Termina realmente afectada y dolida Viví, y me avergüenzo de haberle dicho eso. Sé que es la única persona que me es leal en el mundo. Por lo que la abrazo y le digo.
—Perdóname Viví, no quise decir eso, estoy nerviosa. Eres la única que en verdad tengo en la vida. Perdóname ¿sí? Pero no quiero decirle nada a papá, no hasta que me saque esta enorme duda que tengo en el corazón.—Está bien, pero piensa en lo que te dije. Esto que estás haciendo considero que es una locura. Además, que no ha llegado ese que dijo que lo iba a pensar, al parecer se arrepintió. Piensa que si no quieres casarte con Rigoberto, la mejor opción es confesarle todo a tu papá. Hago silencio, sé que tiene razón como siempre. Si le digo a papá todo lo que sucedió ese día de mi fallida boda, y lo que continuó después y por lo que aún sufro. Que es el principal motivo por el que apenas dejo que me visite ni lo invito a mi casa. Se echaría a llorar por no haberme sabido proteger de los enemigos. Porque aunque creo fervientemente que fue obra de Valeria, su madre y ese Rigoberto. Papá poseé también fuertes enemigos, que pudieron hacernos esto, le rompieron su auto, e intentaron matarme. Sin embargo, no estoy todavía convencida de que no participó. Además, de no ser así, no quiero que se sienta culpable. Sé que me va a regañar, y se va a molestar muchísimo conmigo cuando se entere de todo. Pero todavía no ha llegado el día, no me rendiré tan fácil. Ese será mi último recurso si en verdad me dejan plantada, por lo que le cambio el tema.—¿Quién es el hombre que aceptó? —No aceptó, te lo dije Trini —me recuerda. — Dijo que lo iba a pensar, no le gustaba eso que pedías. Para ser honesta, no logré averiguar quién es, no pude localizarlo en la vida real, mandó a su asistente. Aunque su biografía es increíble, no sé por qué quiere casarse de esta manera. Lo cierto es que no me convence, por eso no le contesté hasta ayer que llegaste y me dijiste que lo ibas a hacer hoy.—¿No es Esteban, verdad? —¿Esteban? ¿Te refieres al odioso Esteban Duarte, de la escuela? —pregunta y comienza a revisar todo de nuevo. — No, no creo que sea él. Lo conozco muy bien y no lo hubiese aceptado. ¿Por qué lo preguntas?—Me acaba de llamar para decirme que no se casará conmigo. ¿Estás segura de que no es él? Se escuchaba bastante seguro, y parecía que sabía todo lo relacionado con las entrevistas que hicimos.—¿En serio? ¿Cómo Esteban se enteró? —Dice mirando en su agenda. —No, no creo que sea él, que aceptó, el que lo hizo se llama..., espera aquí anoté su nombre. Enrique... ¡Enrique Valdivieso D’ Mónaco!—¿Estás segura? Conocemos a Enrique, ¿lo recuerdas? Lo conocimos en Alemania, tenía la rodilla en candela. —Puede que sea otro con el mismo nombre, quién sabe. —Puede ser, si lo recuerdo bien, era muy puntual. —A lo mejor solo se retrasó, vamos a hacer una cosa, vete a dar una vuelta por la playa, para que te relajes, todavía faltan dos horas. En cuanto lo localice, te aviso. ¿De acuerdo?—Está bien, es buena idea.—Cuídate, no te vayas a caer, no me gusta esa manía que tienes de querer ser lo que no eres Trini. —Viví, no inicies de nuevo. ¡No me voy a operar ahora y punto! No hay nada en este mundo que me interese ver —digo molesta y me pongo unos espejuelos de sol. —Está bien, iré a dar una vuelta, no estaré lejos. Recuerda, si él no viene en media hora, consígueme a cualquiera, ¡hoy tengo que salir casada de aquí! No le daré el gusto a esas arpías de verme casada con ese tipo. —De acuerdo, Trini. Trinidad Muñoz, ese es mi verdadero nombre, siempre he sido muy independiente desde niña y pretendía seguir siéndolo, hasta que mi padre me dio un plazo de casarme o lo vendería todo, como dejó estipulado mi madre en el testamento. Después de mi tragedia, me había mantenido escondida. No quería enamorarme, ni tampoco formar una familia. Mucho menos deseaba casarme con el odioso de Rigoberto Almendares0 que me pretendía. El sobrino de la esposa de mi padre. ¿Quién se cree que es para pedirle mi mano en matrimonio a mi padre, después de rechazarlo incontables veces? ¿Es que acaso piensa que no conozco por qué lo hace? ¡Primero muerta, a casarme con ese desvergonzado! Podrá engañar a todos, pero yo sé muy bien cómo es. Por eso, me atreví a poner un anuncio pidiendo un marido. Al cual, acudieron, según mi asistente y amiga, muchos. Sin embargo, ninguno estuvo de acuerdo con mi única condición. La cual es muy importante para mí, pues no acepto vivir bajo los caprichos de un hombre. Por eso no específico lo que deseo, solo puse. “El esposo tendrá que hacer todo lo que la esposa le pida sin protestar”Y por esa condición, todos se han negado, dice Viví. Además, que no decía quien era la esposa. El que acepte, no debe hacerlo por mi dinero, creyendo que obtendrá una mina de oro. No, quiero casarme con mis términos. ¿Quién en su sano juicio acepta algo como aquello aunque le ofrezcan una buena suma de dinero? Me dijo ella molesta, y creo que tiene razón, aquí está la prueba, me han dejado plantada.
