—Señora Elena —sólo han pasado unas semanas, ya cumpliéndose dos meses desde que Enrico fue detenido, cuando Elena es capaz de encontrarse con Orlando cara a cara luego de todo lo sucedido.Se encuentran en la oficina de su esposo, aquí en Florencia. Gianluca está presente, en su asiento, mientras Elena se pone de pie cuando Flavio también entra a la oficina junto a Orlando, quien en un traje negro mantiene una mirada noble. Elena no tarda en observar, nostálgica.—Me alegra tanto verte, Orlando. Verte sano.—No sólo traemos la noticia de Orlando aquí en Florencia —Gianluca llama su atención así que se gira hacia él para que continúe. Con la ayuda de su bastón Gianluca se coloca de pie, buscando su mano—, el juez fallo a nuestro favor, querida. Enrico pasará muchos años en prisión, Norelie igual. Della Famiglia vuelve a ser nuestra.Elena no tarda en rodear la mesa y abrazar a su amado esposo por el cuello, quien la recibe de la misma manera. La felicidad de Elena es tanta que contagi
***1 año después***El hermoso sol qué ilumina éste hotel donde se hospedan luego de un largo viaje por el mundo despierta no sólo a Elena.Sino a sus dos hijas.Se encuentran en unos de esos hoteles con vista a la naturaleza. En especial, porque las dos pequeñas adoran a los animales. Giovanna, aún con su primer añito recién cumplido, es una niña qué constantemente gusta de ver a los animales. Los adora. Y Stefania, su hermosa bebé, un tanto más tranquila que su hermana, tiene por adoración a las jirafas.Su padre les ha hecho un castillo prácticamente en la mansión como zona de juegos.Luego de largas conversaciones, ambos decidieron regalarles a sus princesas un viaje a los hermosos lugares de la naturaleza africana, donde conectan con la naturaleza y las pequeñas disfrutan de un safari inolvidable.Luego de haber recorrido todo el mundo con sus dos niñas, sólo faltaba ésta inmersión espectacular en este lugar hermoso del mundo.Giovanna empieza a quejarse cuando no ve a su madre.
¡Agradezco infinitamente el apoyo a ésta historia! Como siempre, no djeó de agradecer a todo aquel que la siguió desde al principio, para mí, es completamente importante porque siempre digo que son partes de la historia. ¡Muchas gracias1 siempre lloro cuando tengo que decirle ádios a mis historias, y ésta tiene, como cualquier otra, un enorme lugar en mi corazón sin duda.Con el corazón lleno de gratitud, quiero agradecer a todos los que han leído mi historia y me han brindado su apoyo. Sus comentarios, mensajes y muestras de cariño han sido mi mayor motivación para seguir escribiendo. Cada palabra de aliento que he recibido ha significado mucho para mí y me ha impulsado a dar lo mejor de mí. Gracias por acompañarme en este viaje. Y gracias por brindarle un espacio a mis personajes, que son lo más preciado que tengo.Agradezco a:Mi gran amiga Rossi ZamoranoIngrid RuanoJacqueline ÁrnezJessie Tapia.Maribel MarrenoOmar LizarragaMilagros de Jesus Bermejo¡Mil gracias por acompañarm
—Y cuando seamos grandes me casaré contigo. Un pequeño de seis años corrió tras la niña de hermosos cabellos rizados y largos por el camino de arena lejos de sus casas. Un rincón oculto al que siempre acudían. Donde el niño la invitaba a jugar, donde no existía otra cosa que sus inocentes juegos de piratas, de aventuras, y de una princesa a la cual debía siempre rescatar en los castillos de arenas. En ese momento, corrían por el camino de piedras hacia las praderas, cerca de un arroyo de río que los esperaba todo el tiempo. El cielo azul, nítido, sin verse nubes borrascosas en la llanura. —¡Eso no puede ser posible! —la pequeña niña de cinco años repitió con risas, tomando su vestido para correr, sin detenerse, mientras atrás de ella un osado y valiente pequeño también la seguía. —Nos casaremos como mi mamá y mi papá —el niño se acercó a la pequeña, quien se detuvo frente al parque. Inmensos arreboles verdes con frutos, un pasto verde y llamativo que había florecido por las ante
