3. ¿COINCIDENCIAS?

 Termina realmente afectada y dolida Viví, y me avergüenzo de haberle dicho eso. Sé que es  la única persona que me es leal en el mundo. Por lo que la abrazo y le digo.

—Perdóname Viví, no quise decir eso, estoy nerviosa. Eres la única que en verdad tengo en la vida. Perdóname ¿sí? Pero no quiero decirle nada a papá, no hasta que me saque esta enorme duda que tengo en el corazón.

—Está bien, pero piensa en lo que te dije. Esto que estás haciendo considero que es una locura. Además, que no ha llegado ese que dijo que lo iba a pensar, al parecer se arrepintió. Piensa que si no quieres casarte con Rigoberto, la mejor opción es confesarle todo a tu papá.

 Hago silencio, sé que tiene razón como siempre. Si le digo a papá todo lo que sucedió ese día de mi fallida boda, y lo que continuó después y por lo que aún sufro. Que es el principal motivo por el que apenas dejo que me visite ni lo invito a mi casa.  Se echaría a llorar por no haberme sabido proteger de los enemigos. Porque aunque creo fervientemente que fue obra de Valeria, su madre y ese Rigoberto. Papá poseé también fuertes enemigos, que pudieron hacernos esto, le rompieron su auto, e intentaron matarme.

 Sin embargo, no estoy todavía convencida de que no participó. Además, de no ser así, no quiero que se sienta culpable. Sé que me va a regañar, y se va a molestar muchísimo conmigo cuando se entere de todo. Pero todavía no ha llegado el día, no me rendiré tan fácil. Ese será mi último recurso si en verdad me dejan plantada, por lo que le cambio el tema.

—¿Quién es el hombre que aceptó? 

—No aceptó, te lo dije Trini —me recuerda. — Dijo que lo iba a pensar, no le gustaba eso que pedías.  Para ser honesta, no logré averiguar quién es, no pude localizarlo en la vida real, mandó a su asistente. Aunque su biografía es increíble, no sé por qué quiere casarse de esta manera. Lo cierto es que no me convence, por eso no le contesté hasta ayer que llegaste y me dijiste que lo ibas a hacer hoy.

—¿No es Esteban, verdad?  

—¿Esteban? ¿Te refieres al odioso Esteban Duarte, de la escuela? —pregunta y comienza a revisar todo de nuevo. — No, no creo que sea él.  Lo conozco muy bien y no lo hubiese aceptado. ¿Por qué lo preguntas?

—Me acaba de llamar para decirme que no se casará conmigo. ¿Estás segura de que no es él? Se escuchaba bastante seguro, y parecía que sabía todo lo relacionado con las entrevistas que hicimos.

—¿En serio? ¿Cómo Esteban se enteró?  —Dice mirando en su agenda. —No, no creo que sea él, que aceptó, el que lo hizo se llama..., espera aquí anoté su nombre. Enrique... ¡Enrique Valdivieso D’ Mónaco!

—¿Estás segura? Conocemos a Enrique, ¿lo recuerdas? Lo conocimos en Alemania, tenía la rodilla en candela. 

—Puede que sea otro con el mismo nombre, quién sabe. 

—Puede ser, si lo recuerdo bien, era muy puntual. 

—A lo mejor solo se retrasó, vamos a hacer una cosa, vete a dar una vuelta por la playa, para que te relajes, todavía faltan dos horas. En cuanto lo localice, te aviso. ¿De acuerdo?

—Está bien, es buena idea.

—Cuídate, no te vayas a caer, no me gusta esa manía que tienes de querer ser lo que no eres Trini.   

—Viví, no inicies de nuevo. ¡No me voy a operar ahora y punto! No hay nada en este mundo que me interese ver —digo molesta y me pongo unos espejuelos de sol. —Está bien, iré a dar una vuelta, no estaré lejos. Recuerda,  si él no viene en media hora, consígueme a cualquiera, ¡hoy tengo que salir casada de aquí! No le daré el gusto a esas arpías de verme casada con ese tipo.

 —De acuerdo, Trini.

 Trinidad Muñoz, ese es mi verdadero nombre, siempre he sido muy independiente desde niña y pretendía seguir siéndolo, hasta que mi padre me dio un plazo de casarme o lo vendería todo, como dejó estipulado mi madre en el testamento. Después de mi tragedia, me había mantenido escondida. No quería enamorarme, ni tampoco formar una familia. Mucho menos deseaba casarme con el odioso de Rigoberto Almendares0 que me pretendía. El sobrino de la esposa de mi padre. 

 ¿Quién se cree que es para pedirle mi mano en matrimonio a mi padre, después de  rechazarlo incontables veces? ¿Es que acaso piensa que no conozco por qué lo hace? ¡Primero muerta, a casarme con ese desvergonzado!  

 Podrá engañar a todos, pero yo sé muy bien cómo es. Por eso, me atreví a poner un anuncio pidiendo un marido. Al cual, acudieron, según mi asistente y amiga, muchos. Sin embargo, ninguno estuvo de acuerdo con mi única condición. La cual es muy importante para mí, pues no acepto vivir bajo los caprichos de un hombre. Por eso no específico lo que deseo, solo puse. 