Dice que todos los que aceptaron para ser entrevistados eran de buena familia y no les hacía falta el dinero. Más bien parecía que querían escapar, pero mi condición los hacía rechazar la oferta. En serio los entiendo, pero no puedo ceder en eso. Mis planes no incluyen tener a un esposo interfiriendo con mis cosas. Hoy es el día en que debo casarme con el prometido que se había presentado dispuesto a pensar en si aceptaba aquella condición o no. Todo estaba listo, no iba a ser una boda muy grande, porque nadie sabe quién soy en realidad, pues es algo que le hice prometer a papá. Le dije que me casaría, pero sin darlo a conocer al público, ni invitar a nadie familiar.—Está bien Viví, resuélvelo, no escojas de buena familia, busca a cualquiera que acepte. —Al fin me había rendido, todos menos el que me pretendía.—Pero Trini...—Solo hazlo, Viví. Iré a sentarme a la orilla del mar.—Cuídate. Salí de mi habitación en el hotel en que nos encontramos hospedadas y que se supone se realizará mi boda que planificara de urgencias en el gran salón de ceremonias. Solo faltan dos horas y mi supuesto prometido no aparece. ¿Cómo se puede echar para atrás ahora este tipo? ¿Sería Esteban de verdad? Todavía recuerdo lo mal que se portaba conmigo en la escuela, quería obligarme a ser su novia. ¡Condenado hombre! ¿Y si en verdad fue él que engañó a Viví, qué voy a hacer? Le mentí a papá diciéndole que me casaría con mi novio. Él me dijo que si no lo hacía, me casaría con Rigoberto el próximo fin de semana. ¡Maldición! ¿Por qué tuvo que casarse con esa bruja? Quizás debí ofrecerle más dinero, pienso, en lo que camino despacio midiendo mis pasos hasta sentarme detrás de una enorme carpa, que parecía hecha para realizarse una boda en el jardín del hotel casi pegada al mar. Es hermosa, a lo mejor debí hacer esto mismo. Con cuidado me acomodo en un pequeño muro, porque temo caer con el desnivel del terreno y las piedras. Suspiro pensando, que mi vida es miserable. Mi mamá murió a los pocos meses de nacer dejándome aquel extraño testamento y solo me queda mi padre. Que ahora me exige que me case, porque dice que quiere tener nietos antes de morirse, ni que estuviera tan viejo. Él cree que no sé su objetivo, que me enamore y sea feliz. Aunque, también sé que la mano de la arpía que tiene por esposa está metida en ello, disfrazada de que le importo. Sin embargo, yo cerré mi corazón hace mucho tiempo cuando la tragedia, me prometí jamás amar a nadie. Papá nunca antes había utilizado el testamento en mi contra, sé que seguro es obra de la bruja de Leviña. Por eso me casaré con cualquiera, solo para darle gusto a papá, que me deje tranquila y de paso romper los planes de esas dos. Mi teléfono suena en ese momento con el tono conocido, es Viví. ¿Qué querrá? ¿Habrá al fin respondido o llegado mi prometido? Voy a responder, cuando una discusión acalorada me llama la atención. —¡Federico, no me hagas eso, dijiste que lo tenías arreglado! —Dice una voz masculina con tono desesperado. —Lo siento Hugo, lo siento de veras. No sé cómo se enteraron de que no posees dinero, que te ibas a la bancarrota y se echaron para atrás, no sé qué vamos a hacer, todas las invitaciones están enviadas. ¡Lo siento mi amigo, de veras lo siento! ¿Hugo? El solo sonido de ese nombre que tanto dolor me provoca, hace que preste atención a lo que están hablando. —¡Deja de decir que lo sientes y piensa en una solución! Grita el nombrado Hugo, con un timbre de voz que me recuerda a una del pasado y que hace que me estremezca, ¿será mi Hugo? ¿No habrá muerto como afirman todos? Me pongo de pie y despacio me acerco al lugar de dónde provienen las voces. Tratando de ver quien es el dueño de esa voz que casi reconozco.—No es fácil, ¿de dónde vamos a sacar ahora una novia con mucho dinero? ¡Perdóname por dejarme engañar una vez más, mi amigo! Sigue disculpándose, el llamado Federico y su conversación de pronto se vuelve muy interesante para mí. Puede que después de todo, no me quedé plantada y me vea en la obligación de discutir con papá.