Al otro día, Trinidad y Hugo se dieron cuenta que ambos habían bebido tanto, que se quedaron dormidos vestidos, abrazados uno al lado del otro en la cama. Se separaron despacio apenados. —Señor Fuentes —habló Trinidad sentada en la cama de espaldas a Hugo. Tratándolo de usted, para delimitar su relación a una muy respetuosa. — Tome esta tarjeta y vaya a resolver todos sus asuntos, tiene saldo ilimitado. No se preocupe por mí, yo también tengo que ocuparme de algunos asuntos personales.Hugo la miró fijamente y se levantó tratando de arreglar lo más que podía su saco. Luego de tomar todas sus cosas le dijo.—No hace falta que me des esa tarjeta Trinidad —siguió tratándola de tú, no quería perder eso. —Ya me las arreglaré con lo que me enviaste ayer. Y no quiero que me trates de usted, prefiero que sigamos como ayer, se siente más la relación y podremos convencer a todos de que nos conocemos de hace tiempo. Estaba realmente desesperado por ir a su trabajo y ver si Federico había sid
Luego de despedirse la noche anterior de su hija que bailaba abrazada de Hugo en la boda. Le pide a su chofer que lo regrese a su casa. No le importa como haya hecho que ella al fin se case, lo importante es que lo hizo y eso lo llena de felicidad. Hacían una buena pareja, se dice mientras sonríe.—Manuel, ¿lograste averiguar dónde estuvo mi hija estos años que desapareció?—Todavía señor, es como si se las hubiese tragado la tierra. Ni siquiera he podido encontrar de dónde se mantenían. Durante todo ese tiempo no utilizaron ni ella ni Viviana las tarjetas que usted les dio cuando fueron a estudiar. —Sigo pensando que algo me oculta Trini, no sé explicarlo, es una extraña sensación. Cuando estoy a su lado es mi hija y al mismo tiempo no. ¡Ha cambiado hasta la manera en que se mueve! Algo le pasó a mi Trini que no quiere decirme. Asegura mientras se pasa la mano por la frente, recordando cómo ella le apretaba el brazo al ir a bajar el escalón de la entrada y luego esa manera de des
Valeria corre hasta estar cerca de Leviña que la mira con furia. No puede creer lo que acaba de decir su mamá. ¡Eso es imposible! Si se casó le tendrá los nieto que tanto añora el señor Muñóz y que ella se ofreció a darle y él solo se había quedado mirándola sin responder. Se ha empeñado en ocupar el lugar de Trinidad desde que entró por la puerta con dieciocho años sin resultado. Él la complace en todo, pero es más como si fuera para quitarla de encima y no porque le gusta hacerlo.—¿Repite eso mamá? Rigoberto y yo nos encargamos de drogar al prometido, ¿de dónde sacó uno?—No lo sé, tu padre me acaba de decir que vino de la boda de Trinidad, y le creo. Tenía esa mirada de felicidad cuando habla de ella que sé que no miente.—Eso no puede ser verdad mamá, el prometido no fue. ¿O fue todo una farsa lo de las entrevistas buscando marido para engañarnos y casarse con su novio?—¡No lo sé! Solo me dijo que estaba en la boda de Trini, como le dice y se fue.—¿Te dijo dónde?—No, ya te dij
Para Máximo Fuentes el honor de la familia había sido lo más importante en su vida. Por lo cual se casó con una señorita de la alta sociedad a la que no amaba, abandonando a la mujer que adoraba. Y como tal sentía que todos los hombres en su familia debían hacer tal sacrificio. Por suerte o desgracia había tenido tres cuatro varones. A los cuales les exigía ese comportamiento. Los tres mayores se casaron con quien él escogió, no así su hijo menor Humberto. Éste estaba locamente enamorado de Maritza, una chica muy hermosa hija de una familia de clase media.—¡Tienes que dejarla o te desheredo! — le había exigido a su hijo. Como respuesta Humberto sin decir una sola palabra se había puesto de pie y tirado encima del buró de su padre, todos sus documentos y tarjetas bancarias y había desaparecido de la faz de la tierra. Dejando a la esposa que él le había impuesto, embarazada de Marco. Por más de diecinueve años lo buscó con ahínco, hasta esa noche fatídica en que lo llamaron en medio
