Con pasos rápidos, pero controlados, Alison salió del casino. Su espalda estaba recta y mantenía la barbilla en alto. Como si las palabras de Zander no le hubieran afectado en absoluto. Sin embargo, cuando el frío aire de Nueva York acarició su rostro al cruzar las puertas de cristal, dejó escapar un largo suspiro que había estado conteniendo durante toda la reunión. El día había sido abrumador, pero no se permitiría ceder a la frustración en público. No todavía. No mientras aún estuviera tan cerca del territorio de ese hombre.
Alison se dirigió rápidamente hacia la parada del autobús, observando cómo el vehículo ya estaba listo para partir. Apenas logró subir justo antes de que las puertas se cerraran tras ella. Alison se sentó junto a la ventana y apoyó la cabeza contra el cristal frío, exhalando de nuevo. Afuera, la tarde se comenzaba a tornar oscura. Solo habían pasado unas semanas desde que llegó a Nueva York, pero parecía una eternidad. Alison cerró los ojos por un momento, intentando despejar su mente del encuentro con Zander, en lugar de eso, los recuerdos de ese primer día en la firma de abogados surgieron sin control. *** —Señorita Hale, ¿verdad? —había preguntado la voz de un hombre. Travis Johnson, un abogado apuesto y elegante. Alison elevó su rostro desde el asiento que ocupaba junto a los otros aspirantes. Lo observó con cautela, al sentir los ojos marrones del sujeto sobre ella. Mientras caminaban por los pasillos de la firma, su estómago se revolvía de nervios. Había pasado días preparando su portafolio y revisando cada detalle de su expediente para esa oportunidad. Esa mañana se había colocado un vestido discreto, sabía que no era de las marcas de lujo que muchas de sus colegas podrían permitirse, pero era consciente también de la forma en que la estilizaba. Alison era consciente de que cada detalle contaba. Las pruebas comenzaron casi de inmediato. Alison observó la tensión en la sala. Todos los aspirantes querían lo mismo, demostrar que eran los mejores, que merecían un lugar en esa firma. Después de varias horas de pruebas y entrevistas, Travis Johnson la había llamado a ella y su respiración de pronto se volvió aún más pesada. Cuando entraron a su oficina, el abogado la invitó a sentarse señalándole la silla frente al escritorio, Alison se sentó y esperó a que él también lo hiciera. Travis ocupó su asiento detrás del escritorio y soltó un resoplido antes de iniciar. —Veo que tienes potencial —dijo él, mirándola directamente a los ojos, una mirada penetrante que parecía decir más allá de las palabras—. Pero quiero ser franco contigo, Alison. Te estoy asignando un caso complicado. No porque crea que a ti te será fácil, tampoco porque esté seguro de que vas a fracasar —espetó el hombre mientras entrelazaba los dedos de ambas manos con los codos apoyados sobre la superficie de madera—. Es solo que… ningún abogado experimentado ha logrado quedarse con el caso, así que esta vez quiero intentar con alguien nuevo, quiero ver si puedes obtenerlo —dictaminó volviendo todo más tenso, más misterioso. *** El autobús se detuvo de repente, sacándola de su ensimismamiento. Alison sacudió la cabeza, parpadeando mientras su vista se acoplaba a las potentes luces. Bajó del autobús y caminó por las calles hasta llegar a su edificio. No podía evitar recordar la arrogancia de Zander, su tono de burla al llamarla "novata" pero tampoco olvidaba la forma en que sus ojos siguieron el contorno de sus labios, en como su mirada recorrió su cuerpo. Sacudiendo su cabeza porque no quería pensar más en ese hombre, subió las escaleras de su edificio, el ascensor estaba descompuesto para variar, lo que sólo volvía su día más abrumador de lo que ya era. Cuando llegó a su puerta, sacó las llaves y notó un leve temblor en sus manos. Finalmente, cuando la cerradura hizo clic, empujó la puerta y entró en su pequeño departamento. Dejó caer su bolso sobre la mesa de la entrada y se quitó los tacones con un suspiro de alivio. Sus pies dolían, pero su mente no le permitía concentrarse en el cansancio físico. Estaba agotada, pero al mismo tiempo, una corriente de energía nerviosa aún la recorría. Alison caminó hacia la cocina, buscando algo de agua. El reloj en la pared marcaba las 8:30 p.m. La noche aún era joven, pero Alison sentía como si hubiera pasado un día entero encerrada en esa sala con Zander, soportando su arrogancia y su actitud altanera. Todo en él la hacía hervir por dentro. Cuando Alison se dejó caer en su silla frente al escritorio en su sala de estar. Se masajeó las sienes, mientras estiraba sus pies y hacía crujir su cuello, primero a un lado y después a otro. Pese a todo lo sucedido estaba contenta y necesitaba hablar con alguien, compartir la noticia de que le habían asignado el caso más complicado de la firma. De inmediato pensó en Jessica, su mejor amiga. Sabía que Jessica siempre tenía la palabra adecuada para animarla, incluso en los momentos más difíciles. Tomó