Tony Treviño, un vaquero texano más desenfrenado que un toro en rodeo y con un sentido del humor más afilado que sus espuelas, es el don juan indiscutible del condado. Su vida de juergas y conquistas da un vuelco cuando una canasta con una bebé aparece en su puerta. De repente, este padre soltero debe hacer malabares entre pañales, el cuidado de su madre enferma y salvar el rancho de la ruina. Para cubrir las facturas médicas, Tony se convierte en el bailarín estrella del Rusty Spur, el único bar de la zona, donde su carisma y músculos hacen suspirar a medio Texas. Pero cuando Marjorie Blackwell, una heredera caprichosa de la gran ciudad, llega proclamándose dueña del rancho, Tony cree que ha encontrado su mayor desafío. Entre monta de toros, lecciones de ordeño y bailes nocturnos, estos dos polos opuestos descubrirán que el amor puede florecer en el lugar más inesperado. De los rodeos texanos a los rascacielos de Nueva York, acompaña a Tony y Marjorie en una montaña rusa de emociones, carcajadas y desafíos. ¿Podrá este improbable par superar los obstáculos y encontrar su "felices para siempre" bajo el cielo estrellado de Texas? Prepárate para reír, llorar y enamorarte en esta historia que demuestra que, a veces, el amor es más salvaje que las ocurrencias del Coyote más astuto del rancho.
Leer másMaría corrió hacia donde yacía Guadalupe, al acercarse, el corazón le dio un vuelco al ver que no se movía. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas mientras veía el cuerpo inmóvil de su tía.— ¡Tía! —gritó mientras se dejaba caer de rodillas junto a ella— ¡Por favor, tía! ¡Respóndeme!Sus manos temblaban mientras intentaba tocarla, una señora mayor se acercó corriendo.— ¡Dios mío! ¡La empujaron! —exclamó la mujer— ¡Yo las vi! ¡Vi todo!En lo alto de la escalera, Sarah y su madrastra seguían riendo, celebrando loq ue habían hecho.— Una menos —se burló Sarah con veneno en la voz— Vámonos antes de que llegue seguridad.— Que se pudra en el hospital, ojalá se muera —añadió la madrastra mientras se alejaban a toda prisa.La gente comenzó a arremolinarse alrededor, una joven se arrodilló junto a María.— Tranquila, ya llamé al 911 —le dijo con voz suave— mi esposo es médico, viene para acá.María no podía contener el llanto:— Es mi tía... es como mi madre... por favor… — suplic
Por la mañana, Tony y Marjorie se dirigieron a la oficina del abogado en la ciudad.— Pos' ahora sí que van a conocer lo que es meterse con un Treviño —comentó Tony mientras estacionaba su camioneta— Esa víbora y su familia van a pagar cada lágrima de mi niña.— Tranquilo, vaquero, el abogado Peterson tiene todo preparado — dijo Marjorie, tratando de calmarlo.En la oficina, el licenciado los recibió con un montón de documentos sobre su escritorio. Tony se sentó, incómodo.— Señor Treviño—comenzó el abogado— Tenemos un caso sólido, alterar pruebas de ADN es un delito federal.— Pos' más les vale que sea así de sólido como dice —respondió Tony, reclinándose en su silla— Porque esa gente tiene más mañas que un coyote viejo.— Los resultados originales, los recibos de los pagos ilegales, las declaraciones del personal del laboratorio... —el abogado extendió los papeles— Todo está aquí.— Y no se olvide de la clínica —añadió Tony, su voz más dura que el cuero curtido— esos doctorcitos que
El viaje a Houston se hizo eterno, la camioneta de Tony devoraba millas de asfalto mientras el sol se ocultaba en el horizonte, Marjorie lo observaba, notando cómo sus manos apretaban el volante hasta que los nudillos se le ponían blancos.— Tranquilo, vaquero —susurró Marjorie, poniendo una mano sobre su brazo— Ya casi llegamos.— Es que no puedo dejar de pensar en mi niña —respondió Tony, con su voz ronca de preocupación— Si esa víbora le ha hecho algo...El GPS les indicó que estaban a cinco minutos de la mansión de los padres de Sarah. Tony pisó el acelerador, haciendo que el motor rugiera.— Más despacio, Tony —pidió Marjorie— No nos sirve de nada tener un accidente ahora.— Es que cada minuto que pasa es como una eternidad, princesa. Mi Lupita debe estar asustada con esa... —se interrumpió, respirando hondo— Con esa mujer que tiene el corazón más negro que noche sin luna.Cuando llegaron a la mansión, el caos era total, tres patrullas de policía estaban estacionadas frente a la
Marjorie buscó en su bolso, sacando un sobre manila grueso, enseguida lo extendió hacia Tony, quien lo tomó con recelo.— ¿Qué es todo esto? —preguntó Tony, sus ojos observaron los documentos con confusión.— La verdad, Tony —respondió Marjorie, acercándose— son los resultados del investigador privado, Sarah y su familia pagaron al laboratorio para alterar las pruebas de ADN.Tony sintió que el corazón se le detenía, sus manos temblaban sosteniendo los papeles.— No entiendo ni jota de estos términos médicos, princesa, háblame claro.Marjorie tomó uno de los documentos y comenzó a leer:— Mira aquí —señaló una línea específica— estos son los verdaderos resultados. en cristiano significa que eres el padre de Lupita, sin ninguna duda.Tony se dejó caer en una de las sillas del porche.— ¡Virgen Santa! Siempre lo supe en mi corazón, pero esa víbora... —su voz se quebró— ¿Tienes idea de cuántas noches pasé sin dormir pensando en mi niña?— Hay más, Tony —continuó Marjorie— con estas prueb
Antonio Treviño se quedó paralizado al ver a Marjorie montada en ese caballo en medio de la iglesia. La imagen era tan inesperada que por un momento pensó que el calor de Texas le estaba jugando una mala pasada. Se sintió furioso ante su atrevimiento, ¿Cómo se le ocurría presentarse ahí, después de todo lo que había pasado entre ellos, dió un paso hacia ella, dispuesto a pedirle que se marchara, cuando sintió la mano en su hombro, era Pancho.— Tony —susurró — tienes que saber algo antes de cometer una locura.Pancho se inclinó y le susurró al oído unas palabras que hicieron que Tony sintiera que el piso se movía bajo sus pies. El color abandonó su rostro y luego volvió con fuerza, mientras sus puños se cerraban involuntariamente.— ¡Miren nada más! —exclamó Doña Petra desde su banca— La rubia tiene más agallas que todos los hombres del pueblo juntos.— Y más clase que la novia, si me permiten decirlo —respondió su comadre Dolores, lo suficientemente alto para que Sarah la escuchara.
