Odiarse nunca fue tan peligroso… ni tan irresistible. Salvador Montenegro no cree en las segundas oportunidades. Mucho menos cuando se trata de la hermana del hombre que intentó arruinarlo. Marina Del Valle jamás habría aceptado su ridículo contrato de no ser porque era eso… o perderlo todo. Ahora, está atrapada en la casa de un hombre al que detesta, sirviendo a un jefe que la humilla cada vez que puede y buscando la manera de sobrevivir sin caer en su juego. Pero lo que empezó como una tortura, se convierte en algo más peligroso. Los límites se difuminan, el aire se carga de tensión y el odio toma un giro inesperado. Sin embargo, el verdadero problema no es la atracción imposible entre ellos. Es el secreto que esconde Marina. Porque cuando Salvador descubra la verdad, no habrá contrato que la salve. Seis meses, dos enemigos y un deseo que podría destruirlos a ambos.
Leer másMarinaFinalmente parece que la pesadilla ha terminado.Siento mis extremidades pesadas, el cuerpo adolorido, la cabeza me palpita y el corazón me está latiendo con tanta intensidad que puedo sentir el sonido vibrando en mis oídos.Es como estar atascada en un mal sueño y luchar para despertar y cuándo lo haces sientes las mismas sensaciones de cuando estabas dormida.Es horrible.Y lo peor de todo es que nada más avanzar para salir de este lugar, Daniel se desplomó por completo en el suelo y tuve que ver como lo levantaban en brazos mientras yo gritaba por ayuda.No sé cuánto tiempo ha pasado desde que salimos de esa casa, pero aún siento el eco de los disparos rebotando en mis oídos. El caos, el miedo, la sangre… Salvador. Y ese es otro punto demasiado difícil de asimilar, verlo a él, ahí.Todo fue tan rápido y, al mismo tiempo, tan eterno.El brazo de Salvador no se ha separado del mío en ningún momento. Siento su calor, su fuerza, su presencia tan cerca que todavía me cuesta cree
SalvadorLa espera es lo peor que hay.El mensaje de Marina llegó hace ya más de media hora al celular de Clara. Una ubicación. Un mensaje de auxilio. Un solo punto en el mapa que parece insignificante… pero para mí significa todo. Porque si ese punto es real, si ella logró mandar ese mensaje, entonces está viva. Está luchando.Y yo voy a traerla de vuelta.Sin embargo, la policía y el equipo especial que he contratado parecen tener mil cosas que evaluar antes de decidir ir a buscarla, y lo entiendo, sé que para que todo tenga éxito debemos ser meticulosos, pero también sé, que si ella se arriesgo a envíar ese mensaje es porque probablemente se le acaba el tiempo.Estoy a punto de envíar todo a la mierd4 y salir yo mismo a buscarla cuándo finalmente el líder del equipo táctico y el detective parecen haberse puesto de acuerdo.—Equipo uno, arma larga. Equipo dos, perimetrar la zona trasera. Nadie dispara si no hay una amenaza clara —ordena el líder del grupo privado que contraté. Diez
MarinaEl grito de Joaquín nos sacude.—¡Corran!Ni siquiera lo pienso. Me aferro al brazo de Daniel y salimos corriendo del cuartito donde estábamos. El corazón me martillea las costillas. Las luces están apagadas, solo se ve la luna filtrarse por los ventanales, y el eco de nuestros pasos rebota contra las paredes.Puedo sentir la adrenalina recorriendo mi cuerpo, el miedo amenazando con apoderarse de mí, pero no lo permito, no puedo hacerlo, porque esto no se trata solo de mí, tengo que proteger a Daniel.Joaquín corre delante de nosotros, indicándonos con señas hacia dónde girar. Daniel respira con dificultad, pero no se detiene. No podemos detenernos. No ahora.Nos metemos por un pasillo estrecho que da hacia una escalera lateral, y es justo cuando creo que lo lograremos, que podremos llegar a la salida o al menos escondernos para pensar el siguiente movimiento, hasta que una voz ruge desde las sombras:—¡Alto!Nos paralizamos.La luz se enciende de golpe. Cuatro hombres armados
SalvadorOdio los hospitales.No puedo evitar asociarlos a ese momento en el que mi padres murieron, puede que fuera solo un adolecente, casi un niño, pero el recuerdo lo tengo nítido en mi mente. Fue un accidente triple, tres autos colisionaron por culpa de un conductor ebrio, irónicamente el único que quedó vivo.Sin embargo se trata de Alex quién es casi como un hermano para mi y por eso ignoro todo lo que este lugar me genera, mientras camino de un lado a otro esperando alguna respuesta, hace más de una hora que entro a operación con una bala en su torso.Tengo la ropa manchada de sangre, su sangre, y el corazón latiendo como un loco dentro de mi pecho.No puedo perderlo.No puedo perder a más nadie, no voy a permitirlo.Y aparte de toda esta mierd4 está el hecho de que debemos esperar que el hacker encuentre algo que no sirva, pues desbloquear el celular no fue problema, Federico se lo llevo y a los 10 minutos tuvimos la confirmación, sin embargo las conversaciones son en clave.P
