44

Al día siguiente, madre me llamó a sus aposentos poco antes del mediodía. Su sonrisa al darme la bienvenida, entre cómplice y divertida, delató que quería hablarme de Risa. Madre seguía sus pasos a distancia con tanto interés como discreción, y se entretenía manteniéndome al tanto de lo que hacía durante el día.

Era una mañana cálida y soleada, y salimos a sentarnos al balcón que se abría sobre su jardín privado.

—Tu pequeña tiene a Tilda de cabeza —dijo divertida, sin perder tiempo en preámbulos—. Sus soluciones para curar a las humanas son muy distintas a las nuestras.

—Las habrá aprendido de la anciana de la aldea —tercié.

—Sí. Lo curioso es que Marla y yo le enseñamos su oficio a Tea cuando llegó al Valle, hace más de cuarenta año

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP