Jamás me imaginé que el que creía el día más hermoso y feliz mi vida, se convirtiera en una terrible e infernal pesadilla. Verme entrando a aquella iglesia vacía, fue la cosa más malvada que te puedan hacer. ¿Quién pudo enviarme a un lugar desolado como aquel mientras alguien intentaba casarse con mi novio, en lo que sería mi boda de ensueños? Y no solo eso, ¿quien cerró la puerta y prendió fuego al lugar conmigo dentro? Desde ese momento no confío en nadie. Ese día perdí al único hombre que he amado y amaré. No descansaré hasta encontrar a los culpables. Aunque mi querido padre me la ponga difícil, sobre todo ahora, que se ha empeñado en casarme o no dejará que siga llevando las riendas de mi fortuna. Es por ello que hago esto. ¿Casarme? De acuerdo. ¿Amar? Eso es otra cosa. ¡Jamás volveré a entregar mi corazón a nadie! Para mí la vida se reduce en dos cosas. Poder y dinero, lo demás no importa. No puedo prescindir de ninguno de los dos porque los necesito para mi venganza. Por eso, he contratado a un esposo. Lo que no siempre las cosas salen como uno las planeas y en mi caso, me di cuenta demasiado tarde... El amor ya había ganado
Leer másEl sol brillaba con fuerza, bañando la antigua iglesia de madera con su cálido resplandor. Los vitrales reflejaban los colores del arco iris en el suelo empedrado, y el aire estaba lleno de una serenidad palpable. Era un día perfecto para una boda. Trinidad Muñoz estaba de pie en el umbral de la iglesia, su vestido blanco brillando a la luz del sol. Era el mismo diseño que su madre, Isabel, había dibujado para ella hace años. Cada detalle del vestido parecía cobrar vida, desde el delicado encaje hasta las pequeñas perlas que adornaban el corpiño. Trinidad parecía una visión, una novia deslumbrante lista para dar el paso más importante de su vida. El señor Andrés Muñoz, con su rostro lleno de orgullo y emoción, se acercó a su hija y le ofreció su brazo. Podía ver en ella a su hermosa esposa el día que se casaron; el vestido, elegante y sencillo a la vez, acentuaba el parecido entre su adorada hija y su difunta esposa. Trinidad lo miró emocionada y lo abrazó con amor.—No llores, papá
La vida es, en efecto, increíblemente impredecible. Nadie está a salvo de las sorpresas y giros que el destino puede tener reservados. Esto es especialmente cierto para aquellos que creen tener su camino bien trazado y seguro. A menudo, la vida tiene una forma peculiar de desafiar nuestros planes más cuidadosamente elaborados. Puede presentar obstáculos inesperados, introducir nuevas personas en nuestras vidas o cambiar nuestras circunstancias de formas que nunca podríamos haber imaginado.Pero aunque estos cambios pueden ser desconcertantes e incluso aterradores al principio, también pueden abrir puertas a nuevas oportunidades y experiencias. Pueden enseñarnos valiosas lecciones, ayudarnos a crecer como personas y, en última instancia, conducirnos a destinos que nunca podríamos haber soñado.Así que, incluso cuando la vida parece estar lanzándonos una curva, es importante recordar que estos giros inesperados pueden ser solo el comienzo de un nuevo y emocionante capítulo en nuestras
Después de que todos se retiraron, el juez Fernández, solo en su despacho, abrió el último cajón de su escritorio y sacó una foto. En ella, sentada bajo un sauce llorón, una joven pintaba en la apacible paz del atardecer. Era Isabel Fresneda, quien se había convertido en la famosa pintora conocida como Puridad.—¿Por qué no me aceptaste? ¿Cómo pudiste enamorarte de Andrés y no de mí? —murmuró mientras acariciaba la foto— Te fuiste antes de tiempo, no me permitiste amarte, ¿cuál era el motivo de tu desprecio?Cerró los ojos, recordando cómo la había seguido a la universidad y cómo, por mucho que se había esforzado en ser su amigo, ella le huía como si fuera lo peor del mundo. Y de pronto un día se enteró de que se habían mudado juntos ella y Andrés Muñóz, el chico que no dejaba de estudiar para mantener su beca. ¿Por qué él y no yo? Se preguntaba.La foto parecía capturar la esencia de Isabel, su belleza serena y su espíritu libre. Pero también era un doloroso recordatorio de lo que Fe
El peso de la situación era abrumador, pero no había tiempo para la indecisión. Landon y Alejandro tenían que actuar con rapidez y precisión. La Orden de los Iluminados tenía un alcance y poder que ellos nunca habían imaginado, pero también tenían una ventaja: la verdad estaba de su lado.Landon y Alejandro sabían que tenían una tarea difícil por delante. Pero también sabían que no podían permitir que la Orden de los Iluminados continuara con sus actividades criminales. Estaban dispuestos a hacer todo lo posible para llevar a estos poderosos criminales ante la justicia.—Está bien —dijo Landon, mirando a Alejandro con determinación—. Tenemos mucho trabajo por delante. Pero juntos, podemos hacer esto. Vamos a desenmascarar a la Orden de los Iluminados y llevarlos ante la justicia.La estrategia que Landon y Alejandro necesitaban implementar debía ser cuidadosa y meticulosa. Estaban tratando con individuos poderosos y bien conectados, por lo que cualquier paso en falso podría ser peligro
Las palabras de Hugo resonaron en el helicóptero. Había una seriedad en su tono que no dejaba lugar a dudas de la importancia de sus palabras. Landon asintió, comprendiendo la necesidad de precaución. Uno a uno, todos comenzaron a apagar sus teléfonos, comprendiendo la necesidad de mantener su ubicación en secreto y protegida. El silencio llenó el helicóptero mientras cada uno se perdía en sus pensamientos, la ciudad y su caos ahora parecían lejanos. La seguridad del refugio y la promesa de una oportunidad para recuperarse y planificar su próximo movimiento era un faro de esperanza en medio del caos.Hugo miró a Trinidad, su mano buscando la de ella para brindarle consuelo y apoyo. A pesar de todo lo que estaban atravesando, estaban juntos. Y eso era lo más importante.El señor Andrés, antes de apagar su teléfono, había enviado un mensaje a Manuel, quien custodiaba su casa con diligencia. En el mensaje, le indicaba que destruyera la casa y se escondiera en el estudio de su esposa ha
El doctor parecía a punto de discutir, pero Hugo intervino, su mirada fija en el médico. Tenía la sensación de que lo conocía, pero la máscara que llevaba el mismo, y la manera esquiva en que evitaba mirarlo, le impedía que su mente le dijera de dónde. —Has escuchado a mi esposa —dijo con firmeza—. No permitiremos que nadie más realice la operación. Si su doctora no puede venir, encontraremos a alguien más. El doctor abrió la boca para protestar, pero la mirada desafiante de Hugo le hizo detenerse. Después de un momento de tensión, asintió y salió de la habitación, dejando a Hugo y Trinidad solos una vez más. Hugo se volvió hacia Trinidad, apretando su mano con suavidad.—Todo va a estar bien, Trini —le aseguró, aunque no podía ocultar completamente la preocupación en su voz—. Encontraremos a tu doctora. Trinidad asintió, apretando la mano de Hugo con fuerza mientras un pequeño temor se hizo grande. A pesar del miedo y el dolor, se sentía reconfortada por la presencia de Hugo y su
En el hospital, Hugo estaba sentado junto a la cama de su esposa Trinidad, sosteniendo su mano mientras esperaban la llegada de sus gemelos. A pesar de la alegría que este momento debería traer, la preocupación se reflejaba en los ojos de Hugo. El intento de secuestro había dejado una sombra sobre ellos, y ahora la llamada de Landon solo había aumentado su inquietud. Landon había revelado que la Orden de los Iluminados, un grupo que hasta ahora habían considerado como una simple amenaza marginal, era en realidad un enemigo formidable. Trinidad estaba en el centro de su mira y la urgencia en la voz de Landon era un aviso claro de que el peligro estaba más cerca que nunca.—Hugo, ¿estás bien? —preguntó Trinidad, apretando su mano con fuerza mientras una nueva ola de contracciones comenzaba.Hugo le sonrió a su esposa, intentando transmitirle tranquilidad a pesar de sus propios temores.—Estoy bien, cariño —respondió—. Solo estoy preocupado por ti y por los bebés. Trinidad asintió, aun
Lisandro Smith. El nombre resonó en su cabeza como un grito silencioso. ¿Cómo había salido de prisión? Esa pregunta se repetía en la mente de Landon y Alejandro mientras daban las señales para rodearlo. Una rápida consulta a la central les proporcionó la respuesta. Había habido explosiones en la cárcel y muchos criminales habían escapado. Un golpe de mala suerte, o quizás un plan cuidadosamente orquestado. No importaba en ese momento. Lo que importaba era que Lisandro Smith estaba frente a ellos, libre y peligroso. Y Landon no iba a permitir que se escapara de nuevo. No después de todo el daño que había causado. Con una mirada de determinación, Landon dio una última mirada a su teléfono, a los mensajes de actualización sobre Valeria, antes de guardarlo y centrar toda su atención en el hombre frente a él. Lisandro Smith no iba a escapar esta vez. Landon se aseguraría de ello.Estaban a punto de avanzar cuando vieron cómo se unían otros criminales a Lisandro Smith. Entre ellos estab
El Mayor suspiró. Sabía que Landon tenía todo el derecho de sentirse traicionado por él. Pero había sido presionado para que no lo ayudara, sus manos fueron muy bien atadas en aquel entonces por sus superiores.—Porque a pesar de todo, sé que eres el mejor en lo que haces. Y porque esto es más grande que tú y yo, Landon. Es sobre justicia, y sé que eso es algo que aún te importa. Landon se quedó en silencio por un momento, pensando en sus palabras. Miró a Hugo, todavía abrazado por Rosa y Federico, su rostro marcado por el dolor y la preocupación. Pensó en Trinidad y Valeria, luchando por sus vidas en la sala de emergencias. Y a pesar de su resentimiento hacia el Mayor Elieser, sabía que no podía darle la espalda a una oportunidad de hacer justicia.—Está bien —dijo finalmente. —Pero exijo que mi nombre sea limpiado hoy mismo —afirmó Landon, su voz cargada de determinación—. Quiero ver en todas las noticias que he sido exonerado de todos los cargos. Usted, mejor que nadie, sabe que