Perdí mi hogar, a mi familia, a mi mejor amiga y a más de la mitad de mi manada en una sola noche. Una unión que debió de haber traído paz terminó en sangre, dolor, muerte y traición. Mi nombre es Iris y a partir de ese día solo había una palabra en mi mente: Venganza. Tuve que huir para salvarme, pero no para esconderme, sino para encontrar a la manada del Alfa Supremo, Liam, el Alfa más despiadado y temido del continente, y así pedirle que me ayude con mi más oscuro deseo. Él no se negó, sin embargo, ¿Qué es lo que quiere de mí a cambio? Un arma, una amiga, un peón, una amante, un vientre... Estoy dispuesta a todo lo que me pida.
Leer másMiré a mi pareja ignorando los murmullos confundidos una vez más de nuestro público. -La Luna se encuentra en la Casa de la Manada. - Dijo Liam. -Gracias. Reune a la manada. - Dije regresándole sus palabras para el duelo. -Todo lo que mi Luna quiera. Miré entonces a Gail. Él se encontraba recargado en uno de los árboles cercanos; parecía tan insensible a todo el asunto como yo. Articuló un "¿Necesitas refuerzos?" y yo negué con la cabeza. Me alejé caminando sin prisa con la mente en blanco. Al llegar nuevamente a la zona residencial, otros lobos curiosos ya se encontraban rondando el perímetro. Rostros conocidos me saludaron, bendicieron, preguntaron por mi salud y elevaron una oración de agradecimiento a Nuestra Gran Madre porque estaba viva. Les di ligeras respuestas y sonrisas en mi camino. Entonces finalmente llegué a la Casa de la manada. Estiré la mano y toqué con la palma la puerta de madera. Esa puerta parecía ser lo unico que se interponía entre mi pasad
¿Estaría superado mi trauma? Quizá solo me había vuelto insensible después de conocer la verdad de ese día... aunque no quería creerla. -Ya estamos aquí, ¿Ahora qué? - Dijo la Luna con desconfianza detrás de mí. Yo me encogí de hombros. -Pueden quedarse en donde están o hacer un círculo al rededor. Parados, sentados, en sus formas humanas o de lobo... no lo sé, eso ya es decisión de ustedes. Desconozco sus protocolos para presenciar un duelo. Ella frunció el ceño. -¿Duelo? Esta no es nuestra manada, ¿Por qué debemos estar presentes en un duelo de ellos? -Porque es un duelo entre su pareja y su hijo. - Dije con voz plana. Las exclamaciones sorprendidas inundaron el lugar. Mientras ellos asimilaban mi declaración, yo caminé hacia el centro del claro. Ya no habían flores, solo maleza y pasto creciendo descuidadamente. -Espero que hayan encontrado el camino hacia Nuestra Gran Madre. - Murmuré al cielo. - Lamento haberme tardado tanto en venir. Elevé un par de or
-No sabía que te divertía el hecho de que te tuvieran miedo. - Susurré. "Me divierten sus reacciones al tenerme miedo". Dijo Liam por el vínculo. En cuanto llegó a la manada con el Alfa Felix con la cola entre las patas, le dijimos que el resto de la manada se había esfumado. No tuvimos que darle más explicaciones, simplemente tomó del cuello al tipo y le dijo que nos guiara a donde estaban. Así que ahora nos dirigíamos hacia mi antigua manada. Nunca antes había visto al Alfa Felix, dí que no sabía si estaba arrastrando los pies o si realmente caminaba a paso tortuga para llevarnos hasta el lugar. Mientras tanto noté que los guardias de la manada evitaban hacer contacto visual con mi pareja. Era divertido cuando bajaban la guardia y, sin querer, se topaban con que mi pareja los observaba de cerca. Nadie más podría saber que Liam se reía internamente porque su cara era muy seria, pero el vínculo me mostraba lo contrario. El camino no era muy largo; en un buen día se ll
-No nos han invitado a la fiesta. -Murmuró Gail transformándose. Liam nos dejó en la entrada de la manada y corrió para adelantar al grupo de guardias que se alejaban. Dominic nos dijo que se movían por grupos, por lo que era probable que el Alfa Felix estuviera ya un par de kilómetros por delante. Él los traería a todos de vuelta para el duelo, así que nosotros estábamos encargados de hacer que el resto de la manada se reuniera. Lo primero que hicimos fue comprobar el Lugar seguro. No había un alma... así como no encontramos a nadie por ninguna parte -Supongo que no.- Dije con un suspiro. - Al menos llegamos a tiempo para evitar sus estupideces. Tú padre es un idiota... sin ofender. A mi lado Dominic gruñó. -No es ofensa, es la verdad. Se suponía que varios de los guardias leales a mí detendrían a mi padre todo lo que pudieran en caso de que se le ocurriera hacer esto. -Esperaron cinco días para hacer un ataque, quizá si lo entretuvieron. - Dije abriendo la siguiente pu
