La cabeza del Alfa Ayax rodó por la alfombra ante los ojos atónitos de todos.
-Mató... ¡Mató a su padre! - Gritó una de las lobas de mi manada que sostenía mi velo. -¡Corre! ¡El yer... yerno mató a su suegro! Los invitados corrían en todas direcciones, los gritos resonaban por toda la sala. Me sorprendió ver a mi nueva pareja sacudiendo sus garras para limpiar los restos sangrientos de ellas, por lo que me quedé quieta en un primer momento. A mí lado, mi hermana menor tembló de miedo. -¡¿POR QUÉ?! ¡¿POR QUÉ MATÓ A MI PAPÁ, POR QUÉ?! -Grité en cuanto me recuperé de la impresión. El me miró con una sonrisa siniestra. -¿Por qué? No hay razón, lo maté porque quise. Jeremías se lamió la sangre de sus garras sin apartar la vista de mis ojos. -Ahora te toca a ti, mi querida Luna. Di un tembloroso paso atrás, pero no había hacia dónde correr. -¡Guardias! ¡Guardias! Grité y apreté con fuerza la mano de mi hermana. Pero nadie me contestó, todo se volvió en caos. Mi manada, aquellos que habían Sido invitados a presenciar mi unión, ahora se encontraban corriendo en estampida hacia la única puerta del salón en donde ya los esperaban los lobos de mi ahora pareja. Esta unión había Sido una ofrenda de paz hacia la manada vecina para dejar atrás años de guerra sin sentido. Yo había estado de acuerdo, ¿Por qué debería seguir muriendo gente cuando todo lo que se necesitaba era una unión? -No quiero forzarte, hija mía -Había dicho papá el día que nos habló del asunto a mi hermana y a mí. - Podría encontrar otra forma, pero me temo que a este paso la manada entera morirá en el siguiente invierno. La manada rival era más grande y contaba con más recursos, así que él exterminio era... inminente. -Si no estás segura, le diré al Alfa Félix que no aceptamos los términos de su tregua... -Lo haré. Así fue que mi padre y el padre de Jeremías nos escogieron para... esto. Una masacre, no se podía describir como otra cosa cuando los lobos de la otra manada se abalanzaron sobre los cuellos de los civiles de mi manada. Me había parecido extraño que el Alfa Félix, padre de Jeremías, no estuviera presente; sin embargo, él se justificó en una carta alegando problemas de salud. Era bien sabido que se encontraba en sus últimos años. No fue sospechoso. El que entraran solo machos a nuestro territorio tampoco fue sospechoso. Después de todo, ¿Cómo me escoltarían simples hembras a mi nuevo hogar? El que ninguno de esos lobos sonriera tampoco fue sospechoso... ahora todo parecía serlo. -Padre... El lamento miserable de mi hermana me hizo apartar la vista de mi pareja y darme cuenta de que el cuerpo de nuestro padre había sido arrojado a un lado como un desecho. Su cuerpo y el de varios lobos moribundos que se acumulaban en las esquinas. Entonces sentí la mirada salvaje de alguien y levanté la vista hacia mi pareja. Él se acercó a mí con paso seguro y yo me quedé mortalmente quieta. Mi primer instinto fue esconder a mi hermana detrás de mí, pero mis miembros no me respondían mientras los gritos y súplicas de ayuda se iban haciendo cada vez menores. -Tu padre está muerto. -Dijo con voz helada-. Y yo no necesito a una Luna como tú. Tomó mi barbilla duramente y me miró con asco. Me encogí un poco ante su brutalidad. -No, por favor... -Murmuré cuando comprendí con horror lo que iba a hacer a continuación. Intenté liberarme en vano. Él era mucho más fuerte. -Yo, Jeremías Gate te rechazó a ti Iris Hope hoy y para siempre. Me soltó justo en el instante en el que comencé a agonizar y caí al suelo. La ceremonia de unión no era un juego. La diosa se tomaba en serio nuestro ritual y castigaba a aquellos que se atrevían a rechazar a su pareja una vez hecho el juramento. El castigo variaba dependiendo de la duración de la unión, pero esencialmente era aquél que recibía las palabras de rechazo quien se llevaba la peor parte. Los castigos eran variados, Pero todos eran igualmente serios. Al habernos unido no hace ni diez minutos, imaginaba que la agonía que estaba sufriendo era porque la diosa decidió mi muerte. ¿Por qué Jeremías no me había matado directamente para librarse de esta unión? Bueno, si su sonrisa satisfecha era una indicación, el bastardo solo me quería ver sufrir el mayor tiempo posible. Justo cuando mi visión comenzó a fallar, ví que giró su atención hacia Lina, mi hermana. -¿Serás mi Luna o prefieres que te mate de forma más dolorosa que a ella? -Preguntó