2. PLANTADA

 Me responde mi mejor y única amiga casi hermana Viviana a la cual le digo de cariño Viví, al tiempo que cuelga y la mira. Sin dejar de revisar en su apretada agenda y llamar a varios números sin respuesta, hasta que decide aclararme lo que hace.

—Me acaban de llamar para decirme que no ha llegado tu prometido. Estoy muy preocupada Trini.  

—¿Qué quieres decir? Hicimos las entrevistas. ¡Viví, tengo que casarme hoy como le dije a papá, o ya tú sabes lo que va a hacer si no lo hago! ¡No pueden dejarme plantada! ¡Mi boda tiene que suceder ésta vez!

—Te precipitaste mucho Trini, te lo advertí, que no había nada confirmado, que solo había dicho de que lo iba a pensar y ahora no responde a su teléfono, ni ha llegado. Pero como siempre, nunca me escuchas. 

 Habla Viviana que está muy bien arreglada con un impecable juego de sayas que la hace ver muy profesional. Es trigueña, hermosa, de cuerpo estilizado, con curvas de infarto, alta,  no como yo, pero lo suficientemente bella, para volver loco a cualquiera. Adoro a mi amiga, es como si fuera mi hermana, me es completamente fiel. En la que confío como si fuera yo o más. Porque ella es más sensata y no da un paso sin haberlo estudiado por todos los ángulos, contrario a mí, que aunque me gusta todo en orden, tengo mis impulsos que suelen meterme en líos, como éste de ahora. 

—¡Nadie contesta! —exclama desesperada. —¿Qué vamos a hacer? Ya las invitaciones las mandamos. ¡Te lo dije Trini, pero no me escuchas!  Si lo hicieras, no estaríamos en este lío, ¡tenías que esperar a que confirmara todo!

—¡Te expliqué que papá casi me obligó! 

Le grito también ansiosa. Sé que ella tiene razón, pero tengo que quitarme a mi padre de arriba, y al fin acabe de dejarme hacer con las cosas que me dejó mamá lo que quiera. No sé porque ella tuvo que poner esa condición. ¡No tenía que haberlo dejado de albacea de lo mío! Y lo peor no es eso, que puso esa m*****a cláusula que me obliga a hacer lo que él quiere. Si no llega a ser por eso y que me amenazó de que si no volvía lo vendería todo, me hubiese quedado dónde estaba hasta tener todo muy bien planificado.

—Tenemos que resolverlo Viví, sabes que no me quedaba de otra, tenía que inventar un novio que no existe o papá me casaba con ese terrible sobrino de su esposa.

—¡No tienes novio, Trini! ¿Por qué no le dices la verdad de lo que te pasó a tu padre? —insiste como siempre que se le presenta la oportunidad. —Él te adora, te va a comprender.

—Viví, no comiences. Jamás le daré el gusto a esa bruja de aceptar que me mandaron a  la iglesia equivocada. Y sabes por qué, estoy convencida que fue ella para quitarme del medio. Eso de que su hija solo me sustituía con la intención de que cuando yo llegara cambiar, no se lo cree ni ella misma. ¡Ella quería a mi Hugo!

—No tenemos pruebas de eso, Trini.

—¿No? ¿Y cómo explicas que precisamente su hija tuviera listo un traje de novia exactamente igual al mío  y se iba a casar con mi prometido en mi lugar? ¿Qué otra pruebas necesitas para saber que lo tenían muy bien planeado todo?

—Te lo dije, fue el de muestra que mandaron, yo misma lo había dejado allá en la iglesia por si le pasaba algo al tuyo —me repite una vez más Viviana. —Lo sensato es decirle la verdad a tu papá, de seguro te ayuda en eso que quieres hacer. 

—Sigue diciéndome eso, yo sé que ellas lo tenían planeado y engañaron al tonto de papá. Lo que ninguna de las dos se esperaba, fue la reacción de mi Hugo. ¡Me las cobraré, porque por su culpa él está muerto! —Grito a todo dar, no sé por qué todo en mí me dice que fueron ellas. 

—Eso tampoco lo sabemos, los bomberos no encontraron a nadie dentro de la iglesia. Todavía creo que estabas alucinando —insiste mi amiga— cuando te encontré estabas sola. No vi a Hugo por ningún lugar.

—¡Te digo que Hugo me sacó de aquel lugar! ¡Era él y corrió a buscar algo para abrir la puerta, y se lo tragó el fuego! ¡Lo vi, fue lo último que vi claro en mi vida!

 Termino de gritar muy alterada con las lágrimas rodando por mis mejillas. Nadie me cree que mi prometido me salvó, ni siquiera Viviana que es como mi hermana y fue la que me terminó de sacar de la iglesia. Pero yo lo vi entrar en aquel lugar infernal, romperme el enorme vestido de novia que había cogido fuego y salvarme. ¡Él me salvó! Aunque no hayan encontrado su cuerpo, fue él. Y estoy segura que murió, porque sino, hubiese regresado a mí. Cómo otras veces me hecho a llorar, porque siento una impotencia terrible, al no poder demostrar que lo que les cuanto es verdad. 

