Alison Hale, es una joven y prometedora abogada que, luego de renunciar a un pequeño bufete de abogados en San Francisco, continua su carrera en la prestigiosa firma de abogados "Blackford" en Nueva York. Al ser asignada a un caso de alta prioridad relacionado con un famoso casino, se enfrenta a un entorno misterioso lleno de secretos, cuando conoce al magnate dueño del casino, Zander. Un enigmático hombre, frio, controlador, cruel y dominante, que se muestra escéptico respecto a sus habilidades. Sin embargo, accede a que ella sea quien lleve a flote su casino. Bajo estrictas condiciones de confidencialidad, Alison firma un contrato donde se compromete a resolver la crisis legal del casino, sin derecho a indagar en la identidad del misterioso propietario, como también a no revelar lo poco que sabe del mismo. Poco después, el CEO de su firma, Zane Blackford, se interesa en conocer a la joven abogada por la impresionante hazaña que ha logrado. Alison queda completamente helada, cuando conoce al más prestigioso abogado y descubre que el hombre detrás del escritorio de caoba es físicamente igual al hombre cruel del casino. Zane y Zander. Dos hombres tan iguales, con personalidades completamente diferentes, que comienzan a crear en ella una fuerte curiosidad, una fuerte confusión y de igual forma, un deseo eminente que cada día crece más por ambos. Alison se encuentra cautivada por la presencia dominante y fría de Zander en el casino, mientras que también desarrolla sentimientos hacia Zane, el Abogado respetado, serio e imponente dueño de la firma. Con sus sentimientos enredados, Alison cada vez se siente más invadida por la necesidad de saber por qué ninguno está en la vida del otro y más atraída por el morbo y el deseo de poder tenerlos a ambos.
Leer másY entonces, justo cuando parecía que el aire entre ellos se hacía irrespirable, Zander se detuvo. Sus ojos, oscuros e insondables, se encontraron con los de Alison, manteniéndola atrapada en su mirada. No había más que centímetros de distancia entre ellos, pero la tensión era tan densa que parecía imposible que ninguno de los dos pudiera moverse.—Ven —dijo él con voz grave, retrocediendo un poco mientras señalaba la mesa de billar—. Aún no hemos terminado el juego —agregó invitándola a continuar lo que habían comenzado.Alison tomó aire profundamente, intentando calmar los latidos frenéticos de su corazón. Su cuerpo estaba en alerta máxima, cada uno de sus sentidos completamente enfocado en él, en cada movimiento que hacía, en cada palabra que decía. No estaba segura de sí era una sensación de peligro o de atracción lo que le hacía reaccionar de esa manera, pero era innegable que el magnetismo de Zander la afectaba profundamente.—Claro —respondió ella, con la voz más controlada que
La tensión entre ellos era palpable, como si cada palabra, cada mirada, fuera parte de un juego más grande del que ambos formaban parte. Se cruzó de brazos, tratando de parecer relajada, aunque su mente no dejaba de advertirle que se estaba adentrando en terreno peligroso.—Está bien —dijo finalmente, sus ojos buscando los de él—, pero tendrá que enseñarme. No suelo jugar a esto —confesó Alison encogiéndose de hombros.Zander arqueó una ceja, claramente disfrutando de su actitud desafiante.—Con mucho gusto —respondió él, su tono suave y seductor—. Me encanta enseñar a los que quieren aprender —inquirió dando un trago más a su whiskey.Había algo en la forma en que lo dijo que le envió un escalofrío por la columna vertebral, pero Alison no se inmutó. Aunque por dentro su corazón latía con fuerza. Se quitó la chaqueta mientras se preparaba, colocándola cuidadosamente sobre una silla cercana, y al hacerlo, no pudo evitar notar cómo los ojos de Zander recorrían su cuerpo. Su blusa, ajust
Con el corazón acelerado, Alison salió de la oficina. El mensaje de Zander aun resonaba en su mente. “Quiero verte ahora.” Las palabras se repetían como un eco, cargadas de autoridad y lo que causaban en ella era algo que no podía identificar con exactitud, pero que le despertaban una mezcla de ansiedad y curiosidad.Mientras caminaba hacia la salida de la firma, su mente trataba de prepararse para lo que vendría, aunque sabía que enfrentarse a Zander nunca era algo para lo que pudiera estar completamente lista y eso era algo que la aturdía, pues pudo saberlo solo con verlo una sola vez. No necesitó más.Alison se detuvo un momento en la calle, respirando profundamente, como si el aire fresco pudiera calmar el mar de emociones que la agitaban. Se subió a un taxi y dio la dirección del casino, tratando de mantener una fachada tranquila, mientras por dentro las dudas y expectativas se mezclaban peligrosamente.El viaje hacia el casino fue un borrón. Cuando finalmente el edificio apareci
Dos días después...Alison se inclinó sobre la cama, sujetando con cuidado la bandita adhesiva que acababa de colocar sobre su tobillo. La pequeña herida, fruto de la ampolla que los zapatos rojos le habían causado dos días antes, seguía molesta. Aunque el dolor había disminuido, no podía evitar sentir una ligera punzada al caminar, recordando cómo aquellas elegantes y peligrosas zapatillas le habían complicado la tarde.—Todo porque se rompió el maldito tacón—murmuró para sí misma, alisando la tira de la bandita con los dedos.Se levantó con cautela, ajustándose el traje oscuro que había elegido para el día. Algo clásico y profesional, que ocultaba su incomodidad física pero no del todo su ansiedad interna. Zander la había dejado colgando desde la última llamada, y, aunque no lo admitiera en voz alta, la incertidumbre sobre lo que él quería le mantenía en un constante estado de tensión.Antes de salir de su departamento, Alison acomodó su cabello, está vez lo peino con una media cole
