Capítulo 7.

Gail y yo lo seguimos con cautela.

Tuve que volver a ser cargada para poder bajar de la montaña. En todo el camino el lobo ni siquiera nos miró.

Una vez abajo, él se dirigió por el bosque hacia una especie de cueva.

Gail y yo nos miramos. Me encogí de hombros y luego lo seguimos dentro.

Yo no podía ver una mierda, pero Gail si, así que volvió a cargarme mientras la negrura del lugar nos envolvía.

Mucho más adelante, por fin pude ver una especie de luz. Al acercarnos me di cuenta de que era una antorcha, una de muchas que pasaríamos en nuestro camino.

Quizá era mi percepción, pero en algún momento sentí que bajamos y luego comenzamos a subir a pesar de que no habían escaleras. Luego hubieron algunos giros que me hicieron confundirme.

Estuvimos ahí quizá una media hora antes de que por fin pudiéramos sentir el viento helado de fuera.

Salimos a un lugar cubierto de nieve. Una especie de claro lleno de casas de campaña en deterioradas condiciones.

No había ninguna hoguera o señales de
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