La mano izquierda de Alison se apretó en un puño mientras sus ojos apuntaban a Zander como dos dagas afiladas, estaba molesta, las ganas de levantarse de esa silla y abandonar el lugar, no sin antes gritarle todo lo que pensaba de él, la inundaban.
Sin embargo, tenía que ser profesional, ella era consciente de que no encontraría otro empleo en una firma tan prestigiosa como lo era “Blackford & Associates” y no se podía dar el lujo de renunciar, no sin siquiera haberlo intentado. —Puede pensar lo que quiera de mí —replicó, controlando su tono de voz, mejor de lo que ella misma esperaba—, pero estoy aquí para salvar su maldito casino, le guste o no. Y para hacerlo, necesito que coopere —declaró presionando los dientes, sin retirar su mirada de la suya, sintiendo como el ambiente se volvía más denso. Zander la miró, y sus ojos brillaron con una mezcla de diversión y perversidad. Dio un paso adelante, acercándose lo suficiente para que Alison pudiera percibir el aroma de su loción, un toque cítrico mezclado con la esencia profunda del cuero, que la invadió haciendola sentir un peligro inminente. —¿Cooperación? —murmuró Zander con ironía—. No necesito cooperar contigo, pequeña —espetó él, de forma despectiva—. Tú me necesitas. Y si no demuestras ser útil, te apartaré de mi camino como he hecho con los demás abogados —amenazó mientras su gesto se endurecía, El corazón de Alison latió con fuerza. Una parte de ella quería levantarse, abandonar la oficina y dejar que ese idiota arrogante resolviera sus propios problemas. Pero su lado competitivo y orgulloso, quería callarlo, hacerle tragar sus palabras, y eso solo haría demostrándole que era la indicada. Alison pensó que no había mejor forma de mostrar que no era una simple novata, de ganar el respeto que se merecía, aunque él no estuviera dispuesto a dárselo. —Pues no me iré, si eso es lo que piensa que haré —soltó con voz firme, mientras sus ojos conectaban directamente con los de Zander—. Porque también me necesita, porque no puede seguir perdiendo su valioso tiempo. Porque necesita de alguien que no tenga miedo de ensuciarse las manos por conseguir los resultados que tanto demanda —advirtió Alison con un ápice de ironía, dejando que sus palabras colgaran en el aire, pesadas y cargadas de una verdad silenciosa, había pasado casi dos meses en los cuales varios abogados desfilaron por el casino sin poder quedarse con el caso. Alison necesitaba obtener el caso era cierto, pero Zander necesitaba de un abogado con la misma o incluso mayor urgencia. Zander levantó una ceja y su sonrisa ladeada se volvió aún más pronunciada. Se inclinó hacia ella, apoyando ambas manos en los posa brazos de la silla, invadiendo su espacio personal de una manera deliberada. Su rostro quedó de frente al suyo, tanto que pudo sentir su aliento, cálido que destilaba un ligero aroma al licor que se encontraba en el vaso de cristal sobre la superficie del escritorio. —Hablas con mucha confianza para alguien que ni siquiera sabe cómo funcionan las cosas en este mundo —susurró con seriedad, mientras su vista se dirigía a sus labios y subía con lentitud para clavarse en los ojos marrones de ella—. Te diré algo, novata, dejaré que lo hagas, que compruebes con hechos esa seguridad de la que tanto alardeas —manifestó Zander sin apartarse de ella, mientras Alison mantenía su mirada fija en sus ojos. —Pero si te equivocas, te destruiré —amenazó—. Aquí no hay segundas oportunidades y si me haces perder mi tiempo, me aseguraré de que tu carrera termine antes de que siquiera comience. ¿Entendido? —vociferó con su voz gruesa, mientras el silencio que le siguió pareció más largo, más asfixiante. Alison sintió una descarga de adrenalina, la presión en su pecho aumentando con cada palabra de amenaza. La rabia y la determinación luchaban por dominarla, y por un segundo pensó en cómo sería contestarle algo que lo hiciera retroceder. Pero no podía darse el lujo de dejarse llevar por sus emociones. Respiró hondo y se levantó lentamente de la silla, haciendo que él diera un paso atrás y sin apartar la mirada de los ojos azules de Zander. Alison se enderezó y alisó su falda, mostrando una compostura completamente opuesta a la tormenta interna que sentía. Pero de igual forma, sonrió internamente, había logrado lo que ningún abogado experimentado de la firma. Había obtenido el caso y aunque ese solo era el comienzo, Alison estaba satisfecha con ello. —Lo entiendo perfectamente —respondió con calma, aunque sus ojos lanzaban una chispa de molestia—. Pero, no me asustan sus amenazas. De hecho, por el contrario —dijo ella elevando el mentón y mostrando una pequeña sonrisa. —Me motiva a demostrarle que se equivoca. Y cuando eso pase, espero que tenga la decencia de admitirlo —dictaminó mientras alzaba ambas cejas de manera casi despreocupada. Zander