Abi había muerto.
No sabía los detalles ya que el único que podría ayudarme se encontraba tirado en el bosque a mi lado. Las lágrimas comenzaron a nublar mi vista, pero con el peligro tan cerca de nosotros ni siquiera me animaba a maldecir. No por temor a que me encontraran a mí, sino porque no dejaría que su pareja muriera cuando ambos me ayudaron a escapar. Jamás deshonraría a mi amiga de ese modo. Traté de levantarme un par de veces y logré sostenerme a duras penas. Arrastré los pies hacia el cuerpo de Gail y luego miré lo que nos rodeaba. Tenía que escondernos de alguna forma y rezar por un milagro porque estaba segura de que no tendríamos ayuda. No había ninguna cueva, no escuchaba ningún río y no sabía a qué distancia habían encontrado a Abi. Seguí mirando a mi alrededor y llegué a la conclusión de que tendríamos que escalar un árbol y permanecer ahí hasta que Gail se despertara y me pudiera decir si había peligro. Primero tenía que despistar a los perseguidores, así que me quité la bonita blusa rosa pálida que había escogido para la ceremonia y mis pantalones blancos que, de todas formas, eran un desastre sangriento y luego le quité la camisa a Gail con mucho esfuerzo. Esas simples acciones quisieron que quisiera darme por vencida y acostarme sobre la tierra a esperar el final. Sin embargo, debía sobrevivir para vengar a mi manada, a mi familia... y a Abi. Apreté los dientes y arrastré a Gail que pesaba una tonelada. Centímetro a centímetro pude llevarlo hacia las raíces del árbol más grande de la zona; luego regresé sobre mis pasos jadeantes y caminé lo más lejos que me atreví antes de dejar la ropa casualmente tirada como si ambos nos hubiéramos quitado eso antes de transformarnos. No era necesario quitarnos la ropa para el cambio, pero aun quedaban lobos con algunas tradiciones nudistas. Rezaba porque nos confundieran con un par de ellos. Después volví sobre mis pasos y llegué hasta Gail. ¿Cómo lo subiría a la rama más próxima? Me quité las lágrimas que aún encharcaron mis ojos y luego intenté subir yo misma. Resbalé y caí sobre Gail. Eso no me desalentó, sino que me hizo enojar. Oh si, yo estaba enojada. Y utilicé ese pequeño golpe de fuerza para, de alguna forma, escalar con una mano humana y jalar el cuerpo inconsciente de Gail con la otra. Menos mal que la rama más próxima no estaba tan lejos del suelo; ahí tomé un breve descanso antes de continuar subiendo un par de ramas más y colapsar sobre el cuerpo de Gail en una rama segura. Creo que ahí fue cuando me desmayé yo también. Desperté con los rayos del sol iluminando mi cara y mi cuerpo completamente sobre la tierra. Miré a mi alrededor confundida hasta que vi a Gail sostener el cuerpo de Abí con fuerza. -Gail. - Dije suavemente. Él no se giró. -Despertaste. Tenemos que movernos, ¿Aun no puedes transformarte? -No. - Dije después de intentarlo. - ¿Cómo bajamos de…? -Yo nos bajé. Las patrullas se han ido, fue un milagro que no nos encontraran con tu pobre intento de despistarlos. Hice una mueca, pero lo dejé pasar. Sabía que su tono duro no era para mí. -Abí… -Sus últimas palabras fueron que te protegiera y que te ayudara con lo que sea que quieras hacer después de esto. - Dijo colocándola suavemente en la tierra. Me levanté con esfuerzo y caminé hacia él. Mis ojos se abrieron con horror al ver la garganta destrozada de mi amiga. Caí de rodillas junto a G***l y extendí mi mano para peinar su cabello con cuidado. -Le daremos un sepulcro digno de una Luna. - Murmuré. -No hay tiempo. Una patrulla se acerca y está a unos dos kilómetros de distancia. Tendré que quemarla. - Dijo sin una pizca de emoción en la voz. -Gail… -Está decidido. Se levantó y luego se dirigió a una pila de madera que no había visto. La colocó suavemente sobre la madera y luego utilizó dos trozos más pequeños para iniciar un fuego. Besó su frente antes de darse la vuelta hacia mí. -No, aún no es momento de rompernos, Iris. Vamos, te llevaré sobre mi hombro. -No tienes que… -Vamos. Me recogió y ambos nos fuimos sin una segunda mirada al cuerpo que comenzaba a quemarse de mi mejor amiga. No sabía si era la resistencia de G***l o el tamaño de su pena lo que lo impulsó