Realmente esa petición me había sorprendido. ¿Qué significaba ese todo? ¿Sería Trinidad de esas mujeres excéntricas con gustos extraños? Al ella separarse, al escuchar mi pregunta de sorpresa—¿Eh? ¿Qué debo hacer? —pregunté todavía sin dar crédito a lo que había escuchado.—¡Complacerme en todo sin protestar ni negarte! —repitió sonriendo y agregó. —Si no aceptas, no me caso —dijo Trinidad retrocediendo un paso para esperar por mi respuesta.—¡Trini! Piénsalo bien. La llamó Viviana, tratando de impedir que cometiera esa locura y porque ella sí podía ver la sonrisa y mirada ladina de Hugo, mientras recorría a su amiga con la vista, al parecer complacido de lo que veía y había sentido al ella pegarse a él. Lo cual en esos momentos, no sabía qué significaba ese todo. Y justo cuando iba a preguntar, vio el auto de su familia entrando y a Federico asintiendo para que aceptara.—¡De acuerdo! Respondió seguro, sin preguntar qué significaba ese todo, después lo haría, pensó. No sería difí
Trinidad, encontró lógica su preocupación. Tocó a Viviana que los miró muy seria, todavía no estaba convencida de que eso era lo correcto. Y hasta estaba pensando que a lo mejor en verdad Hugo se iba a casar con su amiga sin aceptar dinero, solo para no pasar la vergüenza de que lo dejaran plantado, delante de toda su familia y amistades. Pero no era así, ¡era por interés!—Viví, transfiere el dinero que te diga en este mismo instante mi prometido el señor Hugo…—Hugo Fuentes —se apresuró a contestar Federico, sin todavía creer lo que escuchaba. —¿Está segura que tiene la cantidad que necesita mi amigo?—Viví, haz lo que te dije —ordenó Trinidad haciendo caso omiso de la pregunta que le formulara Federico.—Sí, Trini. — Contestó Viviana, se giró para Federico y preguntó. —¿Cuánto es? Aunque opino que debes darle la mitad ahora y la otra cuando se casen. Quiso asegurarse de que no eran unos estafadores y que todo esto fuera un burda mentira para engañar a su amiga. No serían los prim
Hugo la miró por un momento. Hasta poco Trinidad se comportaba como una mujer segura de sí misma. Pero justo ahora ella era todo menos eso. Sus manos le sudaban y estaban muy frías. También, a pesar del velo, por su cercanía podía ver como su labio inferior se estremecía. Ella estaba en verdad muy nerviosa.—De acuerdo, prometí que haría todo lo que me pidiera. Lo cumpliré al pie de la letra, no se preocupe. —Contestó tratando de darle aliento, no quería que se fuera a arrepentir en el último instante.—Otra cosa señor Hugo —habló ella y otra vez pudo ver que dudaba— no me levante el velo, no quiero que nadie sepa como soy. Es algo que oculto de todos, le explicaré el por qué un día. ¿Le molesta?—No me molesta. No le niego que me gustaría mostrar a todos su belleza, pero la complaceré como acabo de aceptar en el contrato en todo. Ahora venga, tome mi brazo y vamos. Ah, y no olvide que debemos tratarnos de tú, Trini.—¿Trini?—¿No puedo llamarla así como su amiga?—Está bien, yo le di
El señor Muñóz, miró fijamente a su hija que bajó algo avergonzada la mirada ante la suya, la hizo levantar la cabeza por la barbilla y mirándola a los ojos afirmó.—Todo lo que hay allí te pertenece hija, lo sabes. Nunca dejaré que nadie que no seas tú toque las pertenencias de tu madre.—Está bien papá, disculpa. Es que no sabes lo que me molestan esas dos, que te engañan todo el tiempo. Hoy es mi boda, y quiero pasarla bien, gracias por venir.—¡No me perdería por nada este día! Solo que me gustaría que todos supieran que eres mi adorada hija.—Papá…—De acuerdo, pero promete que un día te casarás por la iglesia y yo podré llevarte como hoy de mi brazo y anunciando al mundo que eres mi única y adorada hija.—De acuerdo, ahora vamos. No olvides dar pasos cortos.—Sí, no me he olvidado de cuando entré con tu madre. Ella no dijo nada, observa lo emocionado que está y se promete algún día darle ese regalo. Por ahora se conforma que está aquí a su lado. La marcha nupcial comenzó a toc