20 años después. —¡Hey tú! ¡Muévete! Aquí no hay sitio para que duermas, princesita. ¡Apresúrate! —una mujer alta y fumando un cigarro es quien exclama, empujando a la otra mujer delante de ella—, ¡Aquí comemos todas la misma basura! Su empuje hace que su contrincante se tambalee hacia adelante, y la bandeja de aluminio donde lleva la comida caiga al suelo en un fuerte y doloroso estruendo. Es tan abrupto el golpe que inclusive se puede creer que se ha fracturado uno de los huesos. —¡Demuéstrale que manda, Vidente! —¡Dile a esa zorra que deje de hacerse la víctima! —Y haz que coma tierra. En medio de la cocina de la prisión, el ruido es fuerte, estruendoso, casi rompe las paredes oscuras de éste lugar. El bullicio alejado empieza a murmurar. A reírse en voz baja. A mirar con indiferencia a la mujer que está en el suelo. —Déjame levanto a la princesa. ¡Oigan, déjenme y levanto a Su Majestad! —la misma mujer todavía con su cigarro, a quien gritan como “Vidente”, observa a la mujer
Elena no lo cree hasta que la reja de su celda se abre, y desde la distancia es Vidente quien observa con incredulidad todo esto. En el pasillo hacia la salida, las visitas a las reclusas están ya permitidas pero no ve a nadie conocido. Sólo lleva el vestido que lavó la noche anterior y nada más que una manta doblada en su brazo.—Rápido, camina —Elvira la empuja con fuerza. Está indignada y furiosa—, ¡Muévete!—Me sigues empujando y te voy arrancar el cuello —se zafa Elena de su agarre.Sin embargo, una voz retumba entre todas las voces en la sala de las visitas.—¡¿Es que cómo se te ocurre decirme qué no?! ¡A mí! Pagué mucho por ti y estás aquí por evadir impuestos ¿sabes cuánto dinero perdí por tu culpa? ¡No sabes!Los gritos pueden escucharse desde aquí hasta el centro de la ciudad, o hasta el centro del caribe, y es el único sonido que se oye en todo el lugar. Mientras se acerca Elena al final del pasillo, vuelve a oír la voz: pertenece a una mujer que ya ha visto en el patio.—¿
—Sé que quieres recuperar la empresa y tu reputación, Gianluca. Lo mejor es que te concentres ahora en tu boda —el hombre que está bebiéndose su whiskey, mira a su primo con su traje negro frente al espejo.A quien se dirige tiene el cabello peinado hacia un lado. Lo bastante atractivo como para que sea difícil apartar la mirada, y una taciturna personalidad que es la fuente de su encanto. Se arregla las mangas del traje y responde:—Della Famiglia es mía, Valentino —es una respuesta contundente.—Era, primo. Era tuya —responde Valentino, levantándose y dejando el vaso de whiskey en la mesa—, Enrico ya tiene en su poderío todo lo que era tuyo. Y me parece que está convencido de que no dejará nada ni para ti ni para nadie. Además, Renata no estará contenta de que pienses en esa clase de cosa. Eres ambicioso. Tu prometida será más escandalosa que antes —dice Valentino.Se da la vuelta y recibe el saco de su mayordomo. —Esto es simple compromiso —se acomoda su reloj—, Renata y yo no es
—No es lo que buscamos, siguiente.—¿Esto es lo que haces? ¿No tienes experiencia? No podemos perder el tiempo enseñándote.—¿Estás hablando en serio? He oído hablar de ti y prefiero no meterme en problemas. Gracias.Son las palabras de las numerosas compañías que no han querido contratarla.Se supone que Simone le conseguiría un trabajo como modelo publicitaria en las campañas de su compañía, pero la mayoría de sus compañeros han dicho sencillamente qué no y Elena ha pasado toda una semana sin poder encontrar un trabajo donde no la rechacen.Intentó un día entero buscar como mesera en cafeterías, restaurantes, pero debido a su debilidad y a su expediente, sólo NO.“Te diré algo sencillo, señorita Russo. Usted no puede trabajar aquí porque no aceptamos personas con antecedentes penales. Así qué si no le molesta, le pediré que deje mi tienda ahora mismo si no quiere que llame a la policía.”Simone es la única que le ha ofrecido un trabajo e incluso permite que se quede en su departamen