Capítulo 1.

Algo húmedo corría por mi cara.

Sentía el peso de algo aplastandome.

Yo... podía sentir. Creo que eso era indicativo de que no estaba muerta, ¿No es así?

Entonces, era tiempo de sobrevivir.

Poco a poco reuní información de mi entorno sin abrir los ojos.

El sonido de algo siendo arrastrado seguido de algo al ser arrojado... y más peso sobre mi cuerpo.

-¡¿Qué demonios están haciendo?! ¡Ya están muertos! ¡Háganlo más rápido!

Después de un par de respiraciones lentas que me costaron toda mi fuerza de voluntad para no inhalar como si fuera mi última bocanada de aire, abrí solo un poco los ojos.

Tuve que controlarme nuevamente para no gritar.

Un lobo se encontraba rociando algo sobre la pila de cuerpos en la que me encontraba. La antorcha en su otra mano me dió una idea aproximada de lo que iba a hacer a continuación.

-¡Más deprisa! ¡El Alfa no perdonará la vida de los holgazanes!

Giré levemente el rostro y ví a un par de mujeres y hombres de mi manada que se apresuraban a cumplir las órdenes del lobo que no reconocía.

Muchos de ellos lloraban lágrimas silenciosas; sus cuerpos parecían haber sido maltratados porque sus ropas estaban rasgadas y estaban casi cubiertos de sangre.

Aunque, quizá, esa sangre perteneciera a los cuerpos que arrastraban dolorosamente hasta la pila en la que me encontraba.

Un distintivo cabello rojo captó mi atención.

Abigail Zeres era la hija del Beta de la manada y mi mejor amiga. Ella se encontraba sollozando fuertemente... y se dirigía a mi dirección.

Intenté discretamente liberar uno de mis brazos; sorprendentemente fue sencillo. Pudiera ser que el aceite que corría por los cuerpos me estuviera haciendo un favor.

Como sea, agradecí mi suerte.

Dejé mi brazo colgar poco a poco antes de quedarme quieta. Solo esperaba que el latido de mi corazón nervioso no me traicionara.

Esperé ansiosa un par de segundos hasta que mi amiga estuvo lo suficientemente cerca como para que pudiera tomar su manga.

En cuanto dejó el cuerpo a un costado, me apresuré a tomar un trozo de su ropa mientras ella se giraba.

Volvió solo un paso para ver en qué era lo que se había atorado y descubrió mis ojos abiertos.

Ella abrió los suyos de par en par y cayó hacia atrás de la impresión. Por suerte para ambas, no gritó.

¿La mala noticia? Llamó la atención de uno de los lobos desconocidos y yo tuve que cerrar mis ojos de nuevo.

-¡¿Por qué eres tan torpe, loba?!, ¡¿Acaso no puedes hacer una simple tarea?!

Escuché un fuerte golpe y su quedo lamento de dolor.

-¡Trabaja más rápido si no quieres terminar ahí también!

-Si, señor...

Tuve que forzar mi oído al máximo para escuchar lo que pasaba a mi al rededor.

Era extraño que no pudiera percibir mucho, pero quizá era porque aún no estaba recuperada del todo.

Más ruido de cosas siendo arrastradas, más peso sobre mi cuerpo...

-¿Iris? - Susurró temblorosamente mi amiga. - ¿Estás... viva?

Abrí mis ojos de nuevo y la vi colocando otro cadáver con lentitud. Había un moretón en su mejilla que no estaba antes ahí.

Intenté pronunciar una palabra, Pero supongo que en mi cuerpo solo había aire para respirar entrecortadamente, así que solo asentí levemente.

Vi más lágrimas salir de sus ojos antes de que hubiera una fría resolución en ellos.

Yo conocía esa mirada.

-Crearé una distracción y podrás escapar. Corre hacia la entrada de la manada, en estos momentos los lobos invasores están ocupados saqueando casas, tomando lobas y... quemando cuerpos aquí. - Inhaló y exhaló antes de cuadrar los hombros y darme una sonrisa tensa. - Me reuniré contigo. Escaparemos de aquí.

Abrí mi boca para detenerla, pero ella ya se estaba dando la vuelta. Estiré mi mano y no la alcancé.

Ningún otro lobo vino de lado de mi pila y Abi no regresó en los siguientes minutos.

-¡Prendan fuego a esa hoguera y empiecen la siguiente! - Dijo un lobo cercanamente.

De pronto ví las llamas extenderse encima de mí.

Presa del pánico, miré hacia ambos lados antes de intentar zafarme sin éxito. Era demasiado peso sobre mi cuerpo y yo no tenía la fuerza suficiente para hacerlo sola ni con todo el aceite que tenía sobre el cuerpo.

Casi me estaba dando por vencida cuando escuché una conmoción del otro lado de la pila.

-¡Sus hombrías son tan pequeñas como sus cerebros!

Mis ojos se abrieron de par en par. Eso no era una distracción, era una provocación.

-¡Jodida Abi! - Gruñó en tono bajo una voz masculina a mi derecha.

Giré la cabeza y ví a Gail corriendo hacia mí visiblemente enojado. Abi había involucrado a su pareja en esto, al parecer. No sabía si agradecerle o sacudirla en cuanto la viera de nuevo.

Comenzó a buscar en la pila algo y yo levanté mi brazo libre.

Enseguida me vió y su rostro reflejó un poco de alivio; se apresuró a ayudarme a salir. Un tirón y yo estaba fuera tratando de sostenerme en pie.

-Tenemos que irnos ahora. - Dijo Gail apretando los dientes. - Necesito dejarte en un lugar seguro antes de ir por la loca de mi pareja mientras aún respira.

Yo asentí, pero no pude dar un paso antes de caer al suelo.

Gail maldijo, me tomó en brazos y echó a correr conmigo.

Di un vistazo a nuestras espaldas: El lugar se había despejado rápidamente y no había señal de ningún lobo invasor.

Cinco minutos después, Gail me dejó escondida detrás de un pequeño almacén de herramientas en los límites de la manada.

-No te muevas, regresaré.

Observé su espalda mientras se transformaba en lobo y corría de vuelta.

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