su teléfono del bolso que había dejado en la entrada y deslizó el dedo por la pantalla para buscar el contacto de Jessica. Pero antes de que pudiera hacer la llamada, el teléfono comenzó a vibrar en su mano. —¿Qué demonios...? —murmuró para sí misma, frunciendo el ceño con sorpresa. Travis Johnson, el abogado afamado que le había asignado el caso, la estaba llamando. ¿Habría cometido algún error? ¿Había alguna novedad sobre el caso que no sabía? se preguntaba. Su mano temblorosa aceptó la llamada, llevándose el teléfono al oído. —¿Alison Hale? —preguntó Travis, a través del altavoz. Su voz era gruesa y el tono que usaba parecía un tanto amable. —Buenas noches. Señor Johnson —respondió ella, tratando de mantener la calma en su voz, aunque el corazón le latía con fuerza. Hubo un breve silencio al otro lado de la línea. —Imagina mi sorpresa —comenzó él, con un tono que no dejaba entrever si lo que seguía sería positivo o negativo—. He sido notificado sobre el caso del casino... Te lo has quedado —declaró con evidente asombro en sus palabras. Sin tratar de ocultar que eso le parecía una completa hazaña. Alison abrió los ojos, sorprendida por el tono de Travis. No había duda de que él no esperaba que fuera ella la elegida. —Así es —confirmó ella, tratando de que su voz sonara lo más segura posible. —Felicidades —soltó él, aligerando la tensión que comenzaba a crecer. —Mañana te espero a primera hora en la oficina, estoy seguro de que Zane Blackford, va a querer conocerte —culminó con seguridad. Luego de colgar la llamada. Alison dejó el teléfono sobre la mesa, mirando el escritorio frente a ella lleno de papeles. "Zane Blackford", había dicho. Y aunque ya había escuchado el nombre del abogado más importante de la firma, aun no tenía el placer de conocerlo. —Bien Alison, conocerás al CEO —dijo para sí misma en voz alta, mientras se levantaba nuevamente de su asiento y caminaba está vez a su recamara.Sentada en el borde de la cama, Alison estiró sus brazos mientras miraba el reloj sobre su mesita de noche. Aún tenía tiempo antes de tener que estar en la firma, pero la ansiedad que golpeaba su pecho la hizo levantarse antes de que siquiera los rayos de sol se asomaran por la ventana. Se levantó despacio, observando el entorno familiar del pequeño departamento que había alquilado al llegar a Nueva York. No era un lugar lujoso, ni mucho menos. Las paredes mostraban los años que llevaba sin ser renovado, y los muebles, aunque funcionales, tenían un aire desgastado. Apretando los labios, Alison caminó hacia el armario donde colgaba su limitada selección de ropa profesional. Deslizó los dedos por los colgadores hasta detenerse en su conjunto favorito que contaba de una falda negra de talle alto y una chaqueta a juego. No eran prendas de marca ni tenían la calidad de los trajes que usaban otros abogados de la firma, pero le quedaban bien. Le daban la apariencia pulida que necesitaba
Alison se levantó de su escritorio cuando vio a Travis subir al elevador, caminó por los pasillos de la firma, consciente de cada paso que daba. Su tacón seguía tambaleándose con cada pisada, mientras ella apretaba la mandíbula esperando que nadie la viera, hasta que, a unos metros de la puerta del CEO, ocurrió lo que más temía, el tacón cedió por completo, haciéndola perder el equilibrio y tuvo que sujetarse del muro a su costado. «Maldición» dijo en su mente, cerrando un instante los ojos, odiando la idea de que tuviera que sucederle eso justo en ese momento.—¡No, no, no! —murmuró desesperada, manteniendo su pie apoyado en la punta del zapato. El tacón se había roto en el peor momento posible. El aire acondicionado helado la golpeaba, pero no podía moverse. «¿Qué se supone que haga ahora? ¿Entrar así a esa oficina? Es ridículo» pensó para sus adentros, sintiendo la presión de cada segundo que pasaba.Rápidamente, se quitó los zapatos y miró a su alrededor, tratando de encontrar un
Como si su mente le jugará una pesada broma. Alison abrió sus ojos grandes, al observar lo que jamás cruzó por su cabeza, era él, era Zander. «¿Cómo es posible?» pensó mientras lo observaba con detenimiento. Su corazón empezó a latir con fuerza, y un torrente de pensamientos invadió su mente. «Zander... ¿Es él? ¿Qué está pasando aquí?» dijo para sus adentros. Sus labios se entreabrieron, incapaz de contener la sorpresa. —Usted... —susurró, con la intención de decir "Zander", pero el hombre la interrumpió antes de que pudiera terminar la frase. —Zane Blackford —formuló, su voz firme y segura llenando la habitación. Alison parpadeó, confundida. ¿Zane? No podía ser. Lo miró más detenidamente, buscando alguna diferencia, algo que le confirmara que no era el mismo hombre del casino. Sin embargo, todo en él le resultaba dolorosamente familiar. Su postura, sus ojos de un azul intenso... excepto por una cosa. El aroma. Era distinto. Alison aún recordaba la colonia que usaba Zander, ¿Cómo
