El pasado es lo único que persigue a Elena como una sombra. Aún más cuando una acusación falsa la lleva a pasar tres años en una cárcel. Llena de rabia, está dispuesta a vengarse. Si eso significa mentir y alcanzar todo lo que quiera, lo hará sin rechistar. Una sola palabra para definirla: letal. Elena decide arriesgarse a fingir una lealtad a un desconocido para cumplir sus objetivos: aquella extraña bestia arrogante y peligrosa que la recibió en sus brazos. Éste hombre destila poder, arrogancia, altanería. Es de los hombres más poderosos e influyentes de Italia; y su salvador. Pero poco a poco, comienza a volverse su condena. Cuando el destino los une para que ambos lleven a cabo su venganza, jamás pensaron que ese lazo del destino tuviera más importancia de la que creyeron. Una unión que existió en el pasado. Sin que lo sepan, un lazo irrompible que los ha seguido por muchos años. Un secreto que los persigue en la acalorada pasión que no pueden evitar desde el momento en el que sus ojos se cruzaron. Gianluca Mancini está dispuesto a todo para que Elena sea suya, completamente suya así descargue toda el rencor de la venganza en ella. Aunque creyó que podía usarla, quien lo usa a él es ella. La mentira no es algo que podrá sostener Elena durante mucho tiempo. Y menos cuando la bestia asecha cada paso que da. Una bestia de la que no puede escapar. Gianluca Mancini es el hombre que llega a su vida para cambiarla por completo. Pero Elena es el veneno que Gianluca desea probar por el resto de su vida. ¿Quién será el primero en caer en el fuego?
Leer másHa pasado una semana. Una jodida semana desde que Gianluca no sabe nada de ella.Está caminando de un lado al otro en su oficina. Son las 8 de la mañana, no ha dormido y tampoco fue a la casa. No quiero tocar esa casa, no quiere entrar a ese cuarto y no quiere tocar esa cama.Frustrado, enojado. Jamás se le había visto así antes. Desesperado.Renata ya fue dada de alta, y quiere que traigan a la niña a la oficina. De Renata no quiere saber nada. Es más, para Gianluca no existe otra mujer en el mundo que una sola.Su esposa.Sí, su esposa. Cada vez que llega un nuevo documento del divorcio lo rompe en dos. No firmará nada. Y ahora que lleva una semana buscándola sin parar su cuerpo pierde la cordura y así lo lleva a la desesperación.Ha tratado de localizarla por todas partes y no tiene respuesta. Cristina no sabe nada, pero en realidad no quiere decirle. También se dio cuenta que Gaby se marchó de la casa, y posiblemente con ella. Si encuentra a Gaby, la encuentra a ella.No come, no
—¿Estás segura que quieres hacer algo así? Sería dejar…toda la vida que has tenido aquí.Cristina le ofrece una taza de té horas después de haberse calmado. Todo sucedió tan repentino, fuera de la nada, que incluso así le cuesta procesar lo que escuchó, cómo lo escuchó y las últimas palabras de Gianluca. “Por favor.” Sonó como una súplica en medio del pitido en sus oídos.No ha logrado calmarse, y pasará mucho tiempo para calmarse.Tampoco quiere verlo. Sabía que no podría con tanto, que no lograría aguantar otro momento lejos suyo.—Cuánto antes —ya ha amanecido. El color naranja del amanecer se encuentra con su rostro moribundo—, no puedo pasar otro día más aquí. Si él no quiere abrir ningún caso en mi contra, no me interesa. El abogado que estaba ayudándome con representarme para limpiar mi nombre del escandalo de A Lá Móde me acaba de traicionar y no confiaré en nadie. He labrado mi propio camino hasta ahora, y este matrimonio no me arruinará.Elena se pone de pie, quitándose el
—¿Elena?Bañada en lágrimas, enrojecida por la falsedad de las palabras y sintiendo cómo su corazón se retuerce en mil pedazos, Elena está frente a frente a la puerta de Cristina en su hogar, al otro lado de la ciudad.No aceptó que Tito o Billy la llevaran a ninguna parte. tan sólo exigió por llamada a Orlando que le mandara a ese hombre documentos del divorcio y no lo dejó ni responder.Colgó, furiosa. Y desapareció de la casa, jurando nunca más volver. Manejó por si sola mientras apretaba los volantes, fija en la carretera mientras todos los recuerdos que habían hecho los dos se rompían como un papel.La mirada que había recibido de Gianluca estropeó lo que habían armado juntos, los sueños que habían querido formar. La familia que querían tener.Ahora se encuentra hecha un mar de lágrimas frente a Cristina, una vez más vulnerable, rígida, sin saber a dónde ir. Pérdida, lo mismo que ocurrió cuando salió de prisión.—¿Amiga? —Cristina la jala para abrazarla, asustada—, ¿Qué sucedió,
El cuerpo tenso de Gianluca pierde un tanto el equilibrio al oír las palabras de Billy. Acrecienta el enervar que se apodera de cada rincón, y que no hay como apaciguarlo.Ahora se consume por completo, y de pies a cabeza, en su mente, no se salva de ver algo que lo está consumiendo peor que antes.—¿Dónde —comienza Gianluca, perdiendo la cordura—, está mi esposa?—La señora Elena se marchó con una de sus amigas-Gianluca no lo deja termina porque no quiere ni mirar la carpeta que Billy está mostrando. Su desesperación lo lleva directo a una sola salida, donde no tiene escapatoria, donde no puede ver con una buena percepción ya que no existe lo suyo, lo de ellos. Para Gianluca la simple idea de escuchar “Se fue” está arrastrándolo al abismo. Esto es una completa locura.Enojado, eufórico. ¿Dónde está y ha dónde ha ido? Es irónico que tan sólo ésta mañana la tuvo entre sus brazos, y para ésta madrugada, donde sus cuerpos no se juntan ni para darse calor el uno al otro, abrazados
