—Sé que quieres recuperar la empresa y tu reputación, Gianluca. Lo mejor es que te concentres ahora en tu boda —el hombre que está bebiéndose su whiskey, mira a su primo con su traje negro frente al espejo.
A quien se dirige tiene el cabello peinado hacia un lado. Lo bastante atractivo como para que sea difícil apartar la mirada, y una taciturna personalidad que es la fuente de su encanto. Se arregla las mangas del traje y responde: —Della Famiglia es mía, Valentino —es una respuesta contundente. —Era, primo. Era tuya —responde Valentino, levantándose y dejando el vaso de whiskey en la mesa—, Enrico ya tiene en su poderío todo lo que era tuyo. Y me parece que está convencido de que no dejará nada ni para ti ni para nadie. Además, Renata no estará contenta de que pienses en esa clase de cosa. Eres ambicioso. Tu prometida será más escandalosa que antes —dice Valentino. Se da la vuelta y recibe el saco de su mayordomo. —Esto es simple compromiso —se acomoda su reloj—, Renata y yo no estamos en una relación. Ella no me interesa —se coloca el saco de su traje, con expresión imperturbable—, mi reputación es lo único que me interesa. —Pero Renata le dice a todo el mundo lo tanto que la amas, y lo tanto que te ama. Es más, una pareja felizmente comprometida —Valentino toma una uva cerca de la mesa servida—, no la culpes de estar enamorada de ti desde que tiene cinco años. —La única enamorada es ella —rezonga de mala gana, restándole importancia al asunto. Un matrimonio está bien visto en su clase social. Renata es un simple uso que necesita para su beneficio. Una familia estable y respetable lo ayudará a mantener su reputación intacta. —La traición es lo último que yo perdono —y la acidez en sus palabras tilda esa sensación de odio—, y quiero a Enrico tras las rejas. —Su carro está listo, señor —informa el mayordomo. —Voy enseguida. —¿Te espero debajo? —pregunta Valentino. —Necesito hacer un par de llamadas, por si no te molesta. Quiero estar solo —le responde a Valentino. Cuando Valentino se marcha, espera que las puertas están cerradas para mirar a Flavio. Aprieta la mandíbula con fuerza. —Alguien está dentro de Fattoria Verde —le dice a Flavio, enervado. Mintió. Sólo quiere estar a solas con Flavio—, quiero que estés al pendiente y me digas si sospechas de alguien. Hay un contrato, quinientos millones de dólares. Estarás al pendiente de eso. —Sí, joven. Entiendo —responde Flavio—, ¿Hay algo más en específico que quiera hacer, señor? —Espera mis órdenes —le contesta con seriedad. El toque de la puerta lo distrae. Flavio abre la puerta también atento. —¿Señor Mancini? —la pregunta viene de una mujer del servicio que ya ha visto. Al tener su atención, la mujer baja la mirada y saca un sobre de su uniforme—. Esto es para usted. —¿Quién lo envía? —pregunta. No quiere molestias ahora. —Lo trajeron para usted, un hombre que no se registró. Sólo dijo que debían dárselo al señor Mancini, el prometido de la señorita Renata Bertolini. Cuando observa el sobre, agradece a la mujer. —Con permiso —se aleja la mujer por el largo pasillo color rojo. No tiene remitente ni su nombre. Aún así, lo abre y creyendo que encontraría un par de papeles, la realidad juega en su contra cuando, sin esperarlo, son fotografías lo que encuentra. Varias de ellas, una tras otra. Nítidas y que ningún movimiento, sonrisa, acaricia y besos se pierda. Se queda inmóvil durante un momento. —¿Joven Gianluca? —dice Flavio. La cólera lo inunda en menos de un segundo. Sin decir algo, contempla más que enervado. Esa sensación amarga que no lo deja ni pasar saliva, viendo como los brazos de Renata rodean el cuello de quien mira enamorada. No es él. Y no se trata para nada de la infidelidad porque jamás le importó Renata. Ese ardor que ciega su mente debido al enorme enojo transformándose en cólera aumenta cuando otra foto muestra a Enrico y a Renata besándose. “Cásate con Renata Bertolini y sacaremos éstas fotos a la luz pública.” —Joven Mancini. Le coloca de mala gana las imágenes a Flavio en el pecho. —¿Qué sucede, joven Mancini? No responde a Flavio, sino que baja