Alison tragó saliva, sintiendo cómo una corriente de tensión pasaba por su cuerpo con cada palabra que salía de los labios de Zane. Había algo en su voz, una especie de seguridad que la hacía sentirse vulnerable, y a la vez, inexplicablemente atraída. Sin embargo, su rostro no mostraba esa dureza cruel que había visto en Zander. Aunque se parecían, Zane irradiaba una calma controlada, un tipo de poder que no necesitaba ser gritado, pero que se sentía con igual intensidad. —Para ser honesto, de todos los que fueron elegidos para este caso por su gran experiencia —continuó él, apoyándose en el respaldo de la silla—, jamás pensé que Zander te la elegiría a usted —soltó Zane. Sus palabras, aunque claras y directas, no sonaban ofensivas, al contrario de lo que Alison había sentido con Zander. Zane no buscaba intimidarla ni menospreciarla; simplemente parecía sorprendido por la elección de su hermano. Alison sintió que sus manos, apoyadas sobre su regazo, comenzaban a sudar. Desviando la m
Al finalizar el día, Alison salió de la firma sintiendo como el aire fresco golpeaba su rostro. Dirigió su mirada a sus pies, observando los zapatos rojos que Hillary le había prestado, aunque bonitos, le estaban pasando factura. Caminaba con cuidado, pero el dolor en su talón era cada vez peor. Cuando finalmente llegó a la esquina de la calle, se detuvo y se apoyó en la pared de un edificio. Con una mueca de dolor, se quitó uno de los zapatos y vio una ampolla recién formada que había comenzado a sangrar un poco. —Fantástico —murmuró, con resignación. Pensó que sería mejor caminar descalza el resto del trayecto hasta su apartamento. Pero no podía dejar que la vieran de esa forma. Alison se colocó nuevamente los tacones, tratando de no apoyar mucho su pie en el suelo. Al fin, cuando llegó a su edificio, Alison tomó los tacones en su mano. Mientras avanzaba, sintiendo el frío del suelo bajo sus pies, en su mente rondaba la reunión con Zane Blackford como un eco constante. No podía
Alison colgó la llamada de Zander, suspirando mientras dejaba el móvil a un lado. Quería desconectar de todo lo relacionado con el trabajo, así que decidió cambiar de tema, mirando a Jessica con una sonrisa. —Bueno, ya basta de mí. Hablemos de ti. ¿Cómo va el mundo de la fotografía? —preguntó Alison mientras levantaba su cerveza para brindar. Jessica rió, chocando su botella con el de Alison antes de tomar un largo trago. —Oh, ya sabes, sigue siendo un caos divertido. Aunque sigo siendo la fotógrafa secundaria, por lo menos me dejan hacer algo más que cargar el equipo —inquirió encogiéndose de hombros. —¿Así que ahora puedes, no sé, al menos tocar una cámara? —bromeó Alison. Ella sabía que Jessica era buena y esperaba que pronto le dieran el reconocimiento que merecía. Jessica rodó los ojos, pero sonrió. —Sí, he ascendido a "persona que también ajusta las luces". Toda una mejora, ¿eh? Aunque, sinceramente, a veces pienso que me contrataron solo porque soy la única que no se
Dos días después... Alison se inclinó sobre la cama, sujetando con cuidado la bandita adhesiva que acababa de colocar sobre su tobillo. La pequeña herida, fruto de la ampolla que los zapatos rojos le habían causado dos días antes, seguía molesta. Aunque el dolor había disminuido, no podía evitar sentir una ligera punzada al caminar, recordando cómo aquellas elegantes y peligrosas zapatillas le habían complicado la tarde. —Todo porque se rompió el maldito tacón—murmuró para sí misma, alisando la tira de la bandita con los dedos. Se levantó con cautela, ajustándose el traje oscuro que había elegido para el día. Algo clásico y profesional, que ocultaba su incomodidad física pero no del todo su ansiedad interna. Zander la había dejado colgando desde la última llamada, y, aunque no lo admitiera en voz alta, la incertidumbre sobre lo que él quería le mantenía en un constante estado de tensión. Antes de salir de su departamento, Alison acomodó su cabello, está vez lo peino con una media c
Con el corazón acelerado, Alison salió de la oficina. El mensaje de Zander aun resonaba en su mente. “Quiero verte ahora.” Las palabras se repetían como un eco, cargadas de autoridad y lo que causaban en ella era algo que no podía identificar con exactitud, pero que le despertaban una mezcla de ansiedad y curiosidad.Mientras caminaba hacia la salida de la firma, su mente trataba de prepararse para lo que vendría, aunque sabía que enfrentarse a Zander nunca era algo para lo que pudiera estar completamente lista y eso era algo que la aturdía, pues pudo saberlo solo con verlo una sola vez. No necesitó más.Alison se detuvo un momento en la calle, respirando profundamente, como si el aire fresco pudiera calmar el mar de emociones que la agitaban. Se subió a un taxi y dio la dirección del casino, tratando de mantener una fachada tranquila, mientras por dentro las dudas y expectativas se mezclaban peligrosamente.El viaje hacia el casino fue un borrón. Cuando finalmente el edificio apareció