a correr por horas hasta que finalmente colapsó cerca de un río. Me bajó cuidadosamente antes de abrir su boca y gritar con toda la fuerza de sus pulmones. Cerré los ojos ante su pena y lo acompañé silenciosamente con mi propio dolor. Él gritó hasta que se quedó sin voz y luego se acostó para abrazarse a sí mismo; yo solo me quedé sentada a su lado por horas. Ambos lamentamos lo que habíamos perdido y este ciclo se repitió al día siguiente.No terminamos nuestro luto porque quisiéramos, sino porque aún no nos encontrábamos lo suficientemente lejos como para estar a salvo. No creía que supieran que estaba viva, pero era mejor mantenerlos en las sombras sobre eso. Así que, por precaución, debíamos seguir avanzando. Tratamos de pescar algo para comer antes de que él se transformará en lobo y se metiera al río directamente a sacar algunos peces en su forma de lobo. -Necesitas comer. - Dijo cuando salió de ahí y me dió todos los peces. - No podrás transformarte si te encuentras débil. ¿Ya decidiste nuestra ruta? No podemos seguir corriendo a ciegas. Asentí. -Hay una manada en los límites del continente que… -¡¿Qué?!, ¡¿Quieres ir a Colmillos de Sangre?!, ¡¿Has perdido tu mente, mujer?! Me encogí de hombros mientras clavaba en un trozo de madera uno a uno los pescados. Su reacción era de esperarse. Colmillos de Sangre era, por mucho, la manada más siniestra y sangrienta del Continente. No por nada era el hogar del Alfa
Ni a él ni a mí nos emocionaba especialmente el comer, pero necesitábamos energía para el viaje. O al menos Gail la necesitaba. No creo que rebotar por horas requiera energía. Tomamos de nuestra “bolsa” improvisada hecha con su camisa rota lo último de la caza del día anterior y lo comimos crudo. No queríamos alertar de nuestra presencia a la manada. Aún no. -¿Ya se te ocurrió cómo vamos a escalar hasta la Casa de la manada? - Preguntó con la boca llena. -Trabajo en eso. - Murmuré. La montaña se dividía en dos: la parte de la base y la parte de la cima. En la base era relativamente sencillo escalar ya que tenías más puntos de apoyo para manos y pies. El problema era la cima: kilómetros de hielo sólido que no podías atravesar ni con las garras más afiladas del mundo. O eso era lo que decían los rumores. De todas formas nos preparábamos para tomar precauciones. Aún no tenía un plan para llegar. Quizá él podría hacerlo solo, pero no quería dejarme atrás. Después de
El frío aire de la montaña me hizo parpadear, por lo que me perdí el momento en el que aquél lobo negro volvió a girar su cabeza. Una voz espesa y fuerte resonó en el silencio. -Baja. Fue como si mis músculos se movieran solos. El poder del comando Alfa era poderoso para aquellos que podían usarlo, pero este Alfa lo llevaba a un nuevo nivel. Al tocar mis pies la roca debajo de nosotros, él corrió hacia la lateral fuera de mi campo de visión saltando hábilmente entre la accidentada superficie. Ni siquiera pude agradecerle. Ninguno de los otros lobos dejó su posición. Era como si se hubieran congelado en el sitio; miedo o respeto, en realidad no era importante. Miré hacia arriba y ví a Gail intentando bajar cuidadosamente hasta mí. -Quédate ahí, yo subiré. - Grité antes de cerrar los ojos ante la nueva ola de viento que sopló hacia nosotros. -¿Qué es lo que Eres? - Preguntó alguien a un costado con curiosidad. Miré hacia allí y ví a un hombre alto, de pelo negro y osc
Gail y yo lo seguimos con cautela. Tuve que volver a ser cargada para poder bajar de la montaña. En todo el camino el lobo ni siquiera nos miró.Una vez abajo, él se dirigió por el bosque hacia una especie de cueva. Gail y yo nos miramos. Me encogí de hombros y luego lo seguimos dentro.Yo no podía ver una mierda, pero Gail si, así que volvió a cargarme mientras la negrura del lugar nos envolvía.Mucho más adelante, por fin pude ver una especie de luz. Al acercarnos me di cuenta de que era una antorcha, una de muchas que pasaríamos en nuestro camino.Quizá era mi percepción, pero en algún momento sentí que bajamos y luego comenzamos a subir a pesar de que no habían escaleras. Luego hubieron algunos giros que me hicieron confundirme.Estuvimos ahí quizá una media hora antes de que por fin pudiéramos sentir el viento helado de fuera.Salimos a un lugar cubierto de nieve. Una especie de claro lleno de casas de campaña en deterioradas condiciones. No había ninguna hoguera o señales de
