Carter Hall, con la rabia ardiendo dentro de él tras la trágica muerte de su hijo, arrastra hacia la oscura crueldad a una joven inocente para hacerla pagar por sus pecados, al punto de hacerla desear su liberación a través de la muerte, pero cuando él descubre su inocencia, todo cambia. ¿Logrará obtener su perdón? ¿Hasta dónde estará dispuesto a llegar en busca de redención? Todos los derechos reservados, inscrita en Safe Creative bajo número 2401236741503 de fecha 01/23/2024.
Leer másY ganó Angie, porque a pesar de parecer que se desmayaría, no lo hizo.—¿Este es mi hijo? —peguntó visiblemente emocionado.—Si mi amor, y esa es la imagen de él.Enseguida, un grito de alegría salió de la boca de René, cargó a Angie, le dio la vuelta, la dejó en el suelo y salió a buscar a Xaria.—Xaria, hermanita ¡Vas a ser tía! —exclamó y la niña comenzó a brincar emocionada.—Ramsés, seremos tíos ¡Al fin! —chilló la niña y entre ellos dos enteraron a toda la gente que empezó a también a emocionarse.—¿Y yo también seré tía? —preguntó Layna la hija de cuatro años de Zareli con sus ojos ilusionados.—No, este es mi hermano… tú tienes que tener tu propio hermano —protestó Xaria celosa abrazando a René con posesión.—Pero es que… yo tenía un hermanito… y se me murió… yo entonces nunca seré tía —pronunció la niña con tristeza y se sentó, sin dejar de llorar.René corrió hacia ella y la cargó.—Claro que si serás tía, si tú quieres yo también puedo ser tu hermano —le dijo cariñosamente
Cuatro años despuésEl auditorio se llenó de aplausos y el aire se impregnó de una aroma fresca. René estaba de pie en el podio, con el corazón martilleándole contra las costillas, en marcado contraste con la serena sonrisa que lucía. Estaba muy emocionado, sus ojos bailaron sobre el mar de rostros que tenía delante, pero se detuvieron en unos pocos en particular: la tierna mirada de Angie, la orgullosa postura de su padre Carter, el asentimiento de apoyo de Alejandra, el entusiasmo centelleante de Xaria y la sonrisa afable de sus abuelos y suegros.—Hoy —comenzó, con voz firme a pesar de los temblores que sentía, —no sólo marca la culminación de nuestro viaje académico, sino también la celebración de la resiliencia dentro de cada uno de nosotros.Miró sus notas, pero las palabras parecían innecesarias. En su lugar, habló desde el corazón, relatando las batallas libradas tanto en la biblioteca como en su interior, con un suave timbre de gratitud.Al concluir la ceremonia, Angie fue e
Tres meses después.La grandeza de la basílica más grande de Roma se alzó sobre la reunión, sus antiguas piedras eran un testimonio silencioso de las innumerables uniones que había presenciado. Dentro, solo estaba la familia Hall y algunos invitados de la familia de la novia, solo ellos eran suficiente, es que prácticamente por sí mismos eran una congregación, un extenso tapiz de tíos, tías, cónyuges y multitud de primos entretejiéndose entre los bancos, su presencia colectiva bastaba para llenar el sagrado espacio.En el centro de la procesión, la pequeña Xaria sujetaba la almohada con las alianzas, sus pequeñas manos firmes a pesar de la magnitud de su papel.A su lado caminaba un niño, hijo de uno de los socios comerciales de su padre, con un traje en miniatura, impecablemente confeccionado, pero con los ojos muy abiertos que delataban su nerviosismo.Y es que no era para menos, porque momentos antes Carter, en un ataque de celos infantil, había amenazado al pequeño sin que nadie
René por un momento sintió miedo de que esa reacción de ella significara que lo rechazaba, pero lo que no sabía es que Angie estaba tan impactada que en su interior estaba sufriendo un cataclismo de emociones, un dolor sordo se instaló en su pecho, por completo conmovida por la revelación y la carga de sufrimiento que René había estado llevando. No podía reaccionar, estaba como pasmada ante esa confesión, solo volvió en sí cuando lo vio levantarse, lo tomó del brazo mirándolo a los ojos en una mirada que decía mucho, aunque aún sin poder hablar, pero intentando transferirle algo de la fuerza que él parecía necesitar tanto.La noche pareció extenderse alrededor de ellos, haciéndose más densa con la revelación. Angie sintió un torbellino de sentimientos: ira, pena, impotencia, frustración… pero, ante todo, una abrumadora compasión por el niño que René había sido y por el hombre en que se había convertido a pesar de sus cicatrices.—Lo siento tanto, René —dijo ella suavemente, su voz,