observó la transformación en Alison con una expresión impasible, pero algo en su mirada había cambiado. Tal vez no esperaba que la joven abogada se defendiera de esa manera, con una frialdad que rivalizaba con la suya. Un silencio tenso se instaló entre ellos, pesado como una nube de tormenta, mientras las palabras de Alison lo golpeaban sin ser rebatidas. Finalmente, Zander se incorporó, apartando la mirada de ella por primera vez en toda la conversación. Volvió a girarse hacia la ventana, sus manos cruzadas detrás de la espalda, observando las luces de la ciudad que se extendían más allá del cristal. El cielo había comenzado a oscurecerse. —Muy bien —dijo con voz neutral, aunque había una nota de algo más, algo que parecía casi aprobación—. Vamos a ver si tus palabras de verdad valen algo. Alison observó su espalda, se notaba ancha, rígida y firme contra el reflejo de la ventana. El hombre debía medir más del metro noventa. Sin duda su aspecto era intimidante. Pero ella había llegado demasiado lejos, y no permitiría que un hombre como Zander arruinara su carrera o sus sueños. —Volveré entonces —declaró, para luego dirigirse hacia la puerta, respiró hondo una vez más. Su corazón seguía latiendo con fuerza, pero la ira que había sentido antes se había transformado en una extraña sensación que la hizo temblar ligeramente. Lo que al principio era una oportunidad de demostrar su valía ante la firma de abogados, ahora también era una batalla para demostrarle a Zander —y a sí misma— que no era una simple novata. Cuando cerró la puerta detrás de ella, sabía que aquel encuentro había sido solo el principio de una guerra. Y ella estaba más que lista para ganarla.Con pasos rápidos, pero controlados, Alison salió del casino. Su espalda estaba recta y mantenía la barbilla en alto. Como si las palabras de Zander no le hubieran afectado en absoluto. Sin embargo, cuando el frío aire de Nueva York acarició su rostro al cruzar las puertas de cristal, dejó escapar un largo suspiro que había estado conteniendo durante toda la reunión. El día había sido abrumador, pero no se permitiría ceder a la frustración en público. No todavía. No mientras aún estuviera tan cerca del territorio de ese hombre.Alison se dirigió rápidamente hacia la parada del autobús, observando cómo el vehículo ya estaba listo para partir. Apenas logró subir justo antes de que las puertas se cerraran tras ella. Alison se sentó junto a la ventana y apoyó la cabeza contra el cristal frío, exhalando de nuevo. Afuera, la tarde se comenzaba a tornar oscura. Solo habían pasado unas semanas desde que llegó a Nueva York, pero parecía una eternidad. Alison cerró los ojos por un momento, in
Sentada en el borde de la cama, Alison estiró sus brazos mientras miraba el reloj sobre su mesita de noche. Aún tenía tiempo antes de tener que estar en la firma, pero la ansiedad que golpeaba su pecho la hizo levantarse antes de que siquiera los rayos de sol se asomaran por la ventana. Se levantó despacio, observando el entorno familiar del pequeño departamento que había alquilado al llegar a Nueva York. No era un lugar lujoso, ni mucho menos. Las paredes mostraban los años que llevaba sin ser renovado, y los muebles, aunque funcionales, tenían un aire desgastado. Apretando los labios, Alison caminó hacia el armario donde colgaba su limitada selección de ropa profesional. Deslizó los dedos por los colgadores hasta detenerse en su conjunto favorito que contaba de una falda negra de talle alto y una chaqueta a juego. No eran prendas de marca ni tenían la calidad de los trajes que usaban otros abogados de la firma, pero le quedaban bien. Le daban la apariencia pulida que necesitaba
Alison se levantó de su escritorio cuando vio a Travis subir al elevador, caminó por los pasillos de la firma, consciente de cada paso que daba. Su tacón seguía tambaleándose con cada pisada, mientras ella apretaba la mandíbula esperando que nadie la viera, hasta que, a unos metros de la puerta del CEO, ocurrió lo que más temía, el tacón cedió por completo, haciéndola perder el equilibrio y tuvo que sujetarse del muro a su costado. «Maldición» dijo en su mente, cerrando un instante los ojos, odiando la idea de que tuviera que sucederle eso justo en ese momento.—¡No, no, no! —murmuró desesperada, manteniendo su pie apoyado en la punta del zapato. El tacón se había roto en el peor momento posible. El aire acondicionado helado la golpeaba, pero no podía moverse. «¿Qué se supone que haga ahora? ¿Entrar así a esa oficina? Es ridículo» pensó para sus adentros, sintiendo la presión de cada segundo que pasaba.Rápidamente, se quitó los zapatos y miró a su alrededor, tratando de encontrar un