las escaleras, en silencio. Pero el silencio es lo que calma la profunda aceleración de sus impulsos, cegados por el odio hacia Enrico De Santis, a quien quiso como su propio hermano. Su ira es palpable en cada paso que da hacia la salida de su casa. Se convence de que no puede confiar en nadie, ni en su propia sombra. —¿Señor Mancini? —comienza Flavio cuando ve al hombre furioso agarrando el teléfono. Timbres después, oye una voz. “¿Gianluca? ¡Vaya! ¿Qué sucede? ¿Por qué llamas a la casa de nuestra familia…?” —¿Dónde está tu hermana? —gruñe impaciente—, ¿Dónde está Renata? “Está aquí a mi lado. ¿Por qué no la llamas a su teléfono…? Oye, Renata, es tu novio.” Una nueva voz escucha tras el teléfono. “¿Cielo?” la voz de Renata lo saca de quicio.” ¿Por qué llamas así tan de repente…?” —No habrá boda —lanza sin más preámbulos. Decidido, tosco y totalmente sacado de sus cabales. Pero mantiene la calma—, la boda se cancela. “¿¡Qué estás diciendo?!” Renata pega un grito que no duda que Flavio no lo haya escuchado.”¿¡Qué quieres decir con qué no hay boda?! ¿¡Estás loco?!” —No habrá boda mañana. “¿¡Gianluca?! ¡Cómo te atreves hacerme esto! ¿Qué sucedió?” —No estoy interesado en continuar así que encárgate de cancelarlo todo. ¡No puedes cancelar la boda como si nada! ¡Te juro que yo…!” —Sí —su mirada es una mancha de seriedad—, si puedo —y cuelga. Nadie le mirará el rostro de idiota, y mucho menos ésta mujer que ya no le es útil. —¡Señor! —expresa Flavio cuando ya lo alcanza—, ¡Esto no puede salir a la luz! ¡Sería…fatal para usted! —Ese hijo de puta la tiene dentro de mis asuntos para sacarle información —expresa colérico—, Enrico está dentro de Fattoria Verde por medio de esa mujer. —Estas fotos no pueden salir a la luz, no pueden, señor. Será peor para su reputación y…¿la señorita Renata? Esto no puede estar pasando. —Por eso mis números son públicos, ahora lo entiendo —aprieta los dientes. Sólo existe rabia—, Enrico pretende sobornarme de nuevo y ahora con Renata haciendo públicas éstas fotos —aprieta la mandíbula, caminando hacia su auto—, vamos a ver quién soborna a quién. *** —¡Renata, cálmate! —expresa la mujer. Está viendo cómo su hermana rompe el vestido de novia de casi un millón de dólares con lágrimas en los ojos—. ¿Qué se supone que vio para que cancele la boda de repente? —¡Cállate, Natalia! —y Renata se gira, gritándole en el rostro. La empuja para salir del cuarto. Los trabajadores de la mansión se hacen a un lado conforme avanza—, dame un teléfono. ¡Dame un maldito teléfono! —empuja con rabia a la mujer del servicio que le entrega lo que pide—, ¡Ahora largo! —le vuelve a gritar. Natalia divisa el temor de las personas con la furia de su hermana, y cierra las puertas del salón. —¿Qué estás haciendo, Renata? —pregunta Natalia—. ¡Renata! Está de espaldas, pero puede observarla con el teléfono ya en la oreja. Las lágrimas de furia están apoderándose de la locura del dolor en su hermoso pero enojado rostro. —Pagará por lo que me está haciendo —expele Renata toda la rabia que hasta Natalia cree que no es su hermana quien está hablando—, esto no se quedará así. ¿Cómo se atreve a hacerme esto? ¿¡A mí?! —Renata no habla sino grita. Escupe maldiciones al agarrar con temblor el teléfono—, ¿Cancelar nuestra boda? ¿Dejarme plantada y terminarme por teléfono? —Tú sabes que ese hombre —Natalia se acerca con pasos lentos hacia su hermana—, nunca estuvo interesado en ti… —¡Cierra la boca! —Renata prohíbe que Natalia diga otra palabra, al borde del colapso de la locura—, ¡Él se iba a casar conmigo! ¡Íbamos a tener una familia feliz! ¿Y cancela nuestra boda? ¡Es un imbécil! —Renata siente el siguiente tono y alza el dedo para callar a Natalia—, ¿Hablo con Caterina? —aprieta los dientes—, soy Renata. Natalia abre los ojos. —¿Renata? ¿Qué vas a hacer? Vuelve a callarla con la mano. —Tengo un trabajo para ti y lo quiero para mañana mismo. No, no se trata de mi boda —los ojos de Renata se oscurecen—, quiero que para mañana mismo le des a tu cadena de televisión fotos de Gianluca Mancini con una amante. ¡No me interesa si eso es imposible! Tómale foto con la primera mujer que se le cruce —se quita el teléfono pero habla por el altavoz—, Quiero su imagen arruinada antes de que acabe el día de mañana y que la noticia revele que me está engañando. ¡Hazlo y punto!