Al otro día, Trinidad y Hugo se dieron cuenta que ambos habían bebido tanto, que se quedaron dormidos vestidos, abrazados uno al lado del otro en la cama. Se separaron despacio apenados. —Señor Fuentes —habló Trinidad sentada en la cama de espaldas a Hugo. Tratándolo de usted, para delimitar su relación a una muy respetuosa. — Tome esta tarjeta y vaya a resolver todos sus asuntos, tiene saldo ilimitado. No se preocupe por mí, yo también tengo que ocuparme de algunos asuntos personales.Hugo la miró fijamente y se levantó tratando de arreglar lo más que podía su saco. Luego de tomar todas sus cosas le dijo.—No hace falta que me des esa tarjeta Trinidad —siguió tratándola de tú, no quería perder eso. —Ya me las arreglaré con lo que me enviaste ayer. Y no quiero que me trates de usted, prefiero que sigamos como ayer, se siente más la relación y podremos convencer a todos de que nos conocemos de hace tiempo. Estaba realmente desesperado por ir a su trabajo y ver si Federico había sid
Luego de despedirse la noche anterior de su hija que bailaba abrazada de Hugo en la boda. Le pide a su chofer que lo regrese a su casa. No le importa como haya hecho que ella al fin se case, lo importante es que lo hizo y eso lo llena de felicidad. Hacían una buena pareja, se dice mientras sonríe.—Manuel, ¿lograste averiguar dónde estuvo mi hija estos años que desapareció?—Todavía señor, es como si se las hubiese tragado la tierra. Ni siquiera he podido encontrar de dónde se mantenían. Durante todo ese tiempo no utilizaron ni ella ni Viviana las tarjetas que usted les dio cuando fueron a estudiar. —Sigo pensando que algo me oculta Trini, no sé explicarlo, es una extraña sensación. Cuando estoy a su lado es mi hija y al mismo tiempo no. ¡Ha cambiado hasta la manera en que se mueve! Algo le pasó a mi Trini que no quiere decirme. Asegura mientras se pasa la mano por la frente, recordando cómo ella le apretaba el brazo al ir a bajar el escalón de la entrada y luego esa manera de des
Valeria corre hasta estar cerca de Leviña que la mira con furia. No puede creer lo que acaba de decir su mamá. ¡Eso es imposible! Si se casó le tendrá los nieto que tanto añora el señor Muñóz y que ella se ofreció a darle y él solo se había quedado mirándola sin responder. Se ha empeñado en ocupar el lugar de Trinidad desde que entró por la puerta con dieciocho años sin resultado. Él la complace en todo, pero es más como si fuera para quitarla de encima y no porque le gusta hacerlo.—¿Repite eso mamá? Rigoberto y yo nos encargamos de drogar al prometido, ¿de dónde sacó uno?—No lo sé, tu padre me acaba de decir que vino de la boda de Trinidad, y le creo. Tenía esa mirada de felicidad cuando habla de ella que sé que no miente.—Eso no puede ser verdad mamá, el prometido no fue. ¿O fue todo una farsa lo de las entrevistas buscando marido para engañarnos y casarse con su novio?—¡No lo sé! Solo me dijo que estaba en la boda de Trini, como le dice y se fue.—¿Te dijo dónde?—No, ya te dij
Para Máximo Fuentes el honor de la familia había sido lo más importante en su vida. Por lo cual se casó con una señorita de la alta sociedad a la que no amaba, abandonando a la mujer que adoraba. Y como tal sentía que todos los hombres en su familia debían hacer tal sacrificio. Por suerte o desgracia había tenido tres cuatro varones. A los cuales les exigía ese comportamiento. Los tres mayores se casaron con quien él escogió, no así su hijo menor Humberto. Éste estaba locamente enamorado de Maritza, una chica muy hermosa hija de una familia de clase media.—¡Tienes que dejarla o te desheredo! — le había exigido a su hijo. Como respuesta Humberto sin decir una sola palabra se había puesto de pie y tirado encima del buró de su padre, todos sus documentos y tarjetas bancarias y había desaparecido de la faz de la tierra. Dejando a la esposa que él le había impuesto, embarazada de Marco. Por más de diecinueve años lo buscó con ahínco, hasta esa noche fatídica en que lo llamaron en medio