Como si su mente le jugará una pesada broma. Alison abrió sus ojos grandes, al observar lo que jamás cruzó por su cabeza, era él, era Zander. «¿Cómo es posible?» pensó mientras lo observaba con detenimiento. Su corazón empezó a latir con fuerza, y un torrente de pensamientos invadió su mente. «Zander... ¿Es él? ¿Qué está pasando aquí?» dijo para sus adentros. Sus labios se entreabrieron, incapaz de contener la sorpresa. —Usted... —susurró, con la intención de decir "Zander", pero el hombre la interrumpió antes de que pudiera terminar la frase. —Zane Blackford —formuló, su voz firme y segura llenando la habitación. Alison parpadeó, confundida. ¿Zane? No podía ser. Lo miró más detenidamente, buscando alguna diferencia, algo que le confirmara que no era el mismo hombre del casino. Sin embargo, todo en él le resultaba dolorosamente familiar. Su postura, sus ojos de un azul intenso... excepto por una cosa. El aroma. Era distinto. Alison aún recordaba la colonia que usaba Zander, ¿Cómo
Alison tragó saliva, sintiendo cómo una corriente de tensión pasaba por su cuerpo con cada palabra que salía de los labios de Zane. Había algo en su voz, una especie de seguridad que la hacía sentirse vulnerable, y a la vez, inexplicablemente atraída. Sin embargo, su rostro no mostraba esa dureza cruel que había visto en Zander. Aunque se parecían, Zane irradiaba una calma controlada, un tipo de poder que no necesitaba ser gritado, pero que se sentía con igual intensidad. —Para ser honesto, de todos los que fueron elegidos para este caso por su gran experiencia —continuó él, apoyándose en el respaldo de la silla—, jamás pensé que Zander te la elegiría a usted —soltó Zane. Sus palabras, aunque claras y directas, no sonaban ofensivas, al contrario de lo que Alison había sentido con Zander. Zane no buscaba intimidarla ni menospreciarla; simplemente parecía sorprendido por la elección de su hermano. Alison sintió que sus manos, apoyadas sobre su regazo, comenzaban a sudar. Desviando la m
Al finalizar el día, Alison salió de la firma sintiendo como el aire fresco golpeaba su rostro. Dirigió su mirada a sus pies, observando los zapatos rojos que Hillary le había prestado, aunque bonitos, le estaban pasando factura. Caminaba con cuidado, pero el dolor en su talón era cada vez peor. Cuando finalmente llegó a la esquina de la calle, se detuvo y se apoyó en la pared de un edificio. Con una mueca de dolor, se quitó uno de los zapatos y vio una ampolla recién formada que había comenzado a sangrar un poco. —Fantástico —murmuró, con resignación. Pensó que sería mejor caminar descalza el resto del trayecto hasta su apartamento. Pero no podía dejar que la vieran de esa forma. Alison se colocó nuevamente los tacones, tratando de no apoyar mucho su pie en el suelo. Al fin, cuando llegó a su edificio, Alison tomó los tacones en su mano. Mientras avanzaba, sintiendo el frío del suelo bajo sus pies, en su mente rondaba la reunión con Zane Blackford como un eco constante. No podía
Alison colgó la llamada de Zander, suspirando mientras dejaba el móvil a un lado. Quería desconectar de todo lo relacionado con el trabajo, así que decidió cambiar de tema, mirando a Jessica con una sonrisa. —Bueno, ya basta de mí. Hablemos de ti. ¿Cómo va el mundo de la fotografía? —preguntó Alison mientras levantaba su cerveza para brindar. Jessica rió, chocando su botella con el de Alison antes de tomar un largo trago. —Oh, ya sabes, sigue siendo un caos divertido. Aunque sigo siendo la fotógrafa secundaria, por lo menos me dejan hacer algo más que cargar el equipo —inquirió encogiéndose de hombros. —¿Así que ahora puedes, no sé, al menos tocar una cámara? —bromeó Alison. Ella sabía que Jessica era buena y esperaba que pronto le dieran el reconocimiento que merecía. Jessica rodó los ojos, pero sonrió. —Sí, he ascendido a "persona que también ajusta las luces". Toda una mejora, ¿eh? Aunque, sinceramente, a veces pienso que me contrataron solo porque soy la única que no se
Dos días después... Alison se inclinó sobre la cama, sujetando con cuidado la bandita adhesiva que acababa de colocar sobre su tobillo. La pequeña herida, fruto de la ampolla que los zapatos rojos le habían causado dos días antes, seguía molesta. Aunque el dolor había disminuido, no podía evitar sentir una ligera punzada al caminar, recordando cómo aquellas elegantes y peligrosas zapatillas le habían complicado la tarde. —Todo porque se rompió el maldito tacón—murmuró para sí misma, alisando la tira de la bandita con los dedos. Se levantó con cautela, ajustándose el traje oscuro que había elegido para el día. Algo clásico y profesional, que ocultaba su incomodidad física pero no del todo su ansiedad interna. Zander la había dejado colgando desde la última llamada, y, aunque no lo admitiera en voz alta, la incertidumbre sobre lo que él quería le mantenía en un constante estado de tensión. Antes de salir de su departamento, Alison acomodó su cabello, está vez lo peino con una media c