MarinaHan pasado dos días desde que Joaquín nos prometió que intentaría ayudarnos, y la espera me está consumiendo viva. Estoy sentada en la esquina de la habitación, con la espalda apoyada contra la fría pared y los ojos clavados en la puerta, como si pudiera abrirse en cualquier momento y traernos buenas noticias. Pero no pasa. Solo silencio. Solo tiempo.Daniel duerme a mi lado, su fiebre ha bajado un poco desde que Joaquin nos consiguió algunos medicamentos que tengo escondidos, pero sigue débil. Intento no dejar que el miedo me consuma, pero cada vez que lo escucho gemir entre sueños, siento que el corazón se me parte.Joaquín nos dijo que escapar era casi imposible, la prueba es que Daniel casi muere intentandolo, que cada rincón de esta casa está vigilado, que las puertas se cierran con códigos distintos cada noche. Su idea era conseguir un celular, robarlo por unos minutos, enviar un mensaje con a ubicación y el mensaje de auxilio y borrar todo antes de que lo noten. Le di
SalvadorCinco días, casi una semana entera es el tiempo que Marina lleva en manos de ese bastardo y la única prueba de que sigue con vida es la fotografía que he recibido de ella atada hace casi tres días.Muchas cosas han podido pasar en este tiempo.Siento que estoy totalmente atado de manos y el no poder hacer nada me está volviendo loco y si a eso le sumamos el hecho de que hay una persona que sabe exactamente en dónde puedo hallar a Marina, pero se niega a decirmelo, entonces puedo decir que estoy muy cerca de cometer un crimen si no encuentro una solución.Ayer fui a hablar con Renata y ella se negó totalmente a traicionar a su hermano, hemos estado al pendiente de si envía o recibe correspondencia, cualquier cosa que nos pueda llevar a su hermano, pero no hemos encontrado nada.Ahora me encuentro con Federico y el detective revisando hasta la última baldosa del apartamento de Renata tratando de encontrar cualquier cosa que nos pueda servir.Ella tenía que verse con su hermano,
MarinaHan pasado poco más de cuarenta y ocho horas desde que me quitaron lo poco que me quedaba de libertad. Por momentos siento que estoy metida en una pesadilla y nada de lo que estoy viviendo es real, pero luego Daniel empieza a tener una infección en una de sus heridas, la fiebre lo azota y me doy cuenta de que es mi realidad y es un infierno.Mi infierno.El encierro, la oscuridad, el dolor y el miedo me han dejado cicatrices más profundas que cualquier golpe. Estoy en un cuarto húmedo, sin ventanas, con una bombilla que parpadea cada ciertos segundos como recordándome que sigo aquí.Daniel está recostado contra la pared, su fiebre ha bajado un poco desde anoche, pero sigue débil, el miedo a perderlo, a que las cosas se compliquen, a que muera aquí en este cuarto mugriento no me dejan de perseguir. A veces me pregunto cómo es que aún sigue luchando, él lleva tres veces el tiempo que yo aquí y sigue en pie. Yo… yo solo me mantengo en pie por él. Por esa promesa silenciosa que le
SalvadorHan pasado más de cuarenta y ocho horas desde que Marina desapareció.Más de dos malditos días.Y no hay ni una sola señal clara de dónde está.No he dormido más de tres o cuatro horas desde entonces. Cada vez que cierro los ojos solo puedo ver su rostro, su cuerpo golpeado en esa cámara de seguridad, lo cansada que se veía… la forma en que apenas podía caminar. Y yo la eché. Yo la empujé directo a la boca del lobo.Camino por el pasillo de la mansión con los ojos inyectados en sangre. La mayoría de los empleados me evita la mirada, pero aun así siento sus ojos en mi espalda. Sé lo que están pensando. Saben que Marina no está. Que algo pasó. Que esta casa —esa en la que solían escucharse risas y peleas suaves entre nosotros— ahora parece una maldita tumba.Justo cuando llego al estudio, la puerta principal se abre con fuerza.No necesito girarme para saber quién es.—¡Tenemos algo! —dice Federico, su voz es dura, sin aliento. Lo acompaña Alex, igual de tenso, los dos se ven ta
SalvadorEl silencio que llena mi mente al escuchar las palabras de Renata se queda conmigo mientras salgo de la sala de interrogatorios y continúa mientras sigo mi camino hacia la salida de la comisaría.A la lejanía se filtran voces pero es como si estuviera bloqueado, como si lo único que pudiera escuchar en mi mente son las palabras de Renata y de inmediato viene a mi cabeza toda la m4ldita investigación que Alex me dio sobre la basura que es Joseph Rivera, el padre alcohólico, maltratador y ex policía de Marina.Nunca pensé que ese malnacido estuviera involucrado en esto, no me conoce, no tiene nada que ver conmigo ¿Entonces por qué robarme?Y a todas estas ¿De dónde se conoce con Renata y su hermano? Ella ya no quiso volver a contestar nada y pidió que llamaran a su abogado, lo que me deja atado de manos en lo que se refiere a ella para encontrar información.Pero lo que realmente me jode y hace que la furia me llene desde dentro, es el hecho de que yo lo investigué, leí sobre él