Al final la madre de Angie sonrió y se levantó de donde había permanecido sentada.—Bueno, creo que voy a ir a preparar una cena que les debo —declaró en tono alegre.—Tengo una mejor idea… yo puedo ayudar a hacer la cena —propuso René y todos lo miraron sorprendidos. El rostro de sus futuros suegros con una expresión de duda.—Amor, creo que no podrás hacerlo, tienes tu pie malo —dijo ella preocupada, tratando de persuadirlo de esa idea.—Princesa, es mi pie el que está malo, mis manos están perfectamente bien —expuso levantándolas como para dar mayor fuerza a sus palabras, Angie solo asintió.—Está bien, te ayudo a cortar las verduras y aliños, no tendrás mejor ayudante que yo.Cuando René comenzó a preparar la comida, Angie y su madre se sentaron en el mesón a ayudándolo a cortar, pero también observándolo sin dejar de hablar animadamente. Las manos de la chica se movieron con gracia mientras explicaba algo con esa pasión contagiosa que siempre le brotaba naturalmente y que causa
René se había quedado paralizado en el marco de la puerta, su corazón latiendo con una intensidad que amenazaba con romperle el pecho. La conversación había resonado en él como un despertar brutal; su lucha por mantenerse limpio, sus esfuerzos por reconstruir su vida, todo parecía desmoronarse con cada sílaba que el padre de Angie pronunciaba. Pero había algo más, una determinación férrea en la voz de la joven, una promesa no dicha de lealtad y fe en él.Por un momento quiso girarse e irse, porque en el fondo no quería ponerla a escoger entre sus padres y él, eso sería demasiado cruel.—Buenas noches —saludó René finalmente, dando un paso adelante hacia la luz del comedor donde los dos se enfrentaban. Su figura era una sombra contra la penumbra del pasillo, pero su voz llevaba consigo un temblor de emoción que no pudo ocultar.La joven giró sorprendida por la aparición repentina de René. Su rostro, iluminado por el tenue resplandor de las lámparas, mostraba signos del conflicto int
Apenas regresó a la casa y entró a la sala de estar, vio a Xaria y a René jugando videojuegos. De inmediato, él se dio cuenta por su cara de que algo había pasado.—¿Qué pasa, mi amor? ¿Por qué llegas tan achicopalada? ¿Te hicieron algo? ¿Me chocaste el carro y por eso vienes agitada? Si es así, no te preocupes, lo reparamos y asunto arreglado —dijo mirándola con una evidente muestra de ternura, aunque también de preocupación.Esas palabras la hicieron sonreír.—Tenemos que ir el fin de semana, no sé si sea pronto o podremos retrasarlo si tú quieres… —sus palabras se vieron interrumpidas por las de él.—Angie, no quiero retrasar la visita a tus padres, así tenga mi pierna así, no te estreses, voy a ganármelos, y verás que todo estará bien. ¿No confías en mí? —preguntó.—Claro que lo hago, aunque a veces no se trata de que no confíe en ti, sino en la gente que te rodea —expresó y él asintió. —Te prometo que todo estará bien —manifestó tranquilizándola.Los días fueron pasando precipit
Angie se levantó más animada que nunca, le dio un beso a René y se fue a buscarle comida, a él y a la princesa, Alejandra la vio afanada y frunció el ceño.—¿Qué pasa Angie? Te veo ajetreada y preocupada ¿Puedo ayudarte en algo? Ella la miró y sonrío.—Es solo que quiero terminar el desayuno para René y Xiara rápido, porque deseo pedir la tarde para ir a ver a mis padres, es que quiero conversar con ellos para programar una cena para presentarles a René —dijo un poco avergonzada.—Vaya, pero eso es excelente, y no creo que necesites pedir la tarde. Encárgate tú de tu hombre, y yo de mi pequeña, para que vayas temprano. Sabes que aquí tú no eres una empleada más, sino la futura esposa de René —aclaró Alejandra y la joven asintió.—Yo lo sé, pero no quiero abusar de ustedes, una cosa son los lazos familiares y otra el trabajo —manifestó con seriedad y Alejandra solo se sonrío.—No eres ninguna abusadora. Ahora mueve ese rabo, llévale de comer a tu marido, mientras yo recuerdo viejos ti
La casa estaba envuelta como en una especie de brillo, incluso las suaves luces bailaban en las paredes mientras la risa y el sonido de copas chocando llenaban la sala. Xaria, con sus ojos brillantes de niña emocionada, sostenía un vaso de jugo de uva, imitando a los adultos. También Alejandra tenía en sus manos su copa rellena del mismo líquido oscuro, sonriendo con una mano sobre su aún aplanado vientre.De repente, entre la algarabía, Zareli apareció en la escalera. La joven, con una sonrisa forzada adornando sus labios, bajó lentamente. Cada paso parecía un esfuerzo sobre humano, como si cada fibra de su ser estuviera impregnada de una fatiga invisible. Se unió al grupo, le dieron también una copa de jugo de uva, la levantó en un movimiento casi mecánico, pero sus ojos, esos que decían que eran el espejo del alma, permanecían apagados, distantes, tristes, como si dentro de ella no hubiera ni un poco de esperanza, ni vida, como si caminara por inercia y respiraba porque la natura