—No es lo que buscamos, siguiente.—¿Esto es lo que haces? ¿No tienes experiencia? No podemos perder el tiempo enseñándote.—¿Estás hablando en serio? He oído hablar de ti y prefiero no meterme en problemas. Gracias.Son las palabras de las numerosas compañías que no han querido contratarla.Se supone que Simone le conseguiría un trabajo como modelo publicitaria en las campañas de su compañía, pero la mayoría de sus compañeros han dicho sencillamente qué no y Elena ha pasado toda una semana sin poder encontrar un trabajo donde no la rechacen.Intentó un día entero buscar como mesera en cafeterías, restaurantes, pero debido a su debilidad y a su expediente, sólo NO.“Te diré algo sencillo, señorita Russo. Usted no puede trabajar aquí porque no aceptamos personas con antecedentes penales. Así qué si no le molesta, le pediré que deje mi tienda ahora mismo si no quiere que llame a la policía.”Simone es la única que le ha ofrecido un trabajo e incluso permite que se quede en su departamen
Por un instante, para Gianluca hay una pincelada de recuerdo que hace años no salía a flote, porque tenía que superar esa página de su vida. La forma de sus ojos, esa manera de fruncir el ceño y su cabello salvaje.—Deja a ésta mujer en paz, hay mucho tráfico detrás de nosotros—absorto por su belleza, le responde Valentino—, ahora vámonos.—¡Pero ella tiene que ir a la cárcel porque ser tan inconsciente! —expresa Valentino con rabia, mirándola.—He dicho: vámonos —habla otra vez, con dureza. Mira fijamente a Valentino—, no esperaré otro minuto más. Sino quédate aquí y yo sigo por mi cuenta.Vuelve a caminar directo hacia el auto. Es sencillamente increíble que esto ocurra, y justo en estos momentos. Debe ser el peor día de su vida ahora.Cuando salió del hotel ésta mañana, no quería encontrarse con ningún periodista y no quería recibir ninguna llamada dando explicaciones. Su mañana lo está poniendo de mal humor como para qué tenga que lidiar con ésta situación.Valentino enmudece y pa
Quizás tan sólo Elena está soñando. Quizás todo esto tiene una explicación que tiene que ver no con un sueño sino una pesadilla. Le basta mirar unos segundos más los ojos del hombre frente suyo para que el mundo le recuerde que vive en una realidad.—Señor, lo esperan en la camioneta —ésta nueva voz surge desde la entrada del edificio.—Dame un segundo, Flavio —lo oye decir. Flavio se dirige de nuevo hacia la camioneta así que alza la vista hacia él otra vez—, no tengo todo el tiempo del mundo —parece un animal gruñendo de molestia—, sígame.—Un momento ¿Se está escuchando? —Elena muestra su palma indicando que se detenga. Por lo tanto llama su atención y sus cejas negras junto a sus ojos grises amenazan hasta congelar sus huesos. Pero es experta en aparentar algo que no es por fuera—, si quiere que yo salga con usted por esa puerta necesito que me explique exactamente qué es lo que desea. La gente cree que usted y yo —Elena cierra la boca, no quiere continuar desafiando a su mente co
Momentos después Gianluca entra al auto.Se sorprende al ver la cantidad de personas afuera del auto lanzando flashes que provienen de las cámaras.—¡Por Dios! ¿Qué es esto? —expresa Elena con horror.Elena siente unas manos, de repente, en su rostro, cuyos dedos la giran para que lo observe. Deja de respirar cuando miran directo a los ojos de éste hombre mientras el auto comienza a ser arremetido otra vez por las cámaras y los micrófonos.Sus dedos en la piel de sus mejillas le arrebatan una respiración.—Puede ser atosigador, pero no por mucho. —Esa gente cree que soy la amante.—¿Amante? —Gianluca dobla las cejas en una expresión confundida, pero sólo está fingiendo—, ¿Le interesa las opiniones de los demás antes de conseguir lo que desea?Elena entreabre los labios.—Para salvar mi reputación, jamás —contesta Elena, alejándose de sus dedos—, pero antes quiero dejarle en claro lo que quiero en cambio.Está consciente de que su aceptación fue hecha bajo la rabia y la satisfacción d
