Allison Swift era una chica inocente y dulce como la miel, alguien que no tenía intenciones malas contra nadie. Su vida cambió drásticamente después de la trágica muerte de sus padres en un accidente. Fue sacada de su hogar por sus medios hermanos gemelos, Ámbar y Amador, quienes no mostraron compasión y la abandonaron a las afueras de un club nocturno.En ese lugar, donde se sentía sola y desamparada, fue Grace quien le tendió una mano amiga y le ofreció un empleo de mesera dentro del club. Todo parecía mejorar para Allison, hasta que conoció a Dante Parker, un hombre despiadado que abusó de ella en el club. A pesar de sus intentos por escapar de su opresor, Allison se vio atrapada en una situación cada vez más peligrosa.Los malos tratos de Dante la hicieron sentir mal consigo misma y deseaba desesperadamente salir de esa pesadilla. Sin embargo, su dependencia emocional hacia él y el miedo a las represalias la mantenían atrapada en un ciclo de abuso y control. ¿Podría encontrar la fuerza para liberarse de las garras de su opresor y recuperar su libertad?
Leer másAllison, evidentemente reticente, bajó la mirada y suspiró profundamente, sabía que su vida era complicada y más que eso no era para ser revelada. ―Es una larga historia, en otro momento lo podemos hablar ―respondió ella, su voz cargada de una tristeza palpable. Nicholas, aunque un poco dudoso, decidió no presionarla más, asintiendo con comprensión. Allison levantó lentamente la mirada, sus ojos encontrándose con los de Nicholas, verdes y cálidos como un refugio en la tormenta. Impulsada por un sentimiento fugaz, se acercó para abrazarlo con fuerza. ―Gracias ―susurró, permitiendo que el aroma masculino de Nicholas la envolviera por completo. Nicholas sonrió al sentir el pequeño cuerpo de Allison en sus músculos brazos, ofreciendole un consuelo silencioso. Finalmente, se separaron, y Nicholas le dio una sonrisa de despedida antes de marcharse. Mientras lo veía alejarse, Allison se dio cuenta de que algo se había movido en su interior. Sin embargo, los recuerdos de Dante aún acecha
Una vez en la piscina, Allison y sus amigas decidieron ir al baño para ponerse sus trajes de baño. Aunque las demás lo hicieron con entusiasmo, Allison se sentía incómoda. No estaba acostumbrada a mostrar su cuerpo en público, y su inseguridad se manifestaba mientras se frotaba el brazo, suspirando antes de salir del baño. Al abrir la puerta, vio cómo sus amigas saltaban a las aguas cristalinas con risas y entusiasmo.En ese momento, Nicholas salió del baño de hombres. Con su cabellera rubia recogida en una coleta, aplicándose bloqueador solar, su presencia era imponente. Observando la expresión de Allison, se acercó con una seriedad tranquilizadora.—Pequeña, ¿esto es difícil para ti? ¿Hay algún problema si sales sin permiso? —preguntó Nicholas, notando la vacilación en su mirada.—Yo... —comenzó Allison, sus ojos azules perdidos en algún punto distante del lugar. Sus palabras quedaron en el aire, y Nicholas se cruzó de brazos, dispuesto a ofrecerle su apoyo. Sin embargo, en ese inst
Mientras tanto, Allison estaba sentada en clase, su mente divagando entre el tema que el profesor explicaba y la presencia notablemente ausente de su nuevo amigo, Youseff. La silla a su lado permanecía vacía, y ella no podía evitar lanzar ocasionales miradas hacia la puerta, esperando verlo entrar en cualquier momento. Finalmente, Youseff llegó, con una expresión que mezclaba disculpas y una ligera exasperación. Se acercó a Allison y tocó suavemente su hombro, sacándola de su ensimismamiento. —Allison, ¿cómo estás? —dijo con una sonrisa que intentaba encubrir el cansancio evidente en sus ojos. Allison giró para mirarlo, ofreciendo una sonrisa leve y curiosa mientras arqueaba una ceja. —Hola, Youseff, ¿por qué llegaste tarde hoy? —preguntó, dejando que un rastro de preocupación se asomara en su voz. Él suspiró antes de responder, el peso de la mañana reflejándose en su tono. —Mi retraso fue por algo que ocurrió en casa. Mi cuñado estaba peleando con mi hermana y tuve que interf
Al día siguiente, el sol ya había alcanzado una posición en el cielo que bañaba de luz la cocina donde Dante y Allison compartían el desayuno. Dante estaba enfocado en leer el periódico, mientras que Allison, con un tazón de cereal, intentaba disimular sus pensamientos. De repente, Dante rompió el silencio. —No me has dicho aún cómo te fue estos dos días en la universidad —preguntó, con un tono que sugería simple curiosidad, pero para Allison representaba un dilema. Rocío le había advertido que mantuviera en secreto su amistad con Youseff para evitar problemas.—Bien, no te preocupes —contestó Allison, con un tono que traicionaba su nerviosismo. Dante levantó la vista del periódico, frunciendo el ceño. ¿Por qué tanta evasiva?—Allison, te hice una pregunta simple. ¿Puedes por favor decirme cómo te fue en la universidad? ¿Has socializado? ¿Tienes amigas? Cosas así —insistió Dante, proclamando su genuina preocupación. Allison respiró profundo, buscando ganar tiempo. —Dante, sabes, aye
