Tony Treviño, un vaquero texano más desenfrenado que un toro en rodeo y con un sentido del humor más afilado que sus espuelas, es el don juan indiscutible del condado. Su vida de juergas y conquistas da un vuelco cuando una canasta con una bebé aparece en su puerta. De repente, este padre soltero debe hacer malabares entre pañales, el cuidado de su madre enferma y salvar el rancho de la ruina. Para cubrir las facturas médicas, Tony se convierte en el bailarín estrella del Rusty Spur, el único bar de la zona, donde su carisma y músculos hacen suspirar a medio Texas. Pero cuando Marjorie Blackwell, una heredera caprichosa de la gran ciudad, llega proclamándose dueña del rancho, Tony cree que ha encontrado su mayor desafío. Entre monta de toros, lecciones de ordeño y bailes nocturnos, estos dos polos opuestos descubrirán que el amor puede florecer en el lugar más inesperado. De los rodeos texanos a los rascacielos de Nueva York, acompaña a Tony y Marjorie en una montaña rusa de emociones, carcajadas y desafíos. ¿Podrá este improbable par superar los obstáculos y encontrar su "felices para siempre" bajo el cielo estrellado de Texas? Prepárate para reír, llorar y enamorarte en esta historia que demuestra que, a veces, el amor es más salvaje que las ocurrencias del Coyote más astuto del rancho.
Leer más11 años despuésEl Sol apenas asomaba cuando Tony despertó, sintiendo el calor de Marjorie contra su pecho, la abrazó más fuerte, respirando el aroma a lavanda de su cabello, sus manos recorrieron suavemente la curva de su cintura, deleitándose con la suavidad de su piel bajo la camiseta.—Buenos días, princesa —susurró, besando su cuello con delicadeza.Marjorie se giró hacia él, sonriendo con los ojos cerrados, Tony se perdió un momento en sus pestañas, en la forma de su boca.—Mmm... cinco minutos más, vaquero —murmuró ella, acurrucándose más cerca.—¿Solo cinco? —Tony deslizó sus manos por su espalda, bajo la tela— Pos' yo tenía otros planes...La besó suavemente, tomándose su tiempo, saboreando cada momento, sus labios trazaron un camino desde su boca hasta su cuello, mientras sus manos exploraban su cuerpo.—Te amo —susurró cerca de su oído— cada día más.Marjorie respondió enredando sus dedos en su cabello, atrayéndolo más cerca, se besaron apasionadamente, olvidando el mundo m
El calor asfixiante de la corte hacía que hasta los abanicos parecieran rendirse. Tony se acomodó en el banco de madera, sintiendo cómo el traje negro le apretaba el cuello.A su izquierda, Marjorie repasaba documentos con el abogado, sus dedos tamborileaban sobre la mesa, a la derecha, Pancho masticaba un palillo, tenía los ojos clavados en la puerta trasera por donde entraría Sarah.—No mires pa’lla cuando entre —murmuró Tony — no le des el gusto.Pancho escupió el palillo al piso.—Pos’ si me pongo nervioso, mejor me avisas pa’ salir a respirar —respondió, limpiándose el sudor de la frente con un pañuelo rojo— esa víbora de cascabel va a escupir puro veneno.El golpe del mazo del juez hizo callar el murmullo de la sala, Tony apretó los puños cuando vio entrar a Sarah, escoltada por dos guardias.La que una vez fuera una mujer altiva ahora parecía una sombra, tenía el pelo grasiento pegado al cuello, pero sus ojos, esos ojos de víbora seguían brillando con el mismo odio.—Señora Joh
El sol quemaba como si el mismo cielo quisiera castigar la tierra aquel maldito día, la iglesia, llena hasta el tope de gente.Tony se mantenía inmóvil junto al ataúd de Guadalupe, con las manos clavadas en los bolsillos del traje que le quedaba apretado, cada apretón de manos, cada abrazo de los vecinos, le dolía más que una puñalada.—Tony, hermano… si necesitas algo —le decía Pancho por quinta vez, la voz le temblaba igual que sus bigotes—. Nomás avísame y…—Ya sé, compa —lo interrumpió Tony, sin mirarlo, con los ojos clavados en el crucifijo detrás del altar— Gracias.Marjorie, parada a su lado, le apretaba el brazo cada vez que sentía que su cuerpo se tensaba demasiado, Lupita, sentada en las piernas de María, jugueteaba con un pañuelo negro.—¿Abela? —preguntó la niña de pronto, señalando el ataúd con su dedito regordete.María tragó saliva, mirando a Tony de reojo, él cerró los ojos, sintiendo cómo el corazón se le partía otra vez, como explicarle a su pequeña que ya no vería a
El pitido de las máquinas se escuchaba en el pasillo, era un sonido agudo y constante que parecía rasgar el alma de Tony.Los doctores se encontraban dentro del cuarto, sus voces entrecortadas se mezclaban con el sonido de los aparatos. Tony permanecía pegado al vidrio, sus manos temblaban mientras las mantenía apoyadas en la fría superficie, como si de esa manera pudiera transmitirle su fuerza a su madre a través del cristal.— ¡Ándale, amá! ¡Tú puedes! Pos' eres más fuerte que un roble viejo, siempre me lo has demostrado — susurró con voz entrecortada, cada palabra salía como un grito ahogado.Sus ojos no se apartaban del cuerpo inmóvil de Guadalupe, esperando, rogando que sus párpados se abrieran, que su voz volviera a sonar con ese tono cálido y firme que tanto lo había guiado.Marjorie y Pancho permanecían a su lado, Pancho lo sostenía por los hombros, mientras las rodillas le temblaban, Marjorie tenía las lágrimas corriendo por su rostro, pero se mantenía firme, sabiendo que Ton
