Inicio / Romance / EL DESPERTAR DE LA DUQUESA / 5. YO LA APOYO PERO TAMBIÉN APROVECHO EL MOMENTO
5. YO LA APOYO PERO TAMBIÉN APROVECHO EL MOMENTO

Indiscutiblemente, este lugar es muy diferente del que vengo. Observo la ropa y costumbres de la duquesa y de mi Musa y definitivamente no son las mismas de mi mundo, pero lo que lo confirma es la falta de celulares.

Cuando veía a mi musa en sueños, creí que era un actor en alguna obra o película clásica, pero por más que lo busqué no lo encontré... y así poco a poco el tiempo fue pasando y dejando rastros en mi cuerpo. Mis primeras canas, líneas de expresión más profundas que poco a poco se fueron convirtiendo en arrugas.

Otros aspectos no fueron evidentes a simple vista, pero sí pesaron en mi alma. Empecé a detestar los cambios, entre ellos algunos nuevos géneros musicales y estilos de vestir. Así fue como me di cuenta de que los mejores años de mi vida ya habían pasado.

Ahora lo miro con la melancolía de quien observa desde la distancia aquello que más ha anhelado. A través de los ojos de esta joven, lo veo más cerca que nunca y, sin embargo, sigue siendo inalcanzable.

Él se muestra tan joven, tan lleno de vida, que mi verdadero yo se encoge de vergüenza. Morí, eso es indiscutible. Pero... ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué capricho del destino lo pone frente a mí en este momento?

La expresión en el rostro de mi musa se endureció. Compren perfectamente las palabras de la duquesa, y en ese instante una nueva idea se asienta en mi mente. ¿Y si solo estoy aquí para ayudarla a ella? Sí, eso tendría más sentido. Ella sí podría ser una compañera digna para él.

Me sumerjo en su mente y encuentro los recuerdos correctos para entenderla. No es difícil; están justo en la superficie, atormentándola. Por primera vez, siento una compasión genuina por ella.

Recuerdo sus palabras: «Si pudiera cambiar de lugar contigo, lo haría». Y, de pronto, esa frase cobra un significado más profundo.

Está en silencio, pero ya sé su respuesta. En los últimos meses, ha perdido toda ilusión. No espera nada del futuro, salvo una vida de infelicidad.

—No sé cómo cambiar de lugar —le digo con determinación—, pero te prometo algo: no volverás a pelear sola. Te enseñaré a ser fuerte, a usar mi poder. Solo debes confiar en mí.

Si este es el propósito de mi extraña existencia aquí, entonces la ayudaré. De cualquier manera, no es como si pudiera abandonarla. Mientras esté atrapada en su cuerpo, todo lo que ella sufra, yo lo sufriré también.

«¿Quién eres? ¿Por qué estás en mi cuerpo?» Me pregunta, su voz resonando en mi mente.

Sonrío al ver que la joven tiene potencial. Ha entendido cómo comunicarse conmigo sin parecer una lunática ante los demás. Mantiene la vista fija en el suelo, pero antes de que pueda responderle, Jaime habla.

—Entiendo que esta no es una situación fácil, duquesa, pero sé que saldrá adelante. Usted es una mujer joven y bella, pero no es solo eso —su voz capta nuestra atención por completo—. Lo que acaba de hacer no es algo que cualquiera haría. Eso ya la ha marcado de por vida.

Sonrío internamente. Tiene razón. Elizabeth ya no es la muchacha asustadiza que todos conocían. El sufrimiento y la muerte dejan cicatrices en el alma... pero también la endurecen, la transforman.

—Una mujer que decide dejar de ser víctima encontrará siempre la manera de sobresalir. Estoy seguro de ello.

El corazón de la duquesa se acelera. Esta vez, sí estás viendo a Jaime. No puede contener el flujo de sus pensamientos, y son tan ingenuos que, sorprendentemente, no siento celos. En su mente, se imagina lo afortunada que habría sido de haber sido desposada por un hombre honorable como él.

Me divierte que use palabras como desposada y honorable; en el mundo del que vengo, no se usan, son considerados términos anticuados.

«También tiene buenos brazos y un trasero muy firme... ¿Te imaginas una noche de pasión con este hombre?» Bromeo, imaginando la escena.

No puedo evitar reír cuando ella, horrorizada, aparta la mirada de Jaime y su rostro se calienta.

«¡Yo jamás pensaría en algo así!» Protesta con los ojos apretados.

La diversión que me provoca su reacción me hace olvidar, por un momento, el enigma de nuestra extraña conexión. Pero, en el fondo, sé que este es solo el principio de un destino que ahora compartimos.

—¿Duquesa? ¿Se encuentra bien? —Jaime se acerca con el ceño fruncido, su voz cargada de preocupación.

Ella retrocede instintivamente un paso, pero en ese preciso instante algo sucede.

Siento que me desvanezco.

Cuando recobro la conciencia, estoy nuevamente en control del cuerpo de Elizabeth... y entre los brazos de Jaime.

—¡Duquesa! ¡Duquesa! ¿Me escucha?

¿Que si estoy bien? Estoy en el cielo.

«Elizabeth», la llamo en mi mente, atrayendo su atención. «No tendrás que imaginarlo... Vas a vivirlo. Y, por supuesto, lo disfrutaremos. Tu juventud y belleza, combinadas con mi experiencia, harán que esta noche sea inolvidable.»

Ella protesta en algún rincón de nuestra conciencia compartida, pero la ignoro.

Mi cabeza descansa sobre el firme pecho de Jaime, y su aroma me envuelve. Es embriagador, masculino, con un dejo de cuero y madera. Apoye la mano sobre él, sintiendo la calidez de su piel a través de la tela. Su tez es fuerte pero armoniosa; sin duda, un cuerpo moldeado por el entrenamiento militar.

—Necesito un baño y cambiarme de ropa —anuncio, recordando la fuente de agua cercana—. ¿Podría vigilar el área mientras lo hago?

Él frunce el ceño.

—Pero acaba de desmayarse. Podría ser peligroso.

—Le aseguro que estoy perfectamente bien.

Levanto el rostro, buscando su mirada.

—¿Podría soltarme? —le pido con un deje de desafío—. Soy más que capaz de valerme por mí misma.

Jaime duda por un instante, pero finalmente afloja el abrazo y me libera. Luego, sin decir nada más, se gira y rebusca en su tula.

—Puede ponerse esto —dice, alcanzándome un par de prendas—. Son las más pequeñas que llevo conmigo.

Tomo la ropa con una sonrisa fugaz.

—Gracias.

—Después del baño le prepararé algo de comer. Debe estar hambrienta.

La verdad es que sí lo estoy. Pero, en este momento, tengo otras urgencias más apremiantes.

—Claro —respondo, con una mirada traviesa—. Después del baño.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP