13. VÍBORAS

Valeria corre hasta estar cerca de Leviña que la mira con furia. No puede creer lo que acaba de decir su mamá. ¡Eso es imposible! Si se casó le tendrá los nieto que tanto añora el señor Muñóz y que ella se ofreció a darle y él solo se había quedado mirándola sin responder. Se ha empeñado en ocupar el lugar de Trinidad desde que entró por la puerta con dieciocho años sin resultado. Él la complace en todo, pero es más como si fuera para quitarla de encima y no porque le gusta hacerlo.

—¿Repite eso mamá? Rigoberto y yo nos encargamos de drogar al prometido, ¿de dónde sacó uno?

—No lo sé, tu padre me acaba de decir que vino de la boda de Trinidad, y le creo. Tenía esa mirada de felicidad cuando habla de ella que sé que no miente.

—Eso no puede ser verdad mamá, el prometido no fue. ¿O fue todo una farsa lo de las entrevistas buscando marido para engañarnos y casarse con su novio?

—¡No lo sé! Solo me dijo que estaba en la boda de Trini, como le dice y se fue.

—¿Te dijo dónde?

—No, ya te dij
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