Elena se voltea. Busca que ésta mujer no vea su rostro porque ya estaba convencida de que si la vería, al menos sería cuando ésta noche terminara.Si algo pasa atrás de ella no puede verlo. El frío del lugar junto a los gritos que reconoce con claridad comprime aún más la noche más larga de su vida. Otro paso más en los tacones escucha desde su lado y con los ojos abiertos, y Elena no se atreve a darse la vuelta porque no quiere que Renata la observe. No todavía.—¿Es ella? ¿Es ella tu amante? ¡Esta es la zorra de tu amante! —la voz de Renata brama sin espera, detenida por el cuerpo de Gianluca que se interpone entre las dos. Renata lo empuja por el pecho—, has perdido la cabeza, te has vuelto loco. ¡No te perdonaré esto nunca! ¡Nada de lo que me has hecho! ¡Quítate! ¡Primero la mato a ella por ser tan descarada y quitarme a mi marido y luego a ti por ser un completo idiota!—¿Qué haces en mi casa? —Elena escucha la voz de Gianluca aún más ronca, y sus palabras salen serias y prepoten
—¡Señora Renata! —Issie se acerca para empujar a Renata hacia atrás, lejos de Elena.—Eso te merece. ¡Eso y más! Todo el mundo sabrá la clase de persona que eres tú. Una criminal —Renata se zafa de mala gana de Issie—, estás en mi casa. Está casa es mía y de Gianluca, y estás equivocada si crees que voy a dejar tan fácilmente que me quites a mi prometido.—Necesita irse, señora Renata. ¡El señor Mancini no querrá verla aquí y lo sabe!—Tú cállate —Renata brama hacia Issie. Su cabello caramelo se zarandea cuando gira el rostro hacia Issie—, ¡si vuelves a defenderla te despido! ¡Sigo siendo la única mujer de Gianluca así que debes obedecerme a mí!—Cállate, Renata. Tan sólo cállate —Elena se quita la mano de la mejilla, y también camina hacia Renata para señalarla—, ¡No me tientes a decirle a todo el mundo la verdad!—¿¡Qué verdad, idiota porsiodera!? —es Issie ahora quien se interpone entre las dos—, sabía que aparte de ladrona eras una trepadora y por eso te dieron el trabajo en A La
Se escuchan unos sonidos de unos tacones contra el piso del pasillo de éste edificio y aunque nadie tiene permitido hablar de nada de lo que sucede en ésta sucursal de Della Famiglia, Renata Bertolini entra sin tocar a la oficina principal. Se encuentra con un hombre en sus próximos treinta, atractivo y en traje a la medida. Está sentado tras su escritorio y al oír la puerta, alza sus ojos hacia Renata. Una sonrisa se le plasma en el rostro. —¿Qué te trae por aquí, preciosa? ¿Me vas a contar porque cancelaste tu boda de ayer? —¡Se casó con otra mujer! —Renata solloza de la rabia, acercándose hacia su escritorio—, no tengo la más mínima idea del porqué lo hizo pero se casó. ¡Tu primo idiota se casó con alguien más! —deja caer las manos en la mesa para inclinarse hacia él—, ¡Me engañó, Enrico! Y lo hizo delante de todo el mundo.Enrico De Santis es el CEO ahora de la empresa que su primo Gianluca anteriormente manejaba. Llegar a éste lugar no fue fácil, pero su intención siempre fue
—¿Señora Elena, está bien? Elena sale de la ensoñación cuando oye a Issie. Era inevitable. Su foto está rondando todo el país y ahora como una mujer casada. Casada con un completo desconocido arrogante. —Estoy bien, Issie. Buenos días —se acerca hacia la isla de la cocina—, ¿Dónde está tú jefe?—El señor Mancini estará ocupado el día de hoy y yo tendré que irme. Vendrá mi hija para tomar mi puesto —Issie amablemente deja el desayuno frente a sus ojos—, ¿Desea algo en específico? —Con urgencia, Issie. Si no es mucha molestia —Elena parece lamentarse—, me gustaría salir de aquí cuánto antes. ¿Dónde consigo ropa? —¿Irse? ¿Y a dónde irá? El señor Mancini debe saberlo antes-—Tengo un trabajo y tengo que ver a alguien con urgencia. ¿Me ayudarías, Issie? —Pero señora Elena-—Dime sólo Elena, por favor. Sólo Elena —no tiene ganas de desayunar. Sólo tiene en la mente marcharse de aquí cuánto antes y buscar a Simone. El mundo debe estar al revés y es la principal causante. Sale de nuevo