—Alex —lo llamó. —¿Qué quieres? —preguntó, cortante. —¿En verdad has matado a alguien? —¿Y tú que crees, pequeña? —preguntó, antes soltar una estridente carcajada y marcharse dando un fuerte portazo.---La vida de Camila da un giro inesperado cuando se ve obligada a casarse con Alex, un hombre frío y misterioso, para salvar a su familia. A medida que intenta adaptarse a su nueva vida en la opulenta mansión de Alex, descubre que su esposo oculta secretos oscuros, incluyendo un pasado manchado por el crimen. Atrapada en un matrimonio sin amor y rodeada de peligros, Camila lucha por descubrir la verdad sobre Alex y sus propios sentimiento. En medio de la intriga, la pasión y el peligro, Camila y Alex se verán obligados a enfrentar sus demonios internos y decidir si su relación está basada en el amor verdadero o en una mentira peligrosa.
Leer másUN AÑO MÁS TARDE —Parece mentira que ya haya pasado un año —dijo Andrea, mientras terminaba de colgar los globos de colores en las paredes del jardín de la mansión, por la celebración del primer año de los trillizos. —La verdad es que yo tampoco lo creo —repuso Camila, con una sonrisa, mientras veía como sus tres hijos jugaban en un corral improvisado—. Están tan grandes… —Suspiró. —No solo eso —comentó Andrea con una media sonrisa—. Tú pareces una persona totalmente diferente, querida. Se ve que Alex y tú por fin se han entendido. —La verdad es que eso… es algo que jamás pensé experimentar. Ese hombre me ha sorprendido gratamente este último año. —Te ama demasiado, se le nota. Le brota el amor por los poros. A veces es desesperante —bromeó Andrea. Camila rodó los ojos. —¿Tan desesperante como lo es Leo contigo? —Leo no es desesperante. —Ah, ¿no? Vive colmándote de regalos, de besos y arrumacos. A veces da vergüenza ajena. —Oye… —replicó Andrea frunciendo el ceño. Camila so
La noche estaba templada y la luna llena iluminaba suavemente la ciudad cuando Alex llegó a la mansión para recoger a Camila. Desde el momento en que la vio bajando las escaleras, radiante y hermosa, sintió que su corazón latía con fuerza en su pecho.—¡Wow! —exclamó, admirando su belleza—. Camila, estás deslumbrante esta noche. —Rápidamente, se corrigió—. Siempre eres deslumbrante. —Sonrió. Camila le devolvió la sonrisa, sintiéndose nerviosa y ansiosa por esa noche. Era el primer encuentro que tenían a solas, fuera de las paredes de la mansión, y no sabía qué esperar. —Gracias —respondió, sin saber muy bien qué decir—. Tú también te ves muy guapo. «Pero ¿qué más? Siempre has sido demasiado guapo», pensó, sin animarse a decir aquello en voz alta. El verlo sonreír la hacía sentir como en una nube. Como si nada de todo aquello fuera real. Por momentos, sentía que todo aquello, todo ese cambio que había sufrido su vida, para bien, no era más que un sueño. Temía que, de un momento a
DOS MESES DESPUÉS Después de dos semanas más después del accidente en la azotea y de que Camila hubiera buscado apoyo de un psicólogo, además del de su hermana, de Leo y del propio Alex, a quien había decidido darle una nueva oportunidad, Camila había sido dada de alta y ahora se encontraba en la seguridad de la mansión, en la habitación de los trillizos, junto a Andrea. La noche era tranquila y serena. —¿A dónde vas? —preguntó Camila, sorprendida, al ver que su hermana se dirigía a la puerta de la habitación, mientras ella se encontraba dándole el pecho a uno de los trillizos, mientras los otros dos dormían apaciblemente. —Acabo de recibir un mensaje de Leo. No sé qué quiere, pero ya regreso. Camila alzó una ceja y sonrió, divertida. —Luego dices que no hay nada entre tú y él. —La miró por entre las pestañas sin dejar de sonreír. —No hay nada. Si lo hubiera, serías la primera en saberlo. —Ya lo sé, solo que tú no lo quieres reconocer. Andrea la fulminó con la mirada, mientras
CAPÍTULO 96 – —¡Camila! —gritaron, a su vez, el doctor McCarthy y Andrea, con los ojos abiertos de par en par. Camila se precipitó al vacío, dejando a todos completamente helados, hasta las fuertes manos de Alex, quien corrió a toda velocidad y se acostó boca abajo contra el borde del edificio, asieron uno de los brazos de Camila. Alex se aferró con todas sus fuerzas al brazo de Camila, sintiendo cómo la fuerza de la gravedad tiraba de ella hacia abajo. —¡Camila, agárrate a mí! ¡No te sueltes! —exclamó, su voz resonando en la noche, mientras sentía el miedo y la desesperación, abriéndose paso en su pecho.El doctor McCarthy y Andrea se acercaron rápidamente.—Vamos, Camila, alza el otro brazo —la apremió Andrea, tendiendo sus brazos, al igual que el doctor McCarthy—. No te dejaremos caer. —No creo poder hacerlo —dijo Camila, bajando la mirada y viendo el precipicio que se extendía bajo sus pies. Era una caída de más de treinta metros y, si caía, no habría Dios que pudiera salvar