Después de aquella cena con Nathaniel, Dante regresó a casa con una mezcla de sentimientos que no lograba descifrar del todo. Era como si un abismo se hubiese abierto entre ellos, uno lleno de palabras no dichas y emociones reprimidas. Antes de sumergirse en sus propios pensamientos en casa, decidió pasar a ver a Allison. Al entrar, la encontró profundamente dormida, su respiración regular era el único sonido que rompía el silencio reinante en la habitación. —Maldito Nathaniel —susurró entre dientes lleno de frustración. Su mano se movió de manera instintiva hacia el cabello de Allison, sintiendo la suavidad de sus mechones. Verla dormir era uno de sus momentos favoritos, un recuerdo que atesoraba en lo más profundo de su alma. Sin embargo, esa noche la decepción pesaba más que cualquier otra emoción. Mientras Dante cavilaba sobre las palabras que nunca pudo pronunciar, Allison abrió un ojo curiosa, comprobando que su mente no le jugaba una mala pasada en efecto, allí estaba Dante a
—Es una larga historia, supongo que debe ser eso —intentó explicar Allison, esquivando los detalles. —No te entiendo exactamente. ¿A qué te refieres con una larga historia? —preguntó Rocío, sentándose junto a ella con genuina preocupación. —Rocío, hablo de mis hermanos —murmuró, eligiendo con cuidado las palabras que no incluían la revelación que Youseff le había confiado sobre el hermano de Dante. Rocío escuchaba con atención, su mirada fija en el horizonte. Se esforzaba por entender el conflicto interno de Allison, una batalla intensa y silenciosa. —Ellos quizás no sean como tú, Allison, por eso tú marcaste la diferencia. Gracias a Dios estás con nosotros. Tal vez tu destino fuera otro y no junto a Dante —explicó Rocío, pausadamente, midiendo cada palabra. Allison asintió, sus ojos brillaban en contra de la luz del atardecer. Siempre había sentido un vacío, un abismo entre ella y su familia. —Mis hermanos me odian por ser como soy. Nunca me vieron como algo importante, solo
Cositas del pasado de Dante habían llegado hasta él: susurros de un compromiso roto con Elaisa, un amor destrozado por la traición. La noticia había pintado un vívido retrato de un hombre destrozado, consumido por la oscuridad. —Sí —susurró Allison, su voz apenas por encima de un murmullo. La curiosidad brilló en los ojos de Youseff. —¿Sabes de lo que sucedió con el cierto? —su tono estaba cargado de escepticismo, haciéndose eco de los susurros que habían impregnado la sociedad. Se decía que Dante era un hombre de fría indiferencia, incapaz de establecer una verdadera conexión. Allison encontró la mirada de Youseff con gentil firmeza. —Se que dicen cosas sobre Dante y su pasado pero se que en el fondo el no es una persona mala y solo está dolido por la traición de Elaisa. El escepticismo de Youseff persistió. Había tenido el privilegio de conocer las historias que circulaban sobre Dante, retratándolo como un seductor despiadado, dejando corazones rotos a su paso. Sin embargo, l
—Ya despierta, hombre —dijó ella, sin dejar de sonreír. Tocó sus mejillas con delicadeza antes de plantar un beso en ellas. Dante gimió ligeramente, todavía aferrado a los últimos vestigios del sueño. —¿Para qué quieres verme despierto? —preguntó con un tono suave, su voz apenas un susurro. Pero Allison estaba decidida. Continuó besando su rostro, cada suave toque una llamada a la vigilia. Finalmente, Dante abrió los ojos y con un gesto rápido y juguetón la atrapó por los brazos, haciéndola rodar para quedar debajo de él —. ¿Te gusta jugar? —preguntó con una sonrisa audaz. —¡Dante, tranquilo! —replicó Allison entre risas, sintiendo el cosquilleo de sus labios cuando comenzaron a descender por su cuello. ——Ahora sí, a levantarse —dijó Dante de repente, liberándola con otro beso fugaz —. Porque si continúo con esto, quizás llegue tarde al trabajo. Allison suspiró, notando pequeñas marcas en su piel, por sus bromas matutinas. Con un poco de vergüenza, pensó en cómo podría disimu
Dante estaba a punto de alcanzar la puerta principal de la oficina cuando sintió la mano de Kerrie sujetar suavemente su brazo, deteniéndolo en su intento de salir temprano para disfrutar de una tarde libre. El brillo en los ojos de Kerrie sugería una mezcla de curiosidad e insistencia que hicieron que Dante suspirara, anticipando una conversación que preferiría evitar. —Dante, ¿ya te vas? —preguntó Kerrie, escudriñando con sus ojos buscando alguna respuesta contenida en el rostro del hombre. Dante, visiblemente exasperado, respondió con una ligera brusquedad, intentando ocultar su deseo de dejar atrás el ambiente de trabajo por unas horas. —La respuesta es obvia, Kerrie, ¿no lo crees? —su paciencia estaba al límite, y la pregunta le parecía tan absurda como innecesaria. Kerrie bajó la mirada, dudosamente consciente de haber cruzado un límite no explícito. —Tienes razón, discúlpame —dijó, mientras daba un paso atrás, dispuesta a retirarse. Sin embargo, algo en la situación le hiz