Gail dió un paso al frente y me apretó el hombro con gentileza.-Alfa, ¿Todos los miembros de su manada han pasado por esto? - Preguntó en tono neutro.-Si. Cada uno de ellos. - Dijo caminando hacia nosotros. - ¿Algún problema?-No. - Dijimos ambos.-Bien, vayamos afuera. - Dijo sin detenerse.Gail me miró y articuló un "¿Estás segura?".No lo estaba. Ni siquiera con mi loba yo era una luchadora; mis funciones en la manada eran meramente administrativas. Yo era la que llevaba el presupuesto para las cosechas, la compra de ropa y otras necesidades básicas. No era necesario que yo aprendiera a usar mis garras porque... bueno, en teoría me podría convertir en una Luna algún día debido a que era la hija de un Alfa y las Lunas necesitaban ser protegidas, no protegían a la manada. De eso se encargaba el Alfa, los Betas y los guadias.Solo ahora me doy cuenta de lo ridículo que fue tomar lecciones para elegir la mejor vajilla en la fiesta anual de la manada en vez de cómo golpear a alguien.
La temperatura siguió bajando durante la noche. Estaba segura de que estar aquí a la intemperie durante horas era parte de alguna prueba. Bueno, quizá no tan segura, pero esperaba que así fuera. -No me estoy congelando. No me estoy congelando... -Murmuraba Gail a un costado de mí. De alguna lamentable forma nos habíamos arrastrado para quedar unidos por nuestros brazos y compartir algo de calor. No funcionó ni un poco. Sin embargo, gracias a ello sabía que Gail seguía vivo con cada minuto helado en este lugar. Pobre lobo. Nosotros veníamos de un clima cálido, así que a pesar de que trabajaba afuera patrullando las fronteras nunca se había congelado el trasero hasta este punto. Yo tampoco, pero no era el punto. Tenía algo que me hacía diferente a él: Era increíblemente testaruda. Un defecto o una ventaja, dependía de la situación. En este caso no quería morir aún, así que usaría toda mi fuerza de voluntad para impedir que eso sucediera. -Una hoguera, hay una hoguera enorm
El proceso para unirse a una manada era simple. El Alfa compartía un poco de su sangre y así podíamos formar un vínculo. Este vínculo ayudaba al Alfa a tener una vaga idea de en dónde estábamos o si nos encontrábamos en peligro. Si nacías dentro de la manada, el vínculo que el Alfa compartía con la madre era "copiado" en el cachorro. Era como si al momento de la concepción la sangre del Alfa que circulaba por el sistema de la madre se alojará en pequeñas dosis dentro del nuevo bebé. Era algo que no entendía del todo, pero así estaba escrito en nuestros libros de historia. Si eras parte de otra manada anteriormente y querías unirte a una nueva, entonces la sangre de tu nuevo Alfa y el de tu Alfa anterior lucharían en tu sistema y era probable que colapsaras. Justo como lo hizo Gail. No me preocupaba por él ya que solo tardía un par de minutos todo el proceso. No, en este momento me estaba preocupando por mí misma. -Sospeché que no funcionaría en ti, pequeña cosa. - Dijo con v
Sacamos nuestros congelados traseros de la tienda y nos reunimos con el resto de la manada en el único espacio sin tiendas del lugar. Nadie hablaba, todo estaba silencioso.Entonces llegó un hombre alto jodidamente guapo. Sus rasgos eran finos, Pero su expresión letal. Estaría cerca de la treintena, si mis cálculos eran exactos. Ojos oscuros, piel morena y cabello negro... fácilmente dos metros de perfectos músculos.Ah, si. Los músculos eran visibles debido a que el demente solo usaba un par de pantalones. Ni siquiera usaba zapatos.-Hoy subiremos y bajaremos corriendo la montaña por las siguientes dos horas. Después quiero que se reúnan en el claro del bosque para comenzar el entrenamiento.Escondí mi mueca de incredulidad. ¿Ese no era el entrenamiento? Mierda, ni siquiera sabía si podía subir la montaña una sola vez.El hombre guapo de pronto posó sus ojos en mí. -¿Algún problema?-No. - Dije enseguida.-Entonces, ¿Por qué no estás corriendo? Lo miré desconcertada hasta que me d