Tony o podía procesar lo que acababa de escuchar, Sarah, la madre de su hija, había intentado matar a su madre.— No puede ser... no puede ser... —murmuraba una y otra vez.— Tony, mi amor —Marjorie intentó acercarse, pero él se alejó bruscamente.— ¡Pos' esa víbora me las va a pagar! —rugió, su voz quebrándose— En cuanto mi amá salga de aquí, yo mismo...— Tony, por favor —Marjorie logró sujetarlo del brazo— Tu madre te necesita entero ahorita.El médico que había estado hablando con ellos fue llamado repentinamente por una enfermera que salió corriendo del área de urgencias.— ¡Doctor! ¡Es la señora Treviño! —gritó la enfermera.— ¡NO! —Tony intentó seguirlos, pero dos enfermeros lo detuvieron— ¡DÉJENME PASAR! ¡ES MI AMÁ!— Señor, no puede entrar —insistió uno de los enfermeros, luchando por contenerlo.— ¡Pos' suélteme! —forcejeaba Tony— ¡Mi amá me necesita!María, que sostenía a Lupita, se acercó a Pancho con lágrimas en los ojos:— Mi amor, tenemos que llevar a la niña al rancho,
María corrió hacia donde yacía Guadalupe, al acercarse, el corazón le dio un vuelco al ver que no se movía. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas mientras veía el cuerpo inmóvil de su tía.— ¡Tía! —gritó mientras se dejaba caer de rodillas junto a ella— ¡Por favor, tía! ¡Respóndeme!Sus manos temblaban mientras intentaba tocarla, una señora mayor se acercó corriendo.— ¡Dios mío! ¡La empujaron! —exclamó la mujer— ¡Yo las vi! ¡Vi todo!En lo alto de la escalera, Sarah y su madrastra seguían riendo, celebrando loq ue habían hecho.— Una menos —se burló Sarah con veneno en la voz— Vámonos antes de que llegue seguridad.— Que se pudra en el hospital, ojalá se muera —añadió la madrastra mientras se alejaban a toda prisa.La gente comenzó a arremolinarse alrededor, una joven se arrodilló junto a María.— Tranquila, ya llamé al 911 —le dijo con voz suave— mi esposo es médico, viene para acá.María no podía contener el llanto:— Es mi tía... es como mi madre... por favor… — suplic
Por la mañana, Tony y Marjorie se dirigieron a la oficina del abogado en la ciudad.— Pos' ahora sí que van a conocer lo que es meterse con un Treviño —comentó Tony mientras estacionaba su camioneta— Esa víbora y su familia van a pagar cada lágrima de mi niña.— Tranquilo, vaquero, el abogado Peterson tiene todo preparado — dijo Marjorie, tratando de calmarlo.En la oficina, el licenciado los recibió con un montón de documentos sobre su escritorio. Tony se sentó, incómodo.— Señor Treviño—comenzó el abogado— Tenemos un caso sólido, alterar pruebas de ADN es un delito federal.— Pos' más les vale que sea así de sólido como dice —respondió Tony, reclinándose en su silla— Porque esa gente tiene más mañas que un coyote viejo.— Los resultados originales, los recibos de los pagos ilegales, las declaraciones del personal del laboratorio... —el abogado extendió los papeles— Todo está aquí.— Y no se olvide de la clínica —añadió Tony, su voz más dura que el cuero curtido— esos doctorcitos que
El viaje a Houston se hizo eterno, la camioneta de Tony devoraba millas de asfalto mientras el sol se ocultaba en el horizonte, Marjorie lo observaba, notando cómo sus manos apretaban el volante hasta que los nudillos se le ponían blancos.— Tranquilo, vaquero —susurró Marjorie, poniendo una mano sobre su brazo— Ya casi llegamos.— Es que no puedo dejar de pensar en mi niña —respondió Tony, con su voz ronca de preocupación— Si esa víbora le ha hecho algo...El GPS les indicó que estaban a cinco minutos de la mansión de los padres de Sarah. Tony pisó el acelerador, haciendo que el motor rugiera.— Más despacio, Tony —pidió Marjorie— No nos sirve de nada tener un accidente ahora.— Es que cada minuto que pasa es como una eternidad, princesa. Mi Lupita debe estar asustada con esa... —se interrumpió, respirando hondo— Con esa mujer que tiene el corazón más negro que noche sin luna.Cuando llegaron a la mansión, el caos era total, tres patrullas de policía estaban estacionadas frente a la
Marjorie buscó en su bolso, sacando un sobre manila grueso, enseguida lo extendió hacia Tony, quien lo tomó con recelo.— ¿Qué es todo esto? —preguntó Tony, sus ojos observaron los documentos con confusión.— La verdad, Tony —respondió Marjorie, acercándose— son los resultados del investigador privado, Sarah y su familia pagaron al laboratorio para alterar las pruebas de ADN.Tony sintió que el corazón se le detenía, sus manos temblaban sosteniendo los papeles.— No entiendo ni jota de estos términos médicos, princesa, háblame claro.Marjorie tomó uno de los documentos y comenzó a leer:— Mira aquí —señaló una línea específica— estos son los verdaderos resultados. en cristiano significa que eres el padre de Lupita, sin ninguna duda.Tony se dejó caer en una de las sillas del porche.— ¡Virgen Santa! Siempre lo supe en mi corazón, pero esa víbora... —su voz se quebró— ¿Tienes idea de cuántas noches pasé sin dormir pensando en mi niña?— Hay más, Tony —continuó Marjorie— con estas prueb