de forma más suave. -No... no Lina, mi hermana, ¡No! Pero miré a Lina asentir y descubrirse el cuello para, acto seguido, dejar que Jeremías la marcara como un animal salvaje. Verla sangrar mientras temblaba me enfureció, pero no tenía la fuerza para sacarle de encima al lobo. Sentí que ardía mi propia marca que había hecho minutos antes. Un dolor insignificante en la marea de fuego que recorría mi cuerpo. Fui perdiendo el sentido del oído también así que supe que pronto moriría. Reuniendo toda la fuerza que pude, me estiré hasta tocar la punta de los zapatos de Jeremías para llamar su atención. -Te... maldigo. Él se echó a reír y pateó mi torso con fuerza haciéndome volar hasta el otro extremo de la habitación. Lo último que ví fue a Jeremías arrastrando detrás de sí a mi hermana. Ella no miró atrás. Solo hubo una palabra en mi mente: Venganza... si es que sobrevivía.Algo húmedo corría por mi cara. Sentía el peso de algo aplastandome. Yo... podía sentir. Creo que eso era indicativo de que no estaba muerta, ¿No es así? Entonces, era tiempo de sobrevivir. Poco a poco reuní información de mi entorno sin abrir los ojos. El sonido de algo siendo arrastrado seguido de algo al ser arrojado... y más peso sobre mi cuerpo. -¡¿Qué demonios están haciendo?! ¡Ya están muertos! ¡Háganlo más rápido! Después de un par de respiraciones lentas que me costaron toda mi fuerza de voluntad para no inhalar como si fuera mi última bocanada de aire, abrí solo un poco los ojos. Tuve que controlarme nuevamente para no gritar. Un lobo se encontraba rociando algo sobre la pila de cuerpos en la que me encontraba. La antorcha en su otra mano me dió una idea aproximada de lo que iba a hacer a continuación. -¡Más deprisa! ¡El Alfa no perdonará la vida de los holgazanes! Giré levemente el rostro y ví a un par de mujeres y hombres de mi manada que se apresuraban a cumpli
Quizá fueron los diez minutos más largos de mi vida. Estaba tan débil que incluso mantenerme despierta era una proeza. Cada sonido, por pequeño que fuera, me ponía nerviosa y sentía el corazón salirse de mi pecho. Así que cuando la pareja llegó en sus pieles de lobo, casi me da un infarto. Abi mordisqueó suavemente mi mano y señaló hacia la entrada de la manada. -Lo siento. - Graznó con apenas voz. - No puedo moverme. Su pareja se transformó en ese instante y volvió a cogerme en brazos. -Vamos, antes de que sigan nuestro olor. Y así fue como salimos de la manada en medio de la sombra de la noche. -¿Qué... qué sucedió? - Pregunté en un susurro. Gail apretó los dientes. -A nosotros, los guardias, se nos ordenó patrullar las fronteras. Alfa Ayax dijo que estuviéramos atentos a cualquier peligro viniendo de la manada Black. - Su rostro se oscureció aún más. - Solo sus guardias personales estuvieron presentes en la unión, fue por ello que nos tardamos en averiguar qué era lo que
Abi había muerto.No sabía los detalles ya que el único que podría ayudarme se encontraba tirado en el bosque a mi lado.Las lágrimas comenzaron a nublar mi vista, pero con el peligro tan cerca de nosotros ni siquiera me animaba a maldecir.No por temor a que me encontraran a mí, sino porque no dejaría que su pareja muriera cuando ambos me ayudaron a escapar. Jamás deshonraría a mi amiga de ese modo.Traté de levantarme un par de veces y logré sostenerme a duras penas. Arrastré los pies hacia el cuerpo de Gail y luego miré lo que nos rodeaba. Tenía que escondernos de alguna forma y rezar por un milagro porque estaba segura de que no tendríamos ayuda. No había ninguna cueva, no escuchaba ningún río y no sabía a qué distancia habían encontrado a Abi. Seguí mirando a mi alrededor y llegué a la conclusión de que tendríamos que escalar un árbol y permanecer ahí hasta que Gail se despertara y me pudiera decir si había peligro.Primero tenía que despistar a los perseguidores, así que me qui
No terminamos nuestro luto porque quisiéramos, sino porque aún no nos encontrábamos lo suficientemente lejos como para estar a salvo. No creía que supieran que estaba viva, pero era mejor mantenerlos en las sombras sobre eso. Así que, por precaución, debíamos seguir avanzando. Tratamos de pescar algo para comer antes de que él se transformará en lobo y se metiera al río directamente a sacar algunos peces en su forma de lobo. -Necesitas comer. - Dijo cuando salió de ahí y me dió todos los peces. - No podrás transformarte si te encuentras débil. ¿Ya decidiste nuestra ruta? No podemos seguir corriendo a ciegas. Asentí. -Hay una manada en los límites del continente que… -¡¿Qué?!, ¡¿Quieres ir a Colmillos de Sangre?!, ¡¿Has perdido tu mente, mujer?! Me encogí de hombros mientras clavaba en un trozo de madera uno a uno los pescados. Su reacción era de esperarse. Colmillos de Sangre era, por mucho, la manada más siniestra y sangrienta del Continente. No por nada era el hogar del Alfa
