Sacamos nuestros congelados traseros de la tienda y nos reunimos con el resto de la manada en el único espacio sin tiendas del lugar. Nadie hablaba, todo estaba silencioso.Entonces llegó un hombre alto jodidamente guapo. Sus rasgos eran finos, Pero su expresión letal. Estaría cerca de la treintena, si mis cálculos eran exactos. Ojos oscuros, piel morena y cabello negro... fácilmente dos metros de perfectos músculos.Ah, si. Los músculos eran visibles debido a que el demente solo usaba un par de pantalones. Ni siquiera usaba zapatos.-Hoy subiremos y bajaremos corriendo la montaña por las siguientes dos horas. Después quiero que se reúnan en el claro del bosque para comenzar el entrenamiento.Escondí mi mueca de incredulidad. ¿Ese no era el entrenamiento? Mierda, ni siquiera sabía si podía subir la montaña una sola vez.El hombre guapo de pronto posó sus ojos en mí. -¿Algún problema?-No. - Dije enseguida.-Entonces, ¿Por qué no estás corriendo? Lo miré desconcertada hasta que me d
Abrí los ojos en la oscuridad total.A mi lado, escuché unos quedos sollozos. Los reconocería en cualquier lugar.Estiré la mano y toqué la espalda de Gail, luego hice algunos movimientos circulares.-Lamento haberte despertado. - Dijo controlando su respiración. - Sé que hace un montón de frío allá afuera pero, ¿Podrías darme unos minutos a solas?-Seguro. Búscame cuando estés listo. - Murmuré y me moví tomando una de las pieles para ponérmela encima.Ya hablaríamos luego sobre cómo llegué aquí y quién m****a me había vestido.Salí de nuestra tienda y vagué por el campamento hasta encontrar un viejo tronco caído. ¿Cómo había llegado eso hasta aquí? Ni idea. Me senté en él y miré hacia la luna para matar el tiempo.Mucho antes de llegar a la manada, Gail me pedía tiempo para llorar su pena en soledad. No era algo fácil lidiar con todo el tema de un vínculo roto por muerte y, en su caso, sabiendo que él había estado enamorado de Abi prácticamente desde que comenzaron a caminar... si, p
Muy pronto mi carrera improvisada me llevó al río. No era exactamente el mismo punto en el que casi me había ahogado el día anterior gracias a los tiernos cuidados de señor Repelente. El maldito me había arrojado piedras a la cara cada que consideraba que estaba bajando el ritmo. Si no hubiera visto que tiraba piedras mucho más fuerte a los demás, podría haber pensado que el tipo solo tenía algo contra mí. Como sea, la idea de meterme al río era tan atractiva que sentí escalofríos. Con congelarme el trasero una vez al día (o la noche) era suficiente, gracias. Sin embargo, se me ocurrió que podría despistar a Repelente ( a quien de ahora en adelante abreviaríamos como Rep porque no merecía un apodo completo, el muy idiota) si fingía meterme al agua. Ciertamente, en mi actual estado de ni humana ni loba, yo era mucho más rápida nadando que corriendo. Quizá podría dejarme llevar por la corriente y... Deseché la idea de inmediato. ¿Cómo regresaría a la montaña al terminar el entrenamie
Las pisadas de varios pares de piernas se escucharon debajo del árbol en el que me encontraba. Después algunos chapuzones y segundos más tarde un Rep enojado gritándoles.-¡Dije "esconderse"! ¡Salgan de ahí, tienen entrenamiento extra!Algunos gemidos de resignación, chapoteos y, finalmente, pasos alejándose.Ni siquiera me atrevía a soltar mi respiración hasta que no pude contenerla más.Mi corazón tronaba en mi pecho, no quería más entrenamiento. Quería terminar con esto, comer, subir la montaña y dormir hasta la mañana.Poco a poco me fui relajando al no escuchar más pasos por aquí. Bostecé y luego cerré los ojos, quizá una siesta pequeña hasta que el entrenador del infierno me encuentre...-¿Crees que haya huido? - Preguntó una voz haciendo que saliera poco a poco de mi inconsciencia. - Por algo el Alfa Supremo no acepta hembras en la manada.-No lo creo. - Dijo otra voz. - ¿Viste la jodida determinación en su cara? Será pequeña, pero dudo que se rinda después de solo un par de dí