—Llévala a la casa —Gianluca ordena todavía sin tranquilizarse de nada. No tiene ninguna intención de dejar ésta mujer en libertad ahora que se ha enterado de lo que ha hecho.Pero cuando Tito también mencionó lo que lo ha tenido también vela, gruñó de forma imperiosa. No era el momento, justo en ese momento.Sólo ha pasado un par de minutos desde que ordenó a un chófer y a Billy lo que debían hacer. Enojado, colérico, apretando los puños se encuentra Gianluca hacia el camino del hospital. No puede ver otra cosa, casi no puede mirar algo más. Está cara a cara con la oscuridad. Algo que jamás ha sentido en el pecho se apodera hasta de lo más mínimo en su cuerpo. No le queda nada más que respirar con dificultad, atento a la mínima cosa que pasa por su mente.¿Por qué lo ha hecho? ¿Cómo se atrevió?¿Por qué cayó de esa manera hasta el punto de no pensar con claridad en las demás cosas?Su vida vuelve a pagarle la factura cuando se da cuenta que parte de la familia de Renata está en la cl
Gianluca vuelve a decirse a sí mismo que necesita apartarla cuánto antes. No puede verla como lo hace, no puede desear estar otro minuto junto a ella, tiene que vivir sin ella.Pero cuando Elena le dice éstas clases de palabras, es su mundo quien se parte en dos. Intentó controlar la rabia, y la impotencia. Su mente se llenó de posibilidades, en su mayoría malas y soberbias, y no puede ver otra cosa sino a ésta mujer quebrándole el corazón en mil pedazos. Ella repite algo que no quiere escuchar porque no está pensando con claridad.Se aparta de ella.—No quiero oír nada que venga de ti —espeta.En sus ojos puede ver más el dolor de Elena.—Tuviste el tiempo para decirme, para hablarme con la verdad. Lo tuviste —Gianluca sabe que debe dar un paso atrás, por más que esté muriéndose por dentro y no pueda mirar a otra parte, porque ella siempre estará allí—, pudiste hacerlo. No te importó pensar en eso.—Porque confíe en Orlando, y sí, me equivoqué en confiar en él. Perdóname, jamás pensé
CAPITULO 79 DCEOATYa ni siquiera es dolor.Es incredulidad. Es conmoción. Es la misma daga qué la atravesó hace apenas un par de minutos, que la golpea brutal en el rostro. Es una cachetada de realidad, y apenas puede moverse Elena de su sitio.La tensión en ésta oficina incrementa, y ahora es peor cuando a solas con Gianluca. Esto le cobra un jadeo incrédulo. Un par de lágrimas descienden por sus mejillas, y cada momento que pasa puede sentir la dureza en la mirada de Gianluca.Elena abre los ojos.—¿Orlando? ¿Qué estás haciendo? ¿Qué…? —Elena trata de dar un paso hacia adelante. Sus manos abrazan su vientre, porque también siente una punzada en el lugar. El llanto silencioso y doloroso vuelve a oírse—, ¿Qué estás diciendo? Di la verdad. Di todo lo que me dijiste a mí, ¡Dilo! —exige Elena.El abogado Orlando parece resignado a seguir con las palabras qué están frívolas, que salieron sin ningún remordimiento y que para estos momentos nubla cualquier esperanza que Elena tenía. Era él
Es tanta la impresión de Elena que vuelve a dar un paso atrás.Las palabras de Gianluca se vuelven afiladas, y cortan las ilusiones. Nunca creyó que esto se tornaría de ésta manera.—¿Traicionarte…? —su voz aparece como un hilo de voz. No comprende, no puede hablar sin perder las fuerzas—, ¿Traicionarte? ¿De qué estás hablando…?—¡Tengo mil razones para creer que lo que has hecho a mis espaldas son mentiras!Elena abre los ojos. Jamás había visto tan enojado a Gianluca. Sus ojos se han tornado más oscuros, tomando un tono que no tiene nada que ver con el claro de sus ojos. Sus palabras golpean con fuerza el más recóndito lugar de su mente.—No, eso no es verdad. ¡Puedo probarte que lo de Ítalo Moretti no fue una mentira! Orlando. Llama a Orlando. Llámalo a él y pregúntale. ¡Él debe comprobar mis palabras! ¡No te estoy mintiendo! —Elena expresa contundente, pero en el fondo tiembla. Tanto, que no sabe cómo detener la tristeza que la carcome y la herida de ahora.Gianluca no parece conv
—Los resultados lanzan una prueba negativa. No está embarazada, señora Mancini. Lo lamento.Elena enmudece. Lentamente, su sonrisa va cayendo y cayendo, hasta que su rostro sólo es una sorpresa herida. Su corazón sigue latiendo a mil por hora. Esto cae como un balde de agua fría, y no puede escapar de la incertidumbre.¿Qué es ese dolor en su pecho? ¿De qué se trata todo esto? ¿Por qué le resulta tan extraño mirar el papel con esas palabras restregándole en la cara qué no todo puede ser como ella desea?Sus dedos tiemblan al tomar la carta. Se le forma un nudo en la garganta. Elena no puede decir algo ya que temblará de pies a cabeza. No puede decir otra cosa que no le haga temblar. No puede hacerlo.—Oh —finalmente expresa—, eh, claro —Elena se pone de pie. Quiere salir de aquí cuanto antes. Se imaginaba un mundo completamente distinto al entrar aquí, con su vida cambiando. Teniendo la dicha de saber que sería madre. Elena se aferra a lo único que tiene en mano, su cartera—. ¿Por qué