Ni a él ni a mí nos emocionaba especialmente el comer, pero necesitábamos energía para el viaje. O al menos Gail la necesitaba. No creo que rebotar por horas requiera energía. Tomamos de nuestra “bolsa” improvisada hecha con su camisa rota lo último de la caza del día anterior y lo comimos crudo. No queríamos alertar de nuestra presencia a la manada. Aún no. -¿Ya se te ocurrió cómo vamos a escalar hasta la Casa de la manada? - Preguntó con la boca llena. -Trabajo en eso. - Murmuré. La montaña se dividía en dos: la parte de la base y la parte de la cima. En la base era relativamente sencillo escalar ya que tenías más puntos de apoyo para manos y pies. El problema era la cima: kilómetros de hielo sólido que no podías atravesar ni con las garras más afiladas del mundo. O eso era lo que decían los rumores. De todas formas nos preparábamos para tomar precauciones. Aún no tenía un plan para llegar. Quizá él podría hacerlo solo, pero no quería dejarme atrás. Después de
El frío aire de la montaña me hizo parpadear, por lo que me perdí el momento en el que aquél lobo negro volvió a girar su cabeza. Una voz espesa y fuerte resonó en el silencio. -Baja. Fue como si mis músculos se movieran solos. El poder del comando Alfa era poderoso para aquellos que podían usarlo, pero este Alfa lo llevaba a un nuevo nivel. Al tocar mis pies la roca debajo de nosotros, él corrió hacia la lateral fuera de mi campo de visión saltando hábilmente entre la accidentada superficie. Ni siquiera pude agradecerle. Ninguno de los otros lobos dejó su posición. Era como si se hubieran congelado en el sitio; miedo o respeto, en realidad no era importante. Miré hacia arriba y ví a Gail intentando bajar cuidadosamente hasta mí. -Quédate ahí, yo subiré. - Grité antes de cerrar los ojos ante la nueva ola de viento que sopló hacia nosotros. -¿Qué es lo que Eres? - Preguntó alguien a un costado con curiosidad. Miré hacia allí y ví a un hombre alto, de pelo negro y osc
Gail y yo lo seguimos con cautela. Tuve que volver a ser cargada para poder bajar de la montaña. En todo el camino el lobo ni siquiera nos miró.Una vez abajo, él se dirigió por el bosque hacia una especie de cueva. Gail y yo nos miramos. Me encogí de hombros y luego lo seguimos dentro.Yo no podía ver una mierda, pero Gail si, así que volvió a cargarme mientras la negrura del lugar nos envolvía.Mucho más adelante, por fin pude ver una especie de luz. Al acercarnos me di cuenta de que era una antorcha, una de muchas que pasaríamos en nuestro camino.Quizá era mi percepción, pero en algún momento sentí que bajamos y luego comenzamos a subir a pesar de que no habían escaleras. Luego hubieron algunos giros que me hicieron confundirme.Estuvimos ahí quizá una media hora antes de que por fin pudiéramos sentir el viento helado de fuera.Salimos a un lugar cubierto de nieve. Una especie de claro lleno de casas de campaña en deterioradas condiciones. No había ninguna hoguera o señales de
Gail dió un paso al frente y me apretó el hombro con gentileza.-Alfa, ¿Todos los miembros de su manada han pasado por esto? - Preguntó en tono neutro.-Si. Cada uno de ellos. - Dijo caminando hacia nosotros. - ¿Algún problema?-No. - Dijimos ambos.-Bien, vayamos afuera. - Dijo sin detenerse.Gail me miró y articuló un "¿Estás segura?".No lo estaba. Ni siquiera con mi loba yo era una luchadora; mis funciones en la manada eran meramente administrativas. Yo era la que llevaba el presupuesto para las cosechas, la compra de ropa y otras necesidades básicas. No era necesario que yo aprendiera a usar mis garras porque... bueno, en teoría me podría convertir en una Luna algún día debido a que era la hija de un Alfa y las Lunas necesitaban ser protegidas, no protegían a la manada. De eso se encargaba el Alfa, los Betas y los guadias.Solo ahora me doy cuenta de lo ridículo que fue tomar lecciones para elegir la mejor vajilla en la fiesta anual de la manada en vez de cómo golpear a alguien.