La cabeza del Alfa Ayax rodó por la alfombra ante los ojos atónitos de todos. -Mató... ¡Mató a su padre! - Gritó una de las lobas de mi manada que sostenía mi velo. -¡Corre! ¡El yer... yerno mató a su suegro! Los invitados corrían en todas direcciones, los gritos resonaban por toda la sala. Me sorprendió ver a mi nueva pareja sacudiendo sus garras para limpiar los restos sangrientos de ellas, por lo que me quedé quieta en un primer momento. A mí lado, mi hermana menor tembló de miedo. -¡¿POR QUÉ?! ¡¿POR QUÉ MATÓ A MI PAPÁ, POR QUÉ?! -Grité en cuanto me recuperé de la impresión. El me miró con una sonrisa siniestra. -¿Por qué? No hay razón, lo maté porque quise. Jeremías se lamió la sangre de sus garras sin apartar la vista de mis ojos. -Ahora te toca a ti, mi querida Luna. Di un tembloroso paso atrás, pero no había hacia dónde correr. -¡Guardias! ¡Guardias! Grité y apreté con fuerza la mano de mi hermana. Pero nadie me contestó, todo se volvió en caos. Mi
Algo húmedo corría por mi cara. Sentía el peso de algo aplastandome. Yo... podía sentir. Creo que eso era indicativo de que no estaba muerta, ¿No es así? Entonces, era tiempo de sobrevivir. Poco a poco reuní información de mi entorno sin abrir los ojos. El sonido de algo siendo arrastrado seguido de algo al ser arrojado... y más peso sobre mi cuerpo. -¡¿Qué demonios están haciendo?! ¡Ya están muertos! ¡Háganlo más rápido! Después de un par de respiraciones lentas que me costaron toda mi fuerza de voluntad para no inhalar como si fuera mi última bocanada de aire, abrí solo un poco los ojos. Tuve que controlarme nuevamente para no gritar. Un lobo se encontraba rociando algo sobre la pila de cuerpos en la que me encontraba. La antorcha en su otra mano me dió una idea aproximada de lo que iba a hacer a continuación. -¡Más deprisa! ¡El Alfa no perdonará la vida de los holgazanes! Giré levemente el rostro y ví a un par de mujeres y hombres de mi manada que se apresuraban a cumpli
Quizá fueron los diez minutos más largos de mi vida. Estaba tan débil que incluso mantenerme despierta era una proeza. Cada sonido, por pequeño que fuera, me ponía nerviosa y sentía el corazón salirse de mi pecho. Así que cuando la pareja llegó en sus pieles de lobo, casi me da un infarto. Abi mordisqueó suavemente mi mano y señaló hacia la entrada de la manada. -Lo siento. - Graznó con apenas voz. - No puedo moverme. Su pareja se transformó en ese instante y volvió a cogerme en brazos. -Vamos, antes de que sigan nuestro olor. Y así fue como salimos de la manada en medio de la sombra de la noche. -¿Qué... qué sucedió? - Pregunté en un susurro. Gail apretó los dientes. -A nosotros, los guardias, se nos ordenó patrullar las fronteras. Alfa Ayax dijo que estuviéramos atentos a cualquier peligro viniendo de la manada Black. - Su rostro se oscureció aún más. - Solo sus guardias personales estuvieron presentes en la unión, fue por ello que nos tardamos en averiguar qué era lo que
Abi había muerto.No sabía los detalles ya que el único que podría ayudarme se encontraba tirado en el bosque a mi lado.Las lágrimas comenzaron a nublar mi vista, pero con el peligro tan cerca de nosotros ni siquiera me animaba a maldecir.No por temor a que me encontraran a mí, sino porque no dejaría que su pareja muriera cuando ambos me ayudaron a escapar. Jamás deshonraría a mi amiga de ese modo.Traté de levantarme un par de veces y logré sostenerme a duras penas. Arrastré los pies hacia el cuerpo de Gail y luego miré lo que nos rodeaba. Tenía que escondernos de alguna forma y rezar por un milagro porque estaba segura de que no tendríamos ayuda. No había ninguna cueva, no escuchaba ningún río y no sabía a qué distancia habían encontrado a Abi. Seguí mirando a mi alrededor y llegué a la conclusión de que tendríamos que escalar un árbol y permanecer ahí hasta que Gail se despertara y me pudiera decir si había peligro.Primero tenía que despistar a los perseguidores, así que me qui