—¿Qué? —exclamó Leo, alertando a Alex, quien lo miró con los ojos abiertos de par en par, mientras arrullaba a la pequeña quien se quejaba en sus brazos—. ¿Han revisado las cámaras? ¿Crees que ha podido salir del hospital?—Sí, Leo, revisamos las cámaras y no aparece en ninguna de las salidas. Pero hay ciertas secciones del hospital que no tienen cámara por protocolo y, aunque llevamos una hora buscándola, no hemos podido encontrarla. No sabemos dónde se puede haber metido —respondió Andrea, agitada—. No sé en qué momento se ha marchado, porque solo me ausenté unos diez minutos, que fui al bufete a buscar algo de comer y de beber. —Está bien, ahora mismo vamos para allá, pero si la encuentras dile que hemos encontrado a la pequeña —le informó, con la esperanza de que esa noticia relajara a Camila. —¿Qué? ¿Es en serio? —preguntó Andrea y Leo se pudo imaginar cómo se llevaba una mano al pecho. —Sí, Andre, la hemos encontrado y está con Alex. Pero ahora vamos de camino hacia allí. Cu
Cuando Leo oyó la detonación dentro de la fábrica el corazón se le desbocó. ¿Qué diablos acababa de suceder? —Leo, ¿qué sucede? —preguntó Andrea, al otro lado de la línea. En cuanto su amigo le pidió que saliera, Leo había llamado a la policía, por lo que pudiera suceder, antes de ponerse en contacto con Andrea. La ansiedad que sentía en ese momento era tal que no podía estar en silencio, en medio de la noche, esperando que su amigo saliera de aquella fábrica abandonada. —No lo sé, Andre, no tengo idea. Déjame que vea y luego te llamo, ¿sí? Estos dos… —Suspiró, mientras se acercaba a los enormes portones. —Tranquilo, ve y fíjate, pero ten cuidado, ¿sí? —repuso Andrea, con voz preocupada. —No te preocupes. Hablamos luego —dijo Leo y cortó la comunicación. Sin perder tiempo, se guardó el móvil en el bolsillo y corrió hacia el interior, al vislumbrar, a lo lejos, que Alex se encontraba de rodillas. —¡Alex, ¿qué ha pasado?! —preguntó Leo, en cuanto llegó junto a su amigo. Alex, qu
Una vez que llegaron al sitio, se encontraron con una fábrica abandonada que se alzaba ante ellos envuelta en sombras y misterio. Alex y Leo se bajaron de sus coches y, sin decir una palabra, avanzaron con cautela, con cada uno de sus pasos resonando en el vacío del lugar. Al llegar al centro de la fábrica, se encontraron con la silueta de un hombre de pie en el centro de la estancia, dándoles la espalda.Al oírlos llegar, Gabriel, lentamente, se dio la vuelta y los miró con una siniestra sonrisa en el rostro.—Oh, qué placer que estés aquí, querido hermano —repuso Gabriel con un tono que erizó la piel de los brazos de Alex y Leo por igual.—¿Dónde está mi hija, Gabriel? —preguntó Alex con voz firme, decidido a no dejarse intimidar.Gabriel sonrió y se encogió de hombros, manteniendo su actitud desafiante mientras alzaba la barbilla con aspecto de estar divirtiéndose.—¿Tu hija? —preguntó Gabriel, fingiendo sorpresa—. ¿Por qué tendría que saber dónde está?Alex apretó los puños, inten
—¿Qué? —exclamó Camila, incorporándose en la cama sobresaltada.Alex la detuvo con un simple gesto de la mano, sin apartar la mirada del guardia y la enfermera. ¿Cómo era posible que uno de sus hijos hubiese desaparecido? ¿Acaso eso tenía que ver también con el maldito Gabriel? No lo sabía, pero algo le indicaba que sus suposiciones estaban en lo correcto. No obstante, tenía que asegurarse y encontrar a su hijo. Con el corazón latiéndole desbocado, se puso de pie y se acercó al guardia.Por su parte, Camila sentía que perdería el conocimiento de un momento a otro. ¿Cómo era posible que uno de sus hijos hubiera desaparecido de la sala de neonatología? ¿Qué diablos estaba sucediendo? ¿Y por qué no podía estar en paz por un simple momento?—Díganme que esto es un error —pidió Alex, mirando a la enfermera y al guardia alternadamente.—Tristemente, no es así, señor Johnson. Lamento decirle que no es ningún error, su hija ha desaparecido —dijo la enfermera con firmeza.Alex se sintió abruma
Un mes después.—Vamos, Cami, entiendo cómo te sientes, de verdad. Sé que estás muy dolida por todo lo que Alex te ha hecho, por todo lo que me has contado. Pero, ¿por qué no le das una oportunidad? —preguntó Andrea, quien se encontraba sentada junto a su hermana en la nueva habitación que le habían asignado tras su recuperación.—¿En serio crees que puedo darle una segunda oportunidad, así como así después de todo lo sucedido? —inquirió Camila, con el ceño fruncido en un gesto de incredulidad.—Entiendo que estés dolida, Cami, pero Alex ha estado sufriendo mucho también. Ha cometido errores, pero creo que está arrepentido de verdad. Sería una lástima dejar que el dolor del pasado les impida construir un futuro juntos —insistió Andrea, mirando a su hermana con comprensión.—¿Por qué crees que quiero un futuro con Alex? —preguntó Camila, mirando fijamente a Andrea, buscando una respuesta que la reconfortara.—Vamos, Cami, ¿realmente no sientes nada por él? —inquirió Andrea, observando