La mirada de Carter se oscureció, sus ojos se llenaron de una furia desenfrenada, pero, a la vez, una profunda tristeza. Sabía que matar a Alejandra no traería a su hijo de vuelta. Pero ¿Sería eso suficiente para frenar su ira?Las palabras de Alejandra resonaron en su cabeza, un eco constante, incitándolo a actuar. Pero algo dentro de él lo detuvo.Sintió un escalofrío correr por su espina dorsal ante las palabras de Alejandra, una mezcla de rabia y compasión turbia. Su agarre se aflojó un poquito, solo lo suficiente para que Alejandra pudiera respirar con más facilidad, pero no para que ella pudiera liberarse.—¿Y qué gano yo matándote ahora? —preguntó Carter finalmente, rompiendo el silencio—. ¿El placer temporal de la venganza? ¿El alivio efímero del dolor? Todo eso pasaría y seguiría quedando el hueco que dejaste en mi vida… No, Alejandra, a ti te tengo preparado el infierno… pero en vida.Ella se quedó viéndolo, mientras la estancia se llenó de un silencio sepulcral. Carter se si
—¿Por qué es tan cruel conmigo? ¿Yo no le hice nada? —susurró casi sin aliento, sintiendo como si en su interior se estuviese agitando un peligroso fuego. Pero el ama de llaves ya se había dado la vuelta y se estaba alejando, dejándola sola en la cabaña decrépita. Se obligó a caminar, cada músculo de su cuerpo gritó de dolor y agotamiento. Miró alrededor, sus ojos nublados por la fiebre no le permitían ver con claridad, pero podía sentir el desorden a su alrededor. A tientas, logró encontrar su uniforme arrugado, sucio y húmedo en un rincón del cuarto. Con un gemido sofocado, empezó a vestirse; cada movimiento se sentía como una tortura. Los minutos pasaron lentamente mientras luchaba por mantenerse en pie. Eventualmente, logró salir y llegar a la sala, aunque se mantuvo silenciosa para que no la vieran, lamentablemente no tuvo suerte, y Clara la vio, la miró con desprecio y se acercó a ella sonriendo maliciosamente, mientras Carter de lejos miraba con una sonrisa enigmática. —¡A
Las palabras de Carter golpearon a Alejandra como una descarga eléctrica. Sin mirarlo, caminó lentamente hacia la cocina. Dentro de su pecho, su corazón latió con una fuerza desmesurada. Seguía siendo injusto, ella no lo había matado. Había sido un accidente, y ella lamentaba día a día haber acudido a esa cita.Apoyándose en la encimera de la cocina, intentó contener las lágrimas que amenazaban en sus ojos. Los maltratos, las humillaciones, el dolor era como una herida abierta que nunca se cerraría.Volvió a la terraza con una bandeja llena de bocadillos y bebidas frías. La risa salió del jacuzzi, mientras ella se mantenía sin ninguna expresión en el rostro.La bandeja le tembló y estuvo a punto de caérsele, producto de la debilidad de su cuerpo, incluso las bebidas se le derramaron un poco, ganándose con ello un grito de Carter.—¡Eres una idiota! ¡Pon la bandeja a un lado! No eres más que una inútil… no sé qué vio mi hijo en ti —pronunció con desprecio.Las palabras de Carter eran
—Llama a Alejandra para que venga a atendernos —le pidió Clara a Carter.Sin embargo, el hombre se levantó y se alejó de ella, con una expresión indescifrable en su mirada, y segundos después se supo lo que estaba pensando.—¡Déjala! Ya creo que la hemos torturado lo suficiente —sentenció con un chasquido.—¿La estás defendiendo? De verdad qué eres increíble… no puedo creer… —comenzó a decir la mujer, pero Carter la interrumpió con fiereza.—¡Ya basta Clara! No tienes que decirme lo que tengo qué hacer. Si digo que hay que darle un respiro, es porque es lo mejor… y no es que me esté ablandando… solo quiero hacerlo creer que nos hemos flexibilizado… será más placentero para nosotros… es como atrapar a una presa, y soltarla para hacerle creer que va a poder escapar y justo cuando se confíe, volverla a atrapar… es como el juego al gato y al ratón —expresó.Clara miró a Carter molesta, pero no dijo nada. Se levantó, cruzó los brazos sobre su pecho mientras miraba hacia la ventana, observa