—No te lamentes y encuéntrame a cualquiera, ¡no le daré otra vez el gusto de humillarme, busca a cualquier mujer solo para realizar la boda! ¡Cualquiera me sirve!Me he quedado escuchando sin vergüenza porque esta conversación puede que me salve. Porque Viví no ha vuelto a llamar lo que conociéndola significa que no me llamaba para avisarme que llegó mi prometido, sino de todo lo contrario. Escucho al otro hablar también con desesperación. Me asombro de que yo y él estemos en la misma situación, el mismo día, a la misma hora y el mismo lugar. ¡Ambos hemos sido plantados! Esto tiene que ser una señal.—No puede ser cualquiera y lo sabes Hugo. Porque no es solo casarte, necesitas que tenga mucho dinero y te salve —sigue hablando en lo que sigo escuchando, el llamado Federico, que al parecer es su amigo y abogado. —¡Maldición! ¡Sabía que eran una trampa aquellos contratos! ¡Lo sabía! Pero me dije que debía arriesgarme por una vez, que no volvería a hacerme lo mismo, y mira. ¡La historia se repite! ¡Voy a perder todo por lo que he luchado y darle la razón a ellos! Maldijo el hombre llamado Hugo, que no se molestaba en bajar el tono de su voz
Su respuesta me dislocó, lo había dicho con mucha naturalidad, tomándome desprevenido todo aquello, no supe qué responder. Era evidente que en verdad ella había escuchado toda mi conversación. Me quedé observando intrigado a Trinidad que volvió a hablar. —Oh, disculpa, al parecer, no soy de tu estilo de mujer, ¿es eso? Si es así, perdóname, es que me urge buscar a alguien dispuesto a casarse conmigo para no hacer el ridículo ni darle el gusto a los que me hicieron esto de verme humillada en el altar —terminó de decir con una amplia sonrisa Trinidad, que me hizo mirarla embobado. ¡Era realmente hermosa! —¡No se trata de eso! Me apresuré a responder, bajando la mirada avergonzado, no sin antes notar la pequeña sonrisa de burla en sus labios por mucho que trató de disimularlo. Sabía que me había derrotado en buena lid. Cambié de color, y desvié mi mirada de ella. Me estaba presionando y no era un hombre que me dejaba manipular tan fácil. ¿Qué hacer? De seguro esta es la ún
Miré a Federico que también la estudiaba detenidamente. Él era tremendo abogado y sabía leer a las personas. Luego de un incómodo silencio en que todos nos estudiábamos. Vino a mi lado y me condujo dónde ellas no podían escucharnos, y me preguntó.—Hugo, ¿no es tu objetivo casarte con una mujer por dinero lo más rápido que puedas? ¡Ahora la oportunidad la tienes delante, vino sola a ti! —dijo Federico entusiasmado. —¿Lo crees? ¿Y por qué siento que no debo hacerlo? —pregunto mientras observo a Trinidad sonreír segura. —Hay algo en ella que me es familiar, no puedo definir qué cosa es, pero me parece conocerla de algún sitio. ¿Y si es otra trampa de Marco?—Sé lo que es, se da un aire a la difunta. También lo pude notar, pero al mismo tiempo es diferente. Recuerda que ella tenía un enorme lunar debajo de su oreja izquierda y no lo tiene. ¿Sabes que soy muy detallista?—¿Es eso? A mí no sé me parece tanto, pero no sé, hay algo en ella que no sé describir que me hace estar alerta. Aun
Realmente esa petición me había sorprendido. ¿Qué significaba ese todo? ¿Sería Trinidad de esas mujeres excéntricas con gustos extraños? Al ella separarse, al escuchar mi pregunta de sorpresa—¿Eh? ¿Qué debo hacer? —pregunté todavía sin dar crédito a lo que había escuchado.—¡Complacerme en todo sin protestar ni negarte! —repitió sonriendo y agregó. —Si no aceptas, no me caso —dijo Trinidad retrocediendo un paso para esperar por mi respuesta.—¡Trini! Piénsalo bien. La llamó Viviana, tratando de impedir que cometiera esa locura y porque ella sí podía ver la sonrisa y mirada ladina de Hugo, mientras recorría a su amiga con la vista, al parecer complacido de lo que veía y había sentido al ella pegarse a él. Lo cual en esos momentos, no sabía qué significaba ese todo. Y justo cuando iba a preguntar, vio el auto de su familia entrando y a Federico asintiendo para que aceptara.—¡De acuerdo! Respondió seguro, sin preguntar qué significaba ese todo, después lo haría, pensó. No sería difí
