Finalmente, asintió, aunque con cierta reticencia. Sabía que no estaba completamente convencida, pero al menos había dado un paso para aceptar la situación. Y para mí, eso era suficiente por ahora. Mientras la observaba, no podía evitar sentir una mezcla de emociones. Valeria no era como nadie que hubiera conocido antes. Su fuerza, su vulnerabilidad, su lucha constante por mantener su dignidad… todo en ella me fascinaba. Pero también sabía que mi interés por ella era peligroso, tanto para ella como para mí. Porque en mi mundo, el amor no era una opción. Y Valeria, aunque aún no lo supiera, se estaba convirtiendo en mi debilidad. --- ¿Cuál será esa verdad que oculta Luca?ValeriaDesperté al día siguiente con la sensación de estar en un lugar completamente ajeno. Las sábanas suaves, la cama inmensa y la decoración lujosa me recordaron que ya no estaba en mi pequeño departamento. Había algo inquietante en la perfección de aquel espacio, como si fuera una jaula dorada diseñada para hacerme olvidar que estaba atrapada.Intenté convencerme de que todo había sido un sueño, pero la realidad me golpeó en cuanto abrí la puerta de la habitación. Dos hombres trajeados estaban de pie en el pasillo, impasibles, como si fueran parte del mobiliario. Al verme, uno de ellos asintió ligeramente.—Señorita Torres, el señor Moretti ha pedido que desayune en el comedor. —Su tono era respetuoso, pero la autoridad en su voz dejaba claro que no había lugar para la negociación.Caminé tras ellos, sintiéndome como una prisionera escoltada. Mientras bajábamos las escaleras, no podía evitar admirar la magnificencia del lugar: columnas de mármol, candelabros brillando con luz cál
ValeriaLa mansión era un laberinto de secretos. Cada rincón parecía esconder algo más allá de lo que mis ojos podían ver, y cada conversación con Luca me dejaba con más preguntas que respuestas. Me sentía como un peón en un juego que no comprendía, atrapada entre la necesidad de proteger a mi madre y el deseo de escapar de esta jaula dorada.Esa noche, después de horas recorriendo la casa, me encontré en la biblioteca. Las estanterías se alzaban hasta el techo, repletas de libros antiguos. El lugar era imponente, pero también tenía algo de reconfortante. Me recordaba a mi infancia, cuando solía refugiarme en la lectura para olvidar las dificultades de la vida.Mientras pasaba mis dedos por los lomos de los libros, oí un ruido detrás de mí. Me giré rápidamente, mi corazón latiendo con fuerza. Luca estaba allí, apoyado en el marco de la puerta, observándome con una expresión indescifrable.—No puedo dormir —dije antes de que él pudiera hablar. —Pensé que tal vez un libro me ayudaría.—
Valeria El amanecer iluminaba la mansión con un resplandor cálido, pero para mí no era más que un recordatorio de lo lejos que estaba de mi hogar. La noche había sido larga, llena de pensamientos imposibles de silenciar. Las palabras de Luca seguían resonando en mi mente: "Eres un objetivo." ¿Qué tan peligrosa podía ser mi existencia para alguien como él? Yo no era nadie, una simple chica acostumbrada a sobrevivir con lo mínimo. Sin embargo, ahora estaba atrapada en su mundo, cargando un peso que no me pertenecía. Decidí que no podía seguir así, simplemente esperando respuestas que nunca llegaban. Si Luca no me iba a decir toda la verdad, tendría que descubrirla por mi cuenta. Después del desayuno, pedí permiso para salir al jardín. No esperaba que lo aceptaran, pero para mi sorpresa, Luca accedió. Había algo en su mirada, un destello de confianza o tal vez de curiosidad, como si quisiera ver qué haría con esa pequeña libertad. El jardín era impresionante, con senderos de piedra
ValeriaLa noche cayó sobre la mansión como un velo pesado, llenando los pasillos de sombras que parecían moverse por voluntad propia. Aunque el lugar era inmenso, el silencio lo hacía opresivo. Cada crujido de la madera bajo mis pies, cada susurro del viento que entraba por las ventanas entreabiertas, me hacía sentir como si algo estuviera acechándome.No podía dormir. Las palabras de Luca seguían rondando mi mente: "Este lugar es un escudo." Pero, ¿contra qué? ¿Qué clase de enemigos justificaban todo esto?Decidí que no podía quedarme encerrada en mi habitación una noche más. Me puse un abrigo ligero y salí al pasillo. La mansión estaba en penumbra, solo iluminada por la luz de la luna que se filtraba por los ventanales. Caminé en silencio, asegurándome de no hacer ruido para no alertar a nadie.Mi objetivo era el ala oeste, un lugar que Luca había evitado mostrarme durante nuestro recorrido. Algo me decía que allí podría encontrar respuestas.A medida que avanzaba, el aire se volví