Alison colgó la llamada de Zander, suspirando mientras dejaba el móvil a un lado. Quería desconectar de todo lo relacionado con el trabajo, así que decidió cambiar de tema, mirando a Jessica con una sonrisa. —Bueno, ya basta de mí. Hablemos de ti. ¿Cómo va el mundo de la fotografía? —preguntó Alison mientras levantaba su cerveza para brindar. Jessica rió, chocando su botella con el de Alison antes de tomar un largo trago. —Oh, ya sabes, sigue siendo un caos divertido. Aunque sigo siendo la fotógrafa secundaria, por lo menos me dejan hacer algo más que cargar el equipo —inquirió encogiéndose de hombros. —¿Así que ahora puedes, no sé, al menos tocar una cámara? —bromeó Alison. Ella sabía que Jessica era buena y esperaba que pronto le dieran el reconocimiento que merecía. Jessica rodó los ojos, pero sonrió. —Sí, he ascendido a "persona que también ajusta las luces". Toda una mejora, ¿eh? Aunque, sinceramente, a veces pienso que me contrataron solo porque soy la única que no se quej
Al finalizar el día, Alison salió de la firma sintiendo como el aire fresco golpeaba su rostro. Dirigió su mirada a sus pies, observando los zapatos rojos que Hillary le había prestado, aunque bonitos, le estaban pasando factura. Caminaba con cuidado, pero el dolor en su talón era cada vez peor. Cuando finalmente llegó a la esquina de la calle, se detuvo y se apoyó en la pared de un edificio. Con una mueca de dolor, se quitó uno de los zapatos y vio una ampolla recién formada que había comenzado a sangrar un poco.—Fantástico —murmuró, con resignación.Pensó que sería mejor caminar descalza el resto del trayecto hasta su apartamento. Pero no podía dejar que la vieran de esa forma. Alison se colocó nuevamente los tacones, tratando de no apoyar mucho su pie en el suelo.Al fin, cuando llegó a su edificio, Alison tomó los tacones en su mano. Mientras avanzaba, sintiendo el frío del suelo bajo sus pies, en su mente rondaba la reunión con Zane Blackford como un eco constante. No podía saca
Alison tragó saliva, sintiendo cómo una corriente de tensión pasaba por su cuerpo con cada palabra que salía de los labios de Zane. Había algo en su voz, una especie de seguridad que la hacía sentirse vulnerable, y a la vez, inexplicablemente atraída. Sin embargo, su rostro no mostraba esa dureza cruel que había visto en Zander. Aunque se parecían, Zane irradiaba una calma controlada, un tipo de poder que no necesitaba ser gritado, pero que se sentía con igual intensidad.—Para ser honesto, de todos los que fueron elegidos para este caso por su gran experiencia —continuó él, apoyándose en el respaldo de la silla—, jamás pensé que Zander te la elegiría a usted —soltó Zane. Sus palabras, aunque claras y directas, no sonaban ofensivas, al contrario de lo que Alison había sentido con Zander. Zane no buscaba intimidarla ni menospreciarla; simplemente parecía sorprendido por la elección de su hermano. Alison sintió que sus manos, apoyadas sobre su regazo, comenzaban a sudar. Desviando la mi
Como si su mente le jugará una pesada broma. Alison abrió sus ojos grandes, al observar lo que jamás cruzó por su cabeza, era él, era Zander. «¿Cómo es posible?» pensó mientras lo observaba con detenimiento. Su corazón empezó a latir con fuerza, y un torrente de pensamientos invadió su mente. «Zander... ¿Es él? ¿Qué está pasando aquí?» dijo para sus adentros. Sus labios se entreabrieron, incapaz de contener la sorpresa.—Usted... —susurró, con la intención de decir "Zander", pero el hombre la interrumpió antes de que pudiera terminar la frase.—Zane Blackford —formuló, su voz firme y segura llenando la habitación.Alison parpadeó, confundida. ¿Zane? No podía ser. Lo miró más detenidamente, buscando alguna diferencia, algo que le confirmara que no era el mismo hombre del casino. Sin embargo, todo en él le resultaba dolorosamente familiar. Su postura, sus ojos de un azul intenso... excepto por una cosa. El aroma. Era distinto. Alison aún recordaba la colonia que usaba Zander, ¿Cómo olvi
Alison se levantó de su escritorio cuando vio a Travis subir al elevador, caminó por los pasillos de la firma, consciente de cada paso que daba. Su tacón seguía tambaleándose con cada pisada, mientras ella apretaba la mandíbula esperando que nadie la viera, hasta que, a unos metros de la puerta del CEO, ocurrió lo que más temía, el tacón cedió por completo, haciéndola perder el equilibrio y tuvo que sujetarse del muro a su costado. «Maldición» dijo en su mente, cerrando un instante los ojos, odiando la idea de que tuviera que sucederle eso justo en ese momento.—¡No, no, no! —murmuró desesperada, manteniendo su pie apoyado en la punta del zapato. El tacón se había roto en el peor momento posible. El aire acondicionado helado la golpeaba, pero no podía moverse. «¿Qué se supone que haga ahora? ¿Entrar así a esa oficina? Es ridículo» pensó para sus adentros, sintiendo la presión de cada segundo que pasaba.Rápidamente, se quitó los zapatos y miró a su alrededor, tratando de encontrar un