 

“El esposo tendrá que hacer todo lo que la esposa le pida sin protestar”

 Y por esa condición, todos se han negado, dice Viví. Además, que no decía quien era la esposa. El que acepte, no debe hacerlo por mi dinero, creyendo que obtendrá una mina de oro. No, quiero casarme con mis términos. ¿Quién en su sano juicio acepta algo como aquello aunque le ofrezcan una buena suma de dinero? Me dijo ella molesta, y creo que tiene razón, aquí está la prueba, me han dejado plantada.

  Dice que todos los que aceptaron para ser entrevistados eran de buena familia y no les hacía falta el dinero. Más bien parecía que querían escapar, pero mi condición los hacía rechazar la oferta. En serio los entiendo, pero no puedo ceder en eso. Mis planes no incluyen tener a un esposo interfiriendo con mis cosas.

 Hoy es el día en que debo casarme con el prometido que se había presentado dispuesto a pensar en si aceptaba aquella condición o no. Todo estaba listo, no iba a ser una boda muy grande, porque nadie sabe quién soy en realidad, pues es algo que le hice prometer a papá. Le dije que me casaría, pero sin darlo a conocer al público, ni invitar a nadie familiar.

—Está bien Viví, resuélvelo, no escojas de buena familia, busca a cualquiera que acepte. —Al fin me había rendido, todos menos el que me pretendía.

—Pero Trini...

—Solo hazlo, Viví. Iré a sentarme a la orilla del mar.

—Cuídate.

 Salí de mi habitación en el hotel en que nos encontramos hospedadas y que se supone se realizará mi boda que planificara de urgencias en el gran salón de ceremonias. Solo faltan dos horas y mi supuesto prometido no aparece. ¿Cómo se puede echar para atrás ahora este tipo? ¿Sería Esteban de verdad?   

Todavía recuerdo lo mal que se portaba conmigo en la escuela, quería obligarme a ser su novia. ¡Condenado hombre! ¿Y si en verdad fue él que engañó a Viví, qué voy a hacer? Le mentí a papá diciéndole que me casaría con mi novio. Él me dijo que si no lo hacía, me casaría con Rigoberto el próximo fin de semana. ¡Maldición! ¿Por qué tuvo que casarse con esa bruja? 

  Quizás debí ofrecerle más dinero, pienso, en lo que camino despacio midiendo mis pasos hasta sentarme detrás de una enorme carpa, que parecía hecha para realizarse una boda en el jardín del hotel casi pegada al mar. Es hermosa, a lo mejor debí hacer esto mismo. Con cuidado me acomodo en un pequeño muro, porque temo caer con el desnivel del terreno y las piedras.  Suspiro pensando, que mi vida es miserable.   

  Mi mamá murió a los pocos meses de nacer dejándome aquel extraño testamento y solo me queda mi padre. Que ahora me exige que me case, porque dice que quiere tener nietos antes de morirse, ni que estuviera tan viejo. Él cree que no sé su objetivo, que me enamore y sea feliz. Aunque, también sé que la mano de la arpía que tiene por esposa está metida en ello, disfrazada de que le importo.

 Sin embargo, yo cerré mi corazón hace mucho tiempo cuando la tragedia,  me prometí jamás amar a nadie. Papá nunca antes había utilizado el testamento en mi contra, sé que seguro es obra de la bruja de Leviña. Por eso me casaré con cualquiera, solo para darle gusto a papá, que me deje tranquila y de paso romper los planes de esas dos.  Mi teléfono suena en ese momento con el tono conocido,  es Viví. ¿Qué querrá? ¿Habrá al fin respondido o llegado mi prometido? Voy a responder, cuando una discusión acalorada me llama la atención.  

—¡Federico, no me hagas eso, dijiste que lo tenías arreglado! —Dice una voz masculina con tono desesperado. 

—Lo siento Hugo, lo siento de veras. No sé cómo se enteraron de que no posees dinero, que te ibas a la bancarrota y se echaron para atrás, no sé qué vamos a hacer, todas las invitaciones están enviadas. ¡Lo siento mi amigo, de veras lo siento! 

¿Hugo? El solo sonido de ese nombre que tanto dolor me provoca, hace que preste atención a lo que están hablando.  

—¡Deja de decir que lo sientes y piensa en una solución! 

 Grita el nombrado Hugo, con un timbre de voz que me recuerda a una del pasado y que hace que me estremezca, ¿será mi Hugo? ¿No habrá muerto como afirman todos? Me pongo de pie y despacio me acerco al lugar de dónde provienen las voces. Tratando de ver quien es el dueño de esa voz que casi reconozco.

—No es fácil, ¿de dónde vamos a sacar ahora una novia con mucho dinero? ¡Perdóname por dejarme engañar una vez más, mi amigo! 

 Sigue disculpándose, el llamado Federico y su conversación de pronto se vuelve muy interesante para mí. Puede que después de todo, no me quedé plantada y me vea en la obligación de discutir con papá.

—No te lamentes y encuéntrame a cualquiera, ¡no le daré otra vez el gusto de humillarme, busca a cualquier mujer solo para realizar la boda! ¡Cualquiera me sirve!

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