Capítulo 8.

Gail dió un paso al frente y me apretó el hombro con gentileza.

-Alfa, ¿Todos los miembros de su manada han pasado por esto? - Preguntó en tono neutro.

-Si. Cada uno de ellos. - Dijo caminando hacia nosotros. - ¿Algún problema?

-No. - Dijimos ambos.

-Bien, vayamos afuera. - Dijo sin detenerse.

Gail me miró y articuló un "¿Estás segura?".

No lo estaba. Ni siquiera con mi loba yo era una luchadora; mis funciones en la manada eran meramente administrativas. Yo era la que llevaba el presupuesto para las cosechas, la compra de ropa y otras necesidades básicas. No era necesario que yo aprendiera a usar mis garras porque... bueno, en teoría me podría convertir en una Luna algún día debido a que era la hija de un Alfa y las Lunas necesitaban ser protegidas, no protegían a la manada. De eso se encargaba el Alfa, los Betas y los guadias.

Solo ahora me doy cuenta de lo ridículo que fue tomar lecciones para elegir la mejor vajilla en la fiesta anual de la manada en vez de cómo golpear a alguien.
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