El sol de Texas caía implacable sobre el rancho de los Treviño. Tony, con el torso desnudo y el sudor perlando su frente, trabajaba en la cerca mientras su mente daba vueltas como un torbellino.— Pos' si sigo así, voy a acabar más seco que cactus en el desierto —murmuró para sí mismo, pasándose el brazo por la frente.Su prima María que había acudido a ayudarlos, salió al porche, con Lupita en brazos.— ¡Tony! —llamó— ¿No quieres venir a tomar algo fresco? Te vas a derretir ahí afuera.Tony se enderezó, estirando su espalda con un gruñido.— Ahorita voy, prima, nomás deja que termine con esta cerca del demonio.Mientras caminaba hacia la casa, Tony no pudo evitar sentir el peso de la preocupación sobre sus hombros, los gastos médicos de su madre se acumulaban más rápido que las nubes antes de una tormenta, y el rancho apenas daba para subsistir.— Pos' ya no veo lo duro sino lo tupido —murmuró, entrando a la cocina.María le pasó un vaso de limonada fría, que Tony bebió de un trago.
Los días siguientes fueron un torbellino para Tony, se levantaba al amanecer para ocuparse del rancho, cuidaba de Lupita por las tardes y por las noches se transformaba en el sensual bailarín que hacía suspirar a medio condado.Una noche, mientras se preparaba para su show, Pancho se le acercó en el vestuario improvisado del Rusty Spur.— Oye, Coyote —dijo, con una sonrisa pícara— ¿Ya te enteraste del nuevo apodo que te pusieron las clientas?Tony arqueó una ceja, curioso.— ¿Nuevo apodo? Pos' no me digas que ya no soy el Coyote.Pancho soltó una carcajada.— No, compadre, ahora te dicen 'El Semental de Texas'.Tony casi se ahoga con el agua que estaba bebiendo.— ¿El qué? —exclamó mientras tocía— ¡Pos' ya ni la amuelan! ¿Qué se creen que soy? ¿Un caballo de exhibición o qué?— Pos' algo así, compadre —respondió Pancho, sin dejar de reír— pero no te quejes, que eso significa más billetes en tus bolsillos.Tony sacudió la cabeza, pero no pudo evitar sonreír.— Pos' ni modo si así me qu
Tony se quedó boquiabierto por un momento antes de soltar una carcajada tan fuerte que varios clientes voltearon a verlo.—¡Ay, caray! —exclamó, limpiándose una lágrima de risa —¿Pos' de dónde sacaron esa idea? ¿Me vieron abrazando demasiado fuerte a algún toro o qué?Don Pedro se encogió de hombros.—Pos' dicen que ya no andas con ninguna mujer, y como siempre las rechazas...Tony sacudió la cabeza, aún riendo. —Pos' si supieran que no ando con nadie porque apenas tengo tiempo pa' rascarme la barriga entre el rancho, mi hija y el baile.—Bueno, pues —dijo Don Pedro, tratando de darle ánimos, ya suficientes problemas tenía el muchacho —tú nomás haz tu show como siempre, que mientras más gente venga, más dinero ganamos, ¿No?Tony asintió, dirigiéndose a los vestidores.—Pos' sí, a darle que es mole de olla.El show esa noche fue más intenso que nunca, Tony bailó con toda la energía que pudo reunir, ignorando las miradas lascivas tanto de mujeres como de hombres.—¡Órale, muchachas...
Sintiéndose más solo que nunca, Tony se apoyó contra la pared y se deslizó hasta quedar sentado en el suelo. Cerró los ojos y, por primera vez en años, comenzó a rezar.— Pos' mire, Diosito —murmuró— sé que usté y yo no hablamos mucho, y que a lo mejor no he sido el hijo más ejemplar, pero mi amá... ella sí que es una santa. Así que, si está escuchando, le pido que la cuide, que la saque de esta. Y si necesita llevarse a alguien, pos' aquí tiene a este Coyote, total, yo ya viví lo mío, pero mi amá... ella todavía tiene mucho por delante. Tiene que ver crecer a Lupita, tiene que ver cómo sacamos adelante el rancho. Así que, por favor, écheme una manita con esto, ¿Sí? Se lo agradeceré más que si me regalara un rodeo entero, y pues usté tiene allá arriba a su mamacita, y sabe lo mucho que se les quiere, sé que ya estoy grande, pero no me deje huérfano.Abrió los ojos y vio a María acercándose con Lupita en brazos. Se puso de pie, limpiándose discretamente una lágrima que había escapado.