Menos mal que había tomado asiento. Gail habló sin que lo interrumpiera durante un largo tiempo. Para cuando acabó, no sabía cómo sentirme al respecto. -Eso es todo lo que sé. - Dijo sin apartar sus ojos de los míos. - Con la petición formal del duelo y, lo que supongo será la petición formal de justicia, me temo que no podemos seguir ignorando a nuestra ex manada y a su nueva Luna más tiempo. -Gracias. Eso fue todo lo que pude decir después de que contara una historia que me costaba creer. Gail suavizó su expresión. -Lamento que no tuvieras oportunidad de decidir cuándo afrontaríamos nuestro pasado. -Está bien. -Dije ausentemente. - Ve a conseguir algo de comida; si no mal recuerdo, el camino es largo. Asintió y se fue. Liam y yo nos quedamos en silencio por unos minutos. Él me dió espacio mientras lo asimilaba. Sus ojos nunca se despegaron de los míos aunque yo si apartaba constantemente la vista. -¿Desde cuándo lo sabes? - Pregunté finalmente. -Desde un p
-Entiendo. A veces las hembras podemos ser problemáticas. - Dije con cierta simpatía. - ¿Qué es lo que está sugiriendo hacer esa loba? Necesitamos que seas más específico. Dominic me miró con enojo; sabía que no era personal, así que me lo tomé con calma. -Hace unos días nuestros guardias descubrieron un pequeño grupo de Renegados en los límites del territorio. Normalmente los cazamos o los expulsamos de los al rededores, pero esta vez mi padre les dejó entrar. - Hizo una pausa para soltar algunos gruñidos y maldiciones. -¿Qué querían? - Preguntó Liam interviniendo por fin. Dominic se tragó el resto de sus maldiciones. -Comida, principalmente. Pidieron hablar con el Alfa porque querían proponerle un... "negocio" lucrativo para ambas partes. A cambio de comida y otros suministros, ellos prestarían su fuerza y conocimientos sobre las debilidades de las manadas cercanas para que pudiéramos absorberlas junto a sus territorios. Abrí mis ojos con sorpresa. Que yo supiera, la
Me levanté de un salto. -¿Está herido? -No es eso. - Dijo acercándose para acariciar mi cabeza. - Solo me ha traído un par de noticias y a un lobo con él. Hay una misión en el Sur, se ha solicitado mi presencia para ser testigo de un duelo por el título de Alfa. Lo miré. Quizá estaba preocupado porque sería la primera vez (sin contar secuestros) desde que nos emparejamos que estaríamos separados por algunos días. No me encantaba la idea, pero lo entendía. -Uh... está bien. ¿Cuándo partirás? Tomó mi mano. -No iré solo. Te necesito. Le hice un puchero más. -No quiero ser tu escudo contra lobas cachondas y oportunistas. Es cansado y a mí me gusta dormir. Sentí su fugaz diversión. -Lo tendré en cuenta, sin embargo no es por eso que te necesito en esta misión. -Dijo mirando hacia la entrada de la cueva. - Puede que tengas que meter en cintura a una Luna. -Eso suena interesante, aunque aún no hemos hecho un recorrido oficial por las manadas para que sepan quién
Una semana después. -Compañera. - Susurró Liam en mi oído y yo me estremecí al sentir sus manos explorando mi cintura. -Dormida. Soltó una risa ronca. -Yo también. Solo quería asegurarme de que no tuvieras frío. -Hambre. Sueño. Frío no. - Murmuré. -Eso se puede arreglar. Lo sentí desenredarse de mi cuerpo así que abrí solo un ojo para ver su trasero contonearse al salir de la cueva en la que estábamos. Habíamos tenido un montón de días locos y Liam decidió que necesitabamos un tiempo a solas. Guardias de la mayor parte de las manadas nos habían visitado para llevar a casa a sus hembras y cachorros. Aquellos sin manada les ofrecimos integrarlos a alguna pero las hembras estaban reacias a dejar nuestro territorio. -Aquí está el poderoso Alfa Supremo, nadie nos tocará de nuevo si nos quedamos aquí. -Dijo una de ellas cuando pregunté al respecto. Buscaban protección y no las culpaba. Ef y yo trabajábamos con ellas en la cuestión de confianza para que pudieran
-Quiere tu trasero. -Nunca dijo eso. -Sus palabras fueron "aún no tienen nada que me interese". ¿Y si le gustan los traseros de ancianos? Nos buscará en cinco años, estoy segura. -Para empezar, tener treinta no es ser anciano y para continuar, en el supuesto de que quiera mi trasero, ¿Qué quiere de ti? Yo tosí, pero claramente salió un "vejestorio" de mis labios. -Mi bendición para que lo deje agarrar tu trasero, obviamente. El resto del camino discutimos sobre si era o no terapéutico agarrar su trasero y otras tonterías. Ambos sabíamos que yo necesitaba la distracción porque estar en el territorio del lobo blanco me causaba escalofríos... y no de los agradables. -¿Has terminado con tus teorías sobre Alderik? Yo lo pensé un poco antes de encogerme de hombros. -Creo qu si. Ahora, ¿Me dirás por qué te encuentras absolutamente feliz? Lo había encontrado sonriendo durante todo el camino y estaba un noventa y cinco por ciento segura de que no era por mis desvarios.