El sol de Texas apenas se asomaba por el horizonte, tímido como potrillo recién nacido, cuando Tony ya estaba despierto. Sentado en la orilla de su cama, miraba fijamente el traje negro que Sarah había elegido, y que colgaba de la puerta como si fuera un fantasma que venía a atormentarlo.— Me siento más incómodo que gallo en corral ajeno con este traje — murmuró para sí mismo, pasándose las manos por la cara.Revisó su teléfono por enésima vez, esperando noticias sobre Lupita. Sarah había prometido traerla, y esa promesa era lo único que lo mantenía en pie como poste bien plantado.El sonido del celular lo sobresaltó, revisó enseguida, era un mensaje de Sarah: "Honey, hubo un problema con la niñera. Lupita no podrá venir a la boda."Tony sintió que el alma se le caía a los pies como rama seca en otoño. Sus dedos, acostumbrados al trabajo duro del rancho, temblaban mientras marcaba el número de Sarah.— Sarah, ¿qué significa esto? —su voz sonaba más tensa que cuerda de guitarra mal
La voz del mariachi resonaba en la noche mientras cantaba "Cielito Lindo", y Tony sintió que cada nota le atravesaba el alma como un cuchillo bien afilado. Desde su ventana, podía ver a Marjorie claramente bajo la luz de la luna, tan hermosa que dolía mirarla.La impresión inicial le pasó como agua fría por la espalda, dando paso a una furia que le subió desde el estómago hasta la garganta. ¿Cómo se atrevía a presentarse así, después de todo?— ¡Lárgate de aquí! —rugió Tony, su voz ronca cortando la melodía del mariachi como un machete— ¡No tienes ningún derecho!El mariachi se detuvo en seco, mirando a Tony desconcertado, él, que siempre había sido un ranchero, pero bien educado, sintió que toda su educación se le escapaba como agua entre los dedos.Los pasos apresurados en el pasillo anunciaron la llegada de Guadalupe y María, alertadas por los gritos.— M'ijo, ¿Qué pasa? —la voz preocupada de Guadalupe se escuchó en la puerta del cuarto de Tony.— Nada, amá —respondió Tony sin apar
Tony se despertó temprano esa mañana, apretándose el pecho con la mano como si quisiera contener el corazón que le brincaba como potrillo salvaje. Los nervios lo estaban matando, literalmente sentía que cada latido le dolía más que el anterior, sabía que convencer a Sarah sobre la iglesia no sería fácil; esa mujer era más terca que una mula y tenía la cabeza más dura que el mezquite viejo del rancho.En la cocina escuchaba a su madre toser, y cada tos le apretaba el corazón un poco más. María, se había convertido en el ángel guardián de su madre, ya estaba en la cocina cuando Tony finalmente se levantó. El olor a café recién hecho y tortillas calientes llenaba el aire.— ¿Ya te vas, m'hijo? — preguntó Guadalupe cuando entró a la cocina, su voz ronca por la tos.Su madre estaba más pálida que la cal de la iglesia, agarrándose de la mesa para no caerse. Las venas azules se le marcaban en las manos como ríos en un mapa viejo.— Pos sí, amá, voy a platicar con Sarah 'sobre la boda — res
En el Rancho, Tony no podía quedarse quieto. Iba y venía por el porche, dándole vueltas al sombrero entre las manos como si quisiera gastarlo. Era una mañana calurosa, como todas en Texas, y ya llevaba tres llamadas de Sarah. El teléfono volvió a sonar.— ¿Bueno? —contestó, alejándose hacia los corrales para que no lo escucharan desde la casa— Sí, Sarah, te escucho...En la cocina, Guadalupe no perdía detalle. Seguía amasando las tortillas por costumbre, pero sus ojos estaban clavados en su hijo a través de la ventana. Una madre siempre sabe cuando algo no anda bien, y Tony traía una preocupación que se le notaba a leguas.— Ave María Purísima —susurró al verlo patear una piedra después de cortar la llamada, las gallinas salieron corriendo del susto.Cuando Tony regresó a la casa, traía una cara que lo decía todo. Parecía que acababa de tragarse un limón entero.— ¿Todo bien, mi'jo? —preguntó Guadalupe, aunque ya se imaginaba la respuesta.— Pos... —Tony se rascó la cabeza, como siem