Después de escuchar el informe del detective, que contrató para investigar lo que estaba pasando en la empresa de su esposo. Había acompañado a Viviana a ver las nuevas oficinas que había comprado para que Hugo creyera que trabajaba allí en diseño industrial.—Trini, no podemos escoger diseño industrial. ¿Cómo vas a dibujar?—De acuerdo, ¿qué se te ocurre?—No lo sé, ¿qué tal si en verdad empezamos un negocio diferente al que hacemos en tu empresa? Siempre he soñado con tener mi propia empresa como tú. —¿Quieres que la ponga a tu nombre? —¡No he dicho eso!—Sí, eso haremos, será mi regalo. Siempre he querido hacer algo por ti y no me dejas, dime cual es tu sueño, lo haré realidad.—¡Trini! —gritó deteniéndola—, dije que la quiero hacer yo, no que me la regales, gracias, pero no puedo aceptar. Y menos ahora en tu condición.—Viví, en serio quiero que seas feliz haciendo lo que te gusta, estoy consciente que estudiaste lo mismo que yo porque casi te obligué. —Me gusta Trini, en ver
Después que se marchara Rigoberto derrotado. Trinidad decidió ir a la casa de sus padres. Tenía la esperanza que a esa hora no estuvieran ni Leviña, ni Valeria. Para poder moverse sin problemas por dentro de ella del brazo de su padre. No obstante, apenas abrió la puerta escuchó las voces chillonas de ambas.—¡Qué desgracia! Murmuró aguantando el brazo de Viviana, colocó sus espejuelos negros y avanzó hasta el centro del salón donde Leviña intentaba impedir que los trabajadores que había enviado su esposo realizaran su trabajo.—Señora Leviña, el señor nos ordenó acomodar lo del cuarto de la señora Isabel para mandarlo a la casa de su hija.—¡Qué venga ella! ¡De aquí no se mueve nada si no viene en persona a sacarlo! ¿Quién me garantiza que no se vaya a perder las joyas valiosas que hay dentro de ese cuarto?—Señora, ¿nos está diciendo ladrones?—¡Tómelo como más le plazca! Pero de aquí no sale nada, ¡nada!—De aquí va a salir todo —dijo Trinidad detrás de ella que saltó asustada— v
Trinidad llevaba mucho tiempo sin apenas ver, el fuego en la iglesia el día de su boda le habían provocado por ella no querer tratarse a tiempo cicatrices en la córnea que con una simple operación se hubiesen resuelto. Pero Trinidad al comenzar a sentir la disminución de su vista no dijo nada. Estaba tan decepcionada de la vida que se había convencido de que era la mejor manera para ella soportar vivir mientras su amado estaba debajo de la tierra. Según pasaba el tiempo había perdido casi por completo la visión, y ahora con este golpe, parecía que lo había hecho. Al regresar a la consulta guiada por Hugo y ser abrazada por un emocionado y entristecido señor Muñóz lo supo. ¡La había descubierto!—Todo va a estar bien Trini, todo va a estar bien.—Papá…—¿Papá? —preguntó Hugo sorprendido. ¿Por qué ella le decía papá al amigo de su padre? ¿Qué era lo que se le estaba escapando o ellos le estaban ocultando? No hizo preguntas, los siguió al interior de la consulta y se mantuvo de pie d
Hugo se despide con un suave beso en los labios de Trinidad y ve cuando la introducen al salón de operaciones. Gira despacio y camina hacia dónde Federico se ha mantenido a distancia en silencio. Todavía no sabe lo que le sucedió a su esposa, pero debe haber sido algo muy serio como para que se quede ciega. ¿O es que ya lo es? No se le olvida las sospechas que tiene desde al otro día de casarse. La manera tan comedida con que ella se mueve, como si contara los pasos. Su forma de recorrer su pecho con sus manos hasta encontrar el bolsillo de su saco.—Hugo, ¿qué le pasó a Trinidad? Lo saca de sus pensamientos Federico. Ha estado arreglando todo el enredo que se armó en su oficina, al ellos salir de esa manera. Mueve la cabeza y sube sus hombros indicando que no sabe. Corrió a donde le hacían la prueba a su esposa sin comprender a cabalidad lo que sucedía.—Lo único que sé, es que se golpeó la cabeza y puede que se quede ciega.—¡¿Ciega?!—No es nada seguro, pero el doctor está muy p