Valeria Luca me llevó de vuelta a mi habitación sin decir una palabra. Su agarre en mi brazo no era brusco, pero sí firme, como si estuviera asegurándose de que no escapara otra vez. Mi mente seguía dando vueltas por lo que había visto: un hombre armado, la amenaza que representaba y la manera en que Luca lo había enfrentado con una calma implacable. Cuando cerró la puerta detrás de nosotros, giró hacia mí, sus ojos ardiendo de furia contenida. —¿Qué parte de "quédate aquí" no entendiste? —preguntó con una voz baja, pero peligrosa. —No soy una prisionera, Luca. —Mi respuesta salió más firme de lo que esperaba, aunque mi corazón latía con fuerza. —No puedes encerrarme y esperar que simplemente obedezca. Él pasó una mano por su cabello, claramente frustrado. —No entiendes en qué mundo estás metida, Valeria. No tienes idea de lo que ese hombre podría haberte hecho si te encontraba. —Entonces explícame, Luca. —Di un paso hacia él, desafiándolo con mi mirada. —Estoy aquí, atrapada,
ValeriaLa noche no me dejó dormir. Cada crujido de la casa me hacía sobresaltarme, cada sombra parecía ocultar un peligro. El miedo que sentía no era solo por la amenaza externa, sino también por lo que empezaba a descubrir de Luca y, más preocupante aún, de mí misma.Después de lo que había pasado en el sótano, Luca había regresado brevemente para asegurarse de que estuviera bien. No habló mucho, pero su mirada bastó para que entendiera que las cosas estaban más serias de lo que imaginaba. Me pidió que descansara, pero ¿cómo podía hacerlo?El amanecer llegó demasiado rápido, y aunque mis ojos estaban pesados, mi mente seguía alerta. Decidí salir de mi habitación. No podía quedarme encerrada, dejando que mi imaginación me atormentara. Necesitaba respuestas.Al cruzar el pasillo, escuché voces provenientes del estudio. Reconocí la de Luca y, para mi sorpresa, también la de Sam. Me acerqué en silencio, manteniéndome fuera de la vista.—No podemos mantenerla aquí mucho más tiempo —dijo
ValeriaHabía algo intoxicante y aterrador en la forma en que Luca me había besado. No podía negarlo: lo había sentido hasta el fondo de mi ser. Pero, ¿qué significaba realmente? ¿Era un reflejo de algo genuino o solo otro intento suyo de controlarme?Pasé el día evitando su mirada. No quería enfrentar las preguntas que él, o incluso yo misma, podría hacerme. El sol empezaba a ponerse, tiñendo los cielos de un rojo profundo, cuando decidí salir al jardín. Necesitaba un respiro, algo que me recordara que el mundo seguía existiendo más allá de estas paredes.El aire fresco llenó mis pulmones, pero la tranquilidad no duró mucho. Sentí una presencia antes de escuchar una voz detrás de mí.—No deberías estar sola aquí.Giré y lo vi: Sam. Siempre parecía estar vigilándome, aunque no de forma hostil. Había algo en él que me hacía pensar que su lealtad hacia Luca era absoluta, pero también que no estaba del todo de acuerdo con su forma de manejar las cosas.—Necesitaba espacio —respondí, cru
LucaLa amenaza de Petrov estaba cada vez más cerca. Su mensaje no era solo una advertencia, sino un recordatorio de lo que estaba dispuesto a hacer. Mi mundo siempre había estado envuelto en violencia, pero ahora no se trataba solo de proteger mis negocios o a mi gente, sino a ella.Valeria.No podía permitirme pensar demasiado en lo que sentía por ella, pero cada mirada suya me desarmaba un poco más. Esa noche, mientras repasaba los informes con Sam y mis hombres, mi mente volvía a sus ojos, a su voz temblorosa cuando me exigió respuestas. Ella estaba dentro de este mundo ahora, aunque no lo quisiera, y yo era el único capaz de mantenerla a salvo.—Luca, necesitamos más tiempo para reforzar el perímetro —dijo Sam, interrumpiendo mis pensamientos.—No tenemos tiempo —respondí con dureza. —Petrov no nos dará tregua. Si quiere la guerra, la tendrá, pero no lo dejaremos ganar.Sam asintió, pero su mirada me dejó claro que estaba tan preocupado como yo.—¿Qué hacemos con Valeria? —pregun