Trinidad, encontró lógica su preocupación. Tocó a Viviana que los miró muy seria, todavía no estaba convencida de que eso era lo correcto. Y hasta estaba pensando que a lo mejor en verdad Hugo se iba a casar con su amiga sin aceptar dinero, solo para no pasar la vergüenza de que lo dejaran plantado, delante de toda su familia y amistades. Pero no era así, ¡era por interés!—Viví, transfiere el dinero que te diga en este mismo instante mi prometido el señor Hugo…—Hugo Fuentes —se apresuró a contestar Federico, sin todavía creer lo que escuchaba. —¿Está segura que tiene la cantidad que necesita mi amigo?—Viví, haz lo que te dije —ordenó Trinidad haciendo caso omiso de la pregunta que le formulara Federico.—Sí, Trini. — Contestó Viviana, se giró para Federico y preguntó. —¿Cuánto es? Aunque opino que debes darle la mitad ahora y la otra cuando se casen. Quiso asegurarse de que no eran unos estafadores y que todo esto fuera un burda mentira para engañar a su amiga. No serían los prim
Hugo la miró por un momento. Hasta poco Trinidad se comportaba como una mujer segura de sí misma. Pero justo ahora ella era todo menos eso. Sus manos le sudaban y estaban muy frías. También, a pesar del velo, por su cercanía podía ver como su labio inferior se estremecía. Ella estaba en verdad muy nerviosa.—De acuerdo, prometí que haría todo lo que me pidiera. Lo cumpliré al pie de la letra, no se preocupe. —Contestó tratando de darle aliento, no quería que se fuera a arrepentir en el último instante.—Otra cosa señor Hugo —habló ella y otra vez pudo ver que dudaba— no me levante el velo, no quiero que nadie sepa como soy. Es algo que oculto de todos, le explicaré el por qué un día. ¿Le molesta?—No me molesta. No le niego que me gustaría mostrar a todos su belleza, pero la complaceré como acabo de aceptar en el contrato en todo. Ahora venga, tome mi brazo y vamos. Ah, y no olvide que debemos tratarnos de tú, Trini.—¿Trini?—¿No puedo llamarla así como su amiga?—Está bien, yo le di
El señor Muñóz, miró fijamente a su hija que bajó algo avergonzada la mirada ante la suya, la hizo levantar la cabeza por la barbilla y mirándola a los ojos afirmó.—Todo lo que hay allí te pertenece hija, lo sabes. Nunca dejaré que nadie que no seas tú toque las pertenencias de tu madre.—Está bien papá, disculpa. Es que no sabes lo que me molestan esas dos, que te engañan todo el tiempo. Hoy es mi boda, y quiero pasarla bien, gracias por venir.—¡No me perdería por nada este día! Solo que me gustaría que todos supieran que eres mi adorada hija.—Papá…—De acuerdo, pero promete que un día te casarás por la iglesia y yo podré llevarte como hoy de mi brazo y anunciando al mundo que eres mi única y adorada hija.—De acuerdo, ahora vamos. No olvides dar pasos cortos.—Sí, no me he olvidado de cuando entré con tu madre. Ella no dijo nada, observa lo emocionado que está y se promete algún día darle ese regalo. Por ahora se conforma que está aquí a su lado. La marcha nupcial comenzó a toc
Al otro día, Trinidad y Hugo se dieron cuenta que ambos habían bebido tanto, que se quedaron dormidos vestidos, abrazados uno al lado del otro en la cama. Se separaron despacio apenados. —Señor Fuentes —habló Trinidad sentada en la cama de espaldas a Hugo. Tratándolo de usted, para delimitar su relación a una muy respetuosa. — Tome esta tarjeta y vaya a resolver todos sus asuntos, tiene saldo ilimitado. No se preocupe por mí, yo también tengo que ocuparme de algunos asuntos personales.Hugo la miró fijamente y se levantó tratando de arreglar lo más que podía su saco. Luego de tomar todas sus cosas le dijo.—No hace falta que me des esa tarjeta Trinidad —siguió tratándola de tú, no quería perder eso. —Ya me las arreglaré con lo que me enviaste ayer. Y no quiero que me trates de usted, prefiero que sigamos como ayer, se siente más la relación y podremos convencer a todos de que nos conocemos de hace tiempo. Estaba realmente desesperado por ir a su trabajo y ver si Federico había sid