—No llores Trini, está bien, te creo. Si dices que Hugo fue el que te rompió el vestido y te arrastró hasta la puerta donde te encontré, te creo —vuelve a estar de acuerdo conmigo, aunque sé que lo hace para que me calme, se lo agradezco porque con el tiempo he empezado a dudar de lo que recuerdo. Viví no me engañaría, lo sé, por eso la dejo que siga hablando. —Pero no puedes acusarlas a ellas solo porque Valeria se vistió de novia y se hizo pasar por ti. Dice que tu papá se lo pidió, para no buscarse un problema con la familia de tu novio.

—Ellas supieron engañar muy bien a papá, él solo no lo hubiera hecho. ¿Qué miedo puede tenerle a esa familia? ¡Fueron ellas para arruinarme la vida y quedarse con la fortuna de mamá! ¡Lo sé! Encontraré esas pruebas, ya verás y todavía está por ver si es verdad que mi Hugo pertenecía a ellos, porque no lo mencionan en ningún lugar. Y ese que encontramos, lo viste. No tiene nada que ver con él. 

 Termino limpiando mi rostro. No me importa que nadie me crea, yo sé lo que viví. Por eso hago todo esto, porque necesito encontrar quien estaba detrás de todo aquello. Sé muy bien que ellas también están detrás de esta boda. Ellas saben que no me quiero casar con nadie, y obligaron a papá a hacerme esto. Pero se van a quedar con las ganas, yo me casaré y seguiré investigando qué pasó con mi prometido.

—Está bien Viví, no me hagas caso, estoy muy nerviosa con todo esto. Ahora localiza a ese hombre o cualquier otro, da igual.

—Trini por favor, vamos a contarle toda la verdad a tu papá, él sigue pensando que te arrepentiste y no llegaste a tu boda porque Hugo te abandonó. ¿Por qué no decirle cómo murió el pobre para que deje de maldecirlo? 

 Me pide una vez más Viviana, que aunque no cree toda mi historia. Pues cuando recibió mi primera llamada ese día, en que se fue y me dejó sola esperando a mi papá. Lo cual todavía no se perdona y se siente culpable. Voló a donde yo estaba porque tenía una aplicación que nos permitía a ambas saber dónde estábamos a cada momento por el teléfono. 

 Al llegar a la iglesia, estaba envuelta en llamas y cerrada por fuera. Le costó mucho abrirla y cuando lo logró, me encontró en el piso toda quemada. Es verdad que tenía roto el vestido, pero Hugo no se veía por ningún lugar. ¡Ella no lo vio, por eso la perdono y entiendo de que no me crea! Estuvimos luego sin ir al hospital hasta que los bomberos me aseguraron de que no existía nadie más en el interior de la iglesia y respiré aliviada, pensando que mi prometido había logrado escapar y que a lo mejor como decían ellos, lo habían llevado inconsciente para el hospital. Cosa que no fue así, cuando llegué, Hugo no estaba por ningún lugar.

—¡No le diré nada, hasta que encuentre a los que nos hicieron eso! ¡Quiero que siga pensando eso mismo, que Hugo me traicionó y yo no fui, y si te atreves a decirle mi condición, hasta ahí serás mi única amiga Viví! Todavía no sé si él no participó de eso.

 Adoro a mi padre, y mi conciencia me dice que no, que jamás se prestaría para hacerme una cosa como aquella. Incluso comprobé que era verdad, su auto cuando se dirigía a buscarme, se rompió. Aun así, ¿por qué andaba solo? ¿Dónde estaban sus guardias de seguridad? Todas esas dudas me tienen pensando que si participó, quizás de una manera no consciente, pero lo hizo. Me dejó plantada en el hotel y por su culpa me pasó todo. Si hubiese ido por mí, al menos hubiéramos estado los dos y no hubiese tenido tanto miedo, papá me salvaría estoy segura. Pero por ello, lo culpo de haber perdido a mi gran amor. ¡Me dejó plantada!

—¡Trini, tu papá te adora! Deja de pensar que se prestaría para quemarte viva —me regaña como siempre. —Y no tienes que amenazarme así Trini, desde niñas somos mejores amigas. Jamás te traicionaré por nadie, mamá le prometió a la tuya en su lecho de muerte que velaría por ti como si fueras su hija, y lo hizo hasta el día que murió, donde me hizo prometer a mí lo mismo. Aunque te recuerdo que no hace falta, porque yo te quiero como una hermana. ¡Jamás voy a abandonarte ni a traicionarte!

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