El atardecer caía sobre el Rancho Blackwell, Guadalupe, sentada en el porche, observaba a su hijo Tony caminar hacia ella con paso pesado. Incluso desde la distancia, podía notar que el humor de Tony estaba más negro que el fondo de una olla quemada.— ¿Qué pasa, m'ijo? —preguntó Guadalupe cuando Tony subió los escalones del porche— Traes una cara más larga que un día sin tortillas.Tony se quitó el sombrero y se pasó una mano por el cabello sudoroso antes de responder.— Pos' nada bueno, amá, las vacas siguen cayendo como moscas en un matadero, a este paso, nos vamos a quedar más pelados que un armadillo en invierno.Guadalupe frunció el ceño, preocupada:— Ay, Toño, ¿Y qué vamos a hacer?Tony se apoyó en la barandilla del porche, mirando hacia los pastos donde el ganado pastaba ajeno a los problemas:— Pos' seguir dándole, mamá, ¿Qué más? Aunque a veces siento que estoy tratando de ordeñar un toro.— ¿Y los dueños? ¿No has podido contactarlos? —preguntó Guadalupe.Tony soltó una ris
Guadalupe se levantó, decidiendo que era momento de aligerar el ambiente, antes de que esos dos discutieran más fuerte.— Bueno, ya es tarde, ¿Por qué no llevas a la señorita Blackwell a la casa grande, Toño?Tony asintió, levantándose.— Sí, supongo que la princesa necesita su sueño de belleza. Aunque con esa cara de pocos amigos, va a necesitar dormir como un oso en invierno.Marjorie lo fulminó con la mirada, pero había un brillo de diversión en sus ojos.— Y tú vas a necesitar un milagro para que esa boca tuya no te meta en problemas.Tony sonrió ampliamente.— Pos' ya ves, princesa, cada quien con sus defectos, yo tengo la lengua más afilada que navaja de afeitar, y tú tienes... bueno, todo lo demás.Guadalupe los miró a ambos, sacudiendo la cabeza.— Ay, Dios mío, estos dos van a ser más problemáticos que un par de gallos en un gallinero.Mientras Tony guiaba a Marjorie hacia la casa grande cargando las pesadas maletas, no pudo evitar pensar que, a pesar de todo, las cosas en el
Tony fue el primero en notar su llegada, con una sonrisa burlona al notar su atuendo fuera de lugar, comentó.— Pos' miren nada más quién decidió honrarnos con su presencia, ya se nos arruinó el momento, tan linda que estaba la mañana, tal parece que…Guadalupe le dio un codazo en las costillas, interrumpiéndolo, haciendo que Tony soltara un quejido exagerado.— ¡Ay, amá! Que me vas a sacar el aire como a llanta ponchada.Ignorando a su hijo, Guadalupe se dirigió amablemente a Marjorie.— Buenos días, señorita Blackwell, ¿Gusta un poco de café y pan? —preguntó sonriendo.Marjorie, mirando con desconfianza la taza de café humeante y el pan que parecía hecho en casa, respondió.— En realidad, preferiría una copa de yogurt natural con miel y frutillas, si no es mucha molestia, por las mañanas siempre tomó un desayuno ligero —dijo de la manera más natural posible.El silencio que siguió fue roto por la estruendosa carcajada de Tony, se dobló de risa, sosteniendo su estómago como si temier
Después del desayuno, Marjorie se armó de valor y se acercó a Guadalupe, quien estaba tendiendo ropa en el patio trasero.— Señora Guadalupe —comenzó, con una voz que intentaba sonar segura— ¿Podría proporcionarme lo necesario para limpiar la casa principal? Creo que es hora de que me instale apropiadamente.Guadalupe la miró sorprendida, pero con una sonrisa amable.— Claro que sí, señorita Blackwell, me alegra que quiera poner manos a la obra, venga conmigo.Mientras Guadalupe reunía los implementos de limpieza, Tony apareció en la puerta de la cocina, masticando una manzana.— ¿Qué pasa aquí? ¿La princesa por fin decidió ensuciarse las manos?Marjorie lo fulminó con la mirada.— Para tu información, voy a limpiar la casa, ¿Algún problema con eso?Tony soltó una carcajada.— ¿Usted? ¿Limpiar? Pos' eso tengo que verlo. Va a ser más entretenido que ver a un armadillo tratando de nadar.Guadalupe le dio un codazo a su hijo — desde la llegada de Marjorie, ya le había dado más codazos qu