Se detuvo en seco, su corazón tambaleándose en su pecho. Pero a medida que Alejandra luchaba por respirar, cualquier furia residual se desvaneció. No importaba lo que ella hubiera hecho, pero algo dentro de él se negaba a dejarla morir.Carter continuó corriendo a través del pasillo de la casa, y la llevó a la habitación que le había dado al lado de la suya, mientras era consciente de las débiles señales de vida que emanaban del cuerpo de la chica.Se quedó esperando en la habitación impaciente, caminando de un lado a otro, daba la impresión que terminaría abriendo un hueco en el piso de las veces que recorrió de un lugar a otro, se paró en la puerta y comenzó a gritar.—¡Maldita sea! ¿Por qué carajos no se apuran? ¿Les pesa mucho el cul0? —inquirió irritado.El ama de llaves lo escuchó y corrió hasta él.—Lo siento, señor, le marqué al médico y por más que intenté convencerlo para que viniera, dijo que no podía venir —informó la mujer aún con el teléfono en la mano.Sin embargo, Cart
Carter miró a Clara con desdén como si en ese momento le molestara su presencia, se dio la vuelta y se retiró de la sala, dejando a la mujer con sus pensamientos retorcidos y emociones hirvientes, como si hubiera abandonado una bomba a punto de estallar. A Clara no le quedó más remedio que tragar su derrota momentánea. Miró fijamente al médico, su rostro reflejó un rechazo visceral hacia la decisión de Carter, pero el médico se limitó a asentir solemnemente y se dirigió hacia la sala donde Alejandra estaba siendo atendido, la mujer que había robado la atención de Carter.La mente de Clara comenzó a moverse rápidamente, buscando frenéticamente un plan para cambiar la situación a su favor. Por lo que había visto, tenía la sospecha de que Carter sentía algo por Alejandra, eso era evidente. Ella no era estúpida, su forma de actuar lo delataba, no se creía nada.Esos indicios que había empezado a ver, hacía que sus sospechas se activaran, como eso de ponerla al lado de su habitación para
Por solo un instante, el miedo quiso hacer mellas en ella, numerosas preguntas comenzaron a aparecer en su cabeza como si fueran anuncios de neón que trataban de minar su determinación de escape.¿Cómo iba a escapar? ¿Dónde iba a ir? Si la atrapaban le iría peor, sin embargo, otra parte de ella, le decía que no lo sabría, si no lo intentaba. No puedo, era fácil decirlo, lo difícil era convertirlo en un sí puedo, se dijo animándose.Comenzó a pensar, no tenía idea de cómo estaba estructurado ese hospital, o si los hombres de Carter estarían vigilándola, o si pedirle ayuda a la enfermera que la estaba tratando.Así que armándose de calor y a todo riesgo, esperó que apareciera la enfermera que debía pasarle su tratamiento, lo iba a intentar, solo esperaba no equivocarse.Apenas la mujer entró, comenzó a darle el tratamiento, repentinamente Alejandra le tomó la muñeca, la apretó duro con sus ojos llenos de súplica.—Por favor, no diga nada. Ayúdeme, necesito escapar de aquí —pronunció en
Carter, luego de salir de la habitación, decidió ir al consultorio del médico para hablar con él y llevársela a la casa. No quería dejarla por mucho más tiempo allí, no sabía por qué, pero tenía esa corazonada dentro de él que se volvía más intensa a medida que corrían los minutos. —Doctor, necesito que firme el alta de Alejandra —ordenó con firmeza, sin embargo, pudo notar la tensión en el cuerpo del galeno ante sus palabras y segundos después, se dio cuenta que había tenido razón en su percepción.—Señor Hall… sé que es una autoridad en la isla, la gente lo respeta y lo aprecia, y me va a disculpar por lo que voy a decirle, pero yo no puedo dar de alta a una paciente, solo porque usted quiera que lo haga, lo siento, pero ante el estado de la señorita Alejandra no puedo permitirlo que se vaya a casa. Debe cumplir con su tratamiento aquí y tener los cuidados necesarios —su tono de voz denotó firmeza, sin embargo, Carter no tenía